martes, 29 de septiembre de 2020

Vicente Álvarez de Neira. Jurista y archivero del Archivo del Reino de Galicia

Ilustre abogado y gran amante de los libros y documentos. Su pasión bibliófila hizo que fuera nombrado primer archivero del Archivo del Reino de Galicia en 1775. Asesor de la Marina, corregidor de La Coruña y diputado en 1764.

Destacado jurista, fue el promotor del Colegio de Abogados de la Real Audiencia en la ciudad en la que ejercía, La Coruña. Su exitosa carrera le propició clientes como el obispo de Tui, el cabildo de la colegiata de La Coruña, el cabildo de Santiago o la Junta General del Reino de Galicia.

 

Vicente nació en la parroquia de San Esteban (Baralla/Lugo) el 27 de noviembre de 1717 y fue bautizado el 2 de diciembre de ese mismo año. Era hijo de don José Álvarez de Neira y de doña Isabel Álvarez de la Peña, a quienes en el padrón de vecinos elaborado en el año 1792, se les reconocía como hidalgos de posesión.

No se tienen muchos detalles de su infancia ni de los lugares en los que estudió sus primeras letras. Cursó cinco años en la Facultad de Cánones de la Universidad de Santiago y, el 14 de febrero de 1737 se graduó de bachiller en la citada facultad. Se recibió de abogado en el año 1740 por real acuerdo de la audiencia. Desde entonces, tuvo estudio abierto en la ciudad herculina y defendió multitud de pleitos y causas, muchas de ellas de gran importancia. El 1 de abril de 1740 contrajo matrimonio con doña Nicolasa Bañales Ginzo de Borbón, emparentada con los reyes de Francia.

Fue nombrado asesor de marina y más tarde abogado del Reino de Galicia. Actuó como tal muchos años al servicio de la Junta del reino. En una relación, suscrita por él, aparecían servicios minutados a aquella junta, que importaron más de 30.000 reales de vellón, lo cual evidencia la trascendencia de los trabajos realizados. En relación al problema de foros, de viva actualidad en aquella época, desempeñó un papel muy importante, siendo el alma mater respecto a la ansiada y alcanzada perpetuidad. La Junta del reino, de la que Vicente era asesor, consiguió que el rey consultase el caso. Además, el colegio de abogados emitió un clarividente informe que suscribieron como decano Diego Antonio Cornide y como diputado primero Álvarez de Neira

Su carrera profesional culmina en su nombramiento como el primer archivero del Archivo general Público de Galicia, por su interés en crear un espacio en el que se conservasen y pusiesen a disposición del público documentos condenados a desaparecer. Vicente Álvarez de Neira tomó posesión del cargo el 13 de noviembre de 1775, y lo desempeñó con completa dedicación hasta su muerte, ocurrida el 5 de junio del año 1784, precisamente en el propio archivo, según reza su acta sacramental de enterramiento.

Vicente Álvarez de Neira, bibliófilo y amante de los documentos, conocía por su trabajo la importancia de la documentación de archivo a la que a menudo hay que recurrir para contar con textos que avalen nuestros argumentos, muchas veces también como prueba, y siempre como testimonio del pasado. Durante el ejercicio de su profesión comprobó que algún asunto no se pudo resolver por carecer de documentación, así sucedió con un pleito por el abastecimiento de una escuadra para defender las costas gallegas en el que la ausencia de escritos de la Junta General del Reino de la Galicia impidió que el litigio fuese se finalizase.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Salón Virtual de Genealogía. Del 26 de septiembre al 3 de octubre 2020

Para esta primera edición, la Confederación Internacional de Genealogía y Heráldica (CIGH), que cumplirá 50 años en 2021, será homenajeada con algunas de sus asociaciones (Alemania y Quebec: DAGV, FQSG ...).

La Federación Francesa de Genealogía invita a todos los entusiastas de la genealogía a hablar sobre su historia familiar, intercambiar experiencias, conocer métodos de investigación, mostrar su saber hacer, descubrir nuevos recursos ... y todo esto durante una semana entera!

Los visitantes tendrán acceso las 24 horas a las conferencias en línea y los documentos presentados por los expositores. De día o de noche, los visitantes pueden ponerse en contacto con los expositores dejándoles un mensaje. Se pueden programar videoconferencias para responder a las solicitudes.

La Real Asociación de Hidalgos de España, miembro de la CIGH, participa con dos conferencias:

·        una impartida por D. Miguel Ángel Hermida Jiménez, vocal de la RAHE, titulada: La documentación de las Órdenes Militares custodiada en el Archivo Histórico Nacional como fuente documental para estudios genealógicos

 ·        y otra por D. David Huidobro Sanz, miembro de la RAHE, titulada: Recursos online para la investigación genealógica



Más allá de esta semana, el portal permanecerá abierto y se convertirá en La Maison de la Genealogy®, el portal donde se agruparán todos los involucrados en la genealogía. https://france-genealogie.org/

 PROGRAMA Y LISTA DE CONFERENCIAS

martes, 22 de septiembre de 2020

Pedro Navarro, Célebre por su actuación en las Guerras de Italia y Norte de África

Militar e ingeniero y uno de los mejores militares de las guerras de Italia
Hidalgo y Conde de Alvito (Provincia de Frosinone, Región del Lacio, Italia)


Pedro Navarro nació, probablemente, en Garde (Navarra), hacia 1460, en Nápoles. Hijo de un hidalgo navarro llamado Pedro del Roncal, en su juventud se dedicó al pastoreo y a las labores propias de la tierra.

Pasó a Italia y se enroló como soldado raso en las tropas florentinas que luchaban contra Génova, en 1487. En esta guerra se hizo famoso manejando la pólvora, donde ensayó el uso, por primera vez, de minas terrestres que consistían en excavar túneles hasta los cimientos de la muralla, rellenarlos de pólvora, hacerla explotar y así conseguir que los muros se derrumbaran y facilitar el asalto.

Terminada la guerra, marchó a Nápoles, donde se puso al servicio del Marqués de Crotona y se dedicó al corso, atacando navíos y puertos en las costas griegas y norteafricanas para conseguir esclavos y botín que vendían en la propia ciudad.

En 1495, comenzó la guerra de Italia entre Los Reyes Católicos y el Rey francés Carlos VII. El Marqués de Crotona, y con él Pedro Navarro, tomó partido por los franceses debido a unas expropiaciones en su señorío ejecutadas durante las operaciones del Gran Capitán en Calabria.

Dos años después, terminada la guerra, las propiedades del Marqués le fueron restituidas y éste volvió a practicar el corso junto con Navarro. Se hicieron muy temidos tanto que Venecia, una potencia marítima de la época, destinó una flotilla y trescientos hombres para su captura. No lo logró, pero poco después el Marqués fue aprehendido por los turcos y llevado a Estambul donde fue ejecutado.

Navarro, herido gravemente en el asalto a una nave pirata portuguesa, decidió no volver al mar y dedicarse al manejo de la pólvora y la ingeniería militar, poniéndose al servicio del Gran Capitán, quien le hizo responsable de ambas actividades.

En la expedición a Cefalonia, Navarro pudo probar nuevas composiciones de pólvora para minas y el uso del azufre hirviendo que abrasaba a los defensores obligándolos a abandonar las murallas por sus vapores venenosos.

Siguió a Gonzalo Fernández de Córdoba en la segunda guerra napolitana con el rango de capitán. Fue un eficaz colaborador en la reforma de la infantería, llevada a cabo por el Gran Capitán, origen de los famoso Tercios de Infantería española que dominaron el arte de la guerra durante más de 150 años.

Tomó parte en la victoria de Ceriñola y en el ataque a la fortaleza napolitana de Castello Novo, que estaba considerada casi inexpugnable lo que dio ocasión a Navarro a demostrar sus habilidades. El mismo procedimiento usó para rendir la otra fortaleza napolitana, el famoso Castell dell´Ovo situado en el puerto de la ciudad. 

Con el Tratado de Lyon (1504), Luis XII reconocía la soberanía del Rey Fernando el Católico sobre Nápoles. Al terminar la guerra el Virrey concedía a Pedro Navarro la villa y el título de Conde de Alvito.

Castel Nuovo_Nápoles
 
Posteriormente, el Rey Católico se trasladó a Nápoles, destituyó de sus cargos a Gonzalo Fernández de Córdoba y a todos sus capitanes, excepto a Pedro Navarro, y en 1508 le nombró Capitán General de la Armada con la misión de conquistar los reductos piratas del norte de África y, al mismo tiempo, cumplir con lo testado por la Reina Isabel, de llevar la religión católica al continente. En julio, conquistó el Peñón de Vélez de la Gomera. Un año después conquistó Oran, Bujía y Trípoli, pero, a pesar de sus victorias, fue sustituido en el mando por García de Toledo, primogénito del Duque de Alba, a quien el Rey nombró capitán general de África con sede en Bujía.

Se produjeron a continuación, bajo las órdenes de Don García, dos de los fracasos más importantes de la época en la guerra contra los piratas en el norte de África como fueron la derrotas de la Isla de Yerba (Djerba) en agosto de 1510, conocida como isla de los Gelves, frente a la costa tunecina, y el fracaso de las islas de las Querquenes (Ker-Knah) en febrero de 1511, también en Túnez. La primera fue por una imprudencia basada en la confianza y la soberbia y el segundo a una traición.

Tras la derrota de Gelves, Pedro Navarro volvió a atacar la costa de Túnez. El objetivo era las islas de las Querquenes donde pensaba proveerse de agua y de carne. En febrero de 1511 desembarcó en la isla mayor una avanzadilla de 400 hombres al mando del coronel Jerónimo Vianelo, pero la traición de un alférez hizo que los corsarios de la isla degollaran al coronel y a sus hombres mientras dormían.

Navarro volvió a Italia, donde se le ordenó que combatiera, a las órdenes del Virrey Ramón Cardona, en los ejércitos coaligados de la Liga Santa contra la coalición formada por Francia, Ferrara y Florencia. Combatió en el intento fracasado de rendir Bolonia y en la batalla perdida de Rávena donde, a pesar del valor de la infantería española, mandada por Navarro, resistiendo los ataques de los mercenarios lansquenetes alemanes, los infantes franceses y, después de la huida del virrey junto con las tropas de retaguardia, tuvo que rendirse quedando prisionero del Duque de Longueville, que pidió un rescate de 20.000 escudos que el Rey Católico no pagó.

El Rey Francisco I, sucesor de Luis XII, le propuso en 1515 entrar a su servicio con el cargo de general, oferta que Navarro aceptó después de tres años sin que el Rey de España hubiera pagado su rescate. Devolvió al Rey su título de conde. Combatiendo con el ejército francés conquistó el Milanesado y el propio Milán y Brescia. Al acabar la guerra, sin ninguna ocupación, volvió al corso y a hostigar las costas berberiscas. Marginado por el rey francés, ofreció ponerse a disposición del Emperador Carlos I, pero su petición no fue aceptada.

Al estallar la guerra italiana de 1521 a 1526, Navarro otra vez se puso a disposición del Rey francés, fue capturado en Génova por el maese de campo Juan de Urbina, quien había sido soldado a sus órdenes durante la campaña del Gran Capitán. Estuvo preso durante cuatro años en el Castel Novo hasta que terminó la guerra.

Continuó a las ordenes del Rey francés. En la guerra de la Liga de Cognac, después del intento fracasado de tomar Nápoles y durante la retirada de la ciudad del ejército francés, una unidad de caballería ligera española capturó, de nuevo a Pedro Navarro que, recluido en Castel Novo, murió en setiembre de 1528 y está enterrado en la iglesia de Santa María la Nueva en Nápoles.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz y Andicano. El primer ingeniero de presas

Ingeniero, arquitecto, empresario, autor de obra científico-técnica. Hidalgo de sangre y caballero de la Orden de Santiago (1690), pudo trabajar en “oficios mecánicos” debido a la hidalguía universal de que disfrutaban los naturales del territorio.

Nació en Mondragón (Guipúzcoa), en 1669, el seno de una familia vasca de Parientes Mayores titulares de vínculos y mayorazgos, caballeros de hábito y con presencia en la Iglesia, el Ejército, la Administración local y la Monarquía, siendo el único hijo del matrimonio de Pedro de Villarreal y Gamboa con María Sáez de Andicano y Zelaa (Azafata de la emperatriz Margarita de Austria), ambos viudos y con descendencia al casarse en 1666. Huérfano de padre antes de cumplir un año, Pedro Bernardo heredó el mayorazgo de Bérriz en Vizcaya, correspondiendo el de Villarreal al primogénito de su padre, Sebastián de Villarreal. El primer conde de Monterrón, don Juan Sáenz de Andicano, era tío de Pedro Bernardo, Falleció en Lequeitio (Vizcaya), en 1740.

Ingeniero e industrial con herrerías y molinos hidráulicos. Estudió Gramática en el colegio jesuita de Vergara, probablemente dos años de Filosofía en Pamplona, y uno de Cánones en la Universidad de Salamanca. Tras su emancipación (1687), potenció una herrería de su patrimonio. Diseñó varias instalaciones que describe en su singular tratado Máquinas Hidráulicas de Molinos y Herrerías y Govierno de los Árboles, y Montes de Vizcaya (Madrid, 1736), exponiendo con claridad sus reglas de diseño; por ello, puede ser considerado «el primer ingeniero genuino de presas» (J. A. Fernández-Ordóñez).

Sus realizaciones innovan sobre la tipología de presas de arcos escarzanos y gravedad con contrafuertes, lo que le permite aligerar sus cuerpos; además, dota de inclinación al paramento de aguas arriba para facilitar el curso y estabilizar el muro. De pequeña altura (entre 2 y 5 m), las presas son en realidad azudes de derivación a instalaciones protoindustriales (molinos o ferrerías) que construyó en Vizcaya. La de mayor envergadura es la de Bedia sobre el Ibaizábal, con 4,50 m de altura y 56 de longitud en la coronación.

Potenció la repoblación forestal para el carboneo y la construcción. Escribió las notas de un curso sobre geografía, cosmografía y navegación, ya que fue profesor de náutica. Admirador de Tosca, diseñó incluso algunas bóvedas para iglesias. Alcalde en Mondragón y de Lequeitio, participó en el Gobierno Universal del Señorío de Vizcaya. Preilustrado, “novator”, en su casa albergaba una tertulia. A su muerte dejó una biblioteca con cerca de un millar de libros, mapas e instrumentos.

    
Su Obra: Máquinas hydráulicas de molinos y herrerías y govierno de los Árboles y Montes de Vizcaya. Dedicado a los Amigos Caballeros, y Propietarios del Infanzonado del muy Noble, y muy Leal Señorío de Vizcaya, y muy Noble, y muy Leal Provincia de Guipúzcoa, Madrid, Antonio Marín, 1736 (ed. facs., con “Prólogo” de J. A. García-Diego, San Sebastián, 1973).

Biografía extraída en parte de: SILVA SUÁREZ, Manuel, ed. TÉCNICA E INGENIERÍA EN ESPAÑA. EL SIGLO DE LAS LUCES, De la industria al ámbito agroforestal. Institución Fernando el Católico (Diputación de Zaragoza), 2005.

martes, 15 de septiembre de 2020

Catalina de Erauso. La monja alférez

Durante casi 400 años, el mito de la prodigiosa Monja Alférez ha permanecido vivo a través de estudios históricos, relatos biográficos, novelas, obras de teatro, películas, retratos y comics. Condenada a muerte en dos ocasiones.

Rebelde, violenta y valiente, Catalina de Erauso pasó a la historia como la Monja Alférez. Sus padres quisieron para ella la tranquila vida de un convento pero ella escogió una existencia de aventuras en el Nuevo Mundo. Su aspecto masculino le permitió, a Catalina, llevar una vida de soldado y luchador.

Catalina Erauso nació en San Sebastián en 1592. Sus padres, el capitán Miguel de Erauso (de origen hidalgo, que formó parte de la Armada Invencible) y María Pérez de Gallárraga y Arce, internaron en el convento de las Dominicas de San Sebastián el Antiguo a Catalina y tres hermanas suyas a muy temprana edad. Pero así como sus otras tres hijas aceptaron con obediencia la decisión paterna, Catalina dio pronto signos de rebeldía.



Retrato de Catalina de Erauso atribuido al madrileño Juan van der Hamen.

En 1607, cuando Catalina era una adolescente, participó en una discusión dentro del convento con otra novicia. Además de recibir varios golpes fue recluida en una celda de castigo. La joven tuvo entonces claro que no pasaría el resto de su vida entre aquellos muros y escapó. Los años siguientes Catalina vagabundeó por distintas ciudades españolas con una identidad falsa. Vestida de labriego se hacía llamar con distintos nombres masculinos. Su aspecto físico nada femenino así como su porte varonil ayudaron al engaño.

En Sanlúcar de Barrameda embarcó rumbo a América. Después de desempeñar varios oficios se enroló en el ejército español que por aquel entonces participaba en diversas guerras de conquista. Su manejo de las armas y su maestría en el combate le permitió llegar a ostentar el grado de alférez.

Sin embargo, Catalina no dejó nunca de participar en refriegas, conflictos y duelos que la obligaban a no permanecer demasiado tiempo en un lugar determinado por miedo a ser detenida. Se alista en el ejército y viaja hasta Chile, donde los españoles se encuentran inmersos en las guerras araucanas, conflicto que durante casi tres siglos enfrentó a las tropas monárquicas con los indígenas de la región meridional del país. Es en esa época cuando tiene lugar, sin duda, el episodio más truculento de su vida: el asesinato del capitán Miguel de Erauso, su hermano mayor, al que no reconoce en un duelo.

Finalmente fue detenida en Perú en 1623 tras una de tantas disputas. Declarada culpable y condenada a morir, Catalina decidió entonces desenmarcarase ante el obispo Agustín de Carvajal al que pidió clemencia. Fue entonces cuando tras casi 20 años de vida clandestina se destapó que aquel alférez español pendenciero era una mujer que había sido monja. Unas matronas certificaron además que era virgen. A Catalina le salió bien la jugada. Tras permanecer un tiempo en varios conventos peruanos, fue enviada de vuelta a España.

La fama de Catalina viajó más rápido que ella misma a tierras españolas. Así, el mismísimo rey Felipe IV quiso conocerla y oír de primera mano su historia. El monarca español no sólo mantuvo su graduación sino que le permitió que continuara llevando atuendo masculino. Fue Felipe IV quien la bautizó con el nombre con el que pasó a la historia: La monja alférez.

Con su espíritu aventurero, no era extraño que Catalina emprendiera de nuevo viaje, esta vez por el viejo continente. Llegó incluso hasta Roma donde el papa Urbano VIII la recibió y ratificó el permiso del rey español de que vistiera como un hombre.

 
Catalina terminó sus días en el Nuevo Mundo, en Cuitlaxtla (México), a donde viajó en 1630. Allí vivió los últimos 20 años de su vida. «Existen varias teorías sobre su muerte y sobre donde está enterrado su cuerpo. Algunas teorías cuentan que murió mientras cruzaba un río, otras apuntan a que sufrió un accidente llevando una caravana de mulos e, incluso, algunas abren la posibilidad de que alguien la hubiera atacado para robar la mercancía que llevaba durante un viaje, pero ni está confirmado el año de su muerte, ni cómo se produjo, ni donde fue enterrada.

 Autora de su propia historia. Plasmó ella misma su propia vida, no se sabe si de su misma mano o dictada a un tercero, lo cierto es que Catalina dejó para la historia sus propias memorias, La Historia de la monja alférez.



Amadeo-Martín Rey y Cabieses, Académico de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, recientemente, ha presentado la ponencia titulada Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, novicia, militar y escritora, que impartió en las “Jornadas de Historia Sanitaria aplicada a la mejora de las consecuencias de los campos de batalla”, organizadas por la Fundación V Centenario de la Primera Batalla de San Marcial, jornadas que tuvieron lugar el pasado mes de noviembre de 2019..

A lo largo de sus páginas se hace un recorrido por la figura de este personaje del siglo XVI, universalmente conocida como la “Monja Alférez”, de quien se estudia su genealogía, biografía, e incluso la obra literaria a la que sus andanzas han dado lugar.



Retrato del dramaturgo Juan Pérez de Montalbán, 
cuya obra 'La monja alferez' está basada en la biografía de Catalina de Erauso.

Otra obra, también muy interesante y que comparte muchos datos con la anterior, es Catalina de Erauso y Pérez deGalabraga: su verdad histórica, Paula Ruiz-Tagle Correa, Universidad Finis Térrea, Santiago de Chile, 2007, que además de la propia historia, contiene gran cantidad de anexos documentales en sus 166 páginas.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Antonio Gutierrez de Otero. Militar que derrotó a Nelson en su asalto a Tenerife

Venció al todopoderoso contraalmirante inglés Nelson, defendiendo Tenerife de su feroz ataque, en clara desventaja de hombres y armas en 1797.


Antonio Gutierrez de Otero y Santayana nació en Aranda de Duero (Burgos) en mayo de 1729 en el seno de una noble familia burgalesa, formada por don José Gutierrez (militar) y doña Bernarda González Varona, ambos naturales de Aranda de Duero.

Desde muy joven, con solo 7 años, ya ingresa en el Regimiento de Milicias de Burgos donde se instruye en el arte militar. Con 14 años, en 1743, sale con dicho Regimiento hacia Italia con el grado de Teniente de Milicias, donde permanece hasta la finalización de la guerra de Sucesión austriaca (Paz de Aquisgrán 1748).

En 1753 ingresa en el ejército regular como Teniente del Regimiento de Infantería de Mallorca con el que permanece en diversos lugares de la geografía española hasta que, ya con el grado de Teniente Coronel, marcha para América en 1765, permaneciendo en Montevideo más de 7 años donde participó en varias operaciones, destacando por su valor e iniciativa en todas ellas.

Por ello en 1770 el Capitán General de Montevideo, D Francisco Bucareli y Usúa, le designa como jefe de las tropas expedicionarias de desembarco, pertenecientes al Regimiento de Mallorca, que derrotaron a los Ingleses en la Gran Malvina, Puerto Egmont, y como un precedente de lo que ocurrió en Tenerife en 1797, permitió la salida de las tropas inglesas con honores. Este hecho sería la primera gran victoria de Antonio Gutierrez contra los ingleses. La capitulación fue firmada el 10 de junio de 1770 en Puerto Egmont por los comandantes ingleses Guillermo Maltby y Jorge Falmer y los jefes españoles Capitán de Navío Juan Ignacio de Madariaga y Coronel Antonio Gutierrez y Otero

En 1772 regresa a España ya con el grado de Coronel y el cargo de sargento mayor del Regimiento de Mallorca, donde permanece hasta 1775 en que se incorpora, con el Regimiento Inmemorial del Rey, a la triste expedición de Argel, donde demuestra sus magistrales dotes de mando, pero es herido gravemente en la cabeza. En esta operación coincide con Bernardo de Gálvez que también resultó herido.

Ya en el empleo de brigadier participa en el asedio de Gibraltar y además formó parte en 1781 de las fuerzas embarcadas que se dirigieron a Menorca para su recuperación, que se logró el 6 de enero de 1782, fecha que sirvió para instituir la Pascua Militar. Este hecho sería su segunda gran victoria sobre los. Gracias a los méritos contraídos, se le nombra en 1783 gobernador de la plaza de Mahón y Comandante Militar de Menorca y, posteriormente, ejerció el cargo de Comandante General de Baleares desde 1787 hasta 1790.

En octubre de 1790 asciende a mariscal de campo y es nombrado Comandante General de las Islas Canarias y Presidente de la Audiencia, con sede en Santa Cruz de Tenerife, “por el grande mérito y buenas circunstancias que concurren en este oficial”. El día 30 de enero de 1791 llegó a la isla de Tenerife y se dio a conocer al Mariscal de Campo don José de Avellaneda, tomando posesión del mando al día siguiente y, gracias a la experiencia adquirida en otras campañas, Gutierrez reorganiza las escasas y poco preparadas fuerzas a sus órdenes y prepara concienzudamente la defensa de las islas.

Horacio Nelson
Tras la declaración de guerra a Inglaterra en 1796, ocurre en Tenerife una de las páginas más gloriosas de nuestra Patria: la victoria del General Gutierrez contra la escuadra de Horacio Nelson el 25 de julio de 1797, donde perdió su brazo derecho, que le tuvieron que amputar. El escudo de Tenerife, para eterna memoria de las gestas de sus defensores, incluye el león inglés tres veces decapitado: en 1657 contra Blake, en 1706 contra Jennings y en 1797 contra Nelson, y el título de INVICTA.

Pocas semanas antes, el 5 de junio de 1797, el almirante inglés Jerwis había ordenado a su flota suspender los bombardeos de Cádiz y retirarse. No había logrado sus objetivos y estaba sufriendo demasiados daños por la firme resistencia de sus defensores y de la flota española allí concentrada, dirigida por el teniente general de la Armada José de Mazarredo.

Jerwis dirigió entonces su atención hacia Tenerife enviando a su segundo en el mando, el contralmirante Horacio Nelson, con su capitana Theseus y otros tres navíos, tres fragatas, un buque rápido Cutter Fox y la bombardera Rayo, capturada a los españoles en Cádiz.

A lo largo de la costa de Santa Cruz de Tenerife había 16 con 96 cañones en total. El teniente general Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana está al frente de las tropas del archipiélago y cuenta con un contingente de unos 1.700 hombres.


Durante los días 21 al 25 de julio de 1797 la isla se vio atacada por una escuadra británica mandada por el contralmirante Horacio Nelson, formada por nueve navíos y fragatas y un total de 3.700 hombres armados como tropas de desembarco, que pretendía la conquista de la isla. Canarias prácticamente carecía de unidades militares, por lo que la defensa corría a cargo de milicias formadas por los propios vecinos. A pesar de las escasas defensas, las milicias bajo el mando de Gutiérrez repelieron el asalto. La escuadra británica sufrió un total de 226 muertos y 123 heridos, y los españoles tan solo 23 fallecidos y 40 heridos.

Esta era la segunda vez que Nelson era derrotado por los españoles tras la campaña en 1781 de Matías de Gálvez en el Rio San Juan de Guatemala y también era la tercera gran victoria de Antonio Gutierrez sobre los ingleses.

Su Majestad el Rey lo asciende, confiriéndole además la Encomienda de Esparragal en la orden de Alcántara. Murió –soltero– el 14 de mayo de 1799 fue sepultado en la capilla del Apóstol Santiago de la parroquia de la Concepción de Santa Cruz de Santiago de la Laguna.

Todas sus acciones, tanto en Europa, como en África y América, contribuyeron de una manera muy importante a debilitar el poder inglés, con lo que se aceleró la independencia de Estados Unidos.

Para saber más:

sábado, 5 de septiembre de 2020

Andrés Gómez y Mena. El “Rey del azúcar”

Los Gómez-Mena fue una acaudalada familia de la sacarocracia cubana, dueña de numerosas propiedades entre mediados del siglo XIX y del XX, procedente de Cadaguas (Burgos), que logró levantar una formidable fortuna a expensas del negocio de la trata negrera (la esclavitud en Cuba se mantuvo hasta 1886), el contrabando y el comercio. La descendencia alcanzó grandes fortunas como comerciantes, hacendados y banqueros.


Andrés Gómez Mena, nacido en Cadagua (Burgos) el 5 de febrero de 1849, muerto a tiros en la Habana, el 11 de enero de 1917 (por el relojero catalán Fernando Reugart, quien argumentó que le había faltado el respeto a su esposa), fue hijo de Manuel Gómez-Marañón Díaz Sainz de Velasco Vicario y María Josefa de Mena y Zorrilla, casados en Cadagua en 1836. Andrés casó en la parroquia de Nuestra Sra. de la Asunción, de Guanabacoa (Ciudad de La Habana), el 23 de abril de 1877, con Eugenia Carlota Tomasa Vila y Pérez Neyla Portela (10/06/1860), hija de Jacinto Vila y Neyra, natural de Santiago de Compostela, jefe superior ad honorem de la administración civil de la Habana, comendador de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, y de Paula Josefa María de la O Pérez y Portela. Al unirse en matrimonio Andrés con Eugenia, ambos acordaron que la descendencia de sus cuatro hijos: María Luisa, José, Andrés, y Alfonso, llevaran como primer apellido la combinación de los dos apellidos del padre: Gómez-Mena, y como segundo el primero de la madre: Vila; así surgió el apellido Gómez-Mena Vila.

La familia, de origen hidalgo, era natural del Valle de Mena, en la Montaña de Burgos. Las Merindades, conocida también de antiguo como Montaña de Burgos, ha sido desde época medieval cuna de la nobleza española. Esta extensa área geográfica, emplazada entre la Cordillera Cantábrica y los páramos calcáreos de las Loras, comprende toda la zona norte de la actual provincia burgalesa. Vease: LA FAMILIA GÓMEZ MARAÑÓN, HOY GÓMEZ-MENA, de Óscar de Ascoz y Planes y Berta Balbás Arranz, ARAMHG, XIX, 2016, 353-368.

Ingenio de azúcar en la isla de Cuba
 
Andrés Gómez Mena, marchó en busca de su futuro como indiano, siguiendo los pasos de su pariente Joaquín Gómez de Mena, que emigró a Cuba en la década de 1830. Cuando murió fue enterrado en La Habana tras haber dado nombre a una de las principales avenidas de la ciudad y levantado cuatro ingenios azucareros. Su hijo José continuó el imperio y en 1936 se convirtió en el Secretario de Agricultura de Cuba y presidente de la Asociación Nacional de Hacendados, el lobby más importante de la isla.

 Cuba se convierte en el siglo XIX en el país productor de azúcar más importante del mundo. Los pequeños ingenios, que funcionaban desde finales del siglo XVI, se transforman en industrias modernas, al utilizar la máquina de vapor que sustituye la fuerza animal. Una tecnología que luego pasará a la metrópoli, donde surgirán grandes fábricas en las costas de Málaga y Granada. 


Su hija María Luisa (1880- Madrid 1963) se casó en 1902 con Agapito de la Cagiga Aparicio Mazas de la Bárcenas, santanderino, primer Conde de Revilla Camargo (concedido por Alfonso XIII en 1927), industrial, financiero, propietario y residente en La Habana donde muere en 1952.

María Luisa Gómez-Mena Vila, condesa de Revilla Camargo.

Su hijo José Genaro Ramón era conocido como "Don Pepe". En su juventud fue banquero y en 1919 se asoció con otros banqueros como Solís y Cámara O´Reilly. Estuvo casado en dos ocasiones y fue padre de una hija. Dirigía la familia Gómez-Mena; controlando la llamada “Manzana de Gómez”; grandes extensiones de tierra; casas; y edificios de apartamentos. La heredera de la fortuna familiar fue su hija Lilian Gómez Mena que, en 1936, se casó con Alfonso Fanjul Estrada sobrino-nieto de Manuel Rionda creando así el más grande consorcio azucarero que nunca tuvo Cuba.

Manzana de Gómez con anuncios de tiendas de su interior

Manuel Rionda Polledo (1854-1953), hijo del hidalgo asturiano Bernardo de la Rionda, tenía 16 años cuando, en 1870, decidió coger aquel barco que una vez al mes salía del muelle de Gijón cargado de mercancías y nuevos emigrantes con destino a Cuba, en busca de su tío materno Joaquín Polledo, que en aquellos años ya era un comerciante de fortuna en La Habana y Matanzas, y muy activo en el mundo del comercio del azúcar. Afortunadamente para él sería el primero en estudiar durante cuatro años en el estado americano de Portland. Los conocimientos adquiridos resultarían pronto decisivos para el desarrollo de su actividad empresarial. La familia Polledo de Noreña, también hidalga, eran los jueces nobles de la localidad, y también se asientasn en Cuba.

Atrás dejaba su pequeño pueblo asturiano, Noreña.  Dos décadas después, la Bolsa de Nueva York le bautizó como el “Rey del azúcar”. Falleció sin hijos, y debido a su tremenda fortuna sus hermanos se fueron a vivir a Cuba y EE. UU., donde estaban sus negocios. Su hermana María casó con el arquitecto Alonso Fanjul, la rama que después enlaza con los Gómez Mena.

La familia se exilió de Cuba tras la Revolución y hoy, el resultado de está aventura a través de tres siglos y cuatro países tiene el nombre del hijo mayor del matrimonio, Alfonso Fanjul Gómez de Mena, el hombre que suministra dos de cada tres cucharadas de azúcar que se consumen en EEUU, multimillonario de pasaporte español, miembro de una de las familias más adineradas e influyentes del país, y del Cuerpo de la Nobleza de Madrid.

  El rey emérito Juan Carlos I, con el presidente dominicano Danilo Medina (con bigote) y los hermanos Alfonso y Pepe Fanjul, en la inauguración de la avenida que lleva su nombre en el lujoso complejo Casa de Campo (República Dominicana), en mayo del 2015.

Nota. También hubo, posteriormente, otro personaje, Julio Lobo Olavarria, llamado (1898-1983) "el rey del azúcar".

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Alonso Luis Fernández de Lugo. III Adelantado de Canarias, conquistador de Santa Marta (Colombia)



Conquistador, caballero de la orden de Santiago, cuyo marco de actuación fueron los territorios del Nuevo Reino de Granada, en el continente americano. Tuvo los títulos de tercer Adelantado de Canarias y segundo de Santa Marta, y los de gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada (en la actual Colombia).

Alonso Luis Fernández de Lugo, hidalgo, nació en San Cristóbal de La Laguna, en 1506. Era hijo de Pedro Fernández de Lugo y de su esposa Dª Inés de Herrera y Ayala, y nieto de Alonso Fernández de Lugo, primer Adelantado de las Islas Canarias. Estuvo casado con la hermana de la Marquesa de Camarasa Dª Beatriz de Noroña y Mendoza de la Casa de los condes de Revadavia, teniendo por legítimo hijo y sucesor a otro D. Luis Fernández de Lugo y Noroña, que fue nombrado IV Adelantado mayor del archipiélago canario.

Será a partir de 1534 cuando adquiera especial notoriedad, pues gracias a un poder que le concede su padre se traslada a la península con el fin de solicitar la capitulación para la conquista de Santa Marta (fundada el 29 de julio de 1525 por Rodrigo de Bastidas).
Carlos V le concederá el asiento y capitulación el 22 de enero de 1535 y a partir de ese momento tanto él como su padre se dedicaron a organizar la expedición. Antes de embarcar Alonso Luis conseguirá del Monarca la confirmación de la concesión del hábito de Santiago y la promesa de que a la muerte de su padre heredará el titulo de gobernador de Santa Marta, junto con el de Adelantado de Canarias
Nuevo Reino de Granada
Los expedicionarios españoles no pisarían este territorio hasta el año 1499 cuando desembarcaron y, años más tarde, en 1514 se asentaron de manera permanente en Santa Marta y Cartagena de Indias. Desde ahí y una vez fundadas ambas ciudades en los años 1525 y 1533 respectivamente comenzaron su expansión hacia el interior del continente. Posteriormente, en 1538 Gonzalo Jiménez de Quesada fundaría lo que actualmente es Bogotá, pero que inicialmente se conoció como Nuestra Señora de la Esperanza y posteriormente como Santafé de Bogotá.

La expedición llegó a Santa Marta a primeros de enero de 1536, con 1.200 hombres, de los cuales unos 400 acompañaran a Alonso Luis, a quien su padre había nombrado capitán, a Sierra Nevada, en una campaña de grandes frutos económicos, por la gran cantidad de oro y joyas que pudieron sustraer a los indios, pero que también supuso el inicio de un largo conflicto con el Consejo de Indias por la apropiación indebida del tesoro. De hecho el 30 de marzo de 1536 Don Pedro Fernández de Lugo daba testimonio de una probanza contra su hijo, que según los testigos no sólo se había adueñado de todo el oro, por valor de más de 20.000 castellanos, sino que se había ido con ello a Tenerife, mientras su padre se quedaba en Santa Marta, falleciendo al poco tiempo, en el mes de enero de 1537.

 Antes, Alonso de Lugo reclamó para sí los méritos de conquistador obtenidos por Gonzalo Jiménez de Quesada. Alcanzó su pretensión y obtuvo la gobernación de la Nueva Granada, durante la cual conquistó el valle de Ibagué y fundó los municipios de Mompox y Tocaima. Los abusos que cometió como regente quedaron documentados. Se enmarcaron en la ambición por centrar en su persona la producción colonial, por eso ordenó poner preso a Hernán Pérez de Quesada y uno de sus hermanos, así como al conquistador Gonzalo Suárez Rendón. Fue el autor del primer crimen jurídico cometido en Santa Fe, y por temor a las represalias que podían recaerle por sus constantes excesos, dejó al Nuevo Reino en 1544.

Fue encarcelado en La Habana por un juez, al que entregó dinero para obtener su libertad. Al llegar a España, fue acusado por los atropellos que cometió contra Suárez Rendón, pero la sanción contra él fue leve. Los demás procesos causados en su contra solo consiguieron que se le desterrara a Mallorca, logrando que la sentencia no fuera un castigo, pues retuvo allí el rango de coronel y un ejército con el cual pasó a batallar en Italia y en Flandes. 


Una orden de la Corte le solicitó acudir a la defensa de Córcega, amenazada de berberiscos y bloqueada por los franceses. Don Alonso Luis partió para Córcega acompañado de su pariente el capitán Francisco Valcárcel de Lugo, natural también de Tenerife, que fue testigo presencial del arrojo y pericia, y tras conseguirse la retirada del enemigo y dejar libro la Isla, con él regresó a Flandes. Murió en Gante, en cuya catedral está enterrado, el 15 de octubre de 1556, a los 19 años de la muerte de su padre..