jueves, 24 de enero de 2019

El Real Seminario de Nobles de Madrid



El rey Felipe V tuvo la iniciativa de crear una institución docente, al cargo de los jesuitas, destinada a los jóvenes aristócratas, con el fin de que tuvieran una amplia formación para los empleos públicos que iban a desempeñar. Se fundó el 21 de septiembre de 1725, y se inauguró el 18 de octubre de 1727 en el Colegio Imperial (Reales Estudios de San Isidro). 

 
  
Sus estudios eran muy completos en todos los campos de las ciencias y las letras. Con la expulsión de la Compañía de Jesús en España (1767) por el rey Carlos III, a partir de 1770 los profesores fueron los nombrados por el rey (su primer director en la nueva época fue Jorge Juan, matemático y marino que instala en él un observatorio astronómico), la institución evolucionó hacia una enseñanza más laica, y se introdujeron algunas materias como la Arquitectura Militar, ya que era muy frecuente que sus alumnos proveyesen las plazas de los cuerpos de élite del ejército, como los Guardias de Infantería Española. Asimismo estudiaron en el Seminario los que buscaban empleos en la administración o el poder central.

En el año 1785 se produjo la incorporación de los cadetes de Ocaña, procedentes de la Real Academia de Caballería, creada por impulso del General Ricardos, al cerrarse ésta por falta de fondos y, tan solo un año más tarde, en octubre de 1786, se incorporan también los caballeros de la Casa de Pajes, dependientes hasta entonces del Caballerizo Mayor del Rey, que permanecerían en el Seminario hasta mayo de 1793, lo que hizo aumentar el número de sus alumnos y reforzó el proceso de su militarización (la formación del centro tuvo un fuerte componente castrense).

Fue utilizado como cuartel por las tropas durante la invasión napoleónica, con José Bonaparte como rey, y luego volvió la regencia de los jesuitas, estando en funcionamiento hasta 1836, año en que la titularidad del edificio pasó al Ministerio de la Guerra por iniciativa del entonces Capitán General de Madrid, Evaristo San Miguel, y en 1841 se convierte en Hospital Militar. Se destruyó en el terrible incendio en 1889, siendo demolido, y en su solar se levantarán otras instituciones de carácter castrense como el Servicio Histórico del Ejército y sus bibliotecas o el Laboratorio de Ingenieros.


La erección del Real Seminario de Nobles, justificada por el modelo parisino del “Ilustre Seminario de Luis el Grande”, fundado por el abuelo de Felipe V, tan celebrado y frecuentado de todas las naciones, surge por la voluntad del poder de formar mejor las élites que la monarquía necesitaba. El argumento utilizado por los ilustrados era que las fundaciones existentes, el Colegio Imperial o las universidades, no habían logrado sacar a los hijos de las grandes familias de la “desidia” que todavía denunciaba Campomanes en 1785:
 
  
El primer requisito exigido de los candidatos seminaristas era: ser limpios de toda mala raza, han de ser de nobleza notoria y heredada, y no de sólo privilegio.

La condición previa a la admisión era una información genealógica completa que debía constar de:

        la fe de bautismo del pretendiente y las seis de sus padres y abuelos paternos y maternos, además de las tres fe de matrimonio de sus padres y abuelos, todas legalizadas por tres escribanos,

        una información hecha ante la justicia ordinaria “por la que hagan constar ser hijosdalgo notorios según las leyes de Castilla, limpios de sangre y de oficios mecánicos por ambas líneas”, aprobada por la misma justicia ordinaria, intervenida por el síndico procurador general y legalizada por tres escribanos ;

        los testimonios de los goces de nobleza de sus padres y abuelos por ambas líneas, con las distinciones que hubiesen gozado o gozasen sus familias en los pueblos de origen o vecindad, legalizadas por tres escribanos y autorizadas por los capitulares, claveros o por el juez y síndico procurador general.

Sólo quedaban dispensados de esta información de nobleza los caballeros cruzados, los hijos de militares desde teniente coronel arriba y los que tenían un hermano ya admitido en el seminario.

Al cabo de unos años se rebajó la exigencia nobiliaria y se fue dando paso a las “clases acomodadas”, lo que permitió a hijos de la burguesía, frecuentemente de provincias y de las colonias americanas, ingresar en el Seminario, como un paso previo para su colocación en los estamentos cortesanos y militares. En cualquier caso, para sufragar los gastos era necesario disponer de una cierta fortuna, pues a finales del XVIII, el coste estimado por alumno, era de unos 6.000 reales, una cifra bastante alta, que no todas las familias se podían permitir. Este mismo hecho hizo que perdiese valor ante la clase nobiliaria Titulada, decreciendo su interés.

El nacimiento constituía pues el primer criterio de selección para el ingreso en el establecimiento. No obstante, estas exigencias iban a relativizarse en la segunda mitad del siglo, ya que el plan de gobierno de todos los seminarios de España (incluidos los de Madrid y Vergara) que se publicó en 1790 añadía a la palabra «nobles» la de «gentes acomodadas», siguiendo en esto el ejemplo del Real Seminario de Vergara, creado por la Sociedad Vascongada de Amigos del País en 1776.


Una vez acabados los estudios en el Seminario, los alumnos que habían pasado por sus aulas podían pretender ciertos empleos. El Real Decreto de Fernando VI de 1755 especificaba las tres orientaciones principales, los tres tipos de empleo, que se ofrecían a los seminaristas:

·        La administración real para la cual el decreto otorgaba a los seminaristas una preferencia absoluta:
·        La segunda salida era la carrera de las armas para la cual se otorgaban también privilegios:
·        La tercera salida era la universidad, con la continuación de una carrera y las convalidaciones ya citadas.

Las normas de su funcionamiento se encuentran reflejadas en las Constituciones del Real Seminario de Nobles de Madrid.

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