viernes, 11 de enero de 2019

Martín Cortés de Albacar. El infanzón descubridor de los polos magnéticos


Está considerado como uno de los científicos más importantes del Renacimiento español en uno de los campos más importantes de su siglo, “el arte de navegar”, debido a la necesidad de conocer los secretos de la navegación de altura, necesaria para impulsar los descubrimientos de la época.

Su gran aportación a la navegación fue la estimación de los polos magnéticos (diferenciados de los terrestres) según las desviaciones de las brújulas en distintos lugares. También se le atribuye la invención de las cartas marinas esféricas basadas en la separación progresiva de los paralelos.


Martín Cortés de Albacar nació en la localidad zaragozana de Bujaraloz en 1510. Sus padres fueron Martín Cortés (infanzón) y Martina Albacar, pertenecientes a nobles familias aragonesas, como lo acredita el blasón de su linaje que campea en su obra relativa al arte de navegar y también en su retrato.

Aunque parece que sus primeros estudios los realiza en Zaragoza, va a ser en Cádiz, donde llega en 1530 con tan sólo veinte años, donde va a desarrollar su actividad profesional y científica. Murió en esta ciudad en 1582.

En esta ciudad ingresa en la escuela de pilotos, aprendiendo allí las técnicas de navegación. Hasta el final de su vida, Cortés de Albacar se dedicará a la enseñanza y a escribir sus aportaciones a la náutica.

Los estudios de Cortés se enmarcan en la órbita de la Casa de Contratación de Sevilla, fundada en 1503, que centralizó la actividad náutica de la España del siglo XVI. Esta institución, que se creó para controlar el transito humano y las mercancías que llegaban y salían de y hacia la recientemente conquistada América, también contaba con la formación de los pilotos y maestros en la ruta de las Indias Occidentales, así como de un grupo de cosmógrafos que desarrollaron una tarea cartográfica muy importante, elaborando planos y mapas de navegación, según un modelo que era continuamente corregido a medida que los nuevos descubrimientos iban modificando los datos conocidos.

Los expertos consideran que su obra destaca por la originalidad de su pensamiento y la claridad y exactitud de exposición y que sin duda fue una de las figuras más relevantes de la ciencia española renacentista en el campo del denominado «arte de navegar», disciplina que tuvo que desarrollarse ante los problemas técnicos que planteaba la navegación transoceánica. Sus estudios se basaron en las observaciones astronómicas, en la brújula y en las cartas marinas.

Para la historia de la navegación, la aportación más importante de Cortés fue la estimación de los polos magnéticos. Él fue el primero en formular la hipótesis de que los meridianos magnéticos se cortaban en un punto distinto del meridiano terrestre, colocando esta intersección en Groenlandia (este ha ido desplazándose y en la actualidad se sitúa en el norte de Canadá).y explicando de este modo las variaciones magnéticas, que era uno de los caballos de batalla de los cosmógrafos y matemáticos de la época;

Ilustración del Breve compendio de la sphera y de la arte de navegar
Todas estas experimentaciones y conclusiones las plasmó en un libro titulado Breve compendio la Sphera y de la Arte de navegar, con nuevos instrumentos y reglas, ejemplarizado con muy sutiles demostraciones (Sevilla, 1551 y 1561), obra que dedicó al emperador Carlos V, a quien dirige una carta en el encabezamiento, donde le explica el propósito de la obra y su gestación. El prólogo a Álvaro de Bazán, Capitán General de la Armada, un personaje muy importante en el siglo XVI. Se puede considerar que es el primer tratado científico de navegación


La obra está dividida en tres partes:

La primera comprende 20 capítulos donde aborda temas como la cosmografía en relación con la navegación, la carta de marear y la declinación magnética de la brújula en los diferentes lugares del globo, explicando con intuición admirable la existencia de un polo magnético.

La segunda parte también comprende 20 capítulos que destina a los movimientos del Sol y la Luna, entrando además en la discusión de los eclipses, las mareas y otros problemas no menos importantes. Describió por otra parte la construcción de relojes solares e instrumentos horarios, como, por ejemplo, el nocturlabio.

La tercera y última parte consta de 14 capítulos donde se ocupa en exclusiva del instrumental y del equipamiento necesario para la navegación.

Seguramente el motivo de que Cortés publicase sus descubrimientos fue la edición del tratado de Pedro de Medina, quien sostenía una teoría opuesta, y predominante en la época. Cortés advertía a los pilotos que era imprescindible tener en cuenta esta desviación en todas las maniobras y enseñaba cómo había que girar la rosa náutica para que el rumbo señalado fuera el correcto.

La importancia de este trabajo, considerado como el primer tratado de navegación científica de la época, se reflejó en el número de ediciones del libro que siguieron a la fecha de su publicación. Se realizó una versión en inglés (Richard Eden en Londres lo tradujo y lo publicó en 1561 con el titulo The art of navigation), y de ésta se hicieron otras cinco ediciones en el siglo XVI (1572, 1579, 1584, 1589 y 1596) y otras tres en el siglo XVII (1609, 1615 y 1630), lo que da una idea de la importancia que tuvo la obra en Inglaterra, usada, entre otros, por el famoso pirata Francis Drake. Durante mucho tiempo, en toda Europa, fue manual básico de estudio para navegantes.

Además de descubrir la declinación magnética de la tierra y el polo norte magnético, inventó el nocturlabio (instrumento utilizado para determinar el tiempo en función de la posición de una determinada estrella) e inventó y desarrolló la carta esférica.


A Martín Cortés y Alonso de Santa Cruz se les atribuye, por parte española, la invención de la proyección cilíndrica en cartografía o cartas esféricas marinas, fundadas en la separación progresiva de los paralelos, invención que parece deberse al holandés Gerardo Kremer, más conocido como Mercator, que también es reclamada por los ingleses para Wright.

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