viernes, 6 de febrero de 2015

Diego García de Paredes: El Sansón extremeño

Diego García de Paredes, hijo de Don Sancho Jiménez de Paredes, descendiente del antiguo linaje de los Delgadillo de Valladolid, y de Doña Juana de Torres, del linaje de los Altamirano, nació en Trujillo (Cáceres), el 30 de marzo de 1468 y murió en Bolonia, Italia, el 15 de febrero de 1533, por las heridas sufridas al caerse de un caballo. 

Llamado “El Sansón de Extremadura”, era célebre por su habilidad con las armas y su extraordinaria fuerza física. En tiempos de Carlos V, gran admirador del legendario guerrero, fue nombrado "Caballero de la Espuela Dorada". Cervantes lo menciona en su obra "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote" como un principal Caballero y Lope de Vega escribió una comedia (La Contienda...) sobre su vida.

Militar español que combatió como capitán de infantería en las guerras de Granada, Grecia, Italia, norte de África y Navarra. Duelista invicto en numerosos lances de honor, capitán de la guardia personal del Papa Alejandro VI, condotiero al servicio del Duque de Urbino y de los Colonna, coronel de infantería de los Reyes Católicos bajo el mando del Gran Capitán, cruzado del cardenal Cisneros, Maestre de Campo del Emperador Maximiliano I, coronel de la Liga Santa y Caballero de la Espuela Dorada al servicio de Carlos V. Fue el soldado español más famoso de la época, admirado por sus contemporáneos como prototipo del valor, la fuerza y la gloria militar. Estuvo casado con María de Sotomayor y Orellana, con la que tuvo un hijo: Sancho. Además, tuvo un hijo bastardo: Diego García de Paredes, quien años mas tarde participaría en la Conquista, fundando la ciudad de Trujillo en Venezuela.
 
Retrato de Diego García de PAredes
Tras la muerte de su madre, Diego se traslada a Nápoles a finales de 1496, acompañado por su hermano bastardo, Álvaro de Paredes; sin embargo, la guerra por el reino napolitano entre españoles y franceses había cesado recientemente, y, ante la falta de jornal, viajaron a Roma para servir al Papa; durante un breve periodo, por escasez de sueldo, se ganaron la vida junto a otros españoles buscando "ventura de enemigos", duelos y confrontaciones nocturnas en las calles y suburbios de Roma, tras las cuales despojaban a los oponentes de sus capas, la prenda de vestir más valiosa, que luego vendían en el mercado clandestino de Nápoles. No queriendo llevar esta vida deshonrosa para un hidalgo, Diego decidió darse a conocer a un pariente suyo en el Vaticano, el cardenal Bernardino de Carvajal, quien mejoró notablemente su situación social al ser contratado como guardia personal del Papa Alejandro VI.

Diego García de Paredes, blandiendo su mandoble, se abalanzó sobre sus enemigos y comenzó una matanza entre los franceses, que solamente podían acometerle uno a uno por la estrechez del paso.
 
Diego se reincorporó a los ejércitos del Papa a principios de 1501. César Borgia tenía puestos los ojos en la Romaña y permitió que las ofensas pasadas quedaran olvidadas. El hijo de Alejandro VI le nombró coronel en el ejército que participó en las tomas de Rímini, Fosara y Faenza. Ese mismo año acudió a la llamada del Gran Capitán para luchar en Nápoles.

Entre las armas que utilizó, tanto en batalla como en los numerosos duelos singulares y desafíos en los que participó, destacan los “montantes” o espadas de dos manos.
 “Diego García de Paredes fue un valentísimo soldado y de tantas fuerzas naturales (…) que puesto con un montante en la entrada de un puente detuvo a todo un innumerable ejercito que no pasase por ella” (“El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”)
Tras el final de la guerra en Italia en 1504, Nápoles pasó a la Corona de España y el Gran Capitán gobernó el reino napolitano como virrey con amplios poderes. Como agradecimiento a sus servicios, Gonzalo Fernández de Córdoba nombró a Diego García de Paredes marqués de Colonnetta (Italia). Sin embargo, cuando el «Gran Capitán» cayó en desgracia, la defensa que hizo «el Sansón de Extremadura» de su antiguo general le costó la pérdida del marquesado de Colonnetta y forzó un exilio voluntario de la corte. Durante años, el soldado extremeño se dedicó a la piratería en el Mediterráneo, convirtiéndose en un proscrito, teniendo como presas favoritas a los barcos berberiscos y franceses.
Armas concedidas por Carlos V en abril de 1530 (Iglesia de Santiago, en Trujillo)
En 1508, recuperó el favor real y se unió a la campaña española para conquistar el norte de África. Durante estos años Paredes participó en el asedio de Orán, fue maestre de campo de la infantería española que el emperador de Alemania usó para atacar a la República de Venecia, y sirvió como coronel de la Liga Santa al servicio del Papa Julio II en la batalla de Rávena, entre un sinfín de gestas militares. Con la llegada de Carlos V a España. gran admirador de su leyenda, el extremeño acompañó al emperador por Europa, quien le nombró Caballero de la Espuela Dorada, sirviendo a este en Alemania, Flandes, Austria y España.

Para saber más: La heráldica de D. Diego de Paredes y Torres

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