“La Latina”, Beatriz Galindo, escritora, humanista y
mujer de confianza y confidente de la Reina Isabel I de Castilla, “la Católica”.
Es conocida sobre todo por su fama de mujer culta, preocupada por las letras y
conocedora de la lengua latina, de lo que le ha venido el sobrenombre.
Pertenecía a la nueva nobleza que iba a rodear a los Reyes Católicos.
Pertenecía a la nueva nobleza que iba a rodear a los Reyes Católicos.
Retrato anónimo de Beatriz Galindo |
Beatriz Galindo
nació, en el año 1465, aunque esta fecha es dudosa y algunos la retrasan a 1475, en el seno de una familia adinerada e hidalga de la
ciudad de Salamanca. Su filiación tampoco está clara. Hay dos posibilidades: una es que
fuera hija de Martín Fernández Galindo, caballero de Écija y comendador de la
Orden de Santiago; pero es más probable que su padre fuera Juan López de
Gricio, como afirma Gonzalo Fernández de Oviedo en las Batallas y Quincuagenas. . Fue bautizada en la
parroquia de San Román (Salamanca).
Su familia era
oriunda de Zamora y su origen era del
grupo de hidalgos no muy adinerados que integraban las oligarquías urbanas en
Castilla en aquellos años. Tuvo una esmerada educación, que incluyó el
conocimiento del latín. Su interés por la cultura influyó en la decisión de sus
padres de que orientara su vida hacia el retiro conventual, ya que la situación
económica familiar no era muy buena. Aunque
no llegó a profesar, siempre tuvo fama de mujer virtuosa, discreta y sabia.
Inició el conocimiento de la gramática y del latín muy joven y a los dieciséis
años parece que dominaba esta lengua de tal manera que asombró al claustro de
la Universidad salmantina y fue reconocida como especialista en textos
clásicos, especialmente en los de Aristóteles, un filósofo al que admiraba.. Su
buena formación intelectual presagiaba su dedicación a la vida monástica.
Monumento a la Latina en la Puerta del Ángel (Madrid) |
Así pues, desde muy
pequeña, alentada por su padre, sintió
un gran fervor religioso con la idea de tomar los hábitos, algo que no
llegó a realizar y que le llevó a estudiar latín con gran provecho (de ahí el apelativo que le puso el pueblo:
“la Latina”), y griego, con el fin de entender mejor las escrituras sagradas
y los cánticos religiosos.
Esta habilidad,
poco común en la época, y más en una mujer, llamó la atención de la reina
Isabel I de Castilla, 14 años mayor que ella, la cual necesitaba tener a su
lado a alguien que la enseñara latín, el idioma de la diplomacia europea. Así, en 1486, llegó a la corte de los Reyes Católicos
con el cargo de camarera real, encargada de instruir en Latín a la mismísima
reina y de educar a sus hijos, el Príncipe Juan el heredero a la Corona y para
sus hijas, Juana, Maria, Isabel y Catalina. Su actividad no se limitó solo
a la enseñanza, también se encargó de extender y dar a conocer las nuevas
tendencias renacentistas llegadas desde Italia.
La reina Isabel y
las mujeres de las que se rodeó, como Beatriz Galindo, creían en el proyecto
humanista y pretendían intervenir en el cambio que debía sufrir la sociedad
para adecuarla a los principios políticos y sociales que el Renacimiento
preconizaba.
Llegó a la Corte
muy joven y fue la reina Isabel, que pronto sintió aprecio hacia Beatriz, quien
decidió la boda con Francisco Ramírez de Madrid, perteneciente a una familia hidalga afincada en Madrid y bastante
mayor que ella, pues había nacido en torno a 1445. Francisco era conocido como “el Artillero”, por sus dotes como
militar especializado en esta materia. Así, Beatriz contrajo matrimonio, en 1495,
con uno de los hombres de confianza de los reyes Católicos, pero quedó viuda pronto,
al morir su esposo en 1501, cuando sofocaba una insurrección de mudéjares de la
Serranía de Ronda, al no respetar los castellanos las capitulaciones pactadas con los mudéjares granadinos, dejándole una importante herencia.
Al enviudar, se
retiró a la villa de Madrid y aquí ejerció un importante mecenazgo religioso llevando a cabo tres fundaciones
benéfico-religiosas muy importantes: un hospital, y dos conventos de religiosas,
los dos bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, culto que Isabel I y
las mujeres que formaban la casa de la Reina, que eran íntimas colaboradoras
suyas, seguían y potenciaban. Los dos conventos de concepcionistas estuvieron
bajo la norma jerónima uno y el otro bajo la franciscana.
Detalle de la portada del hospital de la Latina |
Beatriz, ya viuda, consiguió crear dos mayorazgos para
sus dos hijos (1504), que eran muy
niños cuando murió su padre y de los que ella era tutora. El de Fernando estaba constituido
fundamentalmente por las tierras que Francisco Ramírez había recibido en
Bornos, tras sus intervenciones en la Guerra de Granada. El mayorazgo de Nuflo estaba centrado en las tierras
madrileñas de Rivas. Tanto Fernando como Nuflo no supieron mantener sus
haciendas en la buena situación que las recibieron de su madre, que las había
administrado durante su niñez con gran acierto y Beatriz, en varias ocasiones,
tuvo que ayudar a ambos a pagar deudas para evitar que peligraran los bienes
que constituían estos mayorazgos.
Sepulcro. Cenotafio, 1531, en el Monasterio de la Concepción |
Beatriz Galindo
murió en Madrid en 1535, a los 69 años de edad. Pese a todo su conocimiento, el
legado cultural que nos dejó es muy escaso: tan sólo algunas cartas en latín,
versos y su propio testamento en el que expresó el deseo de donar su dinero (los
RR.CC. la habían dotado con 500.000 maravedís, toda una fortuna para la época) a
los más pobres.
Hoy día, su recuerdo sigue presente en uno de los
barrios más famosos de Madrid que lleva su nombre: “La Latina”, en la calle de
Beatriz Galindo, junto a las Vistillas
y con un monumento a su figura en Puerta del Ángel y otro en Navalcarnero
(Madrid).
Para saber más: Real Academia de la Historia http://www.rah.es/Latinapag.htm
Beatriz Galindo, Francisco de Madrid y su familia | Matilla Tascón, Antonio | Instituto de Estudios Madrileños., 2000.
Beatriz Galindo, Francisco de Madrid y su familia | Matilla Tascón, Antonio | Instituto de Estudios Madrileños., 2000.
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