Escritor e historiador peruano. Considerado como el "primer mestizo biológico y espiritual de América", o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de América que supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la indígena americana y la europea, alcanzando al mismo tiempo gran renombre intelectual.
Gracias a la privilegiada posición de su padre, el conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, recibió en Cuzco una esmerada educación.
Retrato del Inca Garcilaso de la Vega |
El Inca Garcilaso, pariente del famoso poeta Garcilaso, nació en Cuzco el 12 de abril de 1539, hijo natural del capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del reino de Tahuantinsuyo. El nombre que se le impuso no fue el del padre, con el que ha pasado a la historia, sino que fue bautizado con los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la nobleza hidalga castellana: Gómez Suárez de Figueroa.
En aquellos tiempos, los mestizos fueron llamados hijos de la conquista, hombres de vidas destruidas, bastardos, hijos de ocasión y pecado o primeros peruanos. Los estudios etnohistóricos muestran que en el mundo andino no regían valores vinculados al matrimonio como sustento de legitimidad -y su consecuencia la condición de bastardía- tan presentes en los códigos españoles. En 1552 su padre se vio obligado, por la corona española, a contraer matrimonio con Luisa Martel de los Ríos, dama recién llegada al Perú. Garcilaso tenía 12 años y fue separado de su madre, quien después contrajo matrimonio con el Capitán Juan de Pedroche y tuvo dos hijas, sus medio hermanas, Luisa de Herrera y Ana Ruiz.
Tupac Amaru I, último inca rebelde de Vilcabamba |
Esta doble vertiente del niño mestizo y la trascendencia de los años en que le tocó venir al mundo, con la violenta y destructiva, pero a la vez fecunda, incorporación del Imperio de los Incas a la cultura de Occidente –a través de las armas, las creencias, los sentimientos y las normas de España–, fueron sin duda decisivos para su formación espiritual. Gracias a la privilegiada posición de su padre, recibió en el Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, entre los que se contaban los hijos del Inca Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auquí. De este modo accedió a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura incas.
Muerto su padre en 1560, Garcilaso llega a España y se instala en Montilla, en la casa de su tío paterno el Capitán Alonso de Vargas -veterano de las guerras de Italia-casado con Luisa Ponce de León y sin hijos, quienes lo adoptaron, en busca de los familiares de su padre y para hacer gestiones que le permitieran conseguir una pensión por los servicios que aquél había prestado a la corona. Los trámites ante el Consejo de Indias no tuvieron éxito y el joven no pudo conseguir renta alguna. Usaba todavía el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, hasta que en 1563, adoptó el de su padre Garcilaso de la Vega, añadiendo el apelativo Inca; ese mismo año obtuvo permiso para regresar al Perú, viaje que pospuso indefinidamente por el nacimiento de su único hijo conocido, llamado Diego de Vargas, que lo heredaría; pero al que no menciona en sus obras.
Fracasado su intento de regreso al Perú, se radica definitivamente en la Península. En este contexto se fue españolizando y llegó a ser perfectamente bilingüe. Ingresa a la milicia al servicio del rey. En 1564 sirvió de soldado en las guarniciones de Navarra, al lado de su pariente y protector el Marqués de Priego y combate en la guerra de las Alpujarras contra los moriscos en 1570, consiguiendo el grado de capitán.
En 1591 se traslada a Córdoba donde se vinculó a los círculos de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que le permitirían escribir sus crónicas.
Fracasado su intento de regreso al Perú, se radica definitivamente en la Península. En este contexto se fue españolizando y llegó a ser perfectamente bilingüe. Ingresa a la milicia al servicio del rey. En 1564 sirvió de soldado en las guarniciones de Navarra, al lado de su pariente y protector el Marqués de Priego y combate en la guerra de las Alpujarras contra los moriscos en 1570, consiguiendo el grado de capitán.
En 1591 se traslada a Córdoba donde se vinculó a los círculos de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que le permitirían escribir sus crónicas.
Blasones de Vargas, Suárez de Figueroa, Sotomayor y Lasso de la Vega |
Escudo de armas del Inca Garcilaso de la Vega, con los esmaltes correspondientes a cada una de sus particiones, donde se puede apreciar claramente el mestizaje de su sangre. Escudo partido: 1° a la diestra, las armas de los linajes paternos, Vargas, Suarez de Figueroa, Sotomayor y Lasso de la Vega; en el 2º a la siniestra, las armas del linaje materno el del soberano Emperador Inca, dos sierpes unidas por sus colas, y saliendo de sus bocas el arco iris, en el centro la borla imperial del Inca símbolo de la realeza, y en el cantón diestro del jefe el sol, en el cantón siniestro del jefe la luna divinidades ambas del Imperio Inca. También se ve los símbolos de la realeza inca: la mascaypacha y la borla imperial.
Hacia 1586 empezó a compilar documentos, crónicas e informaciones orales sobre el Perú. Desde allí le enviaban noticias su tío Francisco Huallpa y el caballero García Sánchez de Figueroa. No obstante, fue a través de las obras y anotaciones de autores como Pedro Cieza de León y el Padre Blas Valera, a los que se sumó su propia memoria, que Garcilaso comenzó con la redacción de su obra cumbre. Así, las fuentes directas o simples referencias, la multiplicidad de citas y la abundancia de recuerdos e informaciones que aprovecha, permiten esbozar el sistema histórico de los Comentarios. Ante todo, la acotación del tema, su delimitación en tiempo y espacio: el Imperio de los Incas. Y luego, el conocimiento y el cotejo de las fuentes, y la calificación o el orden de prioridades de esas fuentes.
Fue en la ciudad de Córdoba en donde el autor empleó varios años en acabar su obra, y fue allí mismo donde Garcilaso alcanzaría fama y renombre entre las gentes de letras y de ciencias. Ya no era el mestizo llegado de las Indias, sino que su figura se había hecho familiar. De este modo, para 1612 compró la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, donde su hijo sería sacristán y donde el mismo escritor pidió ser enterrado. Allí fallece cuatro años después, en abril de 1616
Su obra fue publicada en dos partes, ambas separadas en tiempo, título, y contenido: la primera, de 1609, consta de 9 libros de 268 capítulos, y se refiere a los hechos de los incas y su civilización; en la segunda, de 8 libros y 268 capítulos, póstumamente publicada en 1617 como Historia General del Perú, se aboca a la guerra de conquista del Perú y a las guerras civiles fratricidas por los restos del imperio y sus riquezas que surgen entre los conquistadores.
Portada de la "Historia General del Perú", edición de 1617 |
La primera parterecoge lo concerniente a los incas (dioses, leyes, formas de gobierno e instrucciones) antes de la llegada de los españoles a su territorio. Con una prosa clara y expresiva, Garcilaso mezcla datos de la economía política con los problemas de la cronología, se vale de fuentes orales y escritas e incluso de recuerdos de su infancia para estructurar su relato.
La segunda parte, publicada en forma póstuma, lleva el título de Historia General del Perú(1617). Aquí se ocupa del descubrimiento y los sucesos que desencadenaron las incursiones españolas en territorio inca. El autor desarrolla con estilo vibrante la conquista del Perú, las guerras civiles entre los conquistadores y la instauración del Virreinato del Perú, así como la resistencia de los incas de Vilcabamba, que culmina con la ejecución del último de éstos, Túpac Amaru I, en la plaza del Cuzco, hacia 1572.
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