viernes, 29 de abril de 2022

Ingreso en la Real Hermandad del Santo Cáliz. Valencia, 27 de Mayo de 2022

 

La Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo de la Nobleza Valenciana, celebrará el próximo viernes, 27 de mayo, comenzando a las 19:30 horas, los actos de ingreso de nuevas Damas y Caballeros.

Programa:

  • Santa Misa en la Capilla del Santo Cáliz de la S.I. Catedral de Valencia, que se ofrecerá en sufragio del alma de las Damas y Caballeros fallecidos.
  • Bendición e imposición de Lazos y Veneras a las nuevas Damas y Caballeros de la Real Hermandad del Santo Cáliz.
  • A continuación, se servirá una cena en La Hípica, c./Jaca, 23 de Valencia.


Nuevos Caballeros y Damas, en 2022

La Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo de la Nobleza Valenciana, surge en 1917 según rezan sus primeras Constituciones, aprobadas el día 28 de diciembre de ese año, con la “idea de dar mayor y más esplendoroso culto al Santo Cáliz de la Cena del Señor, que la Providencia trajo a esta ciudad”, a través de la Nobleza Titulada Valenciana.

Desde un inicio fue constituida como Hermandad bajo el monarca Alfonso XIII, que al poseer el cargo de Hermano Mayor, le concedió el título de Real. Sus estatutos han variado conforme a los tiempos, si bien en sus inicios solo la integraban títulos del Antiguo Reino de Valencia u originarios de la Corona de Aragón. Las posteriores reformas el 27 de enero de 1923, hizo que su ingreso se hiciera extensivo a otros Títulos del Reino, sus consortes y primogénitos, a los Caballeros de las cuatro órdenes militares españolas, de la Orden de Malta y del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid. Las últimas modificaciones estatutarias tuvieron lugar el 30 de mayo de 1986, y en 11 de junio de 1999, se permite el ingreso de todos los hijos de Títulos del Reino.

Su primer presidente fue Luís Vich, barón de Llaurí, cofundador de esta ilustre asociación junto con el barón de Santa Bárbara. Actualmente la preside Juan Noguera y Merle, VIII, marqués de Cáceres y Grande de España.

Desde entonces, y con ciertas modificaciones en sus Estatutos para adaptarse al transcurrir de los tiempos, la Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo de la Nobleza Valenciana viene cumpliendo fielmente con el juramento empeñado, a través de su Cuerpo de Caballeros y Damas, el triple fin de los Estatutos:

-Religioso-Cultural: culto y guardia de honor al Santo Cáliz de la cena de Nuestro Señor, fomentando la realización de estudios, investigación y divulgación relativos al Santo Cáliz.

-Benéfico-Social: asistir materialmente y confortar a las familias desvalidas, singularmente a los ancianos.

-Corporativo: velar por el buen nombre y prestigio que a la calidad de sus miembros corresponde, para la mejora, defensa y protección de los intereses intelectuales, sociales y materiales de la Corporación y sus miembros.

  

En la actualidad su presidente es el  EXCMO. SR. D. JUAN NOGUERA Y MERLE,
MARQUÉS DE CÁCERES

lunes, 25 de abril de 2022

José de Mazarredo: Marino Ilustrado. Teniente General de la Real Armada



Marino ilustrado que impulsó muchas de las actividades náuticas de su época, con numerosas aportaciones a la náutica y a la técnica instrumental. La figura Mazarredo, es una de las más sobresalientes de la amplia galería de ilustres marinos de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Realizó, en 1793, la nueva redacción del Cuerpo de Ordenanzas Generales de la Armada, por encargo del rey Carlos IV, siendo recompensado con una encomienda de la Orden de Santiago.

José de Mazarredo Salazar Muñatones y Gortázar nació en Bilbao, el 8 de marzo de 1745. Sus padres fueron Antonio Jose de Mazarredo Morgan Salazar de Muñatones y Rucabado y María Josefa Gortazar y Pérez de Arandia.



Descendiente de una familia noble de insignes políticos, recibió una educación esmerada, ingresando, a la edad de 13 años, en la Real Compañía de Guardias Marinas de Cádiz. Una vez graduado, estuvo entre Cádiz y Cartagena, alternando viajes marítimos con estudios teóricos. En 1766 consiguió el nombramiento como alférez de fragata, teniente, capitán de fragata y de navío en 1776, comandante en 1786 de las Compañías de Cádiz, Ferrol y Cartagena y capitán general en 1798.

Escudo en la fachada de su casa natal (Bilbao)
En el año de 1772, queriendo mejorar sus conocimientos e incrementar su práctica, pidió embarcar en la fragata Venus que partía para el archipiélago de las Filipinas, al mando de Juan de Lángara. Su misión, ayudar al comandante, y llevar un diario de navegación con todas las incidencias y observaciones, sobre todo el de las distancias lunares, y la distancia de la Luna al Sol y a las estrellas zodiacales, útiles para el cálculo de la longitud en el mar, método que, al parecer, había aprendido de los británicos y que era desconocido en España.

En 1774 navegó, en la fragata Santa Rosalía, también a las órdenes de Lángara, a las aguas brasileñas con José Varela y Ulloa para determinar la posición de la isla Trinidad del Sur y la de Asunción. En 1778 determinó numerosas latitudes y longitudes de las costas de España y África con un cronómetro Arnold, datos que fueron ulteriormente utilizados por Vicente Tofiño para su Atlas marítimo. En 1792 organizó la expedición de Cosme Churruca para componer un Atlas marítimo de América del Norte.

En el año de 1775, concurrió a la fracasada expedición contra Argel, como ayudante del mayor general de la escuadra del marqués de González de Castejón, siendo obra suya los planes de navegación, fondeo y desembarco de los veinte mil hombres del ejército, a las órdenes del general O’Reilly.

En el año de 1795, en guerra con la república francesa, tomó el mando en Cádiz de una escuadra, que debía de unirse a la de don Juan de Lángara, que operaba en el Mediterráneo, pero presentó la dimisión en su cargo por sus diferencias con el secretario de Marina Pedro Varela, siendo destinado a Ferrol. Fruto en parte de la imprevisión del gobierno y también del poco acierto del nuevo almirante, el general José de Córdova y Córdova, fue el desgraciado combate del 14 de febrero de 1797 en el cabo de San Vicente, contra una escuadra británica.


Después del combate fue designado sucesor de Córdova, el anciano general Borja; pero por fortuna los capitanes de fragata Espinosa, Fernández de Navarrete y Salazar, se aventuraron a pedir audiencia a la Reina y deshicieron el error y se nombró a Mazarredo para el mando de la escuadra, recibiendo la orden de dirigirse a Cádiz y de tomar el mando de las fuerzas navales que habían de defender aquel puerto del bloqueo británico.

Más tarde, Mazarredo pasó a París a concertar las operaciones navales en unión del alto mando francés, y a representar diplomáticamente a España frente a Napoleón, que quería disponer, para su mejor servicio, de las fuerzas navales españolas, a lo que se opuso Mazarredo. Tras un tiempo en París, vuelve a Cádiz como capitán general de aquel departamento, tomando posesión el 9 de febrero de 1801. Tuvo varios enfrentamientos con Manuel Godoy.

No estando conforme con los sistemas seguidos que hacían experimentase la Armada escasez y calamidades, que él no podía remediar con su autoridad y no queriendo hacerse solidario del desastre que se preparaba, denunció la situación, renunció y pasó de cuartel a Bilbao el 9 de febrero de 1802. En el mes de agosto de 1804, fue mal mirada su conducta en la Corte con motivo de tratar de impedir, los funestos efectos del furor popular y de remediar los males que traerían consigo la oposición de los intereses locales a los del gobierno, por lo que  fue desterrado primero a Santoña (Santander) y después a Pamplona.

"Mazarredo habría sido el candidato ideal para mandar la Escuadra española en Trafalgar y así era considerado de forma unánime en la Real Armada. Por desgracia, cuando el Desastre ocurrió, hacía unos años que Napoleón, que necesitaba a alguien más maleable para ejecutar lo que podrían denominarse «planes terrestres adaptados a la guerra naval», había logrado su relevo ante la pasividad del Rey y Godoy. Además, en los años posteriores a su relevo, Mazarredo, llevado de su carácter enérgico y firme en sus convicciones, tuvo fuertes discrepancias con el Rey y su favorito Godoy, lo que le conducirían al ostracismo. Estas circunstancias influyeron para, llegado el momento, pasar al bando de los afrancesados y ponerse al servicio del rey José como Ministro de Marina, lo cual no le fue perdonado por el resto de la Corporación, mayoritariamente partidaria de los Borbones."

En 1808 pasa a colaborar con el rey José I Bonaparte como Director General de la Armada, consiguiendo que los navíos de Ferrol no fuesen llevados a Francia cuando el ejército británico abandonó Galicia al perder después de una tenaz lucha la batalla de Elviña. Regresó a Madrid, donde falleció de un ataque de gota, en julio de 1812.

La principal aportación de Mazarredo como navegante y geodesta está relacionada con el cálculo de la longitud en el mar, un problema que diversos marinos habían abordado por diferentes caminos. Otra de las principales contribuciones hace referencia a la fabricación de instrumentos científicos. Desde su cargo de capitán general del departamento de Cádiz, supervisó el traslado de instrumentos del viejo Observatorio de Cádiz al nuevo de la Isla de León, realizado en 1798. Estableció, además, dos talleres de relojes (cronómetros) y otro de instrumentos náuticos.

martes, 19 de abril de 2022

Ramón de Castro. Brigadier y gobernador de Puerto Rico

 

Designado gobernador de Puerto Rico en 1795, ya se había distinguido años antes contra los ingleses en la Florida. No tardó en dictar las disposiciones oportunas para prevenir la plaza contra un ataque inesperado. Derrotó a un poderoso ejército inglés que en 1797 intentó invadir San Juan de Puerto Rico.

Ramón de Castro y Gutiérrez nació en Lucena (Córdoba), en 1751, en el seno de una familia hidalga, siendo hijo de Lorenzo de Castro y de Teresa Gutiérrez. Ingresó en 1769 como capitán de milicias sirviendo en el Regimiento de Infantería del Príncipe. Se mantuvo la mayor parte del tiempo en este regimiento, aunque ya un año más tarde había sido ascendido a “teniente vivo”.

Gobernador D. Ramón de Castro, 1800

Hacia 1771 pasa a América sirviendo en Santo Domingo como comandante de uno de sus batallones y con el grado de teniente del rey. Cuando estalló la guerra con los ingleses en 1779, participó activamente como ayudante de campo en el asalto de Mobila del año siguiente. Tuvo varios enfrentamientos armados con los ingleses y sus aliados indios de los que siempre salió victorioso. Recibió a principios de 1781 el mando del Regimiento de España y a su frente tuvo una batalla importante en enero del mismo año con los ingleses que intentaron tomar su posición, y pese a estar en inferioridad numérica, repelió el ataque.

Por su actuación en la defensa del Fuerte Willage que estaba a su mando, el día 7 de enero de 1781, para proteger y consevar a Mobile, fue nombrado Caballero pensionista (30 reales) en la Encomienda de Pozo Rubio en la Orden Militar de Santiago que había sido otorgada al teniente general don Félix Gerónimo Buch por su actuación en la isla de Menorca.

Por tal motivo, fue ascendido a capitán agregado en abril de 1781. Ese año, bajo el mando del brigadier José de Ezpeleta, tomó parte en el asalto y toma de Pensacola sirviendo con gran acierto Intervino en la formación del batallón de Voluntarios, en Guarico, por Bernardo de Gálvez para la toma de Jamaica, proyectado para 1782, pero finalmente no se pudo realizar al concluir la guerra victoriosamente para España en 1783 (España recuperaría oficialmente el gobierno de las Floridas en el Tratado de Versalles). Estuvo en diferentes destinos en el virreinato de Nueva España, donde fue progresivamente ascendido primero a teniente coronel graduado, en 1784, y posteriormente en noviembre de 1789, durante el reinado de Carlos IV, a coronel graduado.

Sus valiosos conocimientos militares y sus excelentes contactos, así como su brillante hoja de servicios, especialmente en acciones reales de guerra, le llevaron en junio de 1790 al nombramiento de comandante general y subinspector de tropas de las provincias internas de oriente del virreinato de Nueva España, una vez que la comandancia se hubo dividido en dos para nombrar a un comandante para cada puesto, y así aligerar la presión y hacer más llevadero un cargo especialmente difícil al tratarse de tierra de frontera en permanente estado de guerra.

En 1793 fue suprimida la Comandancia General de las provincias del norte de Nueva España. El virrey Juan Vicente de Güemes, II conde de Revillagigedo, para deshacerse de Castro sin ganarse la enemistad de su poderosa familia, solicitó que fuera ascendido a brigadier y le fuera asignada la Capitanía e Intendencia del Yucatán. El día 23 de Julio de 1793 fue promovido a Brigadier, las quejas de Ramón de Castro contra la política del virrey Revillaggiedo continuaron. El virrey dejó su cargo el 11 de julio de 1794.

En atención a sus servicios, se le nombró gobernador e intendente de Puerto Rico, tomando posesión oficial del cargo el 21 de marzo de 1795. Durante su mandato, realizó una ingente labor militar para reforzar sus defensas tanto de fortalezas como de la guarnición, en una etapa especialmente difícil en las relaciones internacionales de España.

El nuevo conflicto bélico con Inglaterra tuvo como consecuencia inmediata el ataque inglés contra Puerto Rico, comenzando el 17 de abril y acabando el 1 de mayo de 1797. Castro tuvo que enfrentarse con una exigua guarnición de poco más de mil hombres, incluyendo las milicias, a un ataque combinado por mar y tierra de casi siete mil soldados y sesenta navíos de línea comandados por Ralph Abercrombie y Henry Harvey respectivamente.


Gracias a las crónicas del historiador Fray Iñigo Abbad y Lasierra y del funcionario Pedro Tomás de Córdova, conocemos los detalles del ataque y la gloriosa defensa que la isla protagonizó el gobernador de la isla Ramón de Castro, quien para la defensa de la isla contaba con:

“La plaza tenía 376 cañones, 35 morteros, 4 obuses y 3 pedreros, 10,209 quintales de pólvora, 189.000 cartuchos y 3.367 fusiles. Sus obras no estaban completadas, su guarnición veterana era escasa y reducida al Regimiento Fijo con 938 hombres; pero la decisión por defenderse era extrema y el entusiasmo propio de la fidelidad de los puertorriqueños…..Toda la fuerza alcanzó a 4.029 individuos y los urbanos, que entraron del campo, a 2.442. Además había 180 presidiarios, que se emplearon indistintamente en el servicio. Total general 6.471. Además los campos volantes de Río-piedras y Palo-seco y las maestranzas de artillería y fortificación con sus respectivos dependientes. La tropa veterana podía graduarse, a lo más, de 300 hombres, pues el resto era de la Milicia agregada al Regimiento Fijo…. Para la defensa de la bahía se armaron dos pontones, cuatro ganguiles (embarcaciones de pesca), once cañoneras, siete lanchas de auxilio, cuatro botes, un falucho y diez y ocho piraguas, con 27 piezas, 11 esmeriles, 204 fusiles y 546 hombres de tripulación”.

Fuerte de San Gerónimo (San Juan de Puerto Rico)

Las acertadas disposiciones y la gran defensa ejercida por la guarnición supusieron una nueva derrota para los ingleses, que tuvieron que retirarse con grandes bajas. La abigarrada defensa de la isla le valió, en 1805, a su regreso a España, todos los honores así como el nombramiento como capitán general de Valencia, cargo que finalmente no pudo ejercer al sobrevenirle la muerte en Cádiz, a primeros de junio de 1812.

Estuvo casado con doña María Teresa Fabia y Fernández de Bazán, y su hija María de Guadalupe, nacida en México, falleció en San Juan a la edad de 12 años, el 8 de diciembre de 1804. (Lib. 16 de defunciones de la Catedral, fol. 167 vto.)

Para saber más

miércoles, 13 de abril de 2022

Los infanzones del reino de Aragón

La sociedad del Antiguo Régimen, que duró en España hasta la confusión de Estados, producida entre 1812 y 1836, era una sociedad estamental, en la que no cabía reproche moral al principio de desigualdad ante la Ley. El punto de partida social era el de la diferencia y el privilegio personal, familiar y de clase.


Desde la Edad Media, la sociedad se articulaba corporativamente en tres estamentos, bellatores, laboratores y oratores. Al concretarse el status nobiliario de una persona, o familia, se fijaba la consideración social, su posición jerárquica en la sociedad o su participación en los diversos resortes del poder local o del reino. Se partía, de esta manera, de un inicial encasillamiento social en el que cada clase, y cada integrante de ella, ocupaban su espacio social, económico y de poder. Los integrantes de la clase superior tenían especial interés en que su condición social fuera reconocida para ser respetados como tal por el resto de la sociedad, y por ello, la calidad de noble o hidalgo (infanzón en Aragón) se debía reflejar en empadronamientos, hojas de servicios, procesos u otros tipos de documentos que testificaran la condición de tal para el interesado.

Pero este concepto genérico, que se llamó Estado Noble, no era unitario ni uniforme. Por un lado encontramos la más alta clase nobiliaria, nobleza titulada, que fundamentaba su distinción en un poder económico y jurídico como titulares de señoríos. Por otro, los meros hidalgos o infanzones, nobles de sangre o de privilegio, que componían la principalía local, que se beneficiaban de privilegios y exenciones comunes de la nobleza, pero sin participar en las más altas cuotas de poder, aunque en muchas ocasiones formando parte de las pequeñas oligarquías locales; no obstante, hay que indicar que su existencia, como es lógico, era más fácil que quienes no accedían a esta clase.

A lo largo de los años estos grupos, a veces por decisión expresa de la monarquía, no tienen unas fronteras claras y en varias generaciones pueden llegar a ascender o descender de una a otra. Lo que sí mantenían a lo largo del tiempo era su condición de exentos de pechar o contribuir al mantenimiento del Estado, pero, en contrapartida, tenían que contribuir militarmente a la guerra a la llamada del Rey, con una persona o varias de ellas, con caballo propio, arnés y armamento de su propiedad, aunque muchos de ellos al carecer de recursos acudían y luchaban a pie, sólo los que tenían una rentas bastante aceptables, formaban parte de la caballería pesada, que tan en boga estaba en la Edad Media europea.

Lo que siempre ha quedado muy claro, y así se ha defendido siempre en el derecho foral aragonés, es que el término Infanzón era aplicado únicamente a la nobleza de sangre y la única posibilidad de acceder a este reconocimiento social era por nacimiento. Incluso las Cortes prohibieron, en 1461, al monarca conceder privilegios de infanzonía, y solamente eran reconocidos como tales, cuando el rey designaba uno, tras la pertinente ratificación de las Cortes aragonesas.


Nunca hay que confundir con los “infanzones de carta” (por concesión real y aplicable únicamente a la persona que se le concedía) y los “infanzones de población” que eran aquellos que fueron elevados al rango de «infanzones» por el monarca de manera colectiva (generalmente a todos los habitantes de una localidad), y nunca era una condición hereditaria. Ambas, la de carta y población, eran infanzonías de privilegio y nunca se han considerado, ni se deben considerar, del mismo rango que la infanzonía de sangre.

Nota: Extracto del discurso de ingreso de D. Armando Serrano Martínez en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Zaragoza, 2018.

Para saber más: 

Los procesos de infanzonía en el reino de Aragón. Consideraciones generales nobiliarias y análisis de los emblemas heráldicos. Tesis del autor: Manuel Pardo de Vera y Díaz