miércoles, 30 de agosto de 2017

EL Real Monasterio de El Puig y la conquista de Valencia por Jaime I


El Monasterio debe su origen al hallazgo, en la cumbre de la colina (puig, en valenciano), de una imagen de la Virgen María por parte de san Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, en 1237, debajo de una campana, mientras las huestes de Jaime I se preparaban para la conquista de la cercana ciudad de Valencia.

Jaime I, el Conquistador, consideró la protección de la Virgen como causa determinante y eficaz de la conquista del Reino de Valencia, proclamó a Santa María de El Puig (La Mare de Déu) como Patrona  del Reino conquistado*, y erigió el primer templo en su honor en las tierras rescatadas, y quiso que los religiosos mercedarios fueran los guardianes perpetuos del santuario.

Cuenta la Leyenda que los ángeles esculpieron la imagen en una piedra del Sepulcro de la Virgen, cómo posteriormente la trasladaron hasta este lugar, donde se construyó un monasterio y donde la veneraron hasta la invasión musulmana acaecida en el año 711. Pasaron pues, 526 años, en que la sagrada imagen estuvo sepultada bajo una campana. Por eso, se hizo labrar un escudo que sirviera como imagen heráldica del monasterio: en campo partido, las armas de la Orden de la Merced y la iconografía del hallazgo: una montaña, una campana y las siete estrellas. La imagen está sostenida en un bello relicario con una hermosa leyenda: “Sancta Maria imago tua sit nobis tutrix…”


Las viejas crónicas de la Orden de la Merced presentan a su Fundador acompañando al rey Jaime I el Conquistador en sus campañas de Reconquista. Ya había decidido el rey en el castillo de Alcañiz conquistar Valencia, y su determinación le llevó a tomar la posición de El Puig de Enesa, ocupando el castillo, que los musulmanes habían derruido en su huída.

Durante el verano del año de 1237, todos los sábados la guarnición cristiana del castillo veía descender sobre la falda del monte donde ahora se asienta el monasterio una columna de siete estrellas, señalando un punto concreto de la montañita. San Pedro Nolasco interpretó aquel anuncio como buen presagio de conquista y mandó cavar allí. Y debajo de una campana apareció la hermosa imagen bizantina de Nuestra Señora de los Ángeles. El alcaide del castillo, D. Bernardo Guillén de Entenza, tío de Jaime I, colocó la Imagen de la Virgen en el castillo, y más tarde cuando llegó el rey, el monarca mandó construir una iglesia, en el mismo sitio donde hoy la podemos contemplar; y de tal forma procuró que se llevase a cabo que ya estaba concluida en el año 1240. El Obispo de Valencia la convirtió en parroquia ese mismo año y la encomendó a la Orden de la Merced.

Sepulcro del tio de Jaime I
En ese mismo agosto, tuvo lugar la famosísima batalla de El Puig. Narran los cronistas que los infantes cristianos eran reducidos en número frente a las tropas musulmanas, y que en el fragor de la lucha apareció el mismísimo Señor San Jorge, patrono de las armas aragonesas, y que por su medio e intervención, la lucha se decidió en nuestro favor. El rey moro de Valencia, Zayyan, quiso aprovechar la desventaja a su favor que le proporcionaba la ausencia del rey Jaime I, pero la batalla que se libró fue de tal modo decisiva que no se llevó a cabo ninguna otra para la conquista de la ciudad de Valencia, poniendo en enero de 1238 duro cerco a la ciudad, logrando la capitulación unos meses más tarde.  

La batalla que tuvo lugar el 20 de agosto de 1237 sería decisiva pues los musulmanes se retiran tras los muros de Valencia y nunca más se atreverán a salir de ellas, por lo que dejaban libre el camino del rey Jaime I hacia la ciudad.
Representación de la batalla del Puig
Tiempo atrás, el abuelo de Jaime I, Alfonso II de Aragón en 1175 había prometido al Abad y monjes del Monasterio de Poblet hacer donación de la villa de El Puig de Enesa o Cebolla o Juballa como la llamaban los moros, cuando con la ayuda divina la conquistara, para que en el sitio del término que mejor les pareciera fundaran un monasterio del Císter, asignándoles tierras y rentas para mantener a una numerosa comunidad. Ese mismo día eligió sepultura en Poblet, reservándose no obstante, la posibilidad de sepultarse en El Puig si llegaba a conquistarlo. Sin embargo, el Rey Jaime I el Conquistador otorgó la donación a San Pedro Nolasco y a la Orden de la Merced en fecha del 2 de julio de 1240, y debido al hallazgo de la Santa Imagen cambió el nombre de El Puig de Cebolla por el de El Puig de Santa María.

*El 10 de mayo de 1961 el papa Juan XXIII tuvo a bien nombrar a la Virgen de los Desamparados como Patrona de Valencia y su Reino, desbancando así a la histórica figura de la Virgen del Puig como Patrona.

Castillo del Puig (de Enesa, de la Patá, o de la Cebolla). 

Fortaleza musulmana denominada por los cristianos Puig de Cebolla por deformación del árabe "Jubal·la" (colina). Fue conquistada por el Cid Campeador a finales del siglo XI, mucho antes de la conquista definitiva de Valencia, aunque con posterioridad volvió a manos musulmanas. 

El Puig se identifica con la localidad de Cebolla citada en el Cantar de mío Cid, de hecho, la localidad forma parte del Camino del Cid. Posteriormente El Puig pasó nuevamente a dominio islámico hasta que en 1237 fue conquistado por Jaime I. El enfrentamiento en la conocida Batalla de Enesa entre cristianos y musulmanes, abrirá las puertas a la conquista de la ciudad de Valencia en 1238.





El Monasterio comprende dos elementos arquitectónicos distintos: El Convento propiamente dicho (residencia de los religiosos) y el Santuario de la Patrona del Reino de Valencia; constituyendo ambos elementos la grandiosa mole rectangular, flanqueada por cuatro macizos torreones, que destaca sobre la verdeante lozanía de la huerta y sobre la construcción urbana circundante.

El Convento actual, de planta y estilo escurialense, se comenzó a construir, con la bendición de San Juan de Ribera, el día 1 de septiembre de 1588, día de la colocación de la primera piedra en los cimientos del torreón sureste. Fue su arquitecto y primer maestro de obras Antón Dexado de la Cossa.

El Santuario. La construcción del edificio actual fue iniciada por el almirante don Roger de Lauria, el año 1300, continuada por su esposa, doña Saurina de Entenza, y concluida (a mediados del siglo XIV) por la hija de ambos, doña Margarita de Lauria y Entenza.

A la iglesia actual precedió, en el tiempo, la de una sola nave construida por orden de Jaime I, en 1238 y entregada a la Orden de la Merced por dicho monarca el 26 de julio de 1240, de la que se conserva únicamente la extraordinaria Portada, trasladada de su emplazamiento primitivo al lugar lateral que hoy ocupa.

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