Noble oscense, erudito, escritor y gran mecenas de las artes y las letras. El apellido Lastanosa aparece ligado a la monarquía aragonesa en diversos hechos de armas o servicios en puestos allegados a la persona del rey.
Vincencio Juan de Lastanosa y Baráiz de Vera nació en Huesca el 25 de febrero de 1607. Sus padres fueron Esperanza Baráiz de Vera y Navarro de Azpilcueta, y Juan Agustín Lastanosa Arnedo y Vargas, general de galeras del rey Felipe III, y también hombre de letras: en el año 1610 se instituyó en Huesca una academia de poesía y a ella perteneció Juan Agustín, quien usó el pseudónimo de “el Modesto”. En 1628 vio reconocida su infanzonía por la Audiencia Real de Aragón. Vincencio casó con Catalina Gastón y Guzmán, una dama sevillana, que murió a los 19 años de matrimonio, después de haber tenido 14 partos.
Fue Lastanosa señor de Figueruelas y gentilhombre de la casa del rey Carlos II. No fue hombre de estudios universitarios, pero poseía una extensa y variada cultura, fruto de una enorme curiosidad por todas las ramas del saber. En su vida pública sus ambiciones se centraron en su ciudad natal. Puso su empeño en ser su primer ciudadano y benefactor. Desempeñó los cargos que le confió el municipio (regidor del Hospital, lugarteniente de Justicia) con enorme celo. Durante la guerra de Cataluña, en el año 1640, al mando de las tropas reclutadas en Huesca, combatió en el sitio de Monzón, defendiendo con éxito el paso del Cinca. En 1654 mandó edificar en la catedral de Huesca la capilla dedicada a San Orencio y Santa Paciencia, padres de San Lorenzo, en la cual está el panteón familiar. Allí descansan sus cenizas, tras fallecer en 1681.
Lastanosa ha pasado a la historia de las letras no por su fama como escritor, sino como generoso protector de artistas e intelectuales y animador de empresas culturales de su tiempo. Su palacio fue albergue de escritores, pintores, escultores y curiosos que lo visitaban para contemplar las diversas colecciones de obras de arte y objetos raros que encerraba. Famosos fueron sus jardines, de inspiración francesa, donde se cultivaban plantas de especies raras, intercambiadas por Lastanosa con otros contemporáneos aficionados a la Botánica.
Pero
lo que más estimaba Lastanosa de entre todos sus tesoros fue sin duda su amplia
biblioteca. El cronista Uztarroz
dejó un cumplido catálogo de esta biblioteca -hoy perdida o diseminada, como el resto de sus pertenencias- y su
lectura es el mejor índice de sus aficiones y de su admirable afán de saber:
matemáticas, astronomía, arquitectura, botánica, historia, literatura, etc.
http://www.dehuesca.es/~sipca/IMAGEN/documentos_web/BDPCA_29.pdf
Su tertulia literaria fue frecuentada no sólo por los escritores oscenses sino por los que de otros lugares del reino venían atraídos por la fama de su casa. Muchas de las obras de Gracián se gestaron en este propicio caldo de cultivo, que el jesuita reflejó en su obra El Discreto. Gracián, durante su estancia en Huesca, entabló una larga y profunda amistad con Lastanosa, el cual le ayudó poniendo a su disposición la biblioteca, corrigiendo y censurando alguno de los capítulos de sus obras e, incluso, imprimiendo muchos de sus libros. Entre los escritores amigos de Lastanosa se contaban el cronista Andrés de Uztarroz, fray Jerónimo de San José, Juan de Moncayo, marqués de San Felices, Francisco Ximénez de Urrea y otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario