viernes, 23 de febrero de 2018

Francisco Vázquez de Coronado. Descubridor del “Lejano Oeste”. Gobernador de Nueva Galicia (México)


A pesar de que su misión de encontrar oro no tuvo éxito, él fue uno de los primeros exploradores europeos en visitar lo que hoy es parte del suroeste de Estados Unidos. Descubrió y recorrió las grandes praderas norteamericanas, las Montañas Rocosas, el Gran Cañón y el río Colorado, el territorio de los indios pueblo y los territorios de Nuevo México, Texas, Arizona y Kansas.


Francisco Vázquez de Coronado y Luján nació en el seno de una familia hidalga, en 1510 (probablemente en Salamanca. Hijo segundo de Juan Vázquez de Coronado y Sosa de Ulloa y de  Isabel de Luján), se desconoce su vida hasta 1535, cuando pasó a América en compañía de su amigo don Antonio de Mendoza y Pacheco primer Virrey de México (1535-1550). Éste le nombró Gobernador de Nueva Galicia*, en 1537, una provincia recién conquistada, que correspondía a gran parte de lo que hoy es Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes, sustituyendo a Nuño Beltrán de Guzmán, acusado y condenado culpable de maltratos a los nativos. Se trasladó allí junto con su esposa doña Beatriz Estrada, con la que acababa de contraer matrimonio, oriunda de Ciudad Real e hija del tesorero Alonso Estrada e Hidalgo. Sofocó una revuelta indígena en Culiacán y evitó con ello la retirada de los españoles, contribuyendo además al esplendor de ciudades como Guadalajara.

El Reino de Nueva Galicia era uno de los dos únicos reinos autónomos del virreinato d eNueva España

En 1536 llegaron a San Miguel de Culiacán Alvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres compañeros (uno de ellos el negro Estebanico), supervivientes de la gran expedición de Pánfilo de Narváez, tras haber recorrido una parte del sur de lo que hoy son los Estados Unidos, con noticias de los numerosos pueblos indígenas existentes al norte de México. Así pues, cuando llegaron a México noticias sobre las fabulosas «siete ciudades de Cibolay Quivira», situadas al norte de Nuevo México, que, según la leyenda, acumulaban inmensas riquezas, Vázquez partió hacia allí al mando de una expedición ordenada por el virrey Mendoza. Hernán Cortés y Pedro de Alvarado se interesaron por Cíbola, ya que aseguraron que las ciudades estaban en sus jurisdicciones, pero el virrey estimó que era una empresa que le correspondía dirigir y mandó a su amigo Vázquez de Coronado que preparase una gran expedición colonizadora.

Vázquez de Coronado partió de Compostela el 23 de febrero de 1540 provisto de un gran dispositivo, ya que no iba a explorar, como siempre se ha dicho, sino a conquistar y colonizar Cíbola. Llevaba 12 cañones y abundante munición para la guerra, 150 soldados de caballería y 200 infantes, 800 indígenas y abundante ganado y semillas. Mendoza ordenó asimismo que dos buques, bajo las órdenes de Fernando de Alarcón y Marcos Ruíz, salieran al mismo tiempo del puerto de La Natividad para llevar provisiones a Jalisco y estar a disposición de Coronado. Fernando de Alarcón, tras navegar por la costa occidental mexicana llegó al golfo de California, donde encontró la desembocadura del río Colorado.

Tras dos meses y medio de viaje, Coronado llegó a Cibola y comprobó la falsedad de los prometedores relatos: las siete ciudades no eran sino un conjunto de poblados hechos de piedra y adobe y habitado por indios que no sabían lo que era el oro. El mito se desvaneció en el aire, pero los indios de Cíbola dijeron a Coronado que había otras siete ciudades llamadas Tusayán, en dirección noroeste. Vázquez de Coronado envió a dicho lugar al capitán Pedro de Tovar con 17 jinetes y algunos infantes. Tusayán fue otra desilusión pero allí, Tovar oyó decir a los indios que al oeste de su país había un gran río. Cuando regresó a Cíbola con la noticia, el Gobernador Vázquez de Coronado ordenó a García López de Cárdenas que tomara 12 hombres y fuese a descubrir el río. La patrulla cruzó el desierto durante 20 interminables días hasta que lo encontró. Su sorpresa fue verlo al fondo de un inmenso cañón. Estaba mil metros más abajo de donde se encontraban, en una garganta muy profunda. Se trataba del Cañón del Colorado, que divisaron desde arriba. Bautizaron el río como Tizón (Colorado) e intentaron descender al mismo, pero fue imposible a causa de lo escarpado de las paredes del Cañón. Tovar y sus hombres regresaron a Cíbola y contaron a sus compañeros su extraño hallazgo; aseguraron que las paredes del cañón en cuyo fondo estaba el río tenían hasta tres o cuatro leguas de altura, pero todos lo creyeron una exageración.

López de Cárdenas descubre el Cañón del Colorado(por Augusto Ferrer-Dalmau)
 Al llegar la primavera, Coronado decidió ir en busca de Quivira, el 23 de abril de 1541. Pasó por Cicuye y luego por un gran río (seguramente el Pecos), que denominó igual que la provincia indígena. Continuó con dirección noreste a través de las inmensas praderas existentes entre las Montañas Rocosas y el río Mississippi. 

 
Los españoles vieron entonces por primera vez los bisontes, que llamaron “vacas salvajes”; quedaron impresionados y enviaron algunas partidas para cazarlos.

Dibujo de un bisonte (1598). Acompaña a la “Relación de la jornada de las vacas de Cíbola” que hizo el sargento mayor Vicente de Zaldívar en la provincia de Nuevo México. Los españoles denominaron cíbolos a los bisontes, por habitar las llanuras de la región donde habían creído encontrar la ciudad de Cíbola.

Vázquez de Coronado se guiaba con la brújula, como si fuera navegando y enviaba destacamentos en distintas direcciones con objeto de obtener noticias de Quivira. Una patrulla, mandada por Rodrigo Maldonado, encontró una banda de querechos que informaron del paso de cuatro españoles por aquellos lugares (Cabeza de Vaca y sus acompañantes). Otra encontró a los indios pintados de Texas, que estaban en guerra con los anteriores, quienes dijeron que Quivira estaba a unos 40 días de camino, en dirección norte. Vázquez de Coronado juzgó imprudente continuar hacia dicho objetivo con todo su ejército y le ordenó regresar a Tigüez, cerca del río Bravo, para seguir luego adelante sólo con 30 jinetes. Al cabo de un mes llegó a otro gran río, (quizá el actual Arkansas). Tras pasarlo, continuó avanzando con dirección noreste durante dos semanas. Allí apareció Quivira, pero lo que encontró lo desilusionó totalmente. No se sabe donde estuvo realmente Quivira, pero posiblemente fuera cerca del actual Wichitta, en el estado de Kansas, más allá del río Arkansas. Según el relato que envió al Emperador, había llegado hasta los 40º de latitud norte y estaba a 950 leguas de México. En Quivira oyó hablar de otro gran río cercano (el Missouri), pero consideró imprudente continuar en su búsqueda, ya que se aproximaba el invierno y era conveniente regresar a su campamento base, en Tigüez, antes de que los ríos crecieran demasiado y fuera imposible pasarlos, además de que se encontraba en una tierra muy fría y con nevadas. De haber seguido hacia el sureste es muy posible que se hubiera encontrado con la expedición de Hernando de Soto, que e encontraba por entonces en el río Misisipi.


Expedición de Coronado porel suroeste americano
Vázquez de Coronado invernó en Tigüez y al llegar la primavera de 1542 preparó otra expedición hacia el noreste, pero sufrió una caída del caballo en un torneo con Pedro Maldonado, se golpeó en la cabeza y estuvo maltrecho durante semanas. Los españoles hicieron consejo de guerra para tomar una determinación y decidieron finalmente abandonar las exploraciones y regresar a México. Así, los expedicionarios volvieron a México en 1542, donde el virrey Mendoza le recibió con mucha frialdad por haber desobedecido sus órdenes de colonizar al norte de México.

Coronado quedó desilusionado de que no se le reconocieran sus esfuerzos y se retiró a sus posesiones de Nueva Galicia, donde falleció en el otoño de 1554.

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