viernes, 6 de abril de 2018

Juan Ramón Jiménez. Poeta y Premio Nobel de Literatura


Su lírica evolucionó desde las últimas derivaciones del modernismo hacia una poesía a la vez emotiva e intelectualista. Inició el simbolismo en España y fue determinante para la creación de la generación del 27. 

En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se exilia a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico. En este último país, en 1956, recibe la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura.

Juan Ramón Jiménez Mantecón nació en Moguer (Huelva) el 23 de diciembre de 1881. Era el hijo menor (sus hermanos mayores: Eustaquio y Victoria) de Víctor Jiménez y Jiménez, natural de Nestares de Cameros (La Rioja) y descendiente, probablemente*, de un Divisero del Solar, viudo con una hija –Ignacia- de un primer matrimonio con Emilia Velarde, pariente del escritor José Velarde, y de Purificación Mantecón y López-Parejo, natural de Moguer, quienes, junto con los hermanos de Victor, se dedicaban con éxito al comercio de vinos y licores y diversas representaciones de asociaciones comerciales.

"Mamá Pura" heredó de su padre  el expediente de nobleza instado por Juan José Mantecón (conde de Casa Mantacón) en 1785. El título nobiliario se perdió al morir la última condesa de Casa Mantecón, una tía suya monja, pues nadie reclamó el título.

Su casa natal, demasiado grande, una vez abandonada por la familia, se convirtió en cuartel de la Guardia Civil y vivienda de sus familias.

En el año 1891 aprueba con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto "La Rábida" de Huelva. Tras cursar el bachillerato, como interno, en el colegio de los jesuitas de Puerto de Santa María (Cádiz), ingresó en la universidad de Sevilla para estudiar derecho, carrera que abandonó, en 1899, para seguir su vocación artística.

Armas del Señorío del Solar de Tejada (La Rioja)
Aunque inicialmente quiso ser pintor, pronto se orientó hacia la poesía, animado por la lectura de Rubén Darío y de los escritores románticos. Sus primeras colaboraciones en la revista madrileña Vida Nueva fueron acogidas con entusiasmo por los modernistas, por lo que decidió trasladarse a Madrid en 1900, invitado por el poeta modernista Francisco Villaespesa, y publicar ese mismo año sus dos primeros volúmenes de versos, Ninfeas y Almas de violeta, títulos que le fueron sugeridos por Ramón del Valle-Inclán y Rubén Darío.

De carácter melancólico y depresivo, la repentina muerte de su padre y la ruina familiar le causó fuertes crisis nerviosas que le obligaron a pasar largas temporadas en sanatorios de Burdeos y Madrid. A esta época corresponden los libros Rimas (1902), Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904), que configuraron una poética impregnada de musicalidad, nostalgia y amor por la naturaleza, con metros sencillos en los que predomina el octosílabo y un ritmo fluido de inspiración modernista.

Su primer amor fue la idealizada Blanca Hernández Pinzón, la "novia blanca" de sus versos, pero pronto el poeta se convertirá en todo un donjuán; los 104 poemas de sus Libros de amor (1911-1912) consignan aventuras con mujeres solteras, casadas, con una norteamericana madre de una hija, con la esposa del psiquiatra que atendió su depresión tras la muerte de su padre.

Entre 1905 y 1912 el autor vivió en su pueblo natal, entregado a la lectura y admirar la vida campesina andaluza. Este acercamiento al mundo rural se tradujo en un nuevo sentimentalismo que, sin abandonar la languidez inicial, se enriqueció con impulsos apasionados y juveniles. En este período escribió varios volúmenes: Elegías (1908-1910), Olvidanzas (1909), La soledad sonora (1911), Poemas mágicos y dolientes (1911), Melancolía (1912) y Laberinto (1913), así como el libro en prosa Platero y yo (1914), tierna elegía a un borriquillo que se convirtió en uno de sus textos más célebres.

En los años veinte volvió a Madrid, alojándose en la Residencia de Estudiantes, donde los miembros de la generación del 27 lo reconocieron como maestro. Realiza varios viajes a Francia y más tarde a Estados Unidos, donde se casa, en Nueva York el 3 de marzo de 1916, con la que sería su compañera para toda la vida, Zenobia Camprubí Aymar, española cultísima educada en Estados Unidos, hija del ingeniero Raimundo Camprubí. La vitalidad y las constantes atenciones de Zenobia influyeron decisivamente en el nuevo rumbo que adoptó su trayectoria poética.

Platero y yo. Primera edición, de 1914
 “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.”

Tanto en los Sonetos espirituales (1914) como en Estío (1916) se anunciaba un cambio formal que culminó en el Diario de un poeta recién casado (1917), escrito casi en su totalidad durante la travesía del Atlántico. Según declaró el autor, el constante movimiento de las olas le transmitió la obsesión por el ritmo y lo llevó a abandonar las estructuras estróficas tradicionales, y a cultivar el verso libre. Al mismo tiempo, la ornamentación modernista desapareció en favor de un lenguaje sobrio, que huyó de la vaguedad y aspiró a la precisión absoluta.

Zenobia y Juan Ramón
Muestra de ello son las composiciones de Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1923) y Belleza (1923), donde eliminó todo aquello que no tendiese a la esencia poética y a la plenitud espiritual y estética. El autor intentó llevar al ámbito de la prosa las conquistas obtenidas en sus versos y escribió la serie de retratos líricos que integraron el libro Españoles de tres mundos (1942), aparecido en su mayor parte en la revista Índice.

Paralelamente, incitado por un afán de depuración máxima, sometió su obra a una permanente revisión. Fruto de esta inquietud son las colecciones de textos Unidad (1925), Obra en marcha (1928), Sucesión (1932), Presente (1933) y Hojas sueltas (1935), que incluyeron páginas susceptibles de ser reelaboradas con posterioridad.

Tras la publicación de Cántico (1935), el estallido de la Guerra Civil interrumpió la labor creadora del poeta, que fue nombrado por el Gobierno republicano de Manuel Azaña agregado cultural en Washington.

Después de vivir en Estados Unidos y Cuba se instaló en Puerto Rico, donde enseñó en la universidad y se dedicó a retocar gran parte de su obra. A esta última época pertenecen los libros La estación total (1946), Romances de Coral Gables (1948) y Animal de fondo (1949), en los que la búsqueda de la belleza total se plasmó a través de una visión intelectualista y metafísica, en función de la cual su poesía se transformó en un "dios deseante y deseado", con conciencia de la divinidad y con manifestación inefable de lo eterno. Juan Ramón Jiménez fue galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1956. Tres días después muere su mujer de un cáncer que sufría, hecho del que el poeta ya no se recuperará.


Juan Ramón Jiménez falleció el 29 de mayo de 1958 en la Clínica Mimiya de Santurce (Puerto Rico). Sus restos, juntos con los de Zenobia, reposan en el cementerio de Jesús en Moguer, (Huelva).

* Figura como hidalgo en el libro "SEMBLANZAS DE HIDALGOS" del Instituto Salazar y Castro, Madrid, 1979.

Para saber más. Fundación JRJ

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