XXXVIII Virrey del Perú (1806-1816), al
comenzar los estallidos independentistas, hizo de Lima el centro de la
resistencia realista. Ocupó el Alto Perú, sofocó los levantamientos en Chile y
Ecuador y reorganizó la flota del Pacífico. Le sucedió Joaquín de la Pezuela en
1816.
José
Fernando de Abascal y Sousa nació en Oviedo (Asturias) el 3 de junio de 1743.
Era hijo de una familia noble; sus padres fueron José de Abascal y Sainz de
Trueba y Gertrudis de Sousa y Sánchez. Se casó con J. Ascendió, con la que tuvo
por hija aMaría Ramona, casada en 1815 con el brigadier Juan Manuel Pereira. Estuvo
unido en matrimonio con doña María de la Merced de Asencio O’Ryan.
En
Oviedo estudió matemáticas. En 1762, con 19 años, ingresó como cadete en el
regimiento de Mallorca. Pasó después a la Academia militar de Barcelona,
ascendió a subteniente en el regimiento de Toledo, con el que se embarcó en 1767 con destino a Puerto
Rico. De regreso a la Península, participó en la expedición de Argel, en
1775. Pasó al Río de la Plata con Pedro Cevallos, y se halló en la toma de
Santa Catalina y de la Colonia del Sacramento, regresando a España en 1777.
Viajó de nuevo a América y,
en 1796, tomó parte en la defensa de La Habana frente a los ingleses. Tres años
más tarde fue nombrado comandante general e intendente de Nueva Galicia (
México), y en 1804, virrey del Río de la
Plata, pero no llegó a tomar posesión del cargo, ya que fue nombrado virrey
del Perú en ese mismo año, cargo que no desempeñó hasta 1806, debido a que en
su viaje a Lima fue apresado por los ingleses. Tras ser cesado como virrey de
Perú, en 1816, ascendió a capitán
general y fue nombrado consejero del Consejo y Cámara de Guerra.
El
virreinato de Abascal supuso el reflejo del espíritu ilustrado que tenía y que
se plasmaron en acciones encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los
súbditos españoles del Perú. Abascal se
centró en mejorar la salubridad pública, la cultura y la defensa, que le sirvieron
de apoyo en los momentos difíciles por los que atravesó el virreinato. Creó
numerosas escuelas-taller y con la colaboración del pintor José del Pozo creó
la Real Escuela de Pintura de Lima y apoyó
la vacunación antivariólica. Creó, fuera de los muros de la ciudad, un
cementerio para evitar enfermedades contagiosas; impulsó la creación del
Colegio de Medicina llamado de San Fernando, ayudado por el protomédico
Hipólito Unanue, y del Jardín Botánico (contando con claustro de profesores,
biblioteca, salas de prácticas, etc.) para la formación de médicos y
especialistas. También impulsó los colegios de San Pablo y del Cercado para la
instrucción de los hijos de la élite peruana y fundó el Colegio de Abogados.
Ante
los sucesos de 1808 reconoció a Fernando VII frente a Carlos IV, y no aceptó la
cesión de la corona en favor de Napoleón y de José I. Tras la abdicación de Fernando VII y la usurpación napoleónica,
desatendió las sugerencias que se le hicieron para que se proclamase rey del
Perú. lo que no hizo. Su Proclama, al pueblo peruano y a todos los
españoles americanos, en la que dijo confiar en la lealtad entre españoles y
americanos, en la gloria de la madre patria y de sus hijos de América, se
publicó en Diario Mercantil de Cádiz, del 1 de marzo de 1810.en 1810, dio un
Manifiesto contra las instrucciones dadas por el Napoleón a sus emisarios,
destinados a intentar la sublevación de los territorios de Ultramar. Durante la
Guerra de la Independencia consiguió enviar grandes cantidades de dinero a la
Península, para lo que recurrió a donativos, contribuciones forzosas y
empréstitos, siendo el gran defensor de poder español en la América del Sur.
En
relación con las actividades militares externas destacaron las llevadas a cabo
en armas y dinero a favor de Santiago de
Liniers y Francisco Javier de Elío en la defensa de Buenos Aires y Montevideo,
respectivamente, frente a los ataques de las invasiones Inglesas al Río de la
Plata entre 1806 y 1807, como claro ejemplo de la nueva guerra entre España e
Inglaterra por la hegemonía del mundo marítimo y que fueron repelidos
eficazmente por los criollos. Abascal
puso en marcha todo un ambicioso y acertado plan de defensa de la ciudad de
Lima, el puerto del Callao, la reparación de la antigua fábrica de pólvora y la
reorganización del Ejército Real del Perú. Otro elemento de suma
importancia en la defensa de los intereses de la corona fue la reorganización
de una flotilla que custodió los mares del sur contra extranjeros e
insurgentes. Todo en él fue previsión, buen juicio y eficacia, unidos al apoyo
y halago de la elite social peruana de su época.
La
tradicional alianza anglo-lusa desarrolló estrategias para apoderarse de las
ricas posesiones americanas pero, gracias a los avatares bélicos peninsulares
favorables a los españoles (Bailén), dicho pacto pudo ser conjurado. Las
contraofensivas virreinales fueron siempre defensivas, frente a los ataques y
revoluciones protagonizadas constantemente por los insurgentes, que se
aprovecharon de la situación de descabezamiento que se dio en la península y a
la dejación en sus funciones de algunos de sus representantes en América.
Por real despacho de 1812 obtuvo el
título de marqués de la Concordia Española del Perú. También
influyó la Constitución de 1812. Los representantes peruanos a Cortes se
integraron en las tertulias e intrigas gaditanas a favor y en contra de la
figura del virrey. Junto con ello llegó la libertad de imprenta, con periódicos
conservadores o pro constitucionales, que fueron frentes de batalla de la elite
política virreinal empleada por absolutistas y reformistas hasta 1814. Pero el
debate también se dio en los claustros de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos y de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco, sitos en las
dos principales ciudades peruanas, en los que tan pronto debatían escolásticos
y novatores como se leían clandestinamente obras de La Enciclopedia. Finalmente,
se volvió a la paz y tranquilidad anterior a la invasión napoleónica de España,
con la restitución del rey Fernando VII en 1814, la derogación de la Carta
Magna, el restablecimiento de la Inquisición, la prohibición de la libertad de
prensa y el aplastamiento de los levantamientos revolucionarios en toda la
América española.
En
sus últimos años como virrey del Perú, Abascal se limitó a confirmar todas las
reales órdenes llegadas desde Madrid, dar consejos del tipo de gobernante que
necesitaban las provincias ultramarinas, rehabilitar a los jesuitas, dar carta
blanca a la explotación de minas por medio de bombas de vapor y a los bancos de
pesca balleneros. Tras su renuncia, el 7 de julio de 1816 cesó en el
virreinato, y fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, ordenándose su retorno
a la metrópoli, lo que hizo en la corbeta "Cinco Hermanos". Ascendido
a capitán general, fue nombrado consejero del Consejo y Cámara de Guerra. Murió
en Madrid cinco años más tarde, el 31 de julio de1821. Abascal, como única
heredera de sus bienes y su título nobiliario dejó a su hija María Ramona de
Abascal; el título se extinguió en 1913.
Reconocimientos honoríficos
Fue
nombrado Marqués de la Concordia
Caballero
de la Orden de Santiago, en 1795
Gran
cruz de Carlos III, en 1811
Gran
cruz de Isabel la Católica, en 1815
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