La figura de Santa Teresa reúne a su santidad una vida de virtud ejemplar, una labor organizadora con numerosas fundaciones en su haber y una producción literaria muy importante.
Fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas fue, junto con San Juan de la Cruz, impulsora de una profunda renovación de los valores y las normas religiosas, propugnando un regreso a la austeridad, la pobreza y la contemplación.
Teresa nació en Ávila el 28 de marzo de 1515, y murió en Alba de Tormes (Salamanca) en octubre de 1582. Fue bautizada con el nombre de Teresa de Cepeda y Ahumada. Teresa de Jesús es el nombre de religión adoptado, y es conocida también como Santa Teresa de Ávila.
Santa Teresa, reformadora de la Orden Carmelita |
Era hija de Alonso Sánchez de Cepeda, que llamaban en Ávila “el toledano”, que se había casado en segundas nupcias con Beatriz de Ahumada y Tapia, de 14 años, perteneciente a una noble familia (Casa de Navamorcuende) abulense, en enero de 1508, con la que tuvo doce hijos, de los cuales Teresa fue la tercera. Su padre era hijo del converso don Juan Sánchez de Toledo, converso reconciliado, casado con doña Inés de Cepeda, cristiana vieja. Don Juan, que había judaizado, fue penitenciado por la Inquisición de Toledo en junio de 1485, y tuvo que ir durante algún tiempo en procesión –vistiendo el sambenito– con los reconciliados. A pesar de ello, el padre y dos de sus tíos, dedicados al comercio y a los negocios, consiguieron en noviembre de 1520 (definitiva en 1522) una ejecutoriade hidalguía por la Real Chancillería de Valladolid. Santa Teresa es descendiente en séptima generación del señor de Cepeda, Vasco Vázquez de Cepeda, un vasallo del rey Alfonso XI.
Desde muy pequeña Teresa manifestó interés por las vidas de los santos y las gestas de caballería. A los 6 años llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para convertirse en mártir en tierra de moros, pero fue frustrada por su tío que los descubre aún a vista de las murallas. En 1531, contando dieciséis años, su padre la internó como pupila en el convento de monjas agustinas de Santa María de Gracia, pero al año siguiente tuvo que volver a su casa aquejada de una grave enfermedad. Determinada a tomar el hábito carmelita contra la voluntad de su padre, en 1535 huyó de su casa para dirigirse al convento de la Encarnación. Vistió el hábito al año siguiente, y en 1537 hizo su profesión. Su madre había fallecido en 1528 y su padre murió en 1543.
Por entonces empezó para ella una época de angustia y enfermedad, que se prolongaría hasta 1542. Durante estos años confiesa que aprendió a confiar ilimitadamente en Dios y que empezó a practicar el método de oración llamado «recogimiento», expuesto por Francisco de Osuna en su Tercer abecedario espiritual. Repuesta de sus dolencias, empezó a instruir a un grupo de religiosas de la Encarnación en la vida de oración y a planear la reforma de la orden carmelitana para devolverle el antiguo rigor, mitigado en 1432 por Eugenio IV.
Empezó entonces a ser favorecida con visiones «imaginarias» e «intelectuales», visiones que habrían de sucederse a lo largo de su vida y que determinaron sus crisis para averiguar si aquello era «espíritu de Dios» o del «demonio». Su ideal de reforma de la orden se concretó en 1562 con la fundación del convento de San José. Se inicia entonces una nueva etapa en su vida, en la que la dedicación a la contemplación y la oración es compartida con una actividad extraordinaria para conseguir el triunfo de la reforma carmelitana.
Iblesia convento de Santa Teresa en Ávila |
Desde 1567 hasta su muerte, fundó en Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria y Burgos. En 1568 se erigió en Duruelo el primer convento reformado masculino, gracias a la colaboración de San Juan de la Cruz y del padre Antonio de Heredia. Redactó las Constituciones (1563), que fueron aprobadas en 1565 por Pío IV, y que se basan en los siguientes puntos: vida de oración en la celda, ayuno y abstinencia de carne, renuncia de rentas y propiedades, comunales o particulares, y práctica del silencio.
Su vida y su evolución espiritual se pueden seguir a través de sus obras de carácter autobiográfico, entre las que figuran algunas de sus obras mayores: La vida (escrito entre 1562 y 1565), las Relaciones espirituales, el Libro de las fundaciones (iniciado en 1573 y publicado en 1610) y sus cerca de quinientas Cartas.
La Vida abarca desde su infancia hasta la fundación del primer convento reformado de San José de Ávila, en 1562. Gracias a ella se sabe de su infantil afición por los libros de caballerías y de vidas de santos.
En 1604 se inició el proceso de canonización de Teresa. En 1614 fue declarada beata, y en 1622 fue canonizada por Gregorio XV. En 1970 fue proclamada doctora de la Iglesia, siendo la primera mujer que recibía esta distinción. Además de las obras citadas, dejó escritas: Meditaciones sobre los cantares, Exclamaciones, Visita de descalzas, Avisos, Ordenanzas de una cofradía, Apuntaciones, Desafío espiritual, Vejamen y unas treinta poesías.
Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años.
Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años.
Con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, la Fundación Las Edades del Hombre desarrolla a lo largo de 2015 una serie de actividades cuyo eje principal y esencial será la magna exposición de arte sacro que tendrá lugar conjuntamente en Ávila y Alba de Tormes, dos localidades emblemáticas en la vida de la Santa.
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