viernes, 12 de junio de 2015

José Solano y Bote. Capitán General de la Real Armada. Primer Marqués del Socorro


Marino glorioso, constituyó una verdadera excepción, ya que a pesar de haber nacido en Extremadura tuvo una gran vocación marinera y logró realizar en toda su plenitud lo que era el sueño de su vida, la carrera hacia la que se sentía fuertemente inclinado. 

Solano sentó plaza de guardiamarina en la compañía de Cádiz en el año de 1742,  recibió el sobrenombre de “el Alferecillo” y se encumbró a la cúpula de la Marina. Llegó a ser Brigadier y Capitán General de la Real Armada Española, Gobernador de la Provincia de Venezuela, Capitán General de Santo Domingo y Consejero de Estado.
 
José Solano y Bote. Museo Naval de Madrid
José Solano Bote Carrasco y Díaz nació en la villa de Zorita (Cáceres), el 6 de marzo de 1726. Fue hijo de Agustín de Solano y Carrasco y María Bote y Carrasco, nieto por línea paterna de Pedro Solano de Valencia y Ana Carrasco González, y nieto por línea materna de Juan Bote Moreno y Teresa Carrasco Díaz. Se casó, en junio de 1762, con Rafaela Ortiz de Rozas y Ruiz de Briviesca, con la que tuvo once hijos.


Ingresó de Guardiamarina el 20 de abril de 1742 (Exp. Nº 403) y al terminar sus primeros estudios, embarcó en el navío “Soberano” de la escuadra de don Juan José Navarro, tomando parte con él en el célebre combate de cabo Sicié el veintidós de febrero de 1744. Por su comportamiento en este combate o acción, fue ascendido a alférez de fragata.

Su gran preparación científica y técnica debió de pesar decisivamente para que fuera elegido por Jorge Juan a fines de 1748 para acompañarle junto a Pedro de Mora en su célebre viaje de espionaje industrial y naval a Gran Bretaña. Solano, que en teoría había ido a "perfeccionarse en las matemáticas", recibió en Londres el encargo de ocuparse de todo lo referente a artefactos y máquinas de la marina. Este viaje entrañó serio peligro y acabó cuando sus miembros tuvieron que huir al ser descubiertos. A su llegada a España, José Solano fue destinado a la dársena de Cartagena, y luego acompañó al naturalista irlandés Guillermo Bowlls en su viaje por la península a realizar reconocimientos hidrográficos y mineralógicos. Gracias a la estimación de Jorge Juan y del ministro de Estado José de Carvajal, fue nombrado cuarto comisario de la Expedición de Límites que se estaba organizando en ejecución del Tratado de límites hispano-portugués de 1750.

En 1754 fue ascendido a capitán de fragata, siendo nombrado además comisario en la demarcación de los límites de las colonias españolas y portuguesas, al norte del río Marañón, en la América meridional. Esta comisión duró siete años y en ella hubo que vencer grandes dificultades; por su actuación fue ascendido a capitán de navío.
En el año de 1762 se declaró la guerra con Gran Bretaña, y al regresar Solano a España se le dio el mando del navío  “Rayo”. En 1763 obtuvo el hábito de Santiago y, al firmarse la paz, en enero de 1763, fue designado gobernador y capitán general de las provincias Venezuela, que atravesaban circunstancias difíciles ya que, el intenso contrabando extranjero en sus costas disminuía cada vez más las rentas. La enérgica actuación de Solano condujo a la extinción de estas prácticas y cuando, en 1770 terminó su gobierno, se habían duplicado los ingresos de la Hacienda pública. En 1773 fue ascendido a brigadier de la Armada.

En 1778 Solano emprendió el regreso a España y se reincorporó a la Armada. Fue ascendido a jefe de escuadra en el año de 1779, poco antes de estallar de nuevo la guerra con Gran Bretaña, siendo destinado de general subordinado a la escuadra del general Antonio de Arce, que se alistaba en El Ferrol y que se agregó a la combinada del general don Luis de Córdova y del conde de Orvilliers.

En 22 de febrero de 1780 tomó el mando de una escuadra destinada a llevar y proteger un convoy de tropas de 12.146 hombres destinados a socorrer a las colonias de la América septentrional y las Antillas.

Es de destacar que el general Gálvez, gobernador de la Luisiana, no hubiese podido llevar a cabo sus operaciones en La Florida y tomar Pensacola a los británicos, sin el concurso de Solano y de sus navíos. Para esta expedición salieron las fuerzas de La Habana, el dieciséis de octubre, las navales a las órdenes de Solano, compuestas de siete navíos y cinco fragatas, escoltando a un convoy de cuarenta y nueve velas con 3.000 hombres de desembarco, mandados por el general Bernardo Gálvez.

En 1782 fue ascendido Solano a teniente general y pasó a mandar la escuadra y a la vez el apostadero de La Habana.

Durante la guerra con Gran Bretaña se le confió el mando de una escuadra en el Caribe. Ésta partió de Cádiz en abril de 1780 y tras una escala en La Habana jugó un papel fundamental al proveer los auxilios necesarios para la toma de la plaza de Pensacola, en Florida. Esta acción le valió el 25 de julio de 1784 la concesión del título de marqués del Socorro y también fue nombrado Consejero de Estado. Pero la escuadra de Solano no fue exclusivamente una eficaz máquina militar; y por directa iniciativa suya se abordaron importantes problemas cartográficos y completaron su formación marinos y científicos de renombre.

En el año de 1790 se le dio a Solano el mando de una escuadra fuerte de cuarenta navíos, armados en El Ferrol y en Cádiz. Estas fuerzas influyeron grandemente en los acontecimientos de la política internacional y en paz, que se ajustó poco después con Gran Bretaña. Cuando se desarmó la escuadra, Solano regresó a Madrid, continuando en sus funciones de consejero de estado.

En 1794, siendo ya Caballero Gran Cruz de la orden de Carlos III, le otorgaron el mando de la escuadra de América. Todavía en 1802 tuvo la responsabilidad del mando naval, pasando con una escuadra a Nápoles a recoger a la prometida del príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII. José Solano logró la máxima graduación -(noveno) capitán general de la Real Armada-.que se podía alcanzar en la Armada en 1802. Al desarmarse la escuadra siguió como Consejero de Estado.

A los 80 años de edad y 64 de magníficos y heroicos servicios prestados a la Armada y a España, el marino extremeño murió en Madrid el 24 de abril de 1806.

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