viernes, 29 de junio de 2018

Los Consejos. El sistema polisinodial en la monarquía hispánica


El gobierno de la Monarquía Hispánica durante el período de los Austrias mayores (Carlos I y Felipe II) se configuró como "sistema polisinodal", cuyo origen se hallaba en la reestructuración gubernativa puesta en marcha por los Reyes Católicos. El principal organismo de gobierno fue el Consejo Real, que era, en realidad, el Consejo de la Corona de Castilla.

Este sistema se terminó de formar bajo el reinado de los Austrias (siglos XVI-XVII). Estos organismos colegiados, de carácter consultivo, ayudaban en la gobernación a los reyes, durante los primeros siglos de la época Moderna.


Ya desde Fernando de Aragón e Isabel de Castilla los territorios hispánicos eran diversos y dispares. Lo único que tenían en común era una misma dinastía reinante y un mismo credo religioso: el catolicismo. Controlar los territorios europeos, las colonias y la península, era una tarea dura y difícil para los monarcas, e incluso para unos pocos consejeros. Por eso se formaron varios Consejos, cada uno con ciertas obligaciones sobre cierto territorio y con ciertas restricciones. Siempre que se fuera a tomar alguna decisión el rey debía de saberlo y dar su consentimiento.

El primer consejo del que se tienen datos fue el Consejo de Castilla o Consejo Real, creado por los Reyes Católicos. Aunque el más importante fue el Consejo de Estado, la sede de la mayoría de ellos se encontraba en el Palacio Real, para facilitar al rey su acceso. Cada uno de ellos tenía un máximo representante y varios consejeros, todos los puestos estaban ocupados por nobles, virreyes, altos cargos eclesiásticos, militares y grandes confidentes y amigos del rey. Con este sistema se favoreció la aparición de la figura del valido. Una burocracia lenta y en muchas ocasiones inútil hizo que desapareciera, prácticamente, con la llegada de la dinastía Borbón en el siglo XVIII, que instauró el sistema de Secretarías siguiendo el modelo francés.

Existen numerosas clasificaciones de los consejos, siendo quizá la más común la separación en Consejos Territoriales y Consejos Temáticos, aunque en esta división hay que dejar fuera al Consejo de Estado


Consejo de Estado: instituido en 1521, considerado el primero en dignidad y el más elevado en la jerarquía de todos los consejos. El rey era el máximo dirigente de este consejo y también se encontraban duques y obispos entre los consejeros. Asistían al rey en cuestiones de política exterior, guerra y paz y todos los temas importantes referentes a la monarquía.
Consejos Territoriales

1.    Consejo de Castilla: fue el primero, creado por los Reyes Católicos en el 1480, sigue en importancia al Consejo de Estado y se encargaba principalmente de administrar la justicia del rey y del gobierno y administración del reino de Castilla.
2.   Consejo de Aragón: actúa dentro de Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca y de Nápoles, Sicilia y Cerdeña, aunque estas tres últimas se subrogaron al Consejo de Italia. Se encarga del gobierno la administración y los problemas de jurisprudencia entre la corona y los fueros.
3.   Consejo de Italia: se encarga de los territorios de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y el ducado de Milán, su papel es el del nombramiento de los virreyes en las antiguas posesiones italianas del Reino de Aragón y de la justicia, gobierno y administración. Se creó en 1555 y desapareció junto con el poder hispánico en estos territorios.
4.   Consejo de Portugal: trata los asuntos de gobierno, administración, justicia y nombramiento de cargos eclesiásticos y oficiales en el Reino de Portugal. Creado en 1582 y desaparecido junto con la independencia de Portugal en 1640.
5.  Consejo de Flandes: se encarga de la justicia, gobierno, administración, nombramiento de cargos y hacienda de Flandes y Borgoña. Tomó parte en la guerra con Flandes. Se creó en 1588 y desapareció en 1713 con el tratado de Utrecht.
6.   Consejo de Indias: se creó en 1524 su jurisdicción se concentra en las colonias hispánicas en el continente americano, se encarga de la Casa de la Contratación de Sevilla, de proponer cargos de justicia, del comercio y del tráfico marítimo.

Consejos Sectoriales

1.   Consejo de Inquisición: creado por los RR.CC en 1488, este consejo no dependía de la monarquía ni del rey, sino directamente del papado y de la Santa Sede. Aunque en su finalidad beneficiara a ambos ya que mantenía unidos a los territorios con la exaltación de la supremacía religiosa. Su máximo representante era el Inquisidor General.
2.   Consejo de Cruzadas: administraba las bulas y los subsidios pontificios para las guerras contra el Imperio Turco. Se creó en 1525.
3. Consejo de Hacienda: Carlos V reorganizó y estructuró todo el sistema institucional y administrativo y después creó este consejo para que recaudará los impuestos, os administrara y velara por la solvencia de la monarquía. Creado en 1523.
4.   Consejo de Cámara de Castilla: convoca las Cortes para que el rey se pueda reunir con los nobles y los consejeros.
5.  Consejo de Guerra: formado por altos cargos militares y algunos consejeros de estado, su función es la de la defensa de la corona, principalmente se encarga de las fronteras, el armamento, las galeras, etc., pero no llega a meterse en asuntos de guerra.
6.  Consejo de las Órdenes militares: creado en 1495, abarca todo lo referente a las antiguas órdenes militares de Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa.
Además de éstos hay otros consejos que no está muy claro si llegaron a ser tales o no, como el Consejo de Navarra, ubicado en Pamplona.

Los secretarios eran los encargados de evitar que el gobierno cayera en parálisis y permitieron que funcionaran todo el sistema polisinodial, ya que daban respuestas a la necesidad de un poder ejecutivo más rápido y eficaz, siendo un nexo de unión entre el rey y los consejos.

El tedioso procedimiento de los consejos tenían como consecuencia la acumulación de asuntos sin resolver y la parálisis de la administración, lo cual no podía permitirse en ocasiones de urgencia o necesidad.

El sistema polisinodial no estaba mal estructurado, pero resultó ineficaz por su lentitud en la toma de decisiones. Actuaba en la Corte, al lado del Rey, a quién aconsejaban. Con la llegada de los Borbones, prefirieron instaurar el sistema de Secretarías siguiendo el modelo francés y solo mantuvieron el Consejo de Castilla.

martes, 26 de junio de 2018

Lope de Figueroa. Militar destacado en Flandes, Granada y Lepanto. MdC de los Tercios


Notable militar, caballero de la Orden de Santiago, comendador de la encomienda de los bastimentos del Campo de Montiel, capitán, maestre de campo general y capitán general de la costa del Reino de Granada.

Lope de Figueroa nació en Guadix (Granada), alrededor del año 1541, procedente de una familia noble. Su padre era el capitán don Francisco Pérez de Barradas y Atoguia, alcalde la Peza que, en tiempos de los Reyes Católicos, fue un destacado oficial de la corte. Como hijo segundo, a Lope de Figueroa –apellido que tomó de su madre: doña Leonor de Figueroa y Zapata Ponce de León, bisnieta del primer conde de Feria–, tenía dos opciones: elegir la carrera eclesiástica o la militar, decantándose por esta última y a los 18 años se fugó a Milán, donde acudió al virrey Fernández de Córdoba (nieto del célebre Gran Capitán) y le pidió ingresar como soldado en el Tercio de Lombardía, permaneciendo casi treinta años de su vida al servicio de los famosos tercios.

Detalle del monumento situado en Madrid
Ya como capitán intervino en la conquista de la isla de los Gelves, en el golfo de Túnez (1559-60), donde fue hecho prisionero*. Tras unos pocos años de cautiverio en Constantinopla, junto a su primo Rodrigo de Zapata, también capitán, fue rescatado por su padre pagando la fuerte suma de 4.000 mil ducados.


*Su primera gran confrontación con los turcos empezó mal. En 1560, Felipe II había ordenado al duque de Medinaceli acometer la conquista de Trípoli, nido de corsarios berberiscos. Después de un fracaso naval a las puertas de Trípoli, auspiciado por la timidez de Andrea Doria, Medinaceli arremetió la conquista de la isla de Gelves, al sudeste de Túnez, donde ordenó levantar un fuerte. Advertida la flota otomana, ésta se presentó en un plazo de 20 días, sorprendiendo a los españoles aún en los preparativos. Figueroa, ascendido a capitán por petición del virrey de Milán, participó del desastre de Gelves (con 10.000 muertos entre las filas cristianas) y fue llevado cautivo a Estambul junto a 5.000 prisioneros cristianos.

El mismo año de su liberación tuvo tiempo de socorrer Orán, la principal ciudad española en África, que permanecía asediada por piratas argelinos. Al año siguiente colaboró en la toma del islote de Vélez de la Gomera liderada por García de Toledo. Así, participó como capitán del Tercio de Sicilia en la toma del Peñón de Vélez de la Gomera (1564) y aquel mismo año, al mando de 300 arcabuceros, intervino en la conquista del castillo de Istria en la localidad corsa de Sollacaro, y al año siguiente en el socorro de Malta**, distinguiéndose en el ataque a la torre de Falca.

**Después de ser expulsada de Rodas, el rey Carlos I había cedido a la belicosa Orden de los Hospitalarios la isla de Malta para que hostigara a la flota turca. En 1565, Solimán el Magnífico desplegó 175 galeras, 200 naos y 40.000 soldados con la intención de reducir a cenizas la base cristiana, fracasando en el intento.

La heroica defensa orquestada por el gran maestre de la orden, Jean Parrisot de La Valette, retrasó la conquista lo suficiente como para que el virrey de Sicilia, García de Toledo, pudiera preparar una fuerza de socorro. Así, los tres meses y con la isla a punto de claudicar, una escuadra de galeras a cargo del almirante Álvaro de Bazán rompió el bloqueo marítimo y consiguió desembarcar a 10.000 españoles, dirigidos por Álvaro de Sande. Los castellanos cayeron sobre las filas musulmanas antes de que estas pudieran percatarse de su superioridad numérica, y los hicieron huir.

Las tropas españolas, con Lope de Figueroa a la cabeza de una compañía del tercio de Sicilia, emprendieron camino a Flandes en 1568, donde el Duque de Alba planeaba utilizarlas contra los rebeldes. Ya en Flandes, al mando de una compañía de arcabuceros en la vanguardia del Tercio de Sicilia, Figueroa intervino destacadamente en las batallas de Jemingen, Maatrich, Mons y en la de Jodoigne, servicios que le valieron la felicitación del rey Felipe II y una pensión vitalicia de 400 ducados anuales. Con el favor real, Lope de Figueroa pidió un nuevo destino, para sofocar el levantamiento de los moriscos en Granada***. Don Juan de Austria, junto a Luis de Requesens, fue puesto al mando de tropas llegadas de Italia. Lope de Figueroa, «atendiendo a la experiencia que tiene de las cosas de la guerra», solicitó el mando de uno de esos tercios.

Desde 1567, Felipe II se había propuesto eliminar los resquicios musulmanes de «la diócesis menos cristiana de toda la cristiandad». Carlos I había otorgado una prórroga de 40 años a los moriscos de Granada para abandonar sus prácticas islámicas. Pero cerca de vencer el plazo, seguía predominando la costumbre árabe en ciertas regiones granadinas, y la connivencia con los turcos abría la posibilidad de un ataque en suelo patrio.

Siendo maestre de campo (MdC) de su tercio, llamado “de Figueroa” o también “de Granada”, combatió para sofocar el levantamiento de La Alpujarra (1568-1570) llevando a cabo destacadas acciones en Galera, Purchena, Huécija, Tíjola, Andarax y Serón, donde recibió un balazo en una pierna que lo dejó medio cojo.También Don Juan de Austria fue herido en esta refriega, y solo gracias al sacrificio de Luis de Quijada —su antiguo ayo— pudo salvar la vida. Pese a las complicaciones, en marzo el Tercio de Figueroa tomó Tíjola, y para agosto la guerra terminaba. A la espera de un nuevo destino, Figueroa fue nombrado jefe de los presidios de la Costa de Granada con la misión de capturar y evitar la huida de los moriscos hacia África.

De La Alpujarra pasó a Italia en 1571, siendo decisiva su participación desde la galera real, junto a Miguel de Moncada y Bernardino de Cárdenas, en la batalla naval de Lepanto (Don Juan de Austria fue puesto a la cabeza de la Santa Liga (formada por España, Venecia y el Papa), que se proponía hacer frente a la flota otomana), inclinando la victoria del lado de la Liga Santa.



Don Juan de Austria, el nuevo gobernador de Flandes, ordenó el regreso de los tercios españoles y Figueroa partió de Milán el 22 de febrero de 1578, llegando cerca de Namur el 13 de abril, Figueroa pasó los siguientes tres años combatiendo a los holandeses, bajo el mando de Alejandro Farnesio, ante la muerte el 1 de octubre de 1578 del hijo de Carlos I. en 1582, su actuación en la batalla de la isla Terceira (archipiélago de las Azores) a las órdenes de Álvaro de Bazán, desde la galera San Mateo, fue decisiva.

Escudo del Marquesado de Cortes de Graena, otorgado en 1683 a Antonio Lope Pérez de Barradas, heredero de los servicios prestados a la corona por Lope de Figueroa.


La familia Pérez de Barradas es un linaje andaluz de origen portugués que se estableció en Guadix después de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1489. En 1683, don Antonio Lope Pérez de Barradas y Aguayo Portacorrero obtuvo el Marquesado de Cortes de Graena. Mas adelante, este marquesado se uniría al de Quintana de las Torres y al de Peñaflor, estableciéndose en Écija (Sevilla). Don Lope de Figueroa dejó de heredero de sus bienes a su hermano Don Fernando Pérez de Barradas y Figueroa, heredero del mayorazgo. Tuvo una hija, doña Jerónima, que fue monja.


Murió el 28 de agosto de 1585 en Monzón de Aragón, cuando formaba parte del séquito real alojado allí para celebrar las Cortes del Reino de Aragón, a causa de un brote de peste que apareció en la villa y causó más de 1.500 víctimas. Según había dispuesto, sus restos se depositaron en el Monasterio de San Francisco y unos meses después son llevados a Guadix y depositados en la iglesia de San Francisco.

Los títulos que poseía Figueroa y que había conseguido en sus múltiples campañas fueron: “Comendador de la Encomienda de Bastimentos del Campo de Montiel, Capitán General de la Costa del Reino de Granada, Maestre de Campo General de la Isla Tercera, Islas Azores, Caballero de Avito de Santiago” (Testamento de 1585). Hay que añadir el de Maestre de Campo del Tercio de Figueroa, actual RIMZ. “CÓRDOBA” Nº 10.

Su figura llegó a ser tan importante en el siglo XVI y el siguiente, que fue uno de los personajes predilectos para las obras de teatro de los escritores más famosos del Siglo de Oro español
Figueroa fue recordado por la inmortal Lepanto y por la célebre obra de teatro “El Alcalde de Zalamea”, donde su autor Calderón de la Barca –que también combatió en los tercios– le pone como el clásico capitán de humor amargo. Desde 1572 y hasta 1575, Miguel de Cervantes sirvió como soldado aventajado en el tercio de Figueroa, que tras Lepanto tomó el nombre de Tercio de la Sacra Liga, al integrarse al mismo la compañía del capitán Manuel Ponce de León en la que estaba enrolado.

sábado, 23 de junio de 2018

Octavo centenario de la fundación de la Orden de la Merced



Con motivo de la celebración del VIII centenario de la fundación de la Orden de la Merced, el Real Ilustre y Primitivo Capítulo Noble de Caballeros de la Merced, celebró este sábado, 23 de junio, a las 12.00 horas, en el Monasterio de las Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón (Madrid), una Misa solemne y un Te Deum.
Miembros de la Orden de La Marced



Varios de los asistentes al acto
 


 
Al acto religioso acudieron representantes de distintas corporaciones nobiliarias, entre ellas la Real Asociación de Hidalgos de España, y a la finalización del mismo se sirvió un aperitivo en el claustro del monasterio.

Monasterio de las Madres Mercedarias(Madrid)

Emblema del Real Ilustre y Primitivo Capítulo Noble 
de Caballeros de la Merced

El Capítulo Noble de Caballeros de la Merced se constituyó canónicamente el 26 de junio de 1974 en el seno  de la Real Ilustre y Primitiva Archicofradía de María Santísima de las Mercedes, fundada el 3 de septiembre de 1724 en el convento madrileño de las Madres Mercedarias, conocido popularmente como “ Convento de Don Juan de Alarcón “. La misma formaba parte de un grupo de congregaciones vinculadas  a la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, más conocida como Orden de la Merced, instituida en 1218 por San Pedro Nolasco, en la Corona de Aragón.

martes, 19 de junio de 2018

Bernardo de Vargas Machuca. Soldado, escritor y naturalista

Escribió varios libros, el más popular fue "Milicia indiana y descripción de las Indias".

Nacido en Simancas (Valladolid) en 1557. Fue soldado, capitán, explorador, conquistador, escritor, y mucho mas, que llegó a América allá por el año de 1574; gobernador de Portobelo y de la isla Margarita. Murió en Madrid en 1622, cuando habia sido nombrado gobernador de la provincia de Antioquia, Cáceres y Zaragoza, en Nueva Granada, hoy Colombia.



A finales del siglo XVI, los indios araucanos, rebelados contra la dominación española, habían dado muerte al gobernador Óñez de Loyola, y amenazaban con recobrar su independencia. En la dificultad de incurrir en nuevos gastos para suministrar a Chile los socorros que este reino necesitaba, se pensó en enviar un nuevo Gobernador, creyendo que con sus propios recursos y los que le llegasen del Perú se podría reponer este país de sus quebrantos.

Aunque el gobierno de Chile era muy poco codiciable en esas circunstancias, no faltaron quienes lo pretendiesen y uno de éstos fue el capitán Bernardo  de Vargas Machuca, pobre hidalgo de Simancas, que podía hacer valer largos servicios militares; Vargas Machuca, aunque no conocía Chile y sus habitantes más que por la lectura del poema de Ercilla y su nombre sería desconocido si no se hubiera conquistado cierta notoriedad en la literatura histórico-geográfica de América.

Se consagró desde muy joven a la carrera militar, sirvió primero seis años en los ejércitos de Italia y pasó luego a las Indias, donde permaneció más de dos décadas, participando en numerosas acciones guerreras.

Su proposición, en agosto de 1599, de pacificar Chile fue desatendida por el Rey Felipe III y por el Consejo de Indias, que nombró en el cargo al capitán Alonso de Ribera, soldado valiente y entendido, que sólo conocía de nombre las colonias de América, pero que tenía una larga experiencia militar adquirida en 24 años de constante batallar en las guerras de Flandes. Así, Bernardo, en vez del alto puesto que solicitaba, obtuvo  algunos  años después otro más modesto, el de gobernador de la isla de la Margarita, que desempeñaba todavía en 1615.

De regreso a la metrópoli, publicó en Madrid su Milicia y Descripción de las Indias (1599), obra que comprende, en realidad, tres libros independientes. El primero es un tratado de arte militar adaptado a las circunstancia de América. Más que sus referencias técnicas a las armas y municiones, hay que destacar, desde un punto de vista, el capítulo "Prevención e medicinas y aplicación de ellas", interesante resumen de medicina militar. El segundo libro se titula "Descripción breve de todas las Indias Occidentales, con la Ydographía y Geographía de las costas del mar, Reynos y particulares Provincias". En un lenguaje sencillo, Vargas ofrece descripciones muchas veces precisas de los animales, plantas y minerales que había podido observar, así como numerosas noticias relativas a la geografía física americana. El tercer libro o "Compendio de la Sphera" es un breve esquema de las ideas cosmográficas tradicionales.
 
 

Vargas publicó, además, un tratado sobre la jineta, considerado como uno de los mejores textos sobre equitación aparecidos en la España de los siglos XVI y XVII. Impreso por vez primera en 1600, apareció una segunda edición ampliada en 1619. Aparte de exponer el arte de la jineta con sus ejercicios, se ocupa de las condiciones del caballo e incluye un resumen de albeitería.


Leyenda: 

BATALLA DE JEREZ, en donde peleó don Diego Pérez de Vargas, quién al perder la espada tomó un gruesa rama de olivo y machacó tantos moros que le apodaron MACHUCA.

viernes, 15 de junio de 2018

Juan de Lángara y Huarte. Octavo Capitán General de la Real Armada Española



Marino, militar, matemático y cartógrafo español que ejerció el cargo de Ministro de Marina y Director interino General de la Armada con el rey Carlos IV, cuando Luis de Córdova, que lo desempeñaba en propiedad, pasó a mandar la escuadra combinada franco-española.

Caballero de la Militar Orden de Calatrava. En la que obtuvo la encomienda de las casas de Talavera. Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. Gentil-Hombre de Cámara de S. M. en ejercicio.


Juan de Lángara y Huarte
Juan Francisco de Lángara y Huarte, hijo del marino Juan de Lángara y Arizmendi, nació en La Coruña en septiembre de 1735 por estar su padre destinado en el Departamento de Ferrol, al mando de una compañía de los Batallones de Infantería de Marina. Sentó plaza de guardiamarina el uno de mayo de 1750, y habiendo efectuado con sumo aprovechamiento todos sus estudios elementales en la academia, fue propuesto por Jorge Juan, entonces capitán de la Compañía y director de estudios, para que ampliara sus estudios de matemáticas en Paris. Al regreso, embarcó en diferentes buques y navegó por las costas de España y África. Se casó en 1774 con María Lutgarda de Hevia y Navarro, marquesa del Real Transporte y de la Victoria, hija del Jefe de Escuadra Gutierre de Hevia, y nieta del I Capitán General de la Real Armada, don Juan José Navarro de Viana y Búfalo.
Juan de Lángara Arizmendi


Juan de Langara Arizmendi


Almirante de origen vasco nacido en Cádiz en 1700 y muerto en la misma ciudad en 1781. Tomó parte en el combate que la armada de Gaztañeta sostuvo contra el almirante Bing. Se halló presente en el levantamiento del sitio de Ceuta sosteniendo encuentros con los piratas berberiscos. Desempeñó varias comisiones que se le encomendaron. Ejerció el mando del arsenal de Cádiz interinamente y la dirección general de la armada (1780).

Más tarde, y mandando ya un buque, hizo tres viajes a las Filipinas, desde 1766 a 1771; mandó en estas travesías el navío mercante “El Buen Consejo” y las fragatas de guerra   “Venus”  y  “Rosalía”,  poniendo en uso en estas navegaciones, los adelantos del arte del pilotaje.

Mandando en 1773 la fragata  “Venus”, en viaje a Manila junto con Mazarredo, en una noche de Luna, se le ocurrió a éste la posibilidad de determinar la longitud por la distancia de ese astro a una estrella.

Por aquél entonces había una gran pugna científica entre algunas naciones; Reino Unido, sobre todo y Francia realizaban experiencias en la mar. Lángara recibió la orden de efectuarlas con la fragata  “Rosalía”, en el año 1774. Esta expedición científica tenía por objeto poner en práctica en la mar, todas las observaciones, métodos y adelantos de la física, de la astronomía y del arte de navegar. Acababan de alcanzar esas ciencias un grado de perfeccionamiento del que desconfiaban los marinos exclusivamente prácticos. Durante seis meses navegó Lángara por el Atlántico, corrigiendo errores de las cartas náuticas. Llevaba ilustres auxiliares; Mazarredo, Apodaca, Varela y Alvear.

En 1776, mandando el navío  “Poderoso”, buque insignia del marques de Casa-Tilly y en su expedición contra las colonias portuguesas del Brasil, con el ejército del general Cevallos, tomó parte en la conquista de la isla de Santa Catalina.

En 1779, declarada la guerra al Reino Unido, se mantuvo cruzando por las inmediaciones de las islas Terceras, mandando una división compuesta por los navíos  “Poderoso”  y  “Leandro”  y dos fragatas. Sufrió duros temporales, uno de ellos le puso en trance de perecer, ya que naufragó el navío  “Poderoso”, salvándose por fortuna toda su dotación en las fragatas, gracias al acierto de las órdenes dadas por Lángara. Pasó su insignia al  “Leandro”; con su división apresó a la fragata corsaria británica  “Wincheon” sobre la isla de Santa María; pero poco después fue capturada la  “Morisca”, española, por la  “Pearl”, británica.

Fue ascendido a jefe de escuadra el once de diciembre de 1779.

Juan Francisco de Lángara y Huarte (Museo Naval)
El 14 de enero de 1780, mandando una escuadra compuesta por once navíos y dos fragatas, sostuvo un combate contra fuerzas británicas, mandadas por el almirante Rodney, que llevaba veintiún navíos y diez fragatas. Arbolaba Lángara su insignia en el navío  “Fénix”  y con él sostuvo el choque contra varios navíos enemigos a la vez, cayendo entre muertos y heridos más de la tercera parte de la dotación del navío capitana. El mismo Lángara recibió tres heridas graves.  Se perdieron cinco navíos; hubo cuatro apresados: “Diligente”, “Monarca”, “San Justo” y “San Julián” y uno volado, el “Santo Domingo”. El combate comenzó a las dieciséis horas, un día tempestuoso y duró ocho horas. Al ver la desigualdad del número, los españoles trataron de eludirlo, pero Rodney les forzó a él maniobrando hábilmente.

Es curioso lo acaecido en navío  “San Julián”, que una vez tomado y marinado por los británicos se vio empeñado contra la costa y aquéllos, tuvieron que recurrir a pedir el auxilio de sus prisioneros, españoles, que no se lo dieron sino a condición de que los británicos se constituyeran en prisioneros a su vez, dándose el caso peregrino de que un buque entrase en Cádiz llevando cautivos a sus mismos vencedores. No obstante lo adverso del combate, fue tal el comportamiento de Lángara que, al poco tiempo de su ascenso anterior, se le promovió al grado de teniente general, con fecha tres de febrero de 1781.

En 1783 se le dio el mando de la escuadra que había de unirse a la francesa para la conquista de Jamaica, mas habiéndose firmado la paz, quedó sin efecto el plan de la expedición. En esta paz se reconoció la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. En marzo de 1793 se declaró la guerra a la república francesa y se dio a Lángara el mando de la escuadra del Océano, fuerte de dieciocho navíos; arbolaba su insignia en el  “Reina Luisa”. Con ella operó en el Mediterráneo y en combinación con la británica de Hood, tomó posesión del puerto de Tolón con su arsenal y fortaleza, a la sazón defendidos por el capitán de artillería, que más tarde había de ser primer cónsul y después Emperador de los franceses.

Navío Reina Luisa, capturando a la fragata francesa Ifigeni
Una vez efectuada la evacuación de Tolón, al conquistar el ejército francés las posiciones dominantes que hacían imposible la permanencia de la escuadra aliada, cooperó con su escuadra a la defensa de Rosas y apresó a la fragata “Ifigenia”.

En 1795, sin cesar como comandante principal de batallones de marina, fue nombrado capitán general del departamento de Cádiz. En 1796 fue designado secretario de estado y del despacho universal de marina y dos años más tarde, sin cesar en tan alto cargo, ascendió a capitán general de la Real Armada y se le nombró director general de la misma. En 1799 obtuvo plaza efectiva en el Consejo de Estado. Falleció en Madrid el dieciocho de enero de 1806.

martes, 12 de junio de 2018

Juan Nuñez de la Peña. Estudioso e historiador de Canarias


Cronista de los reinos de Castilla y León, familiar del Santo Oficio, historiador de Canarias.
 

Juan Nuñez de la Peña nació en la Ciudad de la Laguna de Tenerife y fue bautizado en la parroquia de los Remedios en 31 de mayo de 1641. Fueron sus padres el Capitán Juan Nuñez de la Peña, natural de Tenerife, y su mujer Maria de Sales, natural de Córdoba.

Estudió latín y humanidades en el colegio de San Agustín de La Laguna y después siguió el estado eclesiástico y recibió las órdenes menores en 1659. Siendo joven se interesa por la heráldica y la genealogía. Viaja a la península, asentándose en Toledo, donde trabaja durante algún tiempo como notario.

Regresaría a Canarías en el séquito del obispo Bartolomé Jiménez. A su regreso, comienza a recopilar datos y documentos que le servirán para escribir el libro por el que pasaría a la posteridad, "Conquista y antigüedades de la isla de la Gran Canaria y su descripción, con muchas advertencias de sus privilegios, conquistadores, pobladores y otras particularidades en la muy poderosa isla de Tenerife, dirigido a la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Candelaria". Esta obra se publica en 1676, siendo reeditada tres años después con correcciones de su autor. La copiosa biblioteca del convento de San Agustín, donde se había educado, fue la base de su investigación.

Fruto de las investigaciones que abordó para la composición de su obra, se dedicaría a la investigación de documentos municipales, notariales y eclesiásticos, especialmente los que llegaban al ayuntamiento de Tenerife. Así, confeccionaría un libro con las ordenanzas municipales, con lo que consiguió salvar unos documentos muy importantes para conocer e interpretar la vida en Canarias en su tiempo. También investigó la genealogía de casi todos los apellidos del archipiélago. Por sus trabajos en el ayuntamiento de Tenerife, en julio de 1701 fue recompensado por la Corona con una pensión de 200 pesos y con el título de cronista general de los reinos de Castilla y León.

Falleció en La Laguna el 3 de enero de 1721. Una lápida le homenajea y recuerda su memoria en la iglesia de San Agustín.

El blasón de Peña

Tiempos de abolengos y de blasones los de Núñez de la Peña, es evidente que nuestro historiador, hidalgo de sangre, se ufanaba  del suyo, que por línea  paterna habla tomado parte en la conquista y algunos de esos mismos ascendientes prestado servicios estimables al país.

En campo de gules, un muro de plata sobre peñas, y  en jefe, tres estrellas de oro, puestas en faja (Fdez. de Bethencourt, tomo 69 del Blasón de Canarias, pág. 83).

La Gaveta de Aguere: JUAN NUÑEZ DE LA PEÑA 

viernes, 8 de junio de 2018

Cena benéfica de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén - 2018


Celebración de la tradicional cena benéfica de la Lugartenencia de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en España Occidental, Capítulo Noble de Castilla y León




Ayer, 7 de junio de 2018, a las 21:00 horas, en el magnífico entorno del hotel Westin Palace de Madrid, y en un ambiente cordial y festivo, se reunieron numerosas personalidades de la vida espiritual, económica y social española, en una cena de gala, benéfica, con el fin de recaudar fondos para la construcción de una escuela en Naour, municipio situado en Jordania y perteneciente al Patriarcado Latino de Jerusalén, que acoge también a niños provenientes de Irak y Siria. Entre otros representantes de órdenes militares y nobiliarias, acudió el Ilmo. Sr. Don Manuel Pardo de Vera y Díaz, presidente de la Real Asociación de Hidalgos de España.

Algunos de los asistentes
El Lugarteniente, Excmo. Sr. D. José Carlos Sanjuán Monforte, dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los caballeros, damas, familiares y amigos de la OCSSJ en España Occidental que hicieron posible, una vez más, que la convocatoria resultara un rotundo éxito.


Antes de la cena, hubo un cocktail y se exhibió un breve documental sobre las actuaciones en Tierra Santa de la Orden Gran Magistero OESSH y de la Lugartenencia de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en España Occidental y, tras ella, se celebraron las ya también tradicionales tómbola y subasta de obsequios donados por diferentes colaboradores y marcas comerciales de prestigio.


martes, 5 de junio de 2018

Antonio Valdés y Fernández-Bazán Ministro de Marina y Cap. Gral. de la Armada. "La bandera de España"


Propuso y logró el cambio de la bandera de la Armada (1785), que con los años llegaría a ser la nacional española actual.
           
De familia noble (Rafaela Ventura Fernández Bazán Ocio y Salamanca, su madre, era hija de uno de los más ricos hacendados de Fuenmayor*), nació en Burgos en 1744 y fallecido en Madrid en 1816. Su padre fue Fernando Valdés Quirós, hidalgo asturiano, nacido en el Palacio Valdés-Bazán, situado en San Román de Candamo, que fue ministro de Hacienda.

*Descendiente de Fuenmayor (La Rioja), siempre se consideró hijo de Fuenmayor, aunque naciera en Burgos Su nombramiento de ministro se celebró con misas y corridas de toros en el pueblo que le nombró hijo predilecto y le recibía en sus visitas con grandes festejos.

Palacio de Valdés Bazán
Palacio barroco de los Fernández-Bazán, siglo XVIII (Fuenmayor)

Escudo en la fallada del palacio
Antonio sentó plaza de guardia marina en Cádiz, el 26 de octubre de 1757; continuó sus estudios, ascendiendo a alférez de fragata el 29 de junio de 1761. Ingresó en la Orden de San Juan (Malta).

Embarcado en el navío “Conquistador”, perteneciente a la escuadra bajo el mando del marqués del Real Transporte, se hallaba en el puerto de La Habana (Cuba) en ocasión del ataque británico de 1762. Desembarcó para la defensa y fue destinado a guarnecer el Castillo del Morro, a las órdenes de Velasco. Mientras se rendía la fortaleza después de morir su gobernador, Valdés pudo retirarse, en un bote, con algunos soldados de marina y artilleros al Castillo de la Punta. Continuó en la defensa de éste hasta que capituló la plaza; fue hecho prisionero por los ingleses y al recobrar la libertad se le destina a Algeciras (Cádiz) en dónde lucha contra los piratas berberiscos.

Continuó desempeñando mandos de navíos, de divisiones y escuadra; siendo ascendido, a los 37 años, a brigadier en fecha 5 de mayo de 1781. Su fama hizo que se le nombrase director de la fábrica de artillería del arsenal de la Cavada, consiguiendo elevarla de su deplorable estado. Se conservaron sus instrucciones para el gobierno y régimen de esta fábrica y de la de Liérganes, esto ocurría en el año de 1783. Cumplió su cometido con tal acierto que al terminar, había sido ascendido a jefe de escuadra, siendo nombrado inspector general de Marina.

Al año siguiente muere el ministro de marina, marqués González de Castejón, secretario de estado y del despacho universal de marina, y es designado para sustituirle con sólo 38 años (marzo de 1793).

Satisfecho Carlos III de su trabajo e inteligencia, le nombra Secretario de Estado (lo que hoy sería ministro de asuntos exteriores) y del Despacho Universal de Indias, por fallecimiento de don Juan Gálvez que lo desempeñaba, cargos que desempeña hasta 1790 y 1795 respectivamente, primero con Carlos III y luego con Carlos IV.

En 1792, terminadas las obras del arsenal de Cartagena, Valdés fue promovido al empleo de capitán general de la Real Armada y al terminarse la guerra con Francia, por la Paz de Basilea el veintidós de julio de 1795, le confirió el rey el Toisón de Oro, la máxima distinción de la monarquía borbónica. Heredero de la obra de Patiño y Ensenada, realizó una extraordinaria labor organizativa —publicó las Ordenanzas de la Armada de 1793— y de fomento de la construcción naval, siendo particularmente destacable el apoyo a los viajes científicos —el de Malaspina entre ellos— y al desarrollo de la hidrografía.

En 1785 presentó al rey varios modelos para la bandera de los buques y Carlos III escogió la roja y gualda, que más recordaba las glorias españolas, desechando "todo perecedero signo de linaje"; se amplió el arsenal de La Carraca y se acometió la construcción de dique; aprobó el proyecto de la nueva población de San Carlos; llevó a efecto el libre comercio con América, con la institución de consulados en las principales capitales, y se creó la Compañía de Filipinas.

estatua de Fernández-Bazán (Fuenmayor)
La invasión napoleónica le sorprende estando ya retirado en Burgos, pero pronto particiò en varias Juntas de Defensa para combatirlos y, finalmente, se traslada a Andalucía, hasta que vuelve a Madrid. Acabada la guerra de Independencia, Fernando VII le recibe en Madrid en 1813 y le repone en su cargo del Consejo Supremo del Almirantazgo y presidente de la Orden de San Juan (de la que era bailio), lo que supone también el de decano del Consejo de Estado y decano del Almirantazgo, muriendo a los 72 años en el ejercicio de tan altas funciones. Recibió también la Gran Cruz de San Hermenegildo.

Antonio Valdés, "inventor" de la bandera española.

Cabe añadir que podemos considerar a Antonio Valdés como el "inventor" de la bandera española actual, ya que durante su mandato, se cambió en los barcos el distintivo blanco propio de los Borbones, que era del mismo color que el usado por los barcos franceses, que tenían la misma la dinastía reinante, e ingleses, cuya bandera es blanca con una cruz roja:

"Para evitar los inconvenientes y prejuicios que han hecho ver la experiencia puede ocasionar la bandera nacional de que usa mi Armada naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con las de otras naciones he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de bandera dividida a lo largo de tres listas, de las que la alta y la baxa sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de en medio amarilla, colocándose en esta el escudo de mis reales armas reducido a los cuarteles de Castilla y León con la Corona Real encima; y el gallardete con las mismas tres listas y el escudo a lo largo sobre cuadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás embarcaciones usen, sin escudo, los mismos colores, debiendo ser la lista de en medio amarillo y del ancho de la tercera parte de la bandera y cada una de las restantes partes dividida en dos listas iguales, encarnada y amarilla alternativamente...

Señalado de mano de S.M.
En Aranjuez a veinte y ocho de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco. El Almirante Don Antonio Valdés"

Los doce bocetros presentados a Carlos III
Para diseñar esta nueva bandera, que fuera visible en la lejanía, el ministro consultó a varios expertos y organizó una especie de concurso, en el que resultó elegido un diseño basado en el de la antigua bandera del reino de Aragón. Modificando esta bandera se crea una nueva compuesta de tres listas (la central, amarilla, de doble ancho y dos rojas) para los buques de guerra y otra de cinco franjas (la de en medio amarilla y más ancha que las demás) para las demás embarcaciones (marina mercante), siendo aprobadas en el Real Decreto de 28 de mayo de 1785.


Con el paso del tiempo la primera de ellas se convertiría en la Bandera de España aunque no fuese oficial hasta 1843, con Isabel II (Real Decreto del Gobierno provisional de 13 de octubre de 1843*), y que ha permanecido más o menos constante con el paréntesis del periodo de la segunda república, cuando se cambió el color de la franja inferior por el morado (considerado erróneamente) del antiguo reino de Castilla para que la bandera no representara sólo a uno de los dos principales reinos que se integraron para formar España.

El decreto expone la necesidad de suprimir las diferencias entre la bandera nacional y las particulares de los cuerpos del Ejército, y añade que "las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional, usarán iguales en colores a la bandera de guerra española, y colocados éstos por el mismo orden que lo están en ella".
De este modo, la bandera rojigualda pasaba de ser exclusiva de la Marina de Guerra a ser común para todas las fuerzas armadas, a la vez que recibía el reconocimiento oficial de bandera nacional.

La Constitución Española de 1978, estableció, en su Artículo 4º. 1: "La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas", mientras que la aprobación, el 5 de octubre de 1981, del nuevo modelo de escudo supuso la culminación del proceso que ha dado forma a la enseña que actualmente representa a la nación española.