Marañón se inició en el estudio de la
endocrinología, disciplina que en España estaba entonces en sus comienzos. Creó
el primer tratado de Medicina Interna en España, para lo que solicitó la
aportación entusiasta de todos los clínicos del país, significando el primer
“paso de gigante” en el progreso de la medicina española.
El Marquesado de Marañón es un título
nobiliario español, con Grandeza de España, creado el 5 de mayo de 1987 por el
rey de España Juan Carlos I, y otorgado al jurista y diplomático Gregorio Marañón y Moya, en la memoria de su padre, el médico, científico y humanista
Gregorio Marañón y Posadillo, con ocasión del centenario de su nacimiento.
Marqués de Marañón (por Manuel Pardo de Vera) |
Gregorio (Pérez) Marañón Posadillo nació en Madrid, el día 19 de mayo de 1887, en el seno de una familia burguesa, conservadora e ilustrada, compuesta por D. Manuel (Pérez) Marañón Gómez-Acebo (hijo de Gregorio Marañón Bayo y de Casimira Gómez-Acebo Ginuesio), jurista natural de Santander y Dª. Carmen Posadillo Vernacci (su ascendiente Santiago de Posadillo, figuraba como hidalgo en el padrón de Cérdigo / Castro Urdiales, Cantabria, del año 1650), oriunda de Cádiz, hija de don Manuel Posadillo Bonelli, santanderino, Magistrado del Supremo, que en su juventud había emigrado a Filipinas y del que se tiene noticia que fue Presidente de la Audiencia en Cuba. A su regreso a España vivió algún tiempo en el Puerto de Santa María, donde contrajo matrimonio con doña Guadalupe Vernacci Setgse.
En
1911 Gregorio casa con Dolores Moya y Gastón de Iriarte, hija de Miguel Moya
Ojanguren, director de El Liberal, presidente de la Sociedad Editorial de
España en 1906, fundador y primer presidente de la Asociación de la Prensa de
Madrid, y senador El matrimonio tendrá cuatro hijos. Fallece en Madrid en marzo
de 1960.
Hospital Universitario Gregorio Marañón |
Estudió en la Facultad de Medicina de
Madrid, y obtuvo el grado de
licenciado en 1909 y el de doctor en 1910, alumno de Ramón y Cajal. El conjunto
de saberes, acumulado durante lo que denominó período de crecimiento explosivo
de la endocrinología, lo presentó al público español en La doctrina de las
secreciones internas, que fue, en principio, un curso dado en el Ateneo de
Madrid en 1915. Marañón desarrolló su
versión de la teoría endocrinológica en la siguiente década,
fundamentalmente en su libro sobre el climaterio, La edad crítica, publicado en
1919, y en su discurso de recepción en la Academia de Medicina, pronunciado en
el año 1922 y titulado Problemas actuales de la doctrina de las secreciones
internas.
Tras ingresar con 35 años como académico de número en la Real Academia de Medicina, en 1924, fue elegido presidente del Ateneo de Madrid. Dos años más tarde, y aunque no participó en La Sanjuanada –conspiración cívico-militar–, se le multó con 100.000 pesetas y una pena de cárcel de un mes en la Cárcel Modelo de Madrid. Allí tradujo la obra del inglés Frederick Hardman, sobre el héroe de la Guerra de la Independencia, El Empecinado.
Típica
del acercamiento de Marañón a la endocrinología fue su defensa entusiástica de
la organoterapia en los años veinte y su participación en un buen número de
aireados trasplantes de cápsulas suprarrenales y gonadas, en colaboración con
León Cardenal. Al igual que Cardenal, se interesó en los métodos de
rejuvenecimiento de Eugen Steinach y Serge Voronoff. En La edad crítica y en
otros escritos posteriores, aseguró que el envejecimiento y el declive de las
funciones sexuales estaban muy ligados, y que el primero podía ser descrito
perfectamente con la terminología del último. Conservó su interés por el
envejecimiento y puede ser considerado como uno de los fundadores de la
gerontología en España.
Marañón fue un importante comentador
español del psicoanálisis y de las teorías psicosexuales de Freud. Fue el único
médico español importante que conoció personalmente a Freud y uno de los pocos
biólogos que fue considerado seriamente por los primeros psicoanalistas.
Para
Marañón, como para Freud, la libido (a la que Marañón llamaba "hambre
sexual") era un impulso primario. Pero para el endocrinólogo esta energía
específica era producida, originalmente, por un fenómeno químico: la irrupción
en la sangre de las secreciones internas de las gónadas. Freud lo admitió, pero
puntualizó que los orígenes químicos de la libido eran irrelevantes para su
psicología.
Debido
al apoyo biológico que había ofrecido a las teorías de Freud, los trabajos de Marañón sobre la sexualidad
fueron muy populares en Italia, donde el movimiento católico de oposición a
la psicología freudiana era muy grande. Aceptó el concepto freudiano de
sexualidad infantil y creyó que ambos sexos pasaban por etapas de
intersexualidad, los hombres en la adolescencia y las mujeres en la menopausia.
Pero el interés clínico de Marañón no se limitaba al campo de la sexualidad; llevó
a cabo investigaciones sobre la pituitaria, las suprarrenales, las paratiroides
y, fundamentalmente, sobre el tiroides, glándula a la cual dedicó más de
cuarenta trabajos.
En 1931, Marañón fundó el Instituto de
Patología Médica y resultó elegido diputado para las Cortes Constituyentes
republicanas. Un año después fue
nombrado sin oposición catedrático de Endocrinología. En los últimos días de
1936, a causa de la guerra Civil, hubo de abandonar España, instalándose en
París hasta el año 1943, fecha en la que regresó a Madrid. A su vuelta, su
reaparición pública tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad, donde
pronunció una conferencia.
En
1945 se resolvió la cuestión de su reincorporación para ejercer la docencia de
la Endocrinología. En 1946 fue nombrado vocal del Pleno del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, organismo creado por las autoridades del nuevo régimen
instaurado tras finalizar la guerra, en representación del Patronato
"Santiago Ramón y Cajal". En 1948 el Consejo creó, a petición suya,
el Instituto de Endocrinología Experimental que, posteriormente, se integró en
el Centro de Investigaciones Biológicas.
Se
interesó a lo largo de su carrera por la historia y la estructura de la
ciencia. En su discurso académico de 1922, señaló que todas las disciplinas
científicas pasan por una serie de fases obligadas: precientífica, latencia,
crecimiento explosivo, aceptación hiperbólica, movimiento de reacción y período
"clásico" de madurez. En el mismo trabajo señaló otro importante
factor que afectaba a la ciencia española: la falta de tradición científica y
del número suficiente de investigadores para suministrar un mínimo de crítica,
rigurosa y personal, al desarrollo de la teoría científica.
Marañon en su biblioteca de el Cigarral de Menores (Toledo) |
Como escritor destacó en el campo del
ensayo, la biografía y la historiografía. Su estilo, base indudable de su éxito, se caracteriza por su capacidad
expositiva, que se sitúa a medio camino entre la prosa científica y la expresión
literaria. Por ello está considerado no sólo como uno de los principales
ensayistas de nuestro tiempo, sino también como el eslabón entre el ensayo
literario y el específicamente científico.
En los años 30 publica sus primeros ensayos históricos de corte
biográfico: "Enrique IV de Castilla y su tiempo" (1930), "Amiel. Un
estudio sobre la timidez" (1932), o "Tiberio. Historia de un
resentimiento" (1939). Ha publicado también importantes ensayos de corte
moralista como "Tres ensayos sobre la vida sexual" (1926). Su obra
combina de manera magistral divulgación científica y afán literario.
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