Ahora que se acaban las vacaciones, y después de algunos excesos, muchos se plantean volver a hacer deporte, ... a reanudar las sesiones del gimnasio.
Una figura ignorada y poco valorada de la Educación. Física española, a la que debemos citar con todo merecimiento, es el Conde de Villalobos, nacido en Madrid el 27 de enero de 1817, siendo el primogénito de una familia noble de antiguo linaje. Fueron sus padres don José Aguilera Contreras (1787-1872), XVI Marqués de Cerralbo, X Conde de Alcudia, Grande de España, Marqués de Flores-Dávila, de Almarza y de Campo Fuerte, Conde de Casasola del Campo, del Sacro Romano Imperio, etc. y doña Francisca Becerril Hinojosa (1781-1849); casados el 8 de febrero 1842, en San Sebastián, con María Luisa Gamboa López de León (1819-1894). Uno de sus hijos, Enrique (1845-1922), fundaría el Museo Cerralbo y heredaría el título de su abuelo.
A mediados del siglo XIX se destacó en Madrid la figura emblemática de Francisco Aguilera, un tenaz y reivindicativo gimnasta que dedicó toda una vida al estudio de la gimnástica. A partir de las realizaciones prácticas como profesor de gimnástica y del impulso propagandístico de varias publicaciones, el Conde de Villalobos inició un proceso para que esta rama de la ciencia tuviera en España el trato público y gubernamental que se le estaba concediendo en los países más avanzados de Europa.
Concibió la gimnasia como servicio público y como obligación del Estado hacia los ciudadanos. Democratizó los gimnasios y luchó –con escaso éxito– para que fueran lugares abiertos al pueblo y, por primera vez, colaborativos, es decir sostenidos por las cuotas de sus socios. Convirtió los gimnasios en lugares higiénicos. Planteó la formación académica de profesores. Propuso becar alumnos y abrir las puertas de los centros a las mujeres, que en aquellas fechas, excepto las de clases acomodadas, no tenían apenas acceso a las enseñanzas impartidas en centros escolares regulares.
Falleció prematuramente en Madrid, el 1 de julio de 1867, a consecuencia de los esfuerzos y energías consumidas en el estudio. Se le considera como un precursor de la ideas del diputado Manuel Becerra, que le cita en su famoso discurso del Congreso en apoyo a la proposición de Ley (31 de octubre de 1881) por la que se creó la Escuela Central de Gimnástica (Ley de 8 de marzo de 1883).
Algunos se preguntarán ¿que tiene que
ver la gimnasia con la nobleza?...pues, en el caso de España, bastante, ya que
fue Francisco de Asís Aguilera y Becerril, XIII conde de Villalobos, su
principal impulsor en nuestro país, a mediados del XIX. Fue profesor de
gimnasia del Príncipe de Asturias, que reinaría como Alfonso XII.
Una figura ignorada y poco valorada de la Educación. Física española, a la que debemos citar con todo merecimiento, es el Conde de Villalobos, nacido en Madrid el 27 de enero de 1817, siendo el primogénito de una familia noble de antiguo linaje. Fueron sus padres don José Aguilera Contreras (1787-1872), XVI Marqués de Cerralbo, X Conde de Alcudia, Grande de España, Marqués de Flores-Dávila, de Almarza y de Campo Fuerte, Conde de Casasola del Campo, del Sacro Romano Imperio, etc. y doña Francisca Becerril Hinojosa (1781-1849); casados el 8 de febrero 1842, en San Sebastián, con María Luisa Gamboa López de León (1819-1894). Uno de sus hijos, Enrique (1845-1922), fundaría el Museo Cerralbo y heredaría el título de su abuelo.
Grabado de A. Gracia de Francisco Aguilera,
conde de Villalobos practicando ejercicios de equilibrio. Fuente: Ayuntamiento
de Madrid. (Dcha.) Un retrato suyo
Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922), XVII marqués de
Cerralbo, aristócrata, miembro activo del partido carlista,
coleccionista y arqueólogo, a su muerte legó al Estado Español su
palacio y colecciones, hoy Museo Cerralbo.
Heredero
del marquesado de Cerralbo y formado en las prestigiosas Escuelas Pias, desde
niño mostró unas excelentes cualidades físicas e intelectuales, gozando de gran
popularidad entre sus compañeros de clase. De joven se sentía atraído por los
ejercicios corporales, participando en exhibiciones con compañías de
volatineros, titiriteros y equilibristas, realizando números como el “clown veleta”, a
semejanza del afamado equilibrista francés Jean Baptiste Auriol (1806-1881) que había establecido un circo en Barcelona, y otros retos donde poder demostrar sus
cualidades físicas. También quiso ser torero pero su padre se negó en rotundo a ello, ya que no encajaba en una familia de la aristocracia.
Casa-Museo del Marqués de Cerrralbo |
A mediados del siglo XIX se destacó en Madrid la figura emblemática de Francisco Aguilera, un tenaz y reivindicativo gimnasta que dedicó toda una vida al estudio de la gimnástica. A partir de las realizaciones prácticas como profesor de gimnástica y del impulso propagandístico de varias publicaciones, el Conde de Villalobos inició un proceso para que esta rama de la ciencia tuviera en España el trato público y gubernamental que se le estaba concediendo en los países más avanzados de Europa.
Visitó
al coronel Francisco Amorós y Ondeano (el primero que conformó una metodología sistematizada para
la educación física, pero aún anclada en el espectáculo) en París quedando
deslumbrado por sus ideas y sus demostraciones. A su vuelta crea, en 1841, mediante suscripción privada, el
Jimnasio de Madrid: Instituto de Gimnástica, Equitación y Esgrima, cuyo
reglamento de aprueba el 4 de marzo de 1842, del que fue su director, pero que estuvo
abierto por muy poco tiempo, hasta finales de ese mismo año. En medio de una fructífera actividad práctica,
pensó en la necesidad de la implicación estatal en el área de la gimnástica, en
cuyo sentido cursó una petición al gobierno de Narváez para crear un Gimnasio
Normal, en la que plantea la unión de práctica y ciencia para una mejor
formación de los profesores. Esta petición, realizada en 1844, fue desatendida
haciéndose eco de ella algo más tarde Busqué y Torró.
Construyó
aparatos gimnásticos que más tarde complementaría Vignolles y Aparici y
publicó, en el año 1842, “Ojeada sobre la Jimnasia, utilidades y ventajas que
emanan de esta ciencia”. Su proyecto estrella fue el Gimnasio Municipal, que
concibió entre 1858 y 1859, siendo concejal del Ayuntamiento de Madrid, y que
no llegó a ser realidad, quizá por falta de presupuesto.
Ideó
sistemas como el “interval training”, que combina lo intensivo con lo suave en
el entrenamiento. Este método fue desarrollado y puesto en práctica, 90 años más tarde, por el corredor Emil
Zatopek, que creía que como el corazón era un músculo podía ser entrenado como
cualquier otro. Decidió que la mejor manera de entrenarlo era mediante series
de repeticiones de esfuerzo y descanso en las que el ritmo cardíaco aumentara y
después se le dejara recuperar.
Concibió la gimnasia como servicio público y como obligación del Estado hacia los ciudadanos. Democratizó los gimnasios y luchó –con escaso éxito– para que fueran lugares abiertos al pueblo y, por primera vez, colaborativos, es decir sostenidos por las cuotas de sus socios. Convirtió los gimnasios en lugares higiénicos. Planteó la formación académica de profesores. Propuso becar alumnos y abrir las puertas de los centros a las mujeres, que en aquellas fechas, excepto las de clases acomodadas, no tenían apenas acceso a las enseñanzas impartidas en centros escolares regulares.
Aguilera cambió el término “gimnástica”
apropiado del francés para adoptar un españolizado “gimnasia” (que él, por
cierto, escribiría a lo Juan Ramón Jiménez con jota, jimnasia) y construye toda
una terminología específica en torno a esta nuevo saber con maravillosos
términos como gimnasiarca o pedótribas.
La
reina Isabel II encargó al conde la educación física de sus vástagos, el príncipe de Asturias Alfonso, que aún no tenía seis años, y su augusta hermana Isabel de once años, quien
diseñaría, en 1863, tres gimnasios en el entorno de los Reales Sitios de Aranjuez, La Granja de San Idelfonso y en el
madrileño Casón del Buen Retiro), encargándose incluso del vestuario de los
príncipes para hacer ejercicio físico, pero estos mostraron muy poco interés por esta disciplina, y estuvieron solo durante dos años.
Falleció prematuramente en Madrid, el 1 de julio de 1867, a consecuencia de los esfuerzos y energías consumidas en el estudio. Se le considera como un precursor de la ideas del diputado Manuel Becerra, que le cita en su famoso discurso del Congreso en apoyo a la proposición de Ley (31 de octubre de 1881) por la que se creó la Escuela Central de Gimnástica (Ley de 8 de marzo de 1883).
Sobre
este tema, un trabajo amplio y muy interesante es el publicado por David
Huidobro Sanz en la revista Hidalguía (Nº 377, 2018, pp.143-179): Nobleza y deporte. Deporte y nobleza,
que expone cómo la nobleza ha estado tradicionalmente relacionada con la
gestión y la práctica deportiva.