Artillero asturiano distinguido el Dos
de Mayo de 1808 y en los Sitios de Zaragoza.
Juan
Nepomuceno Cónsul y González del Villar, nacido en Oviedo en 1779, era hijo de
Juan Nepomuceno Cónsul y Requejo, de origen noble (hidalgo), mayorazgo y señor
de la casa solariega del Villar en el Concejo de Siero, regidor perpetuo de Oviedo, benemérito patricio apreciado por
Jovellanos, a quién la cultura asturiana debe el establecimiento de la escuela
de dibujo en Oviedo de la que fue promotor y primer director, y de Rita González
del Villar y Fuertes Pola, natural de Luanco, pertenecía por ambos apellidos a
los linajes de más calificada nobleza en el Concejo de Gozón. Así resulta de la
información de hidalguía recibida,
según información que dio al efecto el regidor perpetuo y alférez mayor de Gijón Francisco de Paula
Jovellanos, para solicitar el ingreso del joven Juan, en la Real Academia de
Segovia.
Inició
la carrera militar en el colegio de
Artillería de Segovia en el que ingresó como cadete el 13 de enero de 1792
y del que salió graduado como subteniente el 11 de agosto de 1796. Durante
cinco años sirvió en el ejército de Marina a las órdenes de José Mazarredo,
Federico Gravina y Antonio Córdoba. Defendió la ciudad de Cádiz del ataque
francés a las órdenes de Tomás de Morla.
El
9 de diciembre de 1803 fue nombrado ayudante mayor, y destinado al colegio de
Segovia, donde desempeñó el cargo de ayudante segundo de la compañía de
cadetes. En 1806 cumplió destino en el primer regimiento de Barcelona del que
fue 1º capitán. A continuación, pasó una larga temporada en Asturias, de
licencia, con motivo del fallecimiento de su padre.
En
el momento en que estalló la Guerra de Independencia, se trasladó a Madrid y
enseguida se unió en la defensa del Parque de Monteleón. Fue de los primeros
oficiales que se presentaron en el cuartel, donde, al lado de Daoiz y de Velarde, de Ruiz, Carpegna y
Arango, junto a muchos madrileños, aquel pelotón de artilleros heroicamente se
enfrentó a las tropas francesas. Cónsul, salvado milagrosamente de la muerte,
recibió en sus brazos a Daoiz agonizante e increpó a los matadores del héroe. Gracias
a la intervención del ministro O'Farril, quien evitó su fusilamiento cuando lo
ordenó Murat, pudo salvar su vida y continuar su viaje a Barcelona.
Detalle del Monumento de la Plaza de los Sitios de Zaragoza |
En mayo de 1808 marchó a Zaragoza, y siendo Cónsul el más caracterizado de los cuatro
únicos oficiales de artillería presentes en la plaza, fue nombrado comandante
de Artillería y vocal de la Junta
militar de Defensa que presidía Palafox en persona. Cabe destacar su labor
en ambos puestos, así como en la dirección de los talleres de artillería. En
junio se trasladó a Huesca en misión de organización y reclutamiento.
En
el mes de septiembre se dedicó a reorganizar
la maestranza instalada en el palacio de los Torrellas. Durante toda esta
incesante actividad su salud se fue debilitando; enfermo y recluido en los
sótanos del palacio de Torrellas, murió el mismo día de la entrada de los
franceses en Zaragoza, el 20 de febrero de 1809, tras la capitulación dictada
por Lannes.
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