viernes, 21 de agosto de 2020

Miguel Lucas de Iranzo. Condestable del reino de Castilla y valido de Enrique IV



Fue uno de los tres validos del rey Enrique IV, junto con Beltrán de la Cueva, l duque de Alburquerque y Juan Pacheco, l marqués de Villena y l duque de Escalona. 

Condestable y canciller mayor de la corona de Castilla. Alcaide de Alcalá la Real, Andújar y Jaén y corregidor de Úbeda y Baeza, estuvo al servicio de Enrique IV.


De origen humilde, Miguel Lucas de Navia (Iranzo) nació en Belmonte (Cuenca), villa perteneciente a Juan Pacheco, marqués de Villena, en el primer tercio del siglo XV. Su padre fue Tomás Luca de Nieva. Al enviudar su madre, Catalina Pérez de Mena, se vuelve a casar con Alonso Álvarez de Iranzo (Iranzu) –agricultor-, apellido con el que se conoce.

Cuando Miguel Lucas alcanzó el favor del monarca benefició a sus allegados. Así ayuda a ascender socialmente a sus tres hermanos: Diego Fernández de Iranzo y Fernando del Cerezo, nombrados comendador de Montizón y de Oreja, respectivamente; el tercero, Alonso de Iranzo, alcanzó el puesto de arcediano de Toledo.

Comenzó al servicio de Juan Pacheco, marqués de Villena y a través de él logrará entrar en la corte castellana de Juan II, sirviendo como paje de su hijo Enrique, que al reinar se preocupa de instruir e introducir en el seno de la corte a un grupo de personajes que manifiesten cierta afinidad personal, para contrarrestar las traiciones de Juan Pacheco y Pedro Girón.


En Madrid recibe formación y el 12 de junio de 1455 Enrique IV le otorga la nobleza de la que carecía su linaje, siendo investido caballero en una solemne ceremonia tras la batalla ante Íllora.



Uno de los días clave en la vida de Miguel Lucas fue el que se le concedió la dignidad de caballero, junto con otros personajes, caso del hijo del almirante, por sus méritos en la campaña granadina. El hecho no estuvo exento de polémica, ya que el ennoblecimiento por voluntad regia y, según los enemigos de Iranzo, “sin mirar ni virtudes ni linaje ni otra cosa alguna” molestó a muchos. Aquel día de 1455 fue armado caballero de espuelas doradas, un reconocimiento que sólo podía ser concedido por el Rey o un delegado suyo. Asimismo, se le concedieron los símbolos y colores pertenecientes a los blasones del Monarca y la categoría de miembro de la Orden de la Banda. Todos estos actos tenían una gran significación por cuanto la condición caballeresca era, para el noble, la demostración de su dimensión militar. Nunca se habían otorgado tantos títulos juntos en un solo día y a una sola persona.

Posteriormente, y hasta 1458, fue nombrado criado y chanciller mayor del rey; antes del cambio de reinado fue designado halconero mayor y corregidor de Baza; con posterioridad, ostentó el mismo puesto en Baeza (18 de agosto de 1455); más tarde, alcaide de Alcalá la Real y de los alcázares de Jaén, hasta conseguir, finalmente, el título de Condestable de Castilla, siendo investido como tal el 25 de marzo de 1458, un cargo vitalicio y vacante desde la ejecución en Valladolid de su predecesor, Álvaro de Luna, cinco años atrás (1453). Durante los años centrales de su carrera política pretendió, infructuosamente, ser nombrado maestre de Santiago. Pero tanto la oposición de los nobles como, por otra parte, su baja procedencia impedía al monarca concederle el maestrazgo, pues para desempeñar el cargo de maestrante de la Orden era imprescindible ser, al menos, hidalgo y poder demostrar la limpieza de oficio.

Su ennoblecimiento fue propiciado también a través de su matrimonio con María Teresa de Torres, hija única de Pedro de Torres y de Leonor Carrillo, nieta del adelantado de Andalucía y prima del conde de Haro, Pedro Fernández de Velasco.

Tuvieron dos hijos, Isabel, que murió joven y Luis de Iranzo, que tomó los hábitos franciscanos. La política matrimonial y el descontento de Miguel Lucas en la Corte –quizá las intrigas del marqués de Villena y otros nobles- fueron los motivos definitivos que ocasionaron su traslado al territorio fronterizo. La primera visita a Jaén tuvo lugar el 20 de mayo de 1458. Y, a pesar de su partida, el condestable siguió manteniendo contacto directo con el rey, a quien recibió en tierras giennenses en varias ocasiones.

En la ciudad jienense destacó por su gran habilidad a la hora de fortificar y defender la ciudad, por organizar unas tropas de caballeros de cuantía que, en número aproximado de 1.200 jinetes, acompañaron a las tropas castellanas en la campaña contra el reino de Granada que tuvo lugar en 1464, con el condestable Iranzo a la cabeza de los ejércitos cristianos con el beneplácito de Enrique IV.

Sobre la vida del condestable se escribió en su época una biografía, la "Relación de los Hechos del muy Magnífico e más Virtuoso Señor don Miguel Lucas, Muy Digno Condestable de Castilla".

Fomenta actividades artísticas en el seno de la “corte” que él crea y gobierna en el reino de Jaén: música, baile, danza y representaciones teatrales. El Condestable, utilizando sus propios recursos, provee a la ciudad de un maestro para suplir la actitud negligente del clero catedralicio, tradicional responsable de esta instrucción, con el objeto de preservar el habitual centro de enseñanza de artes liberales, ya existente en la ciudad desde la Baja Edad Media.

Crea en Jaén una casa de moneda, la jaenciana, visitada por el propio Enrique IV en 1469. Manda allanar la plaza de Santa María, en la que existían unas moles de piedra de gran tamaño. También se acometieron obras de acondicionamiento de la ciudad, como el traslado de las carnicerías extramuros, a la actual Puerta Barrera, y el trazado de la que se convertiría en vía principal de la ciudad, La Carrera.

Fue asesinado en la iglesia mayor de Santa María (Jaén) el 21 de marzo de 1473, mientras asistía a misa con su esposa, doña Teresa de Torres, por un ballestero de su ejército. La excusa para formar el grupo de rufianes que provocó la muerte fue la ya usada (nuevamente, al igual que don Álvaro de Luna): su política de protección hacia los judíos y conversos, aunque, probablemente, los celos de otros nobles fue una de las causas que motivaron este suceso. Tras su muerte, el rey Enrique IV, en 1475 mandó colgar a algunos jurados y regidores de las ventanas en venganza por el asesinato de su condestable. Sucedido en el oficio de condestable Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro.

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