Destacado militar, llegó a combatir en Cuba. En 1923
alcanzó el puesto de general, gracias a los méritos de guerra obtenidos en
Marruecos. Conocido por su destacada participación en la Guerra Civil Española y su
actividad propagandística utilizando la radio. Por su enfrentamiento con el
Caudillo cayó en desgracia.
Gonzalo
Queipo de Llano y Sierra nació en Tordesillas el 5 de febrero de 1875. Durante
el año anterior habían tenido lugar los respectivos pronunciamientos militares
de Pavía y Martínez Campos: el primero había puesto fin a la Primera República;
mientras que el segundo había restaurado en el trono a los Borbones, a través
de la persona de Alfonso XII.
Sus padres
fueron: Gonzalo Pedro Queipo de Llano y Sánchez (nacido el 19 de mayo de 1843, juez
municipal de Tordesillas) y María de las Mercedes Sierra y Vázquez de Novoa. Sus
padres, continuando la tradición de
tantas familias de linaje hidalgo, pero carentes de recursos, dado que un
único sueldo mantenía la familia, dispusieron que debiera seguir la carrera
eclesiástica. Con tal fin, lo hicieron ingresar en el seminario de Valladolid, pero
el pequeño Gonzalo, mortificado por los duros castigos de la disciplina
religiosa y llevado por impulsos vocacionales bastante distintos, huyó al cabo
de unos pocos meses de aquella institución, ingresando en el Ejército,
ejerciendo de voluntario de corneta en un Regimiento de Artillería que disponía
de una sección equina. Al joven Gonzalo le atraía la Caballería y, tras dos
años de corneta y otros dos de artillero segundo, se incorporó a la Academia de Caballería de Valladolid al
poco de cumplir los 18 años.
En las
hostilidades bélicas durante su estancia en Cuba, Queipo de Llano hizo gala de una valentía muy próxima a la
temeridad. En su primera carga se batió él sólo contra tres jinetes, matando a
dos de ellos. Por tal heroicidad, el joven Gonzalo fue ascendido a primer
teniente. Con el paso del tiempo, obtendría también el grado de capitán y cinco cruces por méritos de guerra.
Ya en
España, el 4 de octubre de 1901, Queipo de Llano contraería matrimonio con
Genoveva Martí y Tovar, una damisela de ilustre familia, hija del presidente de
la Audiencia de Valladolid. Como se casó sin el preceptivo permiso del Rey,
obligatorio para los militares, tuvo que soportar un mes de arresto. En 1909,
el Gobierno conservador de Maura ofreció al Ejército español, en desquite por
lo del 98, la penetración en el Norte de
Marruecos a partir de los enclaves de Ceuta y Melilla. En
1923 alcanzó el puesto de general de brigada, gracias a los méritos de guerra
obtenidos en Marruecos. Simpatizante en
un principio de la dictadura de Primo de Rivera, poco tiempo después arremetió
contra ella, por lo que en mayo de 1928 fue pasado a la reserva y
postergado en su ascenso a general de división.
A finales de 1930 protagonizó una fracasada intentona
republicana, junto con Ramón Franco
Bahamonde y un pequeño grupo de oficiales y paisanos, al asaltar el aeródromo
de Cuatro Vientos (Madrid), donde se hizo con la estación de radio y difundió
la falsa noticia de que se había instaurado la República en toda España. Tras
su estrepitoso fracaso se exilió a Francia, donde entabló amistad con otros
exiliados españoles, entre ellos Indalecio Prieto y Marcelino Domingo.
Al implantarse
la Segunda República regresó a España para hacerse cargo de la Capitanía
General de Madrid, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los militares
fundamentales del nuevo régimen, apoyando las reformas implantadas
por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. Ascendido a general de división,
desempeñó el cargo de jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República,
hasta marzo de 1933 en que fue relevado del mismo a petición del jefe del
Estado tras conocer éste una serie de comentarios desfavorables al Gobierno
realizados por el general. A partir de este momento quedó relegado a segundo
plano, aunque aún fue nombrado inspector general de Carabineros.
En
abril de 1936 se entrevistó en Pamplona con el general Emilio Mola y, en una
segunda entrevista se comprometió
plenamente en el alzamiento militar contra la República al aceptar sublevar
la VII División Orgánica con cabecera en Valladolid, más tarde sustituida por
la plaza de Sevilla, al ser desplazado por el general Andrés Saliquet en la
primera.
El 18
de julio de 1936, desde su destino en Huelva, se enteró oficialmente de la
sublevación en la guarnición de África. Enseguida se dirigió a Sevilla, proclamó el estado de guerra y ordenó
detener al gobernador civil de la provincia y demás autoridades locales. Así
consiguió el control de la capital andaluza y convirtió a Andalucía en una de
las bases logísticas de la España franquista, donde actuó como un auténtico "virrey de Andalucía" (como le
llamaban en una y otra zona), autonombrándose jefe del Ejército del Sur y
haciendo caso omiso a lo establecido primero por la Junta de Defensa Nacional y
después por el general Franco. Ese mismo día 18, a las 10 de la noche, inició
sus famosas charlas emitidas por Unión Radio
Sevilla todos los días, generalmente a las diez de la noche, que comenzaba
con el “Buenas noches, señores…” y terminaban con un arriba España.
Queipo de Llano en una de sus
famosas arengas radiofónicas durante la Guerra Civil
|
La
figura de Franco no tardaría en interponerse en el camino de Queipo de Llano,
que nunca se había preocupado de ocultar sus opiniones sobre Franco, que le convirtieron
en un personaje incómodo para las aspiraciones del Caudillo.
A
mediados de 1937 fue nombrado consejero
nacional de Falange Española de las JONS. Terminada la contienda, la distancia
existente entre Queipo de Llano y el general Franco se hizo insalvable y los
incidentes entre uno y otro fueron innumerables. Finalmente fue destituido de
la Capitanía General de Andalucía y confinado a Burgos. Posteriormente fue
propuesto como embajador de España en Buenos Aires, pero no contó con la
aprobación del Gobierno de Argentina. Poco tiempo después fue enviado a Italia
al frente de una misión militar.
Lápidas de Queipo de Llano y su esposa en la Basílica de la Esperanza Macarena |
En 1942 regresó a España, estableció su residencia en Sevilla y, desde entonces, permaneció alejado de cualquier cargo militar. A mediados de 1944 el general Franco le impuso la Cruz Laureada de San Fernando. A finales de 1950 le concedió el título de marqués de Queipo de Llano. Sólo un año después, el 9 de marzo de 1951, Gonzalo fallece en su cortijo sevillano de Gambogaz, que le había regalado el Ayuntamiento de Sevilla por suscripción popular en1937.
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