Designado gobernador de Puerto Rico en 1795, ya se había
distinguido años antes contra los ingleses en la Florida. No tardó en dictar
las disposiciones oportunas para prevenir la plaza contra un ataque inesperado.
Derrotó a un poderoso ejército inglés que en 1797 intentó invadir San Juan de
Puerto Rico.
Ramón de Castro y Gutiérrez nació en Lucena (Córdoba), en 1751,
en el seno de una familia hidalga, siendo hijo de Lorenzo de Castro
y de Teresa Gutiérrez. Ingresó en 1769 como capitán de milicias
sirviendo en el Regimiento de Infantería del Príncipe. Se mantuvo la mayor
parte del tiempo en este regimiento, aunque ya un año más tarde había sido
ascendido a “teniente vivo”.
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Gobernador D. Ramón de Castro, 1800
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Hacia 1771 pasa a América
sirviendo en Santo Domingo como comandante de uno de sus batallones y con el
grado de teniente del rey. Cuando estalló la guerra con los ingleses en 1779,
participó activamente como ayudante de campo en el asalto de Mobila del año
siguiente. Tuvo varios enfrentamientos armados con los ingleses y sus aliados
indios de los que siempre salió victorioso.
Recibió a principios de 1781 el mando del Regimiento de España y a
su frente tuvo una batalla importante en enero del mismo año con los ingleses
que intentaron tomar su posición, y pese a estar en inferioridad numérica,
repelió el ataque.
Por su actuación en la defensa del Fuerte Willage que estaba a su
mando, el día 7 de enero de 1781, para proteger y consevar a Mobile, fue nombrado Caballero pensionista (30
reales) en la Encomienda de Pozo Rubio en la Orden Militar de Santiago que
había sido otorgada al teniente general don Félix Gerónimo Buch por su
actuación en la isla de Menorca.
Por tal motivo, fue ascendido a
capitán agregado en abril de 1781. Ese año, bajo el mando del brigadier José de
Ezpeleta, tomó parte en el asalto y toma de Pensacola sirviendo con gran
acierto Intervino en la formación del batallón de Voluntarios, en Guarico, por Bernardo de Gálvez para la toma de
Jamaica, proyectado para 1782, pero finalmente no se pudo realizar al concluir
la guerra victoriosamente para España en 1783 (España recuperaría oficialmente
el gobierno de las Floridas en el Tratado de Versalles). Estuvo en diferentes
destinos en el virreinato de Nueva España, donde fue progresivamente ascendido
primero a teniente coronel graduado, en 1784, y posteriormente en noviembre de
1789, durante el reinado de Carlos IV, a coronel graduado.
Sus valiosos conocimientos
militares y sus excelentes contactos, así como su brillante hoja de servicios,
especialmente en acciones reales de guerra, le llevaron en junio de 1790 al nombramiento de comandante general
y subinspector de tropas de las provincias internas de oriente del virreinato
de Nueva España, una vez que la comandancia se hubo dividido en dos para
nombrar a un comandante para cada puesto, y así aligerar la presión y hacer más
llevadero un cargo especialmente difícil al tratarse de tierra de frontera en
permanente estado de guerra.
En 1793 fue suprimida la Comandancia
General de las provincias del norte de Nueva España. El virrey Juan Vicente de
Güemes, II conde de Revillagigedo, para deshacerse de Castro sin ganarse la
enemistad de su poderosa familia, solicitó que fuera ascendido a brigadier y le
fuera asignada la Capitanía e Intendencia del Yucatán. El día 23 de Julio de
1793 fue promovido a Brigadier, las quejas de Ramón de Castro contra la
política del virrey Revillaggiedo continuaron. El virrey dejó su cargo el 11 de
julio de 1794.
En atención a sus servicios, se
le nombró gobernador e intendente de
Puerto Rico, tomando posesión oficial del cargo el 21 de marzo de 1795. Durante
su mandato, realizó una ingente labor militar para reforzar sus defensas tanto
de fortalezas como de la guarnición, en una etapa especialmente difícil en las
relaciones internacionales de España.
El nuevo conflicto bélico con
Inglaterra tuvo como consecuencia inmediata el ataque inglés contra Puerto Rico, comenzando el 17 de abril y acabando el 1 de mayo de 1797.
Castro tuvo que enfrentarse con una exigua guarnición de poco más de mil
hombres, incluyendo las milicias, a un ataque combinado por mar y tierra de
casi siete mil soldados y sesenta navíos de línea comandados por Ralph
Abercrombie y Henry Harvey respectivamente.
Gracias a las
crónicas del historiador Fray Iñigo Abbad y
Lasierra y del funcionario Pedro Tomás de Córdova, conocemos los detalles
del ataque y la gloriosa defensa que la isla protagonizó el gobernador de la
isla Ramón de Castro, quien para la defensa de la isla contaba con:
“La plaza tenía 376 cañones, 35 morteros, 4 obuses y 3 pedreros, 10,209
quintales de pólvora, 189.000 cartuchos y 3.367 fusiles. Sus obras no estaban
completadas, su guarnición veterana era escasa y reducida al Regimiento Fijo
con 938 hombres; pero la decisión por defenderse era extrema y el entusiasmo
propio de la fidelidad de los puertorriqueños…..Toda la fuerza alcanzó a 4.029
individuos y los urbanos, que entraron del campo, a 2.442. Además había 180 presidiarios,
que se emplearon indistintamente en el servicio. Total general 6.471. Además
los campos volantes de Río-piedras y Palo-seco y las maestranzas de artillería
y fortificación con sus respectivos dependientes. La tropa veterana podía
graduarse, a lo más, de 300 hombres, pues el resto era de la Milicia agregada
al Regimiento Fijo…. Para la defensa de la bahía se armaron dos pontones,
cuatro ganguiles (embarcaciones de pesca), once cañoneras, siete lanchas de
auxilio, cuatro botes, un falucho y diez y ocho piraguas, con 27 piezas, 11
esmeriles, 204 fusiles y 546 hombres de tripulación”.
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Fuerte de San Gerónimo (San Juan de Puerto Rico)
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Las acertadas disposiciones y la
gran defensa ejercida por la guarnición supusieron una nueva derrota para los
ingleses, que tuvieron que retirarse con grandes bajas. La abigarrada
defensa de la isla le valió, en 1805, a su regreso a España, todos los honores así como
el nombramiento como
capitán general de
Valencia, cargo que finalmente no pudo ejercer al sobrevenirle la muerte en
Cádiz, a primeros de junio de 1812.
Estuvo casado con doña María Teresa Fabia y Fernández de Bazán, y su
hija María de Guadalupe, nacida en México, falleció en San Juan a
la edad de 12 años, el 8 de diciembre de 1804. (Lib. 16 de defunciones
de la Catedral, fol. 167 vto.)
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