domingo, 16 de septiembre de 2018

Gonzalo Gómez de Espinosa. Navegante que acompañó a Magallanes y Elcano


Participó en la expedición de Magallanes y llegó a las Molucas al mando de la nao Trinidad. Mientras Elcano completaba la primera vuelta al mundo. Intentó llegar hasta América cruzando el Pacífico, pero fracasó en su intento después de un viaje desafortunado y fue apresado por los portugueses.


Gonzalo Gómez de Espinosa nació en Espinosa de los Monteros (Burgos) hacia 1479 y murió, probablemente, en Sevilla hacia 1530. Burgalés e hidalgo, según el cronista Fernández de Oviedo, debió de estar relacionado con el obispo de Burgos, que intervino seguramente en su nombramiento como alguacil mayor de la armada de Magallanes. Se le encargó reclutar tripulantes en Málaga y embarcó en la nao (nave de alto francobordo, que dominó los mares desde mediados del siglo XIV hasta las postrimerías del XVI) capitana Trinidad en 1519, al mando de Magallanes, en servicio de Carlos V.

Hernando de Magallanes
Ayudó decisivamente a Magallanes a reprimir el motín del puerto de San Julián, fraguado por Juan de Cartagena y Gaspar de Quesada. El capitán general envió a Gómez de Espinosa a la nao rebelde Victoria con seis hombres y armas ocultas, pretextando llevar su respuesta a Luis de Mendoza. Los enviados subieron a bordo de la nao y entregaron la carta de Magallanes a Mendoza, que éste no pudo terminar de leer ya que Gómez de Espinosa le asestó una puñalada en la garganta, mientras otro de sus acompañantes le daba una cuchillada mortal en la cabeza. Se produjo entonces un gran estupor y al momento aparecieron por la borda los hombres armados que Magallanes había enviado con Duarte de Barbosa. Se apoderan de la nave en unos minutos y levaron anclas para situarla junto a la Trinidad y la Santiago, lo que abortó el motín.

Gómez de Espinosa estuvo también junto a Magallanes en el combate de Mactán, pero logró salir con vida. Huyó de Cebú al mando de la Victoria, mientras Lope de Carvalho hacía lo propio con la Trinidad y Juan Sebastián Elcano con la Concepción. Tras la destitución del general Carvalho, asumió el mando de la Trinidad a la par que Elcano lo hizo de la Victoria; la Concepción fue quemada. Así llegaron a las Molucas, negociaron con los naturales de Tidore, cargaron sus naves con las especies y dispusieron el regreso a España. A poco de zarpar advirtieron que la Trinidad hacía mucha agua, por lo que Elcano y Gómez de Espinosa tomaron la decisión de que el primero siguiera a España con la Victoria, completando la vuelta al mundo, mientras que el segundo lo haría con dirección a América en la Trinidad después de ser arreglada convenientemente.


Tras tres meses de reparaciones, Gómez de Espinosa partió de Tidore el 6 de abril de 1522 con la Trinidad, al mando de cincuenta y cuatro hombres y con mil quinientos quintales de clavo a bordo. Navegó con rumbo hacia Panamá, calculando que llegarían navegando unas dos mil leguas, pero durante el viaje sufrieron numerosas vicisitudes, perdiendo una treintena de los hombres que iban a bordo –el escorbuto y la disentería hacían estragos– y pertrechos, sufriendo su nave numerosos daños. Así, tras separarse de Magallanes y Elcano, e intentar llegar a México sin éxito, decidieron tomar la penosa decisión de volver a las Molucas.

Gómez de Espinosa, inexperto como marino pero audaz, descubre las islas Palaos y las llama San Antonio y San Juan; poco después las Marianas (de los Ladrones) y, para más abundamiento, Gonzalo de Vigo, uno de los embarcados en aquel viaje tan lleno de contratiempos, logra desplazarse de isla en isla hasta alcanzar Guam, que incorpora a la Corona española.


Para entonces los portugueses, que han conquistado Tidore (en las Malucas) allá por mayo, han apresado a la exigua tropa que Gómez de Espinosa había dejado en aquellas latitudes de manera más testimonial que otra cosa. Cuando, exhausto, toca tierra tras varios meses de deambular sin rumbo cierto en su intento de llegar a México, él y los otros 16 supervivientes son llevados presos al fuerte de Ternate, levantado desde el 24 junio por el capitán Antonio de Brito, que se apodera de todos sus instrumentos y mapas y los obliga a trabajar en la construcción del mismo en condiciones inhumanas.

Espinosa encontró en la prisión de Ternate a los otros prisioneros españoles que habían quedado en las Molucas. Brito cometió la villanía de obligarles a trabajar como forzados, y durante cuatro meses, en las obras de construcción de la fortaleza de Ternate, empleándolos luego en otras labores aun más duras. Tras cinco meses de prisión, los españoles fueron llevados a Banda, donde permanecieron encarcelados otros cuatro meses. Desde allí fueron trasladados a Java y luego a Malaca, siendo entregados al gobernador Jorge de Alburquerque. Finalmente fueron conducidos a Cochín, donde los ocho supervivientes permanecieron algún tiempo. Tres de ellos, Gonzalo Gómez de Espinosa, Ginés de Mafra y el maestre Ance, terminaron sus desventuras en la cárcel del Limonero en Lisboa, en la que murió el último de ellos. El rey Carlos I logró rescatar los otros dos, que volvieron finalmente a España.

Gonzalo Gómez de Espinosa y Ginés de Mafra prestaron declaración de los sucesos en Valladolid el mes de agosto de 1527. Fernández de Oviedo afirma que habló con Gómez de Espinosa en 1528, cuando Carlos I “le hizo mercedes y le concedió un privilegio de muy nobles armas, que yo he visto originalmente”. El rey otorgó efectivamente a Espinosa una pensión de 300 ducados y al año siguiente (1529) le nombró visitador y capitán de las naos de las Indias. Residía entonces en Sevilla, donde le había conocido el cronista Fernández de Oviedo.

Para saber más: Gonzalo Gómez de Espinosa en la expedición de Magallanes : [discurso leído en el acto de su solemne recepción... (1958) - Miguel Ojeda, Gonzalo 

El triste fin de todos los navegantes de la Trinidad fue en realidad consecuencia de no haber podido encontrar la ruta para volver desde Filipinas hasta América, cosa que hallaría medio siglo después Andrés de Urdaneta (la corriente de Kuro-Shivo).



Nota. Juan Sebastián Elcano llegará a Sanlúcar un 6 de septiembre de 1522, completando la primeravuelta al mundo. Aun a pesar del desastre (cuatro naves y 234 hombres perdidos), las 25 toneladas de especias de clavo y canela estibadas permiten pagar toda la expedición con beneficios más que tangibles. Los intangibles, la gloria y la fama imperecedera que en puridad debería de compartir el mentor de aquella odisea, Fernando de Magallanes, muerto en combate en Las Molucas, quedarán impresas en los anales de la historia. 

Entre los 18 supervivientes que regresan (cuatro vascos, cuatro griegos, dos andaluces, dos portugueses, dos italianos, un cántabro, un gallego, un extremeño y un alemán) estaría el gran cronista italiano Antonio Pigafetta, que dejará constancia de aquel colosal esfuerzo por darle a la tierra algo más de sentido que su mera redondez; la grandeza del hombre ante adversidades incalculables superaría todo lo imaginable. Elcano fallecería en agosto de 1526 durante la expedición de García Jofré de Lozoya a las Islas Molucas.

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