viernes, 19 de agosto de 2016

Gonzalo Queipo de Llano. De hidalgo a marqués


Destacado militar, llegó a combatir en Cuba. En 1923 alcanzó el puesto de general, gracias a los méritos de guerra obtenidos en Marruecos. Conocido por su destacada participación en la Guerra Civil Española y su actividad propagandística utilizando la radio. Por su enfrentamiento con el Caudillo cayó en desgracia. 

Gonzalo Queipo de Llano y Sierra nació en Tordesillas el 5 de febrero de 1875. Durante el año anterior habían tenido lugar los respectivos pronunciamientos militares de Pavía y Martínez Campos: el primero había puesto fin a la Primera República; mientras que el segundo había restaurado en el trono a los Borbones, a través de la persona de Alfonso XII.


Sus padres fueron: Gonzalo Pedro Queipo de Llano y Sánchez (nacido el 19 de mayo de 1843, juez municipal de Tordesillas) y María de las Mercedes Sierra y Vázquez de Novoa. Sus padres, continuando la tradición de tantas familias de linaje hidalgo, pero carentes de recursos, dado que un único sueldo mantenía la familia, dispusieron que debiera seguir la carrera eclesiástica. Con tal fin, lo hicieron ingresar en el seminario de Valladolid, pero el pequeño Gonzalo, mortificado por los duros castigos de la disciplina religiosa y llevado por impulsos vocacionales bastante distintos, huyó al cabo de unos pocos meses de aquella institución, ingresando en el Ejército, ejerciendo de voluntario de corneta en un Regimiento de Artillería que disponía de una sección equina. Al joven Gonzalo le atraía la Caballería y, tras dos años de corneta y otros dos de artillero segundo, se incorporó a la Academia de Caballería de Valladolid al poco de cumplir los 18 años.

En las hostilidades bélicas durante su estancia en Cuba, Queipo de Llano hizo gala de una valentía muy próxima a la temeridad. En su primera carga se batió él sólo contra tres jinetes, matando a dos de ellos. Por tal heroicidad, el joven Gonzalo fue ascendido a primer teniente. Con el paso del tiempo, obtendría también el grado de capitán y cinco cruces por méritos de guerra.

Ya en España, el 4 de octubre de 1901, Queipo de Llano contraería matrimonio con Genoveva Martí y Tovar, una damisela de ilustre familia, hija del presidente de la Audiencia de Valladolid. Como se casó sin el preceptivo permiso del Rey, obligatorio para los militares, tuvo que soportar un mes de arresto. En 1909, el Gobierno conservador de Maura ofreció al Ejército español, en desquite por lo del 98, la penetración en el Norte de Marruecos a partir de los enclaves de Ceuta y Melilla. En 1923 alcanzó el puesto de general de brigada, gracias a los méritos de guerra obtenidos en Marruecos. Simpatizante en un principio de la dictadura de Primo de Rivera, poco tiempo después arremetió contra ella, por lo que en mayo de 1928 fue pasado a la reserva y postergado en su ascenso a general de división.

A finales de 1930 protagonizó una fracasada intentona republicana, junto con Ramón Franco Bahamonde y un pequeño grupo de oficiales y paisanos, al asaltar el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid), donde se hizo con la estación de radio y difundió la falsa noticia de que se había instaurado la República en toda España. Tras su estrepitoso fracaso se exilió a Francia, donde entabló amistad con otros exiliados españoles, entre ellos Indalecio Prieto y Marcelino Domingo.

Al implantarse la Segunda República regresó a España para hacerse cargo de la Capitanía General de Madrid, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los militares fundamentales del nuevo régimen, apoyando las reformas implantadas por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. Ascendido a general de división, desempeñó el cargo de jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República, hasta marzo de 1933 en que fue relevado del mismo a petición del jefe del Estado tras conocer éste una serie de comentarios desfavorables al Gobierno realizados por el general. A partir de este momento quedó relegado a segundo plano, aunque aún fue nombrado inspector general de Carabineros.

En abril de 1936 se entrevistó en Pamplona con el general Emilio Mola y, en una segunda entrevista se comprometió plenamente en el alzamiento militar contra la República al aceptar sublevar la VII División Orgánica con cabecera en Valladolid, más tarde sustituida por la plaza de Sevilla, al ser desplazado por el general Andrés Saliquet en la primera.

El 18 de julio de 1936, desde su destino en Huelva, se enteró oficialmente de la sublevación en la guarnición de África. Enseguida se dirigió a Sevilla, proclamó el estado de guerra y ordenó detener al gobernador civil de la provincia y demás autoridades locales. Así consiguió el control de la capital andaluza y convirtió a Andalucía en una de las bases logísticas de la España franquista, donde actuó como un auténtico "virrey de Andalucía" (como le llamaban en una y otra zona), autonombrándose jefe del Ejército del Sur y haciendo caso omiso a lo establecido primero por la Junta de Defensa Nacional y después por el general Franco. Ese mismo día 18, a las 10 de la noche, inició sus famosas charlas emitidas por Unión Radio Sevilla todos los días, generalmente a las diez de la noche, que comenzaba con el “Buenas noches, señores…” y terminaban con un arriba España.


Queipo de Llano en una de sus famosas arengas radiofónicas durante la Guerra Civil
La figura de Franco no tardaría en interponerse en el camino de Queipo de Llano, que nunca se había preocupado de ocultar sus opiniones sobre Franco, que le convirtieron en un personaje incómodo para las aspiraciones del Caudillo.

A mediados de 1937 fue nombrado consejero nacional de Falange Española de las JONS. Terminada la contienda, la distancia existente entre Queipo de Llano y el general Franco se hizo insalvable y los incidentes entre uno y otro fueron innumerables. Finalmente fue destituido de la Capitanía General de Andalucía y confinado a Burgos. Posteriormente fue propuesto como embajador de España en Buenos Aires, pero no contó con la aprobación del Gobierno de Argentina. Poco tiempo después fue enviado a Italia al frente de una misión militar.

Lápidas de Queipo de Llano y su esposa
en la Basílica de la Esperanza Macarena

En 1942 regresó a España, estableció su residencia en Sevilla y, desde entonces, permaneció alejado de cualquier cargo militar. A mediados de 1944 el general Franco le impuso la Cruz Laureada de San Fernando. A finales de 1950 le concedió el título de marqués de Queipo de Llano. Sólo un año después, el 9 de marzo de 1951, Gonzalo fallece en su cortijo sevillano de Gambogaz, que le había regalado el Ayuntamiento de Sevilla por suscripción popular en1937.

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