Su prestigio fue tan grande que no solo ocupó por
tres veces el cargo de virrey, dos en México y una en el Perú, sino que el rey
premió su lealtad y sus buenos servicios designándolo, al final de su vida,
Presidente del Real y Supremo Consejo de Indias, la más alta distinción a la
que un súbdito podía aspirar.
Luis
de Velasco y Castilla nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1539, hijo
de Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, señor de Salinas y pariente de los
Condestables de Castilla, perteneció a
la Casa de Velasco, y de su mujer Ana de Castilla y Mendoza, descendiente de la Casa real de Castilla, hija de Don
Diego de Castilla, Señor de Gor y Caballerizo de Carlos V, descendiente del Rey
Pedro I de Castilla.
Luis de Velasco (el Viejo)
Armas de Velasco |
Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón nació
en Carrión de los Condes en 1511 y
falleció en la ciudad de México en julio de 1564. Casado con Ana de Castilla y
Mendoza.
Desde
que tenía 14 años, empezó a servir en la Corte de Carlos V y en la milicia y ya
adulto, por sus cualidades, el emperador le confió el gobierno de Navarra
(1547-1548) por cuyo
empeño recibió la orden de Caballero de Santiago. Tras haber ocupado el
Virreinato de Navarra, don Luis es nombrado II Virrey de Nueva España
(1550-1564), por lo que la familia se traslada, en 1549, al Nuevo Mundo. Como
Virrey ejerció tan magistralmente su cargo que muchos le llamaron
"prudentísimo tutor y padre de la patria". Otorgó plena libertad a
150.000 indios que habían sido esclavos en minas, campos de labranza y como
empleados domésticos. Con el auxilio del sevillano Bartolomé de Medina se puso
en practica el método "de patio" para purificar la plata. En su
periodo fueron fundadas las ciudades de San Sebastián Chamela y San Miguel El
Grande. Velasco impulsó de manera muy entusiasta la fundación de la Real y Pontificia
Universidad de la Nueva España.
Luis
de Velasco y Castilla, llamado también "el Joven", Marqués de Salinas, 8° y 11° Virrey de
Nueva España (México), de enero de 1590 a noviembre de 1595 y de julio de 1607
a junio de 1611, y también virrey del Perú entre junio de 1596 y 1604. Dos
monarcas, Felipe II y Felipe III, confiaron en él para el gobierno de la Nueva
España, y las dos veces cumplió de manera más que satisfactoria el encargo.
Además, en el período intermedio entre sus dos mandatos, fue virrey del Perú.
Cuando
era muy niño, Luis de Velasco acompañó a su padre (del mismo nombre) al
Virreinato y desde entonces consideró a la Nueva España como su patria. Cuando
murió su progenitor continuó en México como regidor de Zempoala, pero tuvo desavenencias
con el nuevo virrey Álvaro Manrique de
Zúñiga (marqués de Villamanrique) que llegó en 1585 y se opuso a su
designación, por lo que se exilió a España donde Felipe II lo escogió para embajador en Florencia, pero, en 1590,
terminada su misión, regresó a la Nueva España como virrey con el regocijo de
todas las clases sociales. Un año más tarde logró la pacificación de las belicosas
tribus chichimecas que vivían en guerra, y para instruirlos en hábitos
sedentarios los mezclaron con una colonia de tlaxcaltecas que ya tenía
costumbres españolas.
Se
disponía el virrey a preparar una nueva expedición destinada a la conquista de
Nuevo México, cuando llegó a Veracruz una flota procedente de la península, en
la que venía don Gaspar de Zúñiga y
Acevedo, conde de Monterrey, con órdenes reales de sustituir al virrey
Velasco, que había sido destinado por Felipe II para hacerse cargo de esta
misma responsabilidad en el Perú.
Durante
su segundo mandato en Nueva España (1607-1611) comenzó las obras del desagüe
del valle de México, remedio propuesto por el ingeniero y cosmógrafo Enrico
Martínez para resolver el problema de las frecuentes inundaciones que sufría la
Ciudad de México. Sofocó una revuelta de esclavos negros cerca de Orizaba y
financió las exploraciones de Sebastián Vizcaíno a Japón (1611).
Luis de Velasco, ha sido considerado
como uno de los mejores y más notables virreyes que tuvo la Nueva España, y su fama ha trascendido no tanto por la obra
material que realizó como la Alameda de la ciudad de México durante su primer
mandato, sino por el buen tino, tacto y prudencia con que condujo los destinos
del reino, apaciguando los ánimos encendidos, abatiendo la corrupción,
estableciendo la concordia y prodigando atenciones a los problemas de los
indios, a quienes particularmente dedicó su tiempo y su cuidado.
Su
preocupación por el estado en que se encontraban las poblaciones de indios y el
trato a veces injusto y discriminatorio que se les dispensaba, le llevó a
implantar medidas de mejoramiento: ordenó cuidar las causas civiles de los
indios, simplificando los procedimientos y procurando sentencias ejecutorias
inmediatas; proceder de acuerdo con las leyes en las de carácter criminal;
dispensarles del pago tributario del medio real con destino a los sueldos de
los jueces, escribanos y curiales, etc.
Paradójicamente,
este reconocido don de gentes y espíritu conciliador, tenía su contraparte en
la propia casa del virrey, donde se comportaba como un energúmeno y golpeba y
maltrataba a su esposa la criolla María
de Ircio y Mendoza, hija del conquistador Ircio y sobrina del anterior
virrey Antonio de Mendoza, teniendo una descendencia muy ilustre en la colonia.
Concluido
su mandato, regresó a España donde se le confió la presidencia del Consejo de
Indias. Considerado uno de los administradores coloniales más capaces, en
recompensa a sus servicios recibió el título de marqués, con lo que pasó de
señor a marqués de Salinas del Río
Pisuerga. Luis de Velasco, ocupó la
presidencia del Consejo de Indias durante algunos años (1611-1617), hasta
su muerte ocurrida en Sevilla el 7 de septiembre de 1617.
El
uso de lentes correctoras en las colonias españolas del Nuevo Mundo aparece
documentado por primera vez en la figura del virrey Luis de Velasco y Castilla. Existen
sendos retratos del virrey con anteojos en sus dos etapas de gobierno en la
Nueva España (Museo Nacional de Historia de México): el primero de 1589 y el
segundo de 1607. El virrey, con barba, lleva la cruz de Santiago, sombrero de
copa alta y gorguera; al pie, dos líneas indican el nombre, el cargo y el año
de inicio del gobierno1. En realidad, el segundo retrato es una copia exacta
del primero, salvo en la posición de la mano, que pasa a sujetar un pergamino,
mientras que en el primero se apoya en el marco como si fuera una ventana.
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