Autor dramático que, aunque nacido en México, es
considerado una de las figuras más destacadas del teatro español de los Siglos
de Oro.
Tuvo que sufrir las burlas inmisericordes de sus contemporáneos, especialmente de Lope de Vega y Quevedo (le llamaron "mexicano y corcovado" y "corcovilla", por su joroba), y también de Góngora, Tirso y otros.
Tuvo que sufrir las burlas inmisericordes de sus contemporáneos, especialmente de Lope de Vega y Quevedo (le llamaron "mexicano y corcovado" y "corcovilla", por su joroba), y también de Góngora, Tirso y otros.
Juan
Ruiz de Alarcón y Mendoza nació en el Real de Minas de Tetelcingo, en la región
de Taxco, en el Virreinato de la
Nueva España, el actual estado de Guerreo en México, probablemente en 1572
(Algunas fuentes indican que hacia 1580-1581, sin fundamento documental sólido).
Hijo de Pedro Ruiz de Alarcón, oriundo de la nobleza de Cuenca, y de Leonor de
Mendoza. Su abuelo materno se llamaba Hernando Hernández de Cazalla (aunque también
se le llamaba Hernando de Mendoza) y su abuela materna se llamaba María de
Mendoza. Tuvo una posible relación con una mujer llamada Angela Cervantes y una
hija natural llamada Lorenza. Falleció en Madrid en agosto de 1639.
Jiménez Rueda en el capítulo 32 de su libro ]uan Ruiz de A/arcón, el suriano mexicano…, transcribe la copia de la fe de
bautismo de Alarcón, que le fue entregada por el Dr. Lauro Flores, la que dice
como sigue: en treinta de diciembre de mil y quinientos setenta y dos años
alonso torquemada semanero en la region de tachco bautise en la ermita de la
santa veracruz real de minas de tetelcingo a juan hijo de po. ruiz de alarcon y
leonor de mendoza su muger, fueron testigos jase de cabra y maria josefa su
muger.-cura semanero alonso de torquemada.
Pedro
Ruiz de Alarcón y doña Leonor de Mendoza, padres del dramaturgo, contrajeron
matrimonio el domingo 9 de marzo de 1572 en la catedral de México. La familia
de la novia se dedicaba a la minería en Zumpango y Taxco, por lo que su
prosperidad económica le daba vía libre para casar a Leonor con un joven
español recién llegado a la colonia, oriundo de cuenca, cuyo apellido permitía
presumir de hidalguía. Este tipo de matrimonios, entre muchachas de familias
coloniales acaudaladas y españoles con poco tiempo en el virreinato, eran
frecuentes, pues suponían un beneficio para ambas partes: las primeras ennoblecían
su apellido al unirse en matrimonio con individuos pertenecientes a familias de
la aristocracia española, mientras que los segundos ganaban una respetable
posición económica, necesaria para mantener tal hidalguía. De esta unión
nacieron cinco hijos: Juan (30/12/1572), Pedro (1577), Gaspar (1577), Hernando
(1581) y García (1582).
Juan intentó toda su vida en que
recibiera el tratamiento de "Don", debido a sus antepasados Mendoza,
preciándose siempre de su linaje. Tuvo un cierto complejo de inferioridad
física que intetó superar concentrándose en su trabajo siendo sobrio, medido y
disciplinado, lo que transmitió a sus "Comedias", buscando los
valores humanos.
Estudió
en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México desde 1592, aunque
posteriormente viajó a España donde obtuvo el título de bachiller de cánones,
en 1600, y en Leyes, en 1602, en la Universidad de Salamanca. Su estancia en
España se hizo pronto económicamente difícil y sólo obtuvo apoyo de un pariente
sevillano, jesuita, Gaspar Ruiz de Montoya; después de ejercer sin título la
abogacía en Sevilla, regresó a México en 1608, para terminar sus estudios de
leyes.
Obtuvo el título de licenciado en Leyes
en la Universidad mexicana en 1609,
fracasó en sus aspiraciones al profesorado universitario en tres intentos y
trabajó en empleos menores, para embarcar de nuevo rumbo a España en 1613.
Quizá
porque su familia había venido a menos, el joven licenciado no regresaría nunca
a su país de origen. En 1614 se estableció de forma definitiva en Madrid, donde
siguió escribiendo teatro hasta que en 1626 lo nombran relator del Consejo de Indias, donde trabajó como relator interino (cargo
que se le confirmó en propiedad en 1633).y se dedicó a la producción literaria.
Se sabe que fue amigo, y tal vez colaborador, de Tirso de Molina. Publicó veinte comedias en dos volúmenes
(en 1628 y 1634),.entre las que destacan Las paredes oyen, La verdad sospechosa
que fue parafraseada por Pierre Corneille,
La amistad castigada, Ganar amigos, La cueva de
Salamanca, El semejante a sí mismo, La prueba de las promesas, Mudarse por
mejorarse,. El examen de maridos es quizá su última comedia.
Su aspecto físico poco agraciado (ya
que era jorobado, pelirrojo de barba y muy bajo) le valió las burlas de sus
contemporáneos, pero en su obra
consiguió una victoria moral y racional sobre las injusticias de la vida. Ruiz
de Alarcón creía en la política de la reformación, compartió la filosofía de
Olivares, y su producción teatral se caracterizó por la agudeza psicológica, el
carácter moralizante y el ataque a los vicios y costumbres de la época. Los
personajes de sus obras sufren un conflicto entre pensamiento y acción que
permitió la evolución de a comedia de caracteres.
Es cierto que la reacción hostil fue
amplia e intensa. Tuvo que padecer las sátiras de Francisco de Quevedo, el
cual, tras asegurar que la "D" de su firma no se refería al
"don" sino que esbozaba sólo la mitad de su retrato, llegó a llamarle
"hombre formado de paréntesis". Luis de Góngora, por su parte, lo
acusó de plagio. Y alguien tan sereno, tan ponderado como fray Gabriel Téllez,
que inmortalizó el seudónimo de Tirso de Molina, le dedicó una décima que no le
ahorra insultos como "poeta entre dos platos" o juicios a su
apariencia y a su obra que se resumen en estos dos versos: "Porque es todo
tan mal dicho / como el poeta mal hecho". Tampoco se anduvieron con
remilgos Lope de Vega o Mira de Amescua, que llegaron a ser detenidos cuando la
representación de El Anticristo produjo un monumental escándalo.
Pero
el hecho de movilizar en su contra a genios de la altura de Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Tirso de
Molina es un homenaje muy singular y supone una valía sólo comparable al
homenaje que dicha hostilidad representa. Si a ello se añade que el dramaturgo
mexicano logró interesar a la familia real y acabó por imponerse, el genio de
Ruiz de Alarcón se mostró digno de sus agresores, a quienes contestó
cumplidamente en algunos casos.
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