miércoles, 30 de diciembre de 2015

Diego de Urbina. Pintor de Felipe II

Urbina no es sólo el pintor de El Escorial, sino un artista de dilatada vida e importante obra, llevada a cabo fundamentalmente a lo largo del reinado de Felipe II, siendo además uno de los iniciadores de la actividad pictórica en Madrid desde los años anteriores a la capitalidad.

Diego nació en Madrid, hijo del pintor Pedro de Ampuero, hidalgo natural del valle de Ampuero (Cantabria), hijo a su vez de Juan Ortiz de Urbina y de doña Catalina de Ampuero, y de Teresa Díaz de Montalbán. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de febrero de 1516 junto a su hermano gemelo, Francisco, quien también sería pintor especializado en el dorado de retablos.

Del padre, natural de Cantabria, no se conocen obras, pero se ha podido documentar su actividad como pintor en Madrid en las primeras décadas del siglo XVI, con un volumen de obra importante. También tuvieron el oficio de pintor sus otros hermanos, Cristóbal de Urbina y García de Ampuero, quien en 1538 parece hacerse cargo del prestigiado taller familiar, y en 1540 firmó las condiciones para agrandar el retablo de Santo Domingo el Real de Madrid.

Detalle del retablo mayor de la iglesia parroquial de Pozuelo del Rey.
Su formación hubo de tener lugar en el taller paterno, en la estela de la pintura renacentista practicada en la escuela de Toledo por Juan de Borgoña y los rafaelescos Francisco Comontes y Juan Correa de Vivar, de quienes podría haber tomado la precisión en el dibujo, el interés predominante por la figura humana y la armonía compositiva que son rasgos característicos de su obra.

Hacia 1550 contrajo matrimonio con Isabel de Alderete, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos; el mayor, Diego de Urbina de Ampuero, emancipado en 1576, cuando contaba veintiún años, que llegaría a ser regidor de Madrid y Rey de Armas de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, y la menor, Isabel, nacida en 1567, que casaría con Lope de Vega -Belisa en sus poemas-. La familia tuvo fijada su residencia en la calle Mayor de Madrid, en unas casas que fueron compradas por el padre del pintor al capitán Diego Meléndez, y que ya aparece empadronado como hidalgo en esta Villa, por lo menos en los años de 1512 y 1516.

Certificado de armas por el que Diego de Urbina, rey de armas de Felipe II,
certifica el linaje de la familia Zamora, arraigada en Zamora
Certificado de hidalguía de Juan Díez Montero, vecino de Madrid

Una de las primeras noticias conocidas de su actividad independiente es el contrato, firmado el 3 de enero de 1552 junto al imaginero Juan de la Plaza, por el que se adjudicaba la realización de los retablos mayor y colaterales de la iglesia de San Gil, junto al viejo Alcázar de Madrid, costeados por Carlos V.

En febrero de 1593 se comprometió junto con el pintor vallisoletano Gregorio Martínez a pintar y dorar el retablo mayor de la catedral de Burgos, aunque su traslado a la ciudad no debió de ser inmediato pues todavía en julio de ese año se encontraba en El Escorial, donde se le documenta tasando unos cuadros de Pellegrino Tibaldi. Al año siguiente se vio envuelto en un pleito a cuenta de dicho retablo, del que proceden las últimas noticias que han llegado del pintor.

En abril de 1595, en un documento relativo a ese pleito, se informaba que para entonces el pintor ya había fallecido en la calle de Sombrerería de Burgos, sin que conste la fecha exacta, que debió ser a mediados de 1594.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Ramón de Valle-Inclán. Novelista, poeta y autor dramático, ensayista y periodista


Miembro de la Generación del 98, fue un personaje peculiar. Escritor, poeta y dramaturgo. Creador del “esperpento”, un teatro expresionista opuesto al realismo burgués imperante. Sus “Sonatas” son la mayor contribución de las letras españolas al Modernismo.

Ramón José Simón Valle Peña* nace en octubre de 1866 en Vilanova de Arousa, provincia de Pontevedra, fue segundo hijo de Ramón Valle-Inclán Bermúdez, heredero de una gran fortuna, que tenía reputación como poeta y afición por las investigaciones históricas. Tanto él, como su madre (Dolores de la Peña y Montenegro) tenían ciertos títulos nobiliarios, poseían casas solariegas y viejos fueros, pero ahora ejercían de hidalgos venidos a menos.


Tuvo una infancia holgada, económicamente hablando. Estudio el bachillerato en el instituto de Pontevedra, hasta 1885. Por empeño paterno comienza, en 1888, a estudiar Derecho en la Universidad de Santiago, con resultados mediocres. Esta experiencia le sirvió para contactar con el interesante mundo estudiantil, pasando más tiempos en los cafés y en las bibliotecas que en las aulas. En 1888 se matriculó en “Dibujo y adorno de figura” en la Escuela de Artes y Oficios. Ramón se hizo pronto uno de los estudiantes más populares de la Universidad.

En octubre de 1890 fallece su padre y él, con 24 años, decide dejar sus estudios de Derecho. No dispone de mucho dinero, pues la herencia ha sido poca, así que se va a Madrid, donde pasará dos años. Allí frecuenta los abundantes cafés de la Puerta del Sol, lugar de tertulia habitual, en las que participa de forma expresiva y donde se hará conocer por lo duro de sus opiniones y por su gracioso acento gallego.

Biografía de Valle-Inclán, por Gómez de la Serna
En Madrid comenzará a colaborar en la prensa, publicando algunos artículos y cuentos en periódicos como El Globo o La Ilustración Ibérica. Pero no consigue un sustento económico estable, por lo que toma una decisión radical: se marcha a México, un 12 de marzo de 1892. Allí escribirá en prensa, y también trabajaría como traductor de textos italianos y franceses, idiomas que más o menos dominaba, pero como tampoco consigue ganarse la vida, decide marcharse de nuevo, yéndose en esta ocasión a Cuba, donde estará unas semanas, hasta que, en la primavera de 1893, regresa a España.

Su aspecto físico había cambiado: lleva una larga barba y melenas. Además, viste una peculiar indumentaria: una capa (al principio un poncho mexicano), chalina y sombrero. Por esta época es cuando conoce la obra del poeta italiano Gabriele D'Annunzio, que ejercerá una fuerte influencia sobre él. Permaneció en Pontevedra hasta 1896, donde publica su primer libro, una colección de relatos amorosos titulado “Femeninas” (1894). Además, ya firma como "Ramón de Valle-Inclán".

Y de nuevo se va a Madrid. Añoraba sus tertulias. Aquellos cafés (el Fornos, el Suizo, el Gijón) serán su autentica escuela. Ahora conocerá a otros grandes tertulianos, como Pío Baroja, Azorín, Jacinto Benavente… todos escritores como él. Se hará famoso por su virtuosa dialéctica y por su capacidad para monopolizar las conversaciones y por defender sus argumentos con ingenio y pasión.

En 1899, pierde un brazo por culpa de una herida casual durante una discusión tertuliana. Ese mismo año estrena “Cenizas: Drama en tres actos”, su primera obra teatral. Además publica en varias revistas literarias y en prensa.

A partir de 1902 publica las “Sonatas”: en 1902, Sonata de otoño, en 1903 Sonata de estío, en 1904 Sonata de primavera y, por último, en 1905 Sonata de invierno. En ellas aparece su personaje el Marqués de Bradomín, su particular alter ego.

En 1907, se casa con Josefina Blanco y Tejerina, con la que tendrá seis hijos. La situación económica había mejorado algo gracias al éxito de las Sonatas. Por esta época la Generación del 98 ya comienza a trabajar coordinada en diversas actividades creativas, cada uno de sus componentes se conocen e intercambian ideas en sus reuniones en los diferentes cafés madrileños de la época.

Ramón, con su esposa Josefina: en su brazos Concha, su hija mayor
Su mujer, la actriz de teatro Josefina Blanco, viaja a Argentina para trabajar en 1910, y Ramón se va con ella, en calidad de director artístico. En la misma gira visitan también Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia. De regreso a España, seguirá estrenando obras de teatro. Por esta época se muda junto a su familia a su tierra, Galicia y, en 1915, escribe al rey Alfonso XIII solicitando la rehabilitación de los títulos de marquesado del Valle, vizcondado de Vieixin y señorío del Caramiñal, pero no lo consigue pues sus peticiones no son atendidas.


Durante la Primera Guerra Mundial, Valle-Inclán apoya al ejército aliado, visitando en varias ocasiones el frente bélico. Sigue creando; y el “Esperpento”, palabra que utiliza por primera vez para referirse a su obra en 1920, estará formado por “Luces de bohemia” y el volumen titulado “Martes de Carnaval”. El esperpento, más que un género literario, es una nueva forma de ver el mundo, ya que deforma y distorsiona la realidad para presentarnos la imagen real que se oculta tras ella.

En 1921 vuelve a México, invitado personalmente por el presidente de la República, Álvaro Obregón, con motivo de la celebración del centenario de la independencia de México. A su regreso, en 1922, se establece de nuevo en Madrid, donde se seguirá relacionando con el ambiente bohemio, con las tertulias y con el teatro experimental.

A finales de 1926 edita la que algunos consideran su obra maestra narrativa, la novela “Tirano Banderas”, inspirada en el régimen de Porfirio Díaz, donde es patente la huella de su todavía reciente viaje al México revolucionario. En 1927 inicia la publicación de un ambicioso proyecto narrativo, “El ruedo ibérico”, que, de forma semejante a los “Episodios Nacionales” de Galdós, pretende narrar la historia de España desde el reinado de su detestada Isabel II hasta la época contemporánea al autor.

Con el estallido de la República, en 1931, se muestra públicamente republicano, e incluso se presenta a diputado por La Coruña en las listas del Partido Radical de Alejandro Lerroux, aunque no sale elegido. En 1932, el gobierno de la República lo nombra Conservador General del Patrimonio Artístico Nacional y director del Museo de Aranjuez, pero dimite al poco tiempo. Ese mismo año se divorcia de su esposa.

En marzo de 1935 se retiró a Santiago de Compostela, donde Vive en la más absoluta pobreza y, el 5 de enero de 1936, tras negarse a recibir auxilio religioso, Valle-Inclán muere a consecuencia de un cáncer de vejiga.

* El Registro Civil se crea en España con una ley provisional en 1870 y se introduce en el código civil en 1899. Aun así, en el ámbito rural, las cuestiones relativas al nacimiento se registraban en los libros parroquiales. Desde el primero en llevar este apellido, Francisco del Valle-Inclán (1736–1804), podemos ver las variantes en el uso, tanto en él como en sus descendientes: "del Valle-Inclán", "del Valle", "Inclán del Valle"... Esto se debe a que los apellidos se empleaban con gran libertad, fundamentalmente por cuestiones de herencia. La forma "de Valle-Inclán" fue la que su padre y hermanos emplearon de manera sistemática.

martes, 22 de diciembre de 2015

Origen y evolución del castellano. La Real Academia Española


La base del idioma español es el latín vulgar, que se impuso a las lenguas ibéricas. 

El momento decisivo de la unificación y fijación del castellano llega en el reinado de Alfonso X el Sabio. Las obras literarias y científicas concebidas en su corte eran de carácter culto, pero en lugar de ser difundidas en latín, se difundieron en castellano. 

El español, como el resto de lenguas romances, es la continuación moderna del latín hablado (latín vulgar), desde el siglo III a. C. y que, tras la desmembración del Imperio Romano, fue divergiendo entre las distintas provincias del antiguo Imperio, dando lugar mediante una lenta evolución a las distintas lenguas neolatinas. Merced a su propagación por América, el español es, con diferencia, la lengua neolatina que ha logrado la mayor difusión.

La primera noticia que se tiene de la existencia de un dialecto castellano corresponde al siglo X. Era al principio sólo el dialecto que se hablaba en unos valles al nordeste de Burgos, lindantes con la región cantábrica y vasca. Los textos más antiguos que se conocen en español son las Glosas Silenses y las Emilianenses, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura.

El primer paso para convertir el castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y León lo dio en el siglo XIII Alfonso X, que mandó componer en romance, y no en latín, las grandes obras históricas, astronómicas y legales. El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido.

Alfonso X el Sabio y su corte
Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las declinaciones del latín y eran las preposiciones las que señalaban la función de las palabras en la oración. Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo.

Del mapa lingüístico medieval ibérico surgieron variedades lingüísticas que algunas se convirtieron en lenguas y otras, con el paso del tiempo, se transformaron en dialectos de alguna de ellas

El hecho de utilizar el castellano como lengua culta(el castellano del siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales y de la Biblia que mandó traducir Alfonso X.), en lugar del latín, llevaba consigo un enriquecimiento en el vocabulario y en los medios para expresarse. A partir de aquí el castellano ya era un instrumento útil de expresividad como lo demuestran los dos siglos posteriores y una obra cumbre: La Celestina (1499). Por ésta misma época (toma de Granada por los Reyes Católicos y descubrimiento de América), Antonio de Nebrija había escrito ya la primera gramática del castellano (1492) que establece una normativa a seguir.

Ilustración de "La Celestina" (1499)
 En los siglos posteriores, en Francia, Italia e Inglaterra se editaban gramáticas y diccionarios para aprender español, que fue la lengua diplomática hasta la primera mitad del siglo XVIII. En esta etapa de la lengua se llegó al esplendor literario que representan los autores del siglo de oro. El léxico incorpora palabras originarias de tantas lenguas como contactos políticos tenía el imperio. Del italiano entran en el español desde el siglo XV al XVII los nombres de la métrica y preceptiva literaria.

Por estos años también se toma español como sinónimo de castellano. Y, en efecto, fueron muchos los escritores no españoles que utilizaron el español en sus obras. En el siglo XVI y siguiente se produce una de las cumbres literarias del español. Son los años de los grandes clásicos: Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo. Aparecen obras con El Lazarillo de Tormes, La Celestina, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, etc.


El Lazarillo de Tormes, novela picaresca, aparecida en 1554, en una España sumergida en literatura
 
El español contemporáneo

En el año 1713 se fundó la Real Academia Española por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena. Felipe V aprobó su constitución el 3 de octubre de 1714 y la colocó bajo su "amparo y Real Protección".. Su primera tarea fue la de fijar el idioma y sancionar los cambios que de su idioma habían hecho los hablantes a lo largo de los siglos. En esta época se había terminado el cambio fonético y morfológico y el sistema verbal de tiempos simples y compuestos era el mismo que ha estado vigente hasta la primera mitad del siglo XX.

Día de la inauguración de la Real Academia Española (1713)
 














El propósito de la RAE fue el de "fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza". Se representó tal finalidad con un emblema formado por un crisol al fuego con la leyenda Limpia, fija y da esplendor, obediente al propósito enunciado de combatir cuanto alterara la elegancia y pureza del idioma, y de fijarlo en el estado de plenitud alcanzado en el siglo XVI. La institución ha ido adaptando sus funciones a los tiempos que le ha tocado vivir. Actualmente, y según lo establecido por el artículo primero de sus Estatutos, la Academia «tiene como misión principal velar porque los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico». 

Hoy, en el mundo hay unos siete mil lenguas, subdivididas en muchísimos dialectos o formas locales de los idiomas, aunque solo unos 20 son los que dominan en cientos de paises, siendo la lengua española hablada en más de 30 países, por unos 450 o 500 millones de personas, con sus particularidades en cada uno, y, junto con el Inglés, es la lengua más utilizada para la comunicación entre las personas de distintos países.

El español es, por número de hablantes, como primera o segunda lengua, la segunda del mundo, por detrás del chino y por delante del inglés. Pese a ser una lengua hablada en zonas tan distantes, existe una cierta uniformidad en el nivel culto del idioma que permite a las gentes de uno u otro lado del Atlántico entenderse con relativa facilidad. Las mayores diferencias son de carácter suprasegmental, es decir, la variada entonación, fruto al parecer de los diversos substratos lingüísticos que existen en los países de habla hispánica.

Nota.  A diferencia de otras academias, la de la Lengua (RAE) no lleva apelativo alguno, por ser la primera constituida, algo que no sucede con las demás. 

  Real  Academia  Española


viernes, 18 de diciembre de 2015

Pedro Merino (de Sedano). Rindió y prendió al Condestable de Francia en la batalla de San Quintín


Un soldado de caballos ligeros llamado Pedro Merino (erróneamente se le ha atribuido el nombre de Sedano, quizá por pertenecer al Valle y Honor de Sedano) presentó á Don Felipe II el estoque con que 1llontmorency peleaba, diciendo: yo soy el que prendí, al Condestable de Francia: su estoque es éste.

Merino pertenecía a la compañía de don Enrique Manrique, y por su acción recibió 10.000 ducados en premio, aunque el capitán Diego de Valenzuela, que fue quien dio el grito de "Cautivo", pretendió que los repartiera con él, lo que no parece sucedió.

Retrato de Pedro Merino (1558)
Pedro Merino, nacido hacia 1523, hijo de Rodrigo Merino y de Catalina del Moral, era natural de Pesquera de Ebro, en el valle y Honor de Sedano, de la antigua Merindad de Burgos, y acaso por esto le designarían sus camaradas con el nombre de su tierra, costumbre todavía corriente en el siglo XVI. Era su familia una de las calificadas de la Honor de Sedano y, de contado, Ia principal del lugar de Pesquera, pues tenía asiento preferente en su parroquia de San Sebastián; recibía la paz á los demás hidalgos del lugar y gozaba privilegio de vendimiar un día antes que los demás vecinos; por donde se ve cuán propio de nuestra naturaleza ha sido siempre el afán de señalarse entre los demás hombres, aprovechándose para ello hasta de las cosas más comunes y livianas.

Labatalla de San Quintín fue uno de los más grandes enfrentamientos militares entre españoles y franceses. Esta victoria contra Francia dio a conocer al joven e inexperto todavía Rey Felipe II (El Prudente), inauguró un poderoso reinado, motivó la construcción de un grandioso monumento y fue tal el sufrimiento de ambos bandos durante el combate, que dio origen de una frase "Se armó la de San Quintín".

La batalla tuvo lugar en San Quintín ( Francia), el día de San Lorenzo, 10 de agosto de 1557, lo que motivó al joven rey español, ordenar construir su palacio de El Escorial con la forma de Parrilla, en honor al santo del día de esta grandiosa y decisiva victoria; cuando Francia se postró a los pies del Imperio Español.

La Batalla de San Quintín fue el resultado de un plan estratégico por Felipe II y su gobierno. Los franceses habían entrado en Italia con el beneplácito del Papa, para tomar el Reino de Nápoles. En Nápoles, la táctica fue defensiva, porque su objetivo que no era otro que entretener a los franceses en Nápoles.

Los franceses, se confundieron y pensaron que el "contragolpe" español seria en Italia para salvar Nápoles. No fue así, el contragolpe estaba decidido, sería desde Flandes hacia Paris, con las tropas mandadas por el duque de Saboya. En el camino estaba la estratégica ciudad de San Quintín, fortaleza que era la llave de Paris.

Vista de San Quintín hacia 1557
Rendición del Condestable de Francia en San Quintín (Museo del Prado)


En 13 de julio de 1558 las tropas españolas volvieron a vencer a las francesas en la batalla de Gravelinas, forzando a Francia a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559.De esta forma se acabó con la amenaza del poderoso reino francés a las posesiones Hispanas en Flandes y sobre todo Italia. Y lo que es más importante aún, la hegemonía del Imperio Españo sobre  Europa Occidental durante un siglo más.


El Condestable Anne de Montmorency
Anne de Montmorency (1492-1567), condestable de Francia, fue uno de los más destacados militares que tomaron parte en la batalla de San Quintín. Durante la misma fue herido y capturado por las tropas de Felipe II, concretamente por el soldado Pedro Merino, nuestro personaje. Murió en 1567 por las graves heridas sufridas en la batalla de Saint-Denis. Giordano compuso una escena que refleja el momento final de la batalla, cuando Montmorency, desarmado y sin señal alguna de las graves heridas infringidas, es presentado a un personaje con banda de capitán general y que no puede ser otro que Manuel Filiberto, duque de Saboya, general de las tropas españolas. Detrás del francés unos jinetes portan las banderas apresadas.

Antiguas armas del linaje Merino

Pedro Merino tenía por ascendientes ó por colaterales á Frey Diego Merino, Comendador de Benavente en la orden de Calatrava, en tiempo de D. Sancho el Bravo; á Juan Merino, Caballero de la Banda, en tiempo de D. Alonso XI; a Pero López Merino, Comendador de Ocaña en la de Santiago, durante los reinados de D. Juan I y de D. Enrique III; y a Pedro Merino, Señor de Peñalba y Torremocha, que gozaba preeminencias en la Iglesia y entre el común de vecinos de su pueblo, y que traía por armas un escudo partido en pal con la insignia de la batida entre dragantes, en el primer cuartel, y con un castillo ó torre fuerte que probablemente sería la solariega suya en el otro, era, allá por los años de 1540, un hidalgo honrado y mozo, de limpia sangre, pero no de mucha fortuna, que se enroló como soldado en 1541, estrenándose como tal en la desgraciada empresa de Argel, al servicio de Carlos V y, después, sirvió en las guerras de Alemania, Inglaterra, Parma, Lorena y San Quintín.

En esta última encontró Pedro Merino ocasión para señalarse; porque habiendo sido la compañía de D. García con la de D. Enrique Enríquez, también de caballos ligeros, de las primeras que cargaron sobre el ejército de Montmorency, cuando este general pretendió dar socorro á San Quintín, al romper al enemigo, en medio de la confusión y polvareda que el gran tropel de caballos levantaba, tropezó Merino con uno que a él le pareció principal caballero, a quien intimó que se rindiera ; y, no queriendo, hubo de pelear con él, siéndole forzoso herirle de un arcabuzazo en un muslo, con lo cual el herido, que era el mismo Condestable y general de los franceses, no pudiendo ya resistir, se. rindió entregando su estoque á Pedro Merino; pero presentándose entonces el capitán Valenzuela que, como aventurero peleaba, le dic el Condestable la fe, según costumbre francesa, acaso por parecerle de mejor calidad ó de mayor categoría

El Duque de Saboya
Cuando ya el ejército había regresado á Flandes, y en Bruselas, a 1 de Abril de 1558, se le otorgó a Pedro Merino merced de 10.000 escudos del sol, o ducados de oro. También, se le otorgó, en 10 de Junio del mismo año, licencia para poder servir en cualquiera compartía, á su voluntad, ó para no servir en ninguna, por lo que haciendo uso del permiso que le otorgó el Duque de Saboya, dejó el servicio en que había andado diez y siete años, y se vino á su lugar de Pesquera; allí casó con Doña María de Porres, hija de Martín de Porres y de Doña Juliana de Bustillo, y nieta de D. Juan de Porres, señor de la Torre y lugar de Cidad en Valdeporres, según resulta del testimonio que de sí arrojan las informaciones que mandó hacer el Santo Oficio de la Inquisición del reino de Navarra, que tenía su asiento en Logroño, y por virtud de las cuales fue creado familiar en 3 de Junio de 1585, como también lo fue su hijo Rodrigo Merino y Porres, el 20 de diciembre de 1597, que casó con Doña María Ruiz de Sedano. En el padrón de 1590 Pedro Merino aparece como hidalgo notorio y criado del rey. A partir de ellos, todos sus descendientes se apedillaron Merino de Porres (o de Porras), como si se tratase de un único apellido.


El 3 de abril de 1566, obtuvo de Felipe II carta de privilegio concediéndole que pudiera cambiar sus antiguas armas por otras en las cuales simbólicamente se hace memoria de la prisión del Condestable á quien alude el brazo armado que entrega, por la empuñadura, una espada cuya hoja (o antebrazo en otros casos) rodea una cinta con la frase POR LA FUERZA.

Nota: Entrada basada en el texto "Pedro Merino en San Quintín (I) / Francisco R. de Uhagón" 

Para saber más: La HIDALGUÍA en la HONOR de SEDANO., pp. 255-272, de Jacinto Campillo Cueva

martes, 15 de diciembre de 2015

¿Qué eran los impuestos de Lanzas y Medias Annatas?



Quien sienta cierto interés sobre los títulos nobiliarios, habrá tenido ocasión de encontrarse a menudo la mención que se hace de las “Lanzas y Medias Annatas” como impuestos que recaían sobre esas dignidades durante el Antiguo Régimen.

En un primer momento, la posesión de dignidades nobiliarias no se encontraba sujeta al pago de impuesto alguno, como lógica consecuencia de su carácter honorífico. Fue durante el reinado de Felipe IV, bajo el gobierno del Conde Duque de Olivares, cuando se pensó en someter los títulos nobiliarios a tributación con el fin de obtener recursos para las arcas del Tesoro, exhaustas por guerras constantes. 

Así, una Real Cédula de Felipe IV de 18 de agosto de 1631, completada por una posterior de 10 de diciembre de 1632, establecieron el primer gravamen sobre las dignidades nobiliarias: el Impuesto de la Media Annata y el de Lanzas, este último exclusivo para los títulos nobiliarios y aquél también para otros grupos. Por su parte, los plebeyos pagaban los "pechos", mientras que los hidalgos estaban exentos de ellos.

Retrato de Felipe IV a caballo (Velázquez / Museo del Prado)
La Media Annata era un tributo que gravaba la posesión de empleos retribuidos, mercedes y gracias, ya fueren seglares o eclesiásticos. Se devengaba una única vez, al entrar el sujeto pasivo en posesión del empleo o merced, y su cuantía era equivalente a la mitad de la retribución o renta anual percibida por el desempeño del mismo. En el caso de títulos nobiliarios y de Grandezas de España, al no existir una remuneración por la posesión de las mismas, a diferencia de los empleos, fueron fijados unos baremos en base a un criterio jerárquico entre dignidades.

Por su parte, una lanza estaba constituida por cinco hombres de armas equipados y remunerados para servir en campaña. El servicio de lanzas era una antigua prestación de carácter personal que recaía sobre los grandes señores, entre los que los que se contaban los Grandes y Títulos, consistente en suministrar a la Corona soldados pertrechados para la guerra. Felipe IV transformó esta prestación en patrimonial, otorgándole una periodicidad anual. La cuantía se establecía en función de las rentas de los obligados y de su rango.

Redención. Sin embargo, como consecuencia de las imperiosas necesidades de la Hacienda Pública, hubo momentos en que se permitió redimir el impuesto de Lanzas y Media Annata, autorizándose a que los interesados, en lugar de abonar cada año el importe que correspondía satisfacer por Lanzas y también por la Media Annata, pagasen por una sola vez una cantidad alzada, de cuantía muy superior a la anualidad, que una vez satisfecha extinguía la obligación tributaria

Los reinados posteriores al de Felipe IV (1621-1665), estuvieron jalonados por continuos y onerosos conflictos bélicos que consumían ingentes cantidades de recursos económicos, por lo que estos tributos continuaron aplicándose rigurosamente. Con el advenimiento de los Borbones en 1700, la situación se mantuvo. La Guerra de Sucesión y las sostenidas en Italia por Felipe V, continuaban detrayendo enormes sumas de las cuentas públicas, por lo que una Real Cédula de Felipe V de 1727 dispuso la prohibición de entrar en posesión de cualquier Grandeza o Titulo que no hubiese satisfecho la Media Annata. De esta manera, se vedaba jurídicamente la percepción de las rentas producidas por estos mayorazgos, como un medio más de asegurar el cobro del tributo.

Consignación de juros y de rentas. Ante las dificultades con las que en muchos casos se encontraba la Real Hacienda para cobrar el servicio de Lanzas y el derecho de la Media Annata, se ideó un medio para tratar de asegurarse el pago de estos gravámenes, y que fue el de acudir a la consignación de juros y de rentas.

Esencialmente, el juro era un instrumento de deuda pública, que el obligado tributario estaba obligado a suscribir por el importe de la cuota del impuesto. Se extendía en una escritura en papel con el timbre de la Corona, que desde 1640 se impuso como obligatorio para documentar todos los actos jurídicos y se depositaba ante la Hacienda Pública, autorizando a la misma a percibir los intereses anuales del juro y aplicarlos al tributo. En 1787 se estableció que los que poseyeran Grandezas y Títulos de Castilla y no estuvieren relevados del servicio de Lanzas ni las tuvieren consignadas en juros o en bienes libres, debían consignar alguna finca del mayorazgo a que se hubiese agregado la Grandeza o Título y rindiera la renta equivalente, para que quedase satisfecha anualmente la Real Hacienda, prohibiéndose la expedición de cartas de sucesión mientras no se acreditase haberse hecho la consignación para el pago del impuesto.

Supresión de estos gravámenes. El Impuesto sobre Lanzas y Media Annata se mantuvo en vigor hasta mediados del siglo XIX. En 1845, el Gobierno de Narváez emprendió una amplia reforma tributaria, ante la grave situación de la Hacienda Pública tras la Primera Guerra Carlista (1833-1840). El viejo impuesto fue derogado y, en su lugar, instituido el Impuesto Especial sobre Grandezas y Títulos, mediante un Real Decreto de 28 de diciembre de 1846, desarrollado por una Real Orden de 14 de febrero de 1847. En virtud del mismo, se condicionó la expedición del Real despacho a la satisfacción del impuesto.

Desaparecen en ese momento los impuestos de Lanzas y Media Annata, aunque permanecen subsistentes los débitos devengados y no satisfechos. Con el nuevo impuesto especial quedan sin efecto las exenciones concedidas por aquéllos, de tal manera que los que los hubiesen redimido en tiempos pasados entregando a tanto alzado el correspondiente capital, no quedaban eximidos de pagar en lo sucesivo el nuevo impuesto, ya que se trataba de un tributo diferente, al que no alcanzaba esa exención.

Por otra parte, quien quisiera poseer un título nobiliario debía sacar la Real Carta de Sucesión y Confirmación y pagar el nuevo impuesto. Si no lo hacían, el título quedaba suprimido; y si alguien más adelante lo quería rehabilitar, estaba obligado a satisfacer las Lanzas y Medias Annatas devengadas y no pagadas, además del nuevo impuesto por las sucesiones teóricas que se hubieran podido producir hasta el momento de la rehabilitación. De este modo esos dos viejos impuestos prorrogaron sus efectos más allá de su propia existencia.

Lo que se arbitró como un medio para cubrir unas necesidades perentorias de la Real Hacienda se perpetuó con el tiempo, hasta el punto de que en la actualidad se mantiene la tributación de las dignidades nobiliarias, únicamente al entrar en posesión de ellas, a través del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Zenón de Somodevilla y Bengoechea. El Marqués de la Ensenada (Catastro)


Junto con José Patiño es el estadista español más importante del siglo XVIII. Fue precursor de las reformas que luego fueron realizadas durante el reinado de Carlos III. Su labor se extendió especialmente en el campo de la economía y obras públicas. Igualmente reorganizó el Ejército y la Marina. Caballero de la Orden de Calatrava.


Zenón (de San Juan) de Somodevilla nació en Hervías (La Rioja), aunque también Alesanco se disputa su natalidad, en abril de 1702 y falleció en  Medina del Campo (Valladolid), en diciembre de 1781. Procedente de una familia de hidalgos, fue incorporado al servicio de la Monarquía por Patiño, quien le reclutó como oficial del Ministerio de Marina durante la preparación de una expedición a Ceuta (1720). 

Sus bisabuelos figuran como hidalgos en la villa de Alesanco, y también aparecen disfrutando del cargo de Alcaldes, por lo que es comprensible la facilidad que tuvo el marqués de Ensenada, cuando era pretendiente al hábito de Calatrava, para acreditar la nobleza de sangre de sus antepasados.

El Marqués de la Ensenada
Sus padres fueron Francisco Somodevilla y Francisca Bengoechea Martínez, que se habían casado en 1688, él con 23 años y ella con 18. El nació en la localidad de Alesanco  y ella en la de Azofra (ambas en La Rioja). Su padre, debido al lugar donde nació, tenía privilegio de hidalguía.

Zenán nació en Hervías (La Rioja) el 20 de abril de 1702, festividad de San Zenón y muerto en Medina del Campo (Valladolid), el 2 de diciembre de 1781. Permaneció soltero durante toda su vida. Fue bautizado en un primer momento, por causa de necesidad, en la localidad de Hervías el 25 de abril, localidad donde residía su familia cuando él nació, pero existe otra partida de bautismo, de fecha 2 de junio, en Alesanco, que se hizo por mantener los derechos de hidalguía inherentes a los bautizados en Alesanco, ya que la familia paterna tenía su origen en esta localidad. El origen último del linaje Somodevilla parece ser que estaba en el valle de Ezcaray, en La Rioja, mientras que el materno, Bengoechea, se situaba en Zorrain, Vizcaya.


Escudo de armas y firmas del Marqués de la Ensenada
Su padre murió en febrero de 1711 en Santo Domingo de la Calzada cuando él tenía ocho años y era el varón primogénito. En 1720, cuando ya tenía dieciocho años, estaba trabajando en Cádiz como escribiente de una compañía de fletamientos de barcos, aunque no se sabe cuando llegó allí. Ese mismo año José Patiño fue a Cádiz y visitó el arsenal de La Carraca. Allí conoció a Zenón Somodevilla y se lo llevó de regreso a Madrid, donde le introdujo como funcionario en la Armada el 1 de octubre de 1720.

José Patiño (Museo Naval)
Ascendió progresivamente en la carrera burocrática hasta el puesto de comisario de Marina en El Ferrol (1730). Pero lo que le encumbró políticamente fue su eficaz labor como organizador de la escuadra española destinada a reconquistar Nápoles para el príncipe Carlos (el futuro Carlos III) durante la Guerra de Sucesión de Polonia (1733); sus servicios fueron premiados con el título de marqués de la Ensenada en 1736.

Desde entonces ocupó los más altos cargos de la Monarquía: secretario del Consejo del Almirantazgo (1737), intendente de Ejército y Marina de la expedición a Italia durante la Guerra de Sucesión de Austria (1741). A la muerte de del ministro Campillo, en 1743,  Felipe V le nombró para el desempeño de las secretarías de Marina, Hacienda, Guerra e Indias (Su poder se completó con cargos como los de notario de los reinos de España, lugarteniente general del Almirantazgo, superintendente de las Rentas de Millones y de Tabacos, miembro del Consejo de Estado. La muerte de Felipe V en 1746 mejoró aún más su situación, pues el nuevo monarca, Fernando VI le confirmó en todos sus cargos y le nombró además secretario de la reina (1747). Así, durante el reinado de Fernando VI, caracterizado por la neutralidad exterior y la recuperación interior, compartió con José de Carvajal y Lancaster la dirección política del país y, como buen secretario de Guerra que fue, se mostró decidido partidario del “equilibrio armado” frente al “equilibrio astuto” preconizado por Carvajal desde su puesto de secretario de Estado. El instrumento para alcanzar sus fines sería la marina; una marina potente y modernizada, enlazando de esta manera con los proyectos de Patiño aunque en circunstancias mucho más favorables.

Convertido prácticamente en ministro universal, Ensenada encaminó su política hacia el fortalecimiento del Ejército y la Marina en previsión del inevitable conflicto que, a la larga, tendría que sostener España con Inglaterra por sus intereses coloniales enfrentados, conflicto en el que desconfiaba de poder contar con la ayuda de Francia. Para ello se esforzó por impulsar la economía productiva de la Península y el comercio con América, mejorar el rendimiento del sistema fiscal, fortalecer el control de la metrópoli sobre las Indias y reconstruir la flota.

 Desde 1749 y hasta 1759 se realizó, en los 15.000 lugares con que contaba la Corona de Castilla (entre los que no se cuentan los de las provincias vascas, por estar exentas de impuestos), una minuciosa averiguación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales, edificios, ganados, oficios, rentas, incluyendo los censos; incluso de las características geográficas de cada población. Con casi 80.000 volúmenres, fue ordenada por el rey Fernando VI a propuesta de su ministro el Marqués de la Ensenada, como paso previo a una reforma fiscal.
Para saber más

El 21 de julio de 1754  se mandó, de forma imprevista, detener al marqués de la Ensenada. Se le destituía de sus cargos y se le ordenaba el destierro a Granada. Tal acción obedeció a la intriga dirigida por Ricardo Wall, de origen irlandés pero que nació en Francia. Cuando murió el 8 de abril de 1754 el secretario José de Carvajal, colaborador habitual del marqués de la Ensenada, Wall fue nombrado su sucesor.

Así, entre julio de 1754 y 1757 permanecerá desterrado en Granada, en donde se dedicó a dedicó a diversas. Entre noviembre de 1757 y 1760 continuó su destierro en el Puerto de Santa María, en Cádiz, debido a problemas de salud. En agosto de 1759 murió el rey Fernando VI y llegó Carlos III quien se hizo cargo de la monarquía. Pareció que se lavaba su figura pero el nuevo rey no le dio nunca cargos de tan alta responsabilidad como los que había tenido. De hecho, tras el Motín de Esquilache, el 24 de marzo de 1766, lunes Santo, el rey mandó el 18 de abril su destierro. El marqués de la Ensenada se dirigió a Medina del Campo, donde falleció a la edad de 81 años.

CMU Marqués de la Ensenada (Madrid)

Nota. El Colegio Mayor Universitario “Marques de la Ensenada”, situado en Madrid, pertenece y es gestionado por la Real Asociación de Hidalgos de España.

martes, 8 de diciembre de 2015

Blasones y Linajes de la provincia de Burgos

El investigador burebano publica su octava obra sobre heráldica y genealogía, en esta ocasión sobre el partido judicial de Miranda de Ebro, mientras ultima dos nuevos trabajos: un "Apéndice General" en el que se recogerán escudos no incluidos en los libros publicados y algunas rectificaciones, y otro sobre "Heráldica e Hidalguía en la Sierra de la Demanda burgalesa". 

Una serie de, hasta ahora, ocho libros escritos y publicados por Francisco Oñate Gómez (Quintanillabón, 1935) que, tras su jubilación en Burgos, su curiosidad por la Heráldica y la Genealogía le induce a iniciarse en ambas disciplinas, y fruto de ello son los varios estudios heráldicos titulados “Blasones y Linajes de la provincia de Burgos”, centrados en los antiguos partidos judiciales.

En esta ocasión, Oñate analiza con rigor la genealogía y heráldica del partido judicial de Miranda de Ebro. Son 206 páginas con más de 200 imágenes que plasman lugares emblemáticos, con centenares de anécdotas. Publicado en agosto de 2020. Incluye un índice geográfico y otro de los blasones y linajes que aparecen en el libro. Continuación de la serie ya publicada de Briviesca, Burgos, Belorado, Sedano, Villarcayo, Castrojeriz y Villadiego. 
 
Se puede adquirir en la librería Luz y Vida.

ISBN: 978-84121945-5-5
 
Este partido judicial de Miranda de Ebro presenta la pecularidad de tener parte de su territorio en la vecina provincia de Álava, denominado Condado de Treviño.
 
El anterior, que vio la luz en 2017, era el correspondiente a los partidos de Castrojeriz y de Villadiego, con 311 páginas y 200 imágenes, y que constituye los Tomos VI y VII.
 
ISBN: 978-84-947143-3-7
Con anterioridad, en octubre de 2015, apareció el V (ISBN 9788494389368, encuadernado en rústica, formato 24x17 cm), dedicado al partido judicial de Villarcayo, una obra de 646 páginas llenas de ilustraciones, fotografías, genealogías y descripción de los escudos (blasones) que se pueden hallar en este lugar.

Así comienza el prólogo: De todos los partidos judiciales de Burgos es en este de Villarcayo donde la Heráldica está mejor representada. Al igual que en su vecina Cantabria, aunque en menor número, abundan casonas, torres, iglesias y ermitas que conservan con desigual suerte viejos escudos de armas.

La serie completa de estudios publicados, en los que ha colaborado la Diputación provincial de Burgos, bien con su edición o aportación de imágenes, es:
I. Partido judicial de Briviesca, 1991 (266 pág.)
II. Partido judicial de Burgos, excluida la capital, 2001 (388 pág.)
III y IV. Partidos judiciales de Belorado y Sedano, 2001 (386 pág.)
V. Partido judicial de Villarcayo, 2015 (646 pág.)

        



viernes, 4 de diciembre de 2015

Inca Garcilaso de la Vega. Escritor e historiador peruano

Escritor e historiador peruano. Considerado como el "primer mestizo biológico y espiritual de América", o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de América que supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la indígena americana y la europea, alcanzando al mismo tiempo gran renombre intelectual. 

Gracias a la privilegiada posición de su padre, el conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, recibió en Cuzco una esmerada educación.

Retrato del Inca Garcilaso de la Vega
El Inca Garcilaso, pariente del famoso poeta Garcilaso, nació en Cuzco el 12 de abril de 1539, hijo natural del capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del reino de Tahuantinsuyo. El nombre que se le impuso no fue el del padre, con el que ha pasado a la historia, sino que fue bautizado con los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la nobleza hidalga castellana: Gómez Suárez de Figueroa. 

En aquellos tiempos, los mestizos fueron llamados hijos de la conquista, hombres de vidas destruidas, bastardos, hijos de ocasión y pecado o primeros peruanos. Los estudios etnohistóricos muestran que en el mundo andino no regían valores vinculados al matrimonio como sustento de legitimidad -y su consecuencia la condición de bastardía- tan presentes en los códigos españoles. En 1552 su padre se vio obligado, por la corona española, a contraer matrimonio con Luisa Martel de los Ríos, dama recién llegada al Perú. Garcilaso tenía 12 años y fue separado de su madre, quien después contrajo matrimonio con el Capitán Juan de Pedroche y tuvo dos hijas, sus medio hermanas, Luisa de Herrera y Ana Ruiz.

Tupac Amaru I, último inca rebelde de Vilcabamba
Esta doble vertiente del niño mestizo y la trascendencia de los años en que le tocó venir al mundo, con la violenta y destructiva, pero a la vez fecunda, incorporación del Imperio de los Incas a la cultura de Occidente –a través de las armas, las creencias, los sentimientos y las normas de España–, fueron sin duda decisivos para su formación espiritual. Gracias a la privilegiada posición de su padre, recibió en el Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, entre los que se contaban los hijos del Inca Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auquí. De este modo accedió a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura incas. 


Blasones de Vargas, Suárez de Figueroa,
Sotomayor y Lasso de la Vega,
Muerto su padre en 1560, Garcilaso llega a España y se instala en Montilla, en la casa de su tío paterno el Capitán Alonso de Vargas -veterano de las guerras de Italia-casado con Luisa Ponce de León y sin hijos, quienes lo adoptaron, en busca de los familiares de su padre y para hacer gestiones que le permitieran conseguir una pensión por los servicios que aquél había prestado a la corona. Los trámites ante el Consejo de Indias no tuvieron éxito y el joven no pudo conseguir renta alguna.  Usaba todavía el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, hasta que en 1563, adoptó el de su padre Garcilaso de la Vega, añadiendo el apelativo Inca; ese mismo año obtuvo permiso para regresar al Perú, viaje que pospuso indefinidamente por el nacimiento de su único hijo conocido, llamado Diego de Vargas, que lo heredaría; pero al que no menciona en sus obras. 

Fracasado su intento de regreso al Perú, se radica definitivamente en la Península. En este contexto se fue españolizando y llegó a ser perfectamente bilingüe. Ingresa a la milicia al servicio del rey. En 1564 sirvió de soldado en las guarniciones de Navarra, al lado de su pariente y protector el Marqués de Priego y combate en la guerra de las Alpujarras contra los moriscos en 1570, consiguiendo el grado de capitán.

En 1591 se traslada a Córdoba donde se vinculó a los círculos de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que le permitirían escribir sus crónicas.


Escudo de armas del Inca Garcilaso de la Vega, con los esmaltes correspondientes a cada una de sus particiones, donde se puede apreciar claramente el mestizaje de su sangre. Escudo partido: 1° a la diestra, las armas de los linajes paternos, Vargas, Suarez de Figueroa, Sotomayor y Lasso de la Vega; en el 2º a la siniestra, las armas del linaje materno el del soberano Emperador Inca, dos sierpes unidas por sus colas, y saliendo de sus bocas el arco iris, en el centro la borla imperial del Inca símbolo de la realeza, y en el cantón diestro del jefe el sol, en el cantón siniestro del jefe la luna divinidades ambas del Imperio Inca.

Hacia 1586 empezó a compilar documentos, crónicas e informaciones orales sobre el Perú. Desde allí le enviaban noticias su tío Francisco Huallpa y el caballero García Sánchez de Figueroa. No obstante, fue a través de las obras y anotaciones de autores como Pedro Cieza de León y el Padre Blas Valera, a los que se sumó su propia memoria, que Garcilaso comenzó con la redacción de su obra cumbre. Así, las fuentes directas o simples referencias, la multiplicidad de citas y la abundancia de recuerdos e informaciones que aprovecha, permiten esbozar el sistema histórico de los Comentarios. Ante todo, la acotación del tema, su delimitación en tiempo y espacio: el Imperio de los Incas. Y luego, el conocimiento y el cotejo de las fuentes, y la calificación o el orden de prioridades de esas fuentes.

Fue en la ciudad de Córdoba en donde el autor empleó varios años en acabar su obra, y fue allí mismo donde Garcilaso alcanzaría fama y renombre entre las gentes de letras y de ciencias. Ya no era el mestizo llegado de las Indias, sino que su figura se había hecho familiar. De este modo, para 1612 compró la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, donde su hijo sería sacristán y donde el mismo escritor pidió ser enterrado. Allí fallece cuatro años después, en abril de 1616

Su obra fue publicada en dos partes, ambas separadas en tiempo, título, y contenido: la primera, de 1609, consta de 9 libros de 268 capítulos, y se refiere a los hechos de los incas y su civilización; en la segunda, de 8 libros y 268 capítulos, póstumamente publicada en 1617 como Historia General del Perú, se aboca a la guerra de conquista del Perú y a las guerras civiles fratricidas por los restos del imperio y sus riquezas que surgen entre los conquistadores.

Portada de la "Historia General del Perú", edición de 1617
La primera parterecoge lo concerniente a los incas (dioses, leyes, formas de gobierno e instrucciones) antes de la llegada de los españoles a su territorio. Con una prosa clara y expresiva, Garcilaso mezcla datos de la economía política con los problemas de la cronología, se vale de fuentes orales y escritas e incluso de recuerdos de su infancia para estructurar su relato.

La segunda parte, publicada en forma póstuma, lleva el título de Historia General del Perú(1617). Aquí se ocupa del descubrimiento y los sucesos que desencadenaron las incursiones españolas en territorio inca. El autor desarrolla con estilo vibrante la conquista del Perú, las guerras civiles entre los conquistadores y la instauración del Virreinato del Perú, así como la resistencia de los incas de Vilcabamba, que culmina con la ejecución del último de éstos, Túpac Amaru I, en la plaza del Cuzco, hacia 1572.