Uno de los políticos y eclesiásticos
más influyentes de la España del siglo XVI. Fue presidente del Consejo de
Castilla y del de Estado, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor General del Santo
Oficio durante casi 20 años (1547-1566).
Ocupó importantes cargos en la
Chancillería de Valladolid (en 1535) y en los Consejos de Castilla (1539-1547,
en sustitución de Pardo de Tavera), y de Estado.
Fernando
de Valdés Salas nace en el seno de una familia de linaje hidalgo de la villa de
Salas (Asturias), siendo sus padres, Juan Fernández de Salas y Mencía de
Valdés, que eran señores de Salas, y están enterrados en la iglesia de la
villa, que su hijo había levantado como colegiata de Santa María y panteón
familiar.
Estudió derecho en el famoso colegio de
San Bartolomé, en Salamanca, del que
sería nombrado rector en 1515. Licenciado en cánones, en 1517 pasó al servicio
del cardenal Cisneros. En esos años participó en la elaboración de las constituciones
nuevas de la Universidad Complutense de Madrid.
Entre
los años 1516 y 1517 asistió como letrado a don Diego Colón, el hijo del
Almirante, y tuvo relación con Hernando Colón, con quien muy probablemente
viajó acompañando al emperador a su coronación.
En 1520 pasó a Flandes como informador y representante de la iglesia de
Toledo. Allí conoció al emperador Carlos V, que lo tomó a su servicio, confiándosele
misiones en Alemania, Flandes y Portugal. En 1523 fue enviado como visitador al
reino Navarra (anexionado al de Castilla
desde 1512) y como controlador de la situación en Castilla, adversa entonces al
emperador, y sus informes motivaríann las ordenanzas que decretó el monarca en
1525. Poco después, en abril de 1524, pasó a formar parte de la Inquisición y a
actuar como consejero.
Entre
1528 y 1533 fue deán de Oviedo, y a finales de la década de 1520, y tras
ejercer como chanciller de Valladolid, accedió a la silla arzobispal de Elna
(Rosellón, Francia), aunque pronto fue trasladado a Orense, para, tres años
después (1532), ocupar el obispado de Oviedo, donde promovió la reforma
eclesiástica, en 1533 celebró un sínodo diocesano (1533) y mandó imprimir
breviarios para los curas (1536) según el rito de la catedral. Tras un breve
paso por la Chancillería de Valladolid, y por León, en 1539 inició el obispado
de Sigüenza (Guadalajara). Seis años más tarde, en octubre de 1546, fue preconizado arzobispo de Sevilla, (la
segunda sede más rica de España).
Como
arzobispo de Sevilla, Valdés se preocupó de reformar de la vida y costumbres
del clero y mantuvo unas tensas relaciones con el cabildo catedralicio, poco
dispuesto a seguir sus órdenes. Durante este periodo, promovió varios procesos
contra erasmistas y luteranos en Valladolid y Sevilla (1558-1562).
El
caso más sonado fue posiblemente el de fray
Bartolomé Carranza, arzobispo de Toledo, la sede primada de España,
apresado por la Inquisición en 1559.
En
el año 1557, Carranza publicó los famosos Comentarios al catolicismo cristiano.
Los inquisidores vieron en esta obra proposiciones heréticas. La ascensión a la
silla arzobispal de Toledo, quizá la sede más importante entonces en toda la
cristiandad después de la de Roma, por rentas e influencia, despertó
desconfianzas y envidias, y temores de que, desde aquel solio, pudiera
difundirse la doctrina de Lutero, como había ocurrido con obispos de fe dudosa
en los Países Bajos.
En el
proceso contra el arzobispo Bartolomé de Carranza (1559-62), Fernando de Valdés
decretó el encierro del arzobispo; la admisión oficial de la protesta de
Carranza, que había presentado una recusación de la figura de Valdés en calidad
de juez, dejó a Valdés en situación de debilidad dentro del tribunal de la
Inquisición y también entre los funcionarios de la Corte española. Valdés intervino
también en la persecución de los moriscos, y su actuación se caracterizó, en
general, por un celo en extremo riguroso y fanático.
En
1534, 1556 y 1566 fundó, respectivamente, el Colegio de San Gregorio de Oviedo,
el de San Pelayo de Salamanca y la Universidad de Oviedo.
Muy
poco después de haber sido nombrado arzobispo de Sevilla, en enero de 1547 Fernando de Valdés fue nombrado inquisidor general del
reino (cargo que desempeñaría hasta 1566), siendo responsable de la
instauración de la censura de libros y publicaciones, del primer Índice de
libros prohibidos (1559), para cuya redacción prescindió del de Paulo IV, y de
la edición definitiva de Instrucciones de la Inquisición (1561), que persiguió
no solo a los autores herejes, sino también a autores católicos cuyas ideas
podían resultar incómodas para los inquisidores, Así, censuró a autores como
fray Luis de Granada, San Juan de Ávila, San Francisco de Borja, Francisco de Osuna y Erasmo de Rotterdam.
Fernando de Valdés no dudo en utilizar
su poder para afianzar la ortodoxia católica y su propia posición política, En su dilatada carrera acumuló notables riquezas
que le permitieron llevar a cabo una importante labor de mecenazgo, en la que
destaca el impulso que dio a la creación de la Universidad de Oviedo, aunque no
pudo evitar caer en desgracia en la Corte al final de sus días.
Mausoleo de Valdés / colegiata de Santa María la Mayor (Salas) |
Fernando
de Valdés murió el 9 de diciembre de 1568, rechazado por Pío V, quien le había
retirado del proceso de Bartolomé Carranza y, en cierta manera, también por
Felipe II quien, según su biógrafo, González Novalín, trató “al anciano Valdés
con mayor dureza de la que hubiera podido esperarse de un monarca comprensivo y
amigo”.
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