lunes, 28 de septiembre de 2015

La Orden del Santo Sepulcro celebró, en Jerez, el Cruzamiento e Investidura de nuevos Caballeros y Damas


La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, la más antigua de las órdenes de Caballería, celebró en Jerez (Cádiz), el pasado sábado, día 26 de septiembre, la ceremonia de Cruzamiento e Investidura anual de sus nuevos Caballeros y Damas, acto que cada dos años tiene lugar fuera de Madrid, sede de la Lugartenencia de España Occidental.

Se desarrolló en Jerez por deseo del Gran Prior de la Lugartenencia, el cardenal Carlos Amigo y Vallejo. Este acontecimiento, comenzó el viernes 25 en la magnífica iglesia de San Dionisio, con la Vela de Armas, y la presentación de los neófitos durante la Reunión del Capítulo General que tuvo lugar en el Salón de actos del Obispado de Asidonia-Jerez. Al finalizar el acto, los neófitos ofrecieron una copa de vino español en el Hotel Palacio Garvey.

Caballeros portando el pendón y la espada de la Orden





Iglesia de San Dionisio (Jerez)
Presidido por el cardenal Carlos Amigo, gran prior desde 2013, y por el lugarteniente, Juan García Martínez, duque de San Pedro de Galatino, esta Vela de Armasrememora el compromiso de los caballeros al tomar los hábitos de una Orden que fundó en 1098 Godofredo de Bouillon en Jerusalén. 

La segunda cita tuvo lugar al día siguiente, el sábado, en la Catedral de San Salvador, con el denominado Cruzamiento y la posterior Investidura de los neófitos, catorce caballeros y tres damas; asimismo, se impuso la muceta de la Orden a varios clérigos, con la entrega de los diplomas correspondientes, así como también a los Caballeros y Damas que promocionan.

Participantes esperando ante la Catedral de San Salvador
Los neófitos se preparan para el Acto
Comienzo del Acto de Cruzamiento e Investidura. Cardenal Amigo.
Los neófitos leen la promesa
Ceremonia de Cruzamiento

Ya investidos Caballeros, con el hábito de coro y birrete

Don David Huidobro y Sanz, nuevo Caballero

Es el momento más llamativo ya que más de un centenar de caballeros, damas, comendadores y maestres de la orden visten sus uniformes (hábito de coro los Caballeros y capa negra las Damas), en los que destaca la insignia de la Orden del Santo Sepulcro, contando además con la presencia de numerosos invitados de otras corporaciones. Tras la ceremonia de cruzamiento, tuvo lugar un Almuerzo de Gala en las bodegas González-Byass (Tío Pepe), muy próximas a la Catedral.

Foto de Grupo, al final de la Ceremonia
Nuevo Caballero, acompañado de su Padrino
La Catedral de Jerez

El final del programa de esta cita fue el domingo, en la iglesia de San Juan de los Caballeros, donde tuvo lugar una misa de acción de gracias. Su denominación «de los Caballeros» parece provenir, o bien porque en la capilla, que posteriormente se llamaría de la Jura, los caballeros jerezanos reunidos pidieron ayuda a Sancho IV al encontrarse sitiada la ciudad, o bien porque en ella solían reunirse los caballeros de las órdenes militares.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Banderas y Estandartes de Ingenieros. De los Telégrafos a la Guerra Electrónica


Como se aprecia, la Vexilología y la Heráldica están íntimamente relacionadas

Hoy, durante la conferencia "Banderas y Estandartes de Ingenieros", impartida por el Coronel  D. Carlos Zamorano, dentro del XVIII Curso de Vexilología, al que asisto, y ya que soy Ingeniero de Telecomunicación, me ha parecido muy interesante la parte correspondiente al Regimiento de Telégrafos, y otros de Transmisiones, por lo que me permito reproducir aquí parte del Blog "Historias de El Pardo". Estandartes históricos del Regimiento de Transmisiones.

Estandarte del Regimiento de Telégrafos
(Foto publicada por “La Ilustración Española y Americana” nº 20, el 30 de mayo de 1919)

PRIMER ESTANDARTE DEL REGIMIENTO. Concedido en 1935, marchó al frente de este Regimiento en la noche del 21 de Julio de 1936, desde éste hasta La Granja (Segovia). Se puede ver cómo la franja morada republicana fue sustituída por otra roja, superpuesta, observándose que las tres franjas son de igual tamaño.

Al acabar la guerra, continuó siendo el reglamentario del Regimiento, hasta su sustitución el día de San Fernando de 1940, custodiado desde esa fecha en la Sala de Banderas del cuartel de El Pardo.

Anverso
Reverso

ESTANDARTE DEL GRUPO DE TRANSMISIONES DE LA DIVISIÓN AZUL. Entregado entonces por la Excma. Sra. Doña Carmen Franco, marquesa de Villaverde, en el patio de armas, año 1940, al Batallón de Transmisiones Voluntarios, que partió con él a Rusia, donde permaneció hasta que regresó con la última expedición. En el anverso pone DIVISION ESPAÑOLA DE VOLUNTARIOS. Y en el reverso "GRUPO DE TRANSMISIONES".

ANTIGUO ESTANDARTE HASTA 1984. Fue ofrecido el 30 de Mayo de 1940 por la madre del soldado Demetrio Testillanos, que tomó parte en el paso del Regimiento a la llamada Zona Nacional. En ambas caras lleva el escudo imperial con el lema “Una, Grande, Libre” y la inscripción REGIMIENTO DE TRANSMISIONES PARA EJERCITO.

ESTANDARTE DONADO POR LA C.T.N.E (Telefónica). Ya llevaba el actual escudo constitucional. Fue entregado el 10 de Junio de 1984 en el Paseo de la Castellana de Madrid, en un acto conjunto con otros estandartes de otras Unidades militares, recibido por una compañía de honores al mando del capitán Mata. Fue trasladado hasta el Regimiento, en donde otra compañía aguardó su llegada con el hasta esa fecha vigente Estandarte. A los acordes del Himno Nacional fueron introducidos ambos en la sala de Banderas, pasando el sustituido a la vitrina de estandartes históricos. Lleva la inscripción "INGENIEROS.REGIMIENTO DE TRANSMISIONES"


ESTANDARTE DEL ACTUAL REGIMIENTO DE GUERRA ELECTRÓNICA (REW) 31. Donado por el Senado el 7 de octubre de 1999 por medio de la, en aquel entonces, presidenta del Senado Doña Esperanza Aguirre, quien actuó como madrina.

Para saber más

martes, 22 de septiembre de 2015

Los principales censos de población en España. Pecheros, hidalgos y clérigos


La preocupación estadística por los censos existió en España desde antaño: ya en los reinos de taifas se establecían los tributos que tenían que pagar cristianos, moros y judíos, lo que exigía el recuento de los vecinos o sujetos tributarios. 

A partir del siglo XVI se realizaron diversos censos, generalmente con fines fiscales, que hoy sirven para darnos una idea fidedigna de la distribución de la población, su estado, ocupación y la riqueza de cada zona.






El censo es la fuente sociodemográfica más completa y clave para estudios de carácter demográfico, sociológico, o geográfico. El volumen y nivel de complejidad de información recogida por los censos ha variado a lo largo de los siglos desde la más simple a la detallada información sobre la población que proporcionan los censos actuales. Uno de los catastros más consultados es el del Marqués de la Ensenada, del que existe una copia microfilmada en el Archivo Histórico Nacional.


Podemos dividir la historia de los censos españoles en dos etapas:



1- Etapa de censos primitivos: aquellos que se elaboraron entre el siglo XVI y mediados del XVIII. Sus características son:



a) Se elaboran con fines muy concretos, normalmente la gestión del pago de impuestos, y no para conocer la población.

b) No son censos dirigidos a toda la población sino que normalmente el sujeto de interés es el vecino pechero.

c) La información no se obtenía preguntando directamente a los vecinos, se preguntaba a las autoridades de los municipios.



2- Etapa de censos modernos: aquellos que se elaboraron desde mediados del siglo XVIII hasta el presente. Se caracterizan por:



a) Su fin es el conocimiento de la población y sus principales características; no se hacen con objetivo previo aunque después los resultados se utilicen para los temas que lo requieran.

b) La unidad elemental es la persona. Se intenta incluir a todos los habitantes, y si no se consigue es por errores en el diseño o en la elaboración.

c) La información se obtiene preguntando directamente a las personas




Entre todos estos censos, realizados en España durante más de cinco siglos, cabe destacar los siguientes:



Censo de Pecheros de 1528



Los vecinos pecheros eran aquellas personas que tenían que pagar impuestos. Normalmente en cada pueblo había registros (padrones de pecheros) que establecían las cantidades que tenía que pagar cada vecino, y era habitual revisarlos con alguna frecuencia para mantenerlos actualizados. Precisamente con este motivo el rey Carlos I (1500 –1558) ordenó la realización de un censo. Para ello mandó a dos comisionados por provincia para que recorrieran los pueblos y comprobaran los registros e hicieran un breve informe sobre sus riquezas. Quedan fuera iglesia y nobleza, los pobres no pechaban y las viudas y los niños lo hacían por la mitad. La recopilación de la información duró ocho años, de 1528 a 1536, y los datos recogidos se refieren a las cantidades pagadas entre 1527 y 1528. Se cubrieron las antiguas provincias de la Corona de Castilla, el Reino de Granada, las Islas Canarias y el Reino de Navarra. El País Vasco quedó excluido, pues tenía un régimen fiscal propio.



Censo de los Obispos de 1587



Felipe II (1527 -1598) dio orden a finales de 1586 de que los obispos de la Corona de Castilla le remitieran una relación de los pueblos de las respectivas diócesis en la que se indicara el número de vecinos en cada población. Se incluyó a Navarra, Granada, País Vasco y Canarias. La idea era que cada obispo requiriera al personal eclesiástico a su cargo que estaba en contacto directo con los feligreses (como vicarios, párrocos etc.), que se encargasen de la recogida de la información. Los obispos sin embargo no mostraron mucha disposición para ejecutar la tarea, y los resultados de este censo fueron más bien pobres.



Censo de los Millones de 1591



Provincias del Reino de Castilla (hacia 1590)
Felipe II, como consecuencia de la pérdida de la Armada Invencible aprueba a través de las Cortes de Castilla un donativo extraordinario de ocho millones de ducados a pagar en seis anualidades desde el segundo semestre de 1590. El donativo debía se pagado por todos los vecinos sin distinción de estados: nobles, estado llano y eclesiásticos estaban obligados a contribuir, sólo se excluyó la orden mendicante de los franciscanos. El clero regular (el integrado por los clérigos que han hecho los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia) contaba con cierta ventaja en el pago del donativo, puesto que cada diez religiosos contaban como un vecino. Al principio el reparto de las cantidades a cobrar en cada provincia se organizó con la información obtenida en el Censo de Pecheros de Carlos I, pero diversos problemas y quejas originaron la organización de un nuevo censo, el Censo de los Millones de 1591. En este censo se recogían los pueblos agrupados por provincias, y se reflejaba el total de vecinos clasificados por estado (pecheros, hidalgos, clérigos y religiosos).



Censo de Campoflorido de 1712



El primer censo español del siglo XVIII fue el Censo de Campoflorido. Para costear la guerra de sucesión española (1701–1713) se introducen impuestos extraordinarios. En 1712 el Obispo de Gironda ordena la elaboración de un censopara distribuirmás equitativamente el pago de impuestos. En este censo se incluiría el estado noble, las viudas contarían como medio vecino y los clérigos y pobres de solemnidad quedaban excluidos (si bien esto último se modificó más tarde, en 1714). En 1717 el Marqués de Campoflorido, Gobernador del Real Consejo de Hacienda, ordena a los superintendentes que se le remitan las relaciones de vecindarios de todos los pueblos de su jurisdicción. Seguramente esta intervención del marqués fue la que provocó que se conozca a este censo como Censo de Campoflorido. Parte del mérito radica en ser el primer intento de un Censo con las mismas instrucciones y simultáneo para las Coronas de Castilla y de Aragón.



Catastro del Marqués de la Ensenada de 1753



El Catastro del Marquésde la Ensenada de 1753 no se trata de un censo de población, sino de una evaluación de la riqueza de los pueblos, aunque en él figuren datos de población. La intención al elaborar el catastro era simplificar el sistema de impuestos de la Corona de Castilla. El catastro comenzó a elaborarse en 1749, con la firma de Fernando VI de la Cédula Real que aprobaba su ejecución, y las labores de recogida duraron hasta 1753. Se envió un interrogatorio de 40 preguntas a cada pueblo que los representantes de la justicia (normalmente el alcalde acompañado de otras personalidades destacables) debían responder. Como resultado de la explotación de las respuestas recogidas en el catastro podemos citar el Censo y Vecindario de la Ensenada. El Censo contiene los resúmenes provinciales de la población clasificada por edad y clase (residentes hijos de familia menores de 18 años, vecinos de 18 a 60 años, vecinos mayores de esa edad, jornaleros transeúntes, sirvientes, pobres de solemnidad, viudas y resto de personas del sexo femenino). Este es el último de los censos primitivos.



Censo de Aranda de 1768



En 1768 Pedro Pablo de Abarca, Conde de Aranda y Presidente del consejo de Castilla bajo las órdenes de Carlos III, da orden de elaborar el primer censo de habitantes de España con objetivos distintos de los anteriores censos de vecinos. De hecho sobre los objetivos del censo se dice que se elaboran no para imponer gravamen alguno sobre ellos (los vasallos de S. M.) sino para establecer un justo equilibrio en las obligaciones a que concurren y para promover ideas útiles al Estado, según los sexos y edades. La operación se encomendó a los obispos, que a su vez se la encargaron a los párrocos de sus diócesis. Cada párroco debía cumplimentar un cuestionario con datos resumidos de los feligreses, clasificados por sexo, grupos de edad y estado civil. Se anotaba además si la persona en cuestión estaba exenta de pagar impuestos, y el motivo de tal exención. Para evitar la ocultación de datos y la falta de respuesta en este censo se estableció la prohibición de hacer públicos los datos individuales, lo que constituye un antecedente del secreto estadístico. Este censo registró 9.308.804 personas.



Censo de Floridablanca de 1787



Se conoce como Censo de Floridablanca al que mandó elaborar José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, en 1786 y que se ejecutó en 1787. Este censo se caracterizó por facilitar información acerca de la estructura de población por sexo, edad y estado civil, junto con una clasificación económica para la totalidad de las localidades españolas. La obtención de datos se encomendó a las autoridades civiles, ayudadas por el clero. La población contabilizada fue de 10.268.110. Como novedad, previo a la elaboración del censo en sí, se confeccionó un inventario de todos los pueblos de España (Nomenclátor de Floridablanca) que serviría como guía y control en los trabajos de recopilación de los datos censales.



Censo de Godoy-Larruga de 1797



Diez años más tarde, en tiempos de Carlos IV, el censo de población fue ejecutado por orden de Manuel Godoy, registrándose 10.541.221 personas. Este Censo sigue las mismas directrices que los dos anteriores, conserva la división administrativa del que le precede y usa los mismos grupos de edades con la salvedad de que el último (más de 50 años) lo subdivide en seis. También mejora notablemente la clasificación por ocupaciones hasta pormenorizarla en 96 categorías y 212 clases. Se tienen en cuenta a toda la población con independencia de cual sea el tipo de vivienda en que residían, proporcionando el número de centros benéficos y hospitalarios, indicando en estos últimos el personal ocupado y el acogido.



Censos modernos



La primera mitad del siglo XIX en España estuvo marcada por la inestabilidad política. La guerra de la Independencia (1808 –1812) detuvo el censo que el Departamento de Fomento estaba preparando. La posterior llegada de Fernando VII al poder y la adopción de políticas inmovilistas y las guerras carlistas que estallaron a su muerte provocaron que la actividad censal fuera prácticamente inexistente. No obstante sí hay que mencionar la existencia de recuentos e imputaciones de la población de escasa fiabilidad, conocidos como Censos de Policía. Por ejemplo, en 1826 la policía hizo un recuento de población por provincias según el cual en España había unos 13 millones de habitantes (sin contar las Islas Canarias).



En el siglo XIX una de las preocupaciones principales es la necesidad de estadísticas homogéneas en cuanto a la producción y a la calidad en los diferentes países. Con la creación en 1856 de la Comisión de Estadística del Reino se inicia también una serie de censos oficiales: 1857, 1860, 1877, 1887 y 1897.



Desde 1900 se ha venido realizando un censo de población cada diez años, y es a partir de 1950 cuando se realizan conjuntamente los Censos de Población y de Viviendas.

viernes, 18 de septiembre de 2015

San Martín de Porres. Primer Santo mulato de América y Patrón Universal de la Paz


Despreciado por negros y blancos, ayudó a los más miserables, llegó a tener control sobre los elementos, curó enfermos, levitaba, desaparecía y tenía el don de la ubicuidad. A pesar de su evidente santidad tuvieron que pasar más de tres siglos para que este mulato fuese elevado a los altares de la Iglesia.

San Martín de Porres, conocido como “Fray Escoba" por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad, nació en Lima (Perú) en 1579. Hijo del burgalés Juan de Porres (o de Porras), hidalgo originario de Burgos, y de Ana Velásquez, una negra liberta de Panamá. Su padre, debido a su pobreza, no podía casarse con una mujer de su condición, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velásquez. Fruto de ella nació también Juana, dos años menor que Martín. Nacido en el barrio limeño de San Sebastián, Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579. El documento bautismal revela que su padre no lo reconoció, pues por ser caballero laico y soltero de la Orden Militar de Alcántara estaba obligado a guardar la continencia de estado.

 Su infancia no fue demasiado feliz, pues por ser mulato (mitad blanco y mitad negro, pero más negro que blanco) era despreciado en la sociedad por blancos y por negros. Hacia 1586, el padre de Martín, cuando lo nombraron gobernador de Panamá, decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil (Ecuador) con sus parientes; sin embargo, éstos sólo aceptaron a Juana (que no había heredado la tez morena de su madre), y Martín hubo de regresar a Lima, donde fue puesto bajo el cuidado de doña Isabel García Michel. Martín inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor, quien se casaría con la hija de su tutora. Esta experiencia sería clave para Martín, conocido luego como gran herbolario y curador de enfermos, puesto que los boticarios hacían curaciones menores y administraban remedios para los casos comunes. También fue aprendiz de barbero, oficio que conllevaba conocimientos de cirugía menor.


Referencia a San Martín de Porres en la obra "Patrimonio documental y bibliográfico asturiano"
La proximidad del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario y su claustro conventual ejercieron una atracción sobre él. Sin embargo, entrar allí no cambiaría su situación social y el trato que recibiría por ser mulato y bastardo: no podía ser fraile de misa e incluso le prohibieron ser hermano lego. En 1594, Martín entró en el convento en calidad de aspirante a conventual sin opción al sacerdocio. Dentro del convento fue campanero y es fama que su puntualidad y disciplina en la oración fueron ejemplares.

Sus hagiógrafos cuentan que tenía varias devociones, pero sobre todo creía en el Santísimo Sacramento y en la Virgen María, en especial la Virgen del Rosario, Patrona de la Orden dominica y protectora de los mulatos. Martín fue seguidor de los modelos de santidad de Santo Domingo de Guzmán, San José, Santa Catalina de Siena y San Vicente Ferrer. Sin embargo, a pesar de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de misticismo propia. La vida cotidiana del futuro santo era frugal en extremo. Era muy sobrio en el comer y sencillo en el vestir (usó un simple hábito blanco toda su vida). Se dice que cuando murió no hubo ropa con que amortajarlo, así que lo enterraron con su propio hábito ya roído.

En el convento, Martín ejerció también como barbero, ropero, sangrador y sacamuelas. Su celda quedaba en el claustro de la enfermería. Todo el aprendizaje como herbolario en la botica y como barbero hicieron de Martín un curador de enfermos, sobre todo de los más pobres y necesitados, a quienes no dudaba en regalar la ropa de los enfermos. Su fama se hizo muy notoria y acudía gente muy necesitada en grandes cantidades. Su labor era amplia: tomaba el pulso, palpaba, vendaba, entablillaba, sacaba muelas, suturaba, succionaba heridas sangrantes e imponía las manos con destreza. En Martín confluyeron las tradiciones medicinales española, andina y africana; solía sembrar en un huerto una variedad de plantas que luego combinaba en remedios para los pobres y enfermos. Debió de empezar su labor como enfermero entre 1604 y 1610.

Cartel de la película “Fray Escoba” (1961)
La vida en el convento estaba regida por la obediencia a sus superiores, pero en el caso de Martín la condición racial también era determinante. Su humildad era puesta a prueba en muchas ocasiones. Parecía tener una concepción muy pobre de sí mismo y hasta como miserable, y por lo tanto digno de malos tratos. Aunque frecuentaba a la gente de color y a castas, nunca planteó reivindicaciones sociales ni políticas; se dedicó únicamente a practicar la caridad, que hizo extensiva a otros grupos étnicos. Todas estas dificultades no impidieron que Martín fuera un fraile alegre. Sus contemporáneos señalan su semblante alegre y risueño.

Fueron muchos los milagros atribuidos. Las historias de éstos son muchas y sorprendentes, que fueron recogidas como testimonios jurados en los procesos diocesanos y apostólicos Una de sus facultades fue la videncia. Se cuenta que su hermana Rosa había sustraído una suma de dinero a su esposo, y se encontró con su hermano, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho. Su hermana no salía de su asombro, ya que nadie sabía del hurto. También tuvo facultades para predecir la vida propia y ajena, incluido el momento de la muerte.

En línea con la espiritualidad de la época, San Martín de Porres y su coetánea Santa Rosa de Lima practicaron la mortificación del cuerpo. Martín se aplicaba tres disciplinas cada día. Llevaba además dos cilicios: una túnica interna de lana entretejida con cerdas de caballo y una cadena ceñida, posiblemente de hierro. Como se dice de otros santos de la época, Martín también sufrió las apariciones y tentaciones del demonio. También se le atribuyó el don de lenguas, el don de agilidad y el don de volar. Sus compañeros, que lo vigilaban continuamente, veían cómo su cuerpo se iluminaba. Se contó de él que podía estar en dos lugares a la vez y penetrar en los cuerpos sin mayor resistencia.

Su preocupación por los pobres fue notable. Se sabe que los desvalidos lo esperaban en la portería para que los curase de sus enfermedades o les diera de comer. Martín trataba de no exhibirse y hacerlo en la mayor privacidad. La caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que también se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía heridos o faltos de alimentos.

En octubre de 1639, Martín de Porres cayó enfermo de tabardillo pestilencial. Murió el 3 de noviembre de ese año en Lima. Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres y. toda la ciudad le dio el último adiós. A pesar de la biografía ejemplar del mulato Martín de Porres, convertido en devoción fundamental de las castas y gentes de color, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares. Su proceso de beatificación terminó en 1962, bajo el papado de Pablo VI.