Considerado pirata por los enemigos y corsario por sus compatriotas, sus actividades económicas estaban vinculadas a la carrera de Indias.
Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera-Machado nació en San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), el 3 de mayo de 1678, siendo hijo de Juan Rodríguez Felipe y Beatriz Tejera Machado.
El corsario y empresario tinerfeño, conocido popularmente como Amaro Pargo, se enroló muy joven en las galeras reales, donde pronto demostraría su destreza en el arte de navegar. Con tan sólo 21 años el rey Felipe V le nombraría Capitán de Mar, pasando a prestar sus servicios en la Compañía de Honduras, empleo en el que adquirió una sólida formación marinera y financiera; de manera que, con el tiempo llegaría a ser propietario de una gran flota, formada por El Fortuna, Ave Maria (La Chata), Ntra. Sra. de Los Remedios, La Santísima Trinidad, San José, San Ignacio, El Blandón, La Isabela, y San Marcos (El Clavel), del que era capitán su hermano José.
La patente de corso se la otorgó mediante una declaración del rey Felipe V, a través de un capitán general. En 1712, se hace con un barco irlandés (corona británica, el Saint Joseph) no muy grande entre el golfo de Cádiz y Portugal, reclamando la patente y parte de lo conseguido. La patente se le concede ese año (debía hacer un juramento) y ejerce como “capitán de corso en mar y tierra en su famosa actuación con la compañía del marqués de Montecastro en 1714”.
El comercio con América y Europa le reportaría a él y a sus hermanos grandes cantidades de dinero, joyas y propiedades (60 casas, 900 fanegadas de terreno, viñedos, etc.). No solo hizo una gran fortuna con lo que llevaba al Caribe desde las Islas, sino con lo que traía de allá y esto le convirtió en un gran propietario y terrateniente. Por ejemplo, la casona de Punta del Hidalgo, situada en un promontorio donde la bahía le servía de refugio a sus naves, poseía una cueva de 88 metros de largo donde se supone que guardaba los tesoros sustraídos en los abordajes a otros barcos.
La religiosa María de León Bello y Delgado, "la Siervita", tuvo una gran amistad con el famoso corsario Amaro Pargo, que también experimentaría grandes milagros que atribuyó a la intercesión de Sor María, a la que veneraba como a una santa.
Retrato funerario de "La Siervita de Dios" (1731), por José Rodríguez de la Oliva
Como la posesión de grandes riquezas llevaba implícita la búsqueda del reconocimiento social, Amaro Pargo decidió dar esplendor a su linaje, siendo declarado por el rey hidalgo, el 25 de enero de 1725, Señor de soga y cuchillo, y la certificación de Nobleza y Armas el 9 de enero de 1727 (por el cronista de Castilla y rey de armas Juan Antonio de Hoces Sarmiento), creando Mayorazgo y escudo de armas -un guerrero saliente con armadura, puñales y cañones y una calavera con dos tibias cruzadas, guiñando el ojo derecho y el abierto el izquierdo.
Amaro falleció el 4 de octubre de 1747, a la edad de 69 años. siendo enterrado en el sepulcro de sus padres en la iglesia de Santo Domingo (La Laguna).
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