Ocupaba el cargo de Gobernador cuando el Peñón de Gibraltar fue tomado por una flota anglo-holandesa, comandada por el Almirante Rooke, en agosto de 1704.
Diego
Gómez de Salinas y Rodríguez de Villarroel nació en agosto de 1649 en la
madrileña Puerta de Moros, en camino que llevaba a la imperial Toledo. Era hijo
de Don Pedro Gómez de Salinas, natural de Pamplona, y de Agustina Rodríguez de
Villarroel, de Madrid y fue bautizado en la iglesia de San Andrés, según reza
su partida de bautismo.
El último de Gibraltar, por Augusto Ferrer-Damau |
Salinas era de familia de hidalgos, por una parte su abuelo paterno era Juan Gómez de
Quintana, natural de Estremaña, merindad de la Cuesta de Urria, en el valle de
Tobalina, en las montañas de Burgos y su abuela era Doña Catalina de Salinas,
de Obanos, Navarra. Por la parte materna su abuelo era Pedro Rodríguez de
Villarroel, natural de Valladolid, regidor de la capital desde 1635; su abuela
materna, Doña María de Orozco,era natural de Valladolid; de los diez hijos que
tuvieron, Agustina, nacida en 1624, fue la madre de Diego de Salinas.
Comenzó
en la milicia como paje del Condestable de Castilla, Iñigo Fernández de
Velasco, sirviendo en el gobierno de Galicia. Salinas partió con el séquito del
Condestable en 1667 como soldado de a caballo y pronto fue ascendido a alférez
de caballos corazas; después capitán de infantería, en la compañía del Tercio
Fernando Valladares.
En
1668 se encamina a Flandes, ya al mando de su propia compañía, y destacó en el
sitio de Vorden, (Holanda), que llevaba a cabo el príncipe de Orange; como
premio se le otorgó la patente de capitán de caballos corazas en 1670. En 1672
comenzó la Guerra de Holanda y allí, con su compañía, socorrió a las tropas
auxiliares que fueron a Holanda, permaneciendo en los Países Bajos hasta 1673.
Tras
Flandes, vuelve a España y pasa al Ejército de Cataluña, como agregado a las
compañías de caballos de las Tropas de Toledo, al no poder volver a su compañía
que estaba en Holanda. En la campaña
catalana destacó valientemente en varias acciones contra los franceses en
la defensa de la ciudad de Puigcerdá en 1675, donde fue herido en la cabeza.
Después se halló con su batallón, uno de los cuatro con que don Vicente Muñoz
atacó a los franceses, en las acciones de San Pedro Pescador y del barranco de
Espolla.
En el año 1865 solicita ingresar en la
orden de Santiago y tras probarse que el pretendiente era un hijodalgo limpio por todos sus costados y que nunca se había manchado las manos con un
oficio vil o mecánico, el 25 de julio, y por decreto se le hizo merced del
hábito de Santiago, según Real Consejo de las Ordenes le despachó título en 10
de Noviembre.
En
1685, sirve en la ciudad de Pamplona, con el grado de maestre, en la guerra con
Francia; bajo las órdenes del virrey de Navarra, marqués de Valero, y participa
en la acción de los montes de Alduide, donde con mil hombres de la guarnición
del castillo de Pamplona entró en Francia, puso en fuga a los franceses y
demolió unas 300 casas que los franceses habían edificado en aquellos montes.
Allí
permanece con su compañía hasta que, en marzo de 1697, el tercio se traslada a Cataluña para rechazar la invasión francesa de
la Guerra de los Nueve Años. En Barcelona, bajo las órdenes del virrey don
Francisco de Velasco que está defendiendo la capital del ejército del Duque de
Vendôme; pasa al grado de general de batalla, participando en numerosas
acciones de guerra para frenar a las tropas francesas por Cataluña:
Primitivo escudo de Gibraltar |
En 1701 el rey Felipe V le concede el
gobierno de Gibraltar y sustituye a
don José de Garro, que pasa a su tierra natal guipuzcoana. Así, en 1702, llega
con el cargo de gobernador militar y, más tarde, se le agregará el
corregimiento y pasará a ser también gobernador de lo político, cargo que
desempeñó hasta la pérdida. En este año
el Rey declara el inicio de las hostilidades en la Guerra de Sucesión española
contra los anglo-holandeses, partidarios del sucesor a la Corona de España, el
archiduque Carlos de Austria.
Gibraltar, como plaza vital, entra pronto en la estrategia de
los partidarios del archiduque Carlos, que tiene pensando desembarcar en
Andalucía y ocupar una ciudad costera como cabeza de puente para una invasión
de la región. La primera intentona austracista en Cádiz, en 1702, alerta al
gobernador de Gibraltar que pide ayuda y refuerzos a Madrid ante el mal estado de las defensas de la plaza y la falta
de guarnición. Mientras tanto, la flota costea, alarmando a las poblaciones del
litoral que temían un desembarco como el llevado a cabo en Cádiz. Pocos días
antes, Salinas escribía al gobernador de Málaga quejándose de la poca
guarnición y menos prevención en que se hallaba la ciudad.
El
1 de agosto, la flota anglo-holandesa llega a la bahía, con alarma de la
población, y los ingleses desembarcan en playas cercanas: la caballería de la
plaza, unos treinta o cuarenta hombres de la milicia, intenta estorbar la
maniobra pero la artillería de la flota los puso en fuga, con bajas españolas.
Los marines marchan hacia el istmo, donde ocupan tres molinos de viento y las huertas
colindantes; allí instan al gobernador a que se rinda, a lo que este se niega.
La
flota comienza su ataque sobre la ciudad y después de un fuerte bombardeo, que
desata incendios por toda la ciudad, y la toma del castillo del muelle nuevo, piden
la rendición en el plazo de una hora. Salinas contesta que en ese plazo era
imposible, ya que debe reunirse con el resto de los oficiales distribuidos por
los puestos de defensa de la plaza. Salinas
reúne el Cabildo de la ciudad con los oficiales y determinan capitular ante la
grave situación en la que se encontraba la plaza, lo que sucede el 4 de agosto,
tras pactar unas capitulaciones que creen honrosas. Después de la
capitulación, Salinas; hizo un relato de la caída de la ciudad al marqués de
Villadarias, capitán general de Andalucía.
La causa de la rendición hay que
buscarla, probablemente, más que en la falta de pertrechos o de tropas, en la
actuación de la población civil durante el sitio. Las fuentes inglesas más
cercanas en el tiempo coinciden en señalar que la captura de las mujeres, niños
y demás gente inútil fue fundamental para que Salinas se rindiese tan pronto y
sin haber presentado una fuerte resistencia, ya que los ingleses amenazaron con
matarlos si no se producía la rendición de manera inmediata.
Algunos
de sus contemporáneos criticaron al gobernador, recordando el episodio de la
capitulación de Barcelona en 1697. Sin embargo, Felipe V no lo tuvo en cuenta, y Salinas fue nombrado Gobernador de
Villaescusa de Haro (Cuenca), en 1706, donde permaneció hasta cerca de su
muerte, cuando regresó a Madrid, falleciendo el 27 de noviembre de 1720,
dejando todos sus bienes a su hermana Francisca.
Nota: La información de esta
entrada está basada en el artículo “Raíces
familiares de Diego Gómez de Salinas y Rodríguez de Villarroel, último
gobernador español de Gibraltar”, cuyo autor es David Huidobro Sanz, publicado
en Hidalguía, Nº. 374, 2017, págs. 173-184.
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