Considerado uno de los más ilustres gramáticos
españoles
Francisco
Sánchez de las Brozas, apodado “el Brocense”, nació en la villa de Brozas
(Cáceres), situada en las llamadas “Tierras de Alcántara”, en torno a 1523. Sus
padres, Francisco Núñez, de profesión tapicero, y Leonor Díez, eran hijosdalgo pero escasos de dinero.
Siendo estudiante se casó con Ana Ruiz del Peso, con la que tuvo seis hijos;
enviudó a los 32 años y se casó de nuevo con su cuñada Antonia Ruiz del Peso,
con la que tuvo otros seis hijos; así, en pocos años se encuentra con una
enorme familia, lo que justifica las estrecheces económicas que padeció toda su
vida y la cantidad de clases que tuvo que dar para sobrevivir.
Gracias
a dos hermanos de su madre, Rodrigo y Pedro Sánchez, uno de ellos capellán y limosnero
de la Infanta Doña Catalina hermana del Emperador Carlos V y esposa del Rey de
Portugal Juan III, Francisco recibió instrucción. Estos parientes ejercieron
gran influencia en la Corte portuguesa. Así, cuando contaba 11 años de edad,
sus tíos se lo llevan a Évora donde residía la Corte del país vecino. Desde
este momento tomará el apellido Sánchez. En Évora comienza sus estudios de
latín y humanidades que continúa en Lisboa donde se traslada la Corte. Después
de pasar por el servicio de doña. Catalina y de don Juan III, pasa al servicio
de la infanta doña. María, que casó con el que posteriormente sería Felipe II.
En 1545 muere la princesa, finalizando la carrera palaciega de Francisco
Sánchez.
Años
más tarde en 1545 se trasladó a Salamanca
donde prosiguió sus estudios de Artes y Teología y en 1551 obtuvo el título de Bachiller en Artes (Filosofía). Su
primer trabajo fue al servicio de los Reyes de Portugal. Cuando se produjo el
casamiento de la Infanta doña María con el Príncipe de Asturias don Felipe, Formó
parte de la comitiva que llevó la princesa a Salamanca, donde se celebró la
boda el 13 de febrero de 1543. Cuando murió la Infanta, el 12 de julio de 1545,
se retiró de la vida palaciega.
Estando en Salamanca empezó a trabajar impartiendo clases particulares de
latín de forma intensa; porque su tío, además, le quitó el apoyo económico al
negarse a seguir los estudios de Teología. En 1573 obtuvo la cátedra de Retórica
en la universidad de Salamanca, tras un intento fallido en 1554 (año en que fue
Regente de Retórica en el recién fundado Colegio Trilingüe). En 1576 obtuvo por
oposición el Partido o Salario de Griego, que había dejado vacante León de
Castro, lo que le produjo mayores ingresos, pero jamás consiguió la cátedra de
Gramática, a la que opositó en dos ocasiones, 1561 y 1585, especialidad en la
que es figura destacada.
En 1584 fue víctima del primer proceso
que le abrió la Inquisición. El
Consejo de la Suprema lo declaró inocente ordenando que “sólo fuera reprendido
y advertido, expresado en estos términos: “en
adelante hable con mucho recato y consideración, de manera que no dé ocasión de
escándalo a las personas con quien tratare, con apercibimiento, que haciendo lo
contrario será castigado con todo rigor. Y hecho esto se le dará licencia para
que vuelva a su casa”. En 1593, solicita y se le concede la jubilación. Siendo
ya anciano, en 1595, volvió a ser procesado por la Inquisición que seguía
dudando de la ortodoxia de sus enseñanzas. Molestaban sobre todo sus críticas a
la calidad de las traducciones latinas de La Biblia y los evangelios.
Monumento a Francisco Sánchez de las Brozas (Las Brozas / Cáceres) |
Sobre
todas, fueron principalmente tres obras suyas las que molestaban a la
Inquisición: De nonnullis Porphyirii erroribus;
Organum dialecticum et rhetoricum y Paradoxa. Su segundo proceso se
paralizó con su muerte y no se emitió sentencia. El Brocense murió el 5 de diciembre de 1600, a los 77 años de edad en
arresto domiciliario impuesto por la Santa Inquisición.
Obra literaria
Las ideas de “el Brocense" alcanzaron
importancia en la reforma de los estudios clásicos siendo, a mediados del siglo
XVI, análoga a la de Antonio de Nebrija de comienzos del siglo, como se muestra en su Arte para saber latín (1595),
en el Grammaticae graecae compendium (1581) y, sobre todo, en Verae brevesque
latinae institutiones (1587), donde corrige el método de Nebrija.
En
1587 publicó su obra clave, Minerva,
que trata sobre la gramática teórica, considerada la primera de este tipo
aparecida en el Sur de Europa, una
gramática del latín que en sus cuatro libros o secciones (estudio de las partes
de la oración, del nombre, del verbo y de las figuras), supone un intento
inédito para someter el estudio de la lengua a la razón. Esta obra tuvo
gran éxito y conoció quince ediciones hasta 1761.
En
oposición a los primeros gramáticos del Humanismo (Lorenzo Valla, Antonio de
Nebrija) que escribieron gramáticas normativas fundadas en el usus scribendi de
los autores antiguos, El Broceño puso como piedra angular de su sistema
gramatical la ratio: no quiere reconocer otra autoridad que no sea la razón y
llevó hasta sus últimas consecuencias la lógica del estudio gramatical.
El Brocense afirmaba que no había que
creer a los maestros porque sí, sino sólo cuando den explicaciones racionales.
En su justificación decía que en su juventud “muchas veces estuve en desacuerdo
con mis maestros”. Esto le parecía a la Inquisición “doctrina desatinada,
temeraria y perniciosa”.
Se
obsesionó por encajarlo todo en esquemas racionales, dando un papel muy
importante en su interpretación gramatical a la elipsis, instrumento esencial
de su sistema. En esa búsqueda de esquemas racionales trasciende las fronteras
de la lengua latina, para llegar incluso a intuir una gramática general que
todas las lenguas llevan implícita. Fueron sus teorías un hito importante para
la Gramática de Port Royal y para la Gramática generativa de Noam Chomsky.
Publicó
traducciones de las Bucólicas de Virgilio (1591), de algunas obras de Ovidio,
de las Sátiras de Persio y el Arte poética de Horacio, y de Horacio y del
Canzoniere de Francesco Petrarca. También, comentarios a las obras de Juan de
Mena y Garcilaso de la Vega, así como un gran número de poesías y escolios en
latín.
Su
concepto de la belleza literaria es sobre todo formal, como desvela en sus
tratados retóricos. Fue partidario de Erasmo de Rotterdam y en sus obras
científicas demuestra la inclinación enciclopédica propia del Humanismo, como
en Declaración y uso del reloj español (1549), Pomponii Melae de situ orbis
(1574) o Sphera mundi ex varies auctoribus concinnata (1579).
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