Monja y fundadora de la congregación de las Hermanas Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada. De noble estirpe, fue proclamada Beata en 2019.
María Emilia nació en Granda el 5 de agosto de 1847; era hija de María Emilia de Zayas-Fernández de Córdoba y de la Vega, descendiente directa del Gran Capitán. Su padre, Joaquín Riquelme y Gómez, general al mando de la Capitanía General de Sevilla. Su abuelo paterno: Agustín Riquelme y Rivera, Alcalde del Crimen de la Chancillería de Granada, casado con Josefa Gómez y Berzosa. Tuvo tres hermanos: Joaquín (1849-1866), Antonio (1850-1850) y Blanca (1853-1854).
Su padre había nacido en Granada, el 17 de agosto de 1811, en la época de la invasión napoleónica. Con 13 años ingresó, como cadete, en el Colegio General Militar. Su carrera militar fue fulgurante, los ascensos se fueron sucediendo, unos por antigüedad, otros por elección, y otros por méritos de guerra; en 1846 era ya Teniente Coronel, llegando más tarde a ocupar el grado de Teniente General. En 1863 ocupó el cargo de Capitán General de Canarias. Fue condecorado Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, y Caballero Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Huérfana de madre a la edad de siete años (murió de cólera en la primavera de 1855), fue confiada a sus abuelos maternos que la internaron en un internado de Sevilla, donde permaneció hasta que alcanzó la mayoría de edad. De vuelta a la familia, se instala con su padre en Madrid, donde comienza a dedicarse a obras de caridad. Estudió francés, piano, pintura, canto, equitación, bordado, etc.… A los siete años, dijo haber visto a la Santísima virgen con el Niño Jesús en los brazos. Ya en su juventud, consagró privadamente, con voto de castidad, su virginidad a la Virgen del Carmen.
Por consejo del Cardenal Marcelo Spínola y Maestre, abrazó la vida religiosa entre las Siervas del Divino Corazón y fue maestra de novicias, pero después de un año decidió dejar la congregación y regresar con su familia. Por consejo de su director espiritual, José Moreno y Mazón, arzobispo de Granada, en 1896, instituyó en su villa Granada una nueva Congregación para la adoración perpetua y la educación de la juventud.
María Emilia, se siente llamada a fundar la “Congregación de Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada”, que adore al Señor, día y noche, y trabaje en el campo de la educación y en misiones y, así, el 25 de marzo de 1896, presidido por el arzobispo, tuvo lugar la imposición de hábitos a las siete primeras novicias y profesión perpetua de Emilia Riquelme, como Madre Fundadora. Bajo su gobierno, la congregación se extendió a España, Brasil y Portugal. Después a Bolivia, Colombia y Estados Unidos.
El rito de su beatificación se celebró el 9 de noviembre de 2019 en la Catedral de Granada.
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