De Doña Mencía Calderón (de Sanabria) Ocampo cabe destacar su coraje y valentía, al realizar la obra que le fue encomendada a su marido, partiendo como “Adelantada del Río de la Plata”, aunque legalmente no pudiera.
El itinerario de su viaje, desde que partieron de la Península, da la dimensión de aquella aventura singular. Un viaje que, normalmente, duraba cuatro meses de España a Santa Catalina (en Brasil), y otros cinco desde ahí hasta Asunción (Paraguay), se había trasformado en una interminable odisea de seis años.
La historia del descubrimiento de América y su posterior colonización estuvo protagonizada, principalmente, por hombres y fueron muy pocas las mujeres que en aquellos primeros años de asentamientos en el Nuevo Mundo tuvieron un papel determinante. Fue Mencía Calderón una de aquellas mujeres, quien ayudó a llevar a término la tarea encomendada por el emperador Carlos V de enviar a las tierras conquistadas mujeres cristianas para repoblarlas y evitar en mestizaje con los indígenas que, a mediados del siglo XVI, empezaba a ser preocupante. Se venían produciendo conflictos en la zona por la ausencia de mujeres y el abuso que ejercían los españoles sobre las indígenas. Se llegó a decir que la provincia del Río de la Plata era el “paraíso de Mahoma” donde cada español disponía de un número elevado de mujeres (hasta setenta según algunas crónicas); de ahí la rápida difusión del mestizaje en la zona.
Dicha tarea estaba destinada al esposo de Mencía quien falleció poco antes de levar anclas. Su viuda no se amedrentó y asumió el papel de su marido, que había sido nombrado por el emperador Carlos V adelantado del Río de la Plata, título que tendría una vigencia de dos generaciones*.
Retrato de Mencia de Mendoza |
Mencia nació en el seno de una familia hidalga en Medellín (Badajoz) hacia 1514 y descendía del metellinense Alonso García; su madre fue la noble trujillana Ana de Ocampo. Contrajo matrimonio en 1535 con el viudo Juan de Sanabria, rico hidalgo, pariente de Hernán Cortés, que ya tenía un hijo llamado Diego. Juan, Adelantado del Río de la Plata, después de su nombramiento, se comprometió a llevar además unos cientos de hombres a unas 100 mujeres a América, pero después de la despedida de las familias de Medellín y con la flota preparada en Sevilla, surgió el imprevisto de su trágica muerte, en 1549.
Juan de Sanabria, tercer adelantado del Río de la Plata, murió mientras avituallaba los navíos a fin de socorrer a los asunceños. Aunque Diego Sanabria, de tan solo 18 años, fue nombrado nuevo adelantado, la familia no tenía recursos para llevar en seis barcos a 100 familias, 250 solteros (hombres y mujeres), y otros 150 solteros, además de fundar dos pueblos: uno, fronterizo con los portugueses y otro en la entrada del Río de la Plata.
Así pues, después de un año sin poder zarpar debido a las dificultades que suponía reunir a la tripulación, el joven adelantado se quedó en busca de financiación, mientras Doña Mencía y sus hijas (María y Mencía y, quizá, una tercera), junto a muchas familias extremeñas, partieron rumbo al Río de la Plata. Al mando de Juan de Salazar, capitán mayor, tesorero de la expedición y fundador de Nuestra Señora de la Asunción, en Paraguay, (15 de agosto de 1537), unas 300 personas –de ellas, 50 o 60 mujeres, hidalgas de sangre limpia, solteras la mayoría y naturales de las distintas poblaciones cercanas a Medellín, que iban con la esperanza de contraer matrimonio allí–, zarparon de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 10 de abril de 1550 en tres barcos: el patache San Miguel, la carabela Asunción y la nao San Juan.
Llegan el 15 de junio a Las Palmas, donde cargan provisiones. Pasadas las islas de Cabo Verde, un temporal dispersó las naves y uno de los barcos –la nao Asunción– desaparece. Cerca del Golfo de Guinea, un pirata abordó al patache el 25 de julio de 1550. Lo sabemos por un documento que ordenó redactar doña Mencía –adelantada en funciones- a fin de preservar el honor de las doncellas ante sus futuros esposos.
Fueron muchas las calamidades que pasaron en la mar, debido a la falta de alimentos, productos frescos y agua; y al asalto de los corsarios, que aunque respetaron a las mujeres, las desposeyeron de sus objetos de valor. A esto hay que añadirle las bajas que se produjeron, entre ellas la de su hija menor, por la peste.
Tras diez meses de viaje llega a Santa Catalina (Brasil), el 16 de diciembre de 1550, donde debía reunirse con su hijastro, Diego de Sanabria. Perdieron los dos barcos cuando se trasladaban a una bahía más resguardada. En 1551 se celebraron varias bodas como la de María Sanabria con el capitán Hernando de Trejo y, para finales de 1552, según el historiador Enrique de Gandía, nació el primer hijo de la pareja. Ésta, en segundas nupcias casó con Martín Suarez de Toledo..
Por remediar la hambruna, en junio de 1553 arribaron en un bergantín hasta la isla portuguesa de San Vicente (capitanía portuguesa de Santos, situada muy cerca de Sao Paulo), pero el gobernador Souza los retuvo durante casi dos años, pues se oponía a los asentamientos fronterizos con su capitanía. Doña Mencía quedó desposeída de sus derechos de adelantada al conocerse el desventurado final de Diego Sanabria: había salido de Sevilla diez meses más tarde, en 1552, naufragó cerca de la isla Margarita, en el norte de Venezuela, por lo que se dispusieron recorrer a pie la distancia que les separaba de Asunción de Paraguay, y su rastro se perdió tras adentrarse en la Amazonía. La Corona, dando por perdida la expedición, nombra nuevo adelantado a Domingo Martínez de Irala.
Cuando el gobernador Souza autorizó la salida de los españoles, estos se dividieron en dos grupos. En abril de 1555 partieron camino de Asunción Juan de Salazar, su esposa Isabel Contreras e hijas, gentes de oficios y algunos portugueses liderados por los Goes, que llevaban reses bovinas a Asunción. Llegaron en octubre de 1555.
Doña Mencía, sus hijas, Trejo y el resto de los expedicionarios navegaron al sur para fundar San Francisco. Abandonaron el fuerte después del ataque de los indios, y, en el otoño de 1555, iniciaron la larga marcha a pie hacia Paraguay, atravesando selvas, montañas y ríos. En mayo de 1556, tras un recorrido de unos 1.600 kilómetros, unas 50 personas entraron en Asunción; de ellas, la mitad, mujeres.
Expedición "Sanabria" |
Martínez de Irala, gobernador de Asunción, repartió encomiendas y privilegios a doña Mencía y a su familia. Los últimos informes sobre ella datan del año 1564, y no es posible concretar la fecha de su muerte que, probablemente, ocurrió, ya anciana, en el último cuarto del XVI.
Esta aventura la ha relatado Elvira Menéndez en su novela "El corazón del Océano", Temas de Hoy, 2010
y Eloisa Gómez-Lucnena en la "Expedición al Paraiso", de Ediciones Espuela de Plata, 2004.
*Estos sucesos tuvieron lugar en la conquista del Río de la Plata, donde el primer Gobernador Pedro de Mendoza, remontoó los ríos y se asentó en las inmediaciones del río Paniagua, fundando la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción. Durante más de veinte años este fue el único baluarte que poseyeron los españoles, que vivían en total aislamiento, luchando por subsistir. El segundo Gobernador, Don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, no mejoró la situación; ya que por su incomprensión, los cambios que quiso implantar, con su desprecio por los indios y los mestizos, profundizaron la anarquía en la Asunción y motivaron su derrocamiento. Los Oficiales reales lo tomaron preso y fue enviado a España para dar cuenta de su Gobierno en el Río de la Plata.
Esta Provincia del Río de la Plata, con sus mil disturbios y sinsabores, preocupaba al Supremo Consejo de las Indias; fue entonces, mientras Alvar era enjuiciado, que Juan de Sanabria solicitó y obtuvo el titulo Gobernador.
Esta aventura la ha relatado Elvira Menéndez en su novela "El corazón del Océano", Temas de Hoy, 2010
y Eloisa Gómez-Lucnena en la "Expedición al Paraiso", de Ediciones Espuela de Plata, 2004.
*Estos sucesos tuvieron lugar en la conquista del Río de la Plata, donde el primer Gobernador Pedro de Mendoza, remontoó los ríos y se asentó en las inmediaciones del río Paniagua, fundando la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción. Durante más de veinte años este fue el único baluarte que poseyeron los españoles, que vivían en total aislamiento, luchando por subsistir. El segundo Gobernador, Don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, no mejoró la situación; ya que por su incomprensión, los cambios que quiso implantar, con su desprecio por los indios y los mestizos, profundizaron la anarquía en la Asunción y motivaron su derrocamiento. Los Oficiales reales lo tomaron preso y fue enviado a España para dar cuenta de su Gobierno en el Río de la Plata.
Esta Provincia del Río de la Plata, con sus mil disturbios y sinsabores, preocupaba al Supremo Consejo de las Indias; fue entonces, mientras Alvar era enjuiciado, que Juan de Sanabria solicitó y obtuvo el titulo Gobernador.