domingo, 26 de enero de 2020

Juan de Lira y Huidobro. Administrador y burócrata en Flandes


La figura de Juan de Lira y Huidobro ha pasado prácticamente desapercibida para la mayor parte de la historiografía sobre la Administración de la España de la primera mitad del siglo XVII.

Juan de Lira nació en Madrid, en 1587. Contrajo matrimonio con Felipa del Castillo Sigoney, también natural de Madrid. Falleció en el año de 1652.

Lier (Bélgica)
De familia aristocrática (van Leerhsen) originaria de la villa de Lier (ciudad y municipio de la provincia de Amberes en Bélgica), en el Brabante español (un antiguo ducado situado entre los Países Bajos y Bélgica), el padre de Juan, Pedro de Lira dio inicio a una larga dinastía de burócratas y servidores de la Corona española por medio de sus oficios en Palacio, desde la Guardia de Archeros hasta la tenencia de Tenientazgo Mayor de Acemileros o caballerizo de Felipe III, acabando sus nietos como importantes diplomáticos.

Pedro de Lira, natural de los Estados de Flandes, comenzó a servir en la acemilería de la Corte, como teniente de acemilero mayor, merced a su amistad con el titular de este empleo, Francisco Ruiz de Huidobro, con el que emparentó al contraer matrimonio con Catalina de Huidobro.

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Francisco Ruiz de Huidobro, en 1561 ya era teniente de acemilero mayor, o sea jefe titular de la acemilería del rey Felipe II, curiosamente el año en que este monarca trasladó la corte de Valladolid a Madrid, por lo que puede suponerse que Francisco residió y ejerció su cargo en ambas capitales. Dicho oficio cortesano implicaba la responsabilidad de tener a punto los animales de carga para que los suministros de todo tipo llegaran a tiempo al Palacio Real. El cargo de acemilero mayor debía ser para un «buen caballero», y, desde luego, nobleza no le faltaba a un hidalgo de las Merindades. Todas las condiciones se daban para que Francisco progresara en la Corte. Además, con su «buen salario» llegaría a tener suficientes dineros para fundar en su pueblo, Arroyo de Valdivielso (Burgos),  un vínculo y un mayorazgo del que saldrían, entre otras cosas, los fondos necesarios para mantener la obra pía que él creó hacia 1560 con el fin de socorrer con pan y limosnas a los pobres naturales del lugar. Por otra parte, según estipuló el fundador, y así se dice en los papeles notariales, los ejecutores testamentarios perpetuos serían el concejo y vecinos de dicho lugar.

Su hijo, Juan de Lira, vinculado por nexos familiares con hidalgos de la montaña (linaje de los Huidobro), ascendió rápidamente desde el cargo de acemilero mayor de Felipe III y Felipe IV hasta su entrada en el Consejo de Hacienda, considerado “experto de la Contaduría Mayor de Cuentas” con el cargo de consejero de dicho Consejo.

Su conocimiento de la hacienda y la logística flamenca le condujo al puesto de pagador general de los ejércitos de Flandes durante los cruciales años de 1634 y 1641, la etapa del gobierno del cardenal infante, Fernando de Austria. Sin embargo, su labor se vio empañada por problemas en las cuentas y los repartimientos y tuvo que acudir a Madrid a presentarse a rendir cuentas, que no se resolverían hasta después de su muerte, en 1660.

Pese a los problemas suscitados por la acusación de fraude, Juan de Lira pudo mantener una holgada posición social y política, ya que consiguió sendos hábitos de la Orden de Santiago para sí (1637) y para su hijo primogénito, Francisco de Lira (1644), quien había sido paje del cardenal infante en Flandes y será introductor de embajadores de Felipe IV y Carlos II hasta 1668, dignidad que le sería concedida tras su muerte a su hermano, el capitán de caballos corazas en Extremadura durante la guerra con Portugal y como soldado en Flandes y Portugal,.Manuel Francisco de Lira y Castillo (1631-1693), futuro embajador español en La Haya, secretario de Estado para Italia y secretario de Despacho Universal en 1685, y recibió la merced de un hábito de Santiago en 1677.

Tras la muerte de Francisco de Lira, en 1668, el Consejo de Estado consultó la nueva provisión del empleo de conductor de embajadores, recayendo el nombramiento en su hermano menor, Manuel Francisco.

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