viernes, 8 de febrero de 2019

San José de Calasanz. Sacerdote, pedagogo y santo



Fundó la primera escuela cristiana popular de Europa. Fundador de los Padres Escolapios. Patrono universal de las escuelas populares católicas.

Persona abierta a la realidad circundante, recibió el impacto de las ideas y problemas que le rodeaban, y con su compromiso personal contribuyó al progreso de las ideas y a la solución de los problemas.

San José de Calasanz, llamado también de la Madre de Dios, nació en Peralta de la Sal (Huesca) en 1557. Era el menor de cinco hermanos, hijo de Pedro de Calasanz y de Mur, infanzón, herrero y alcalde del pueblo, y de María Gastón y de Sala.

 
Con 12 años dejó su pueblo y se fue a estudiar a Estadilla, situado a unos 20 km, como internado en el colegio de los padres Trinitarios, pasando a estudiar más tarde filosofía y leyes en Lérida, recibiendo el doctorado en leyes. Posteriormente, completó con honores cursos de teología en Valencia y Alcalá de Henares (Madrid).

A los 14 años, surgió en él la vocación sacerdotal. En un primer momento no contaba con la aprobación paterna, pues su padre pensaba que José debía encargarse de la administración de las propiedades de la familia, pero acabó ordenado sacerdote en 1583, iniciando su ministerio sacerdotal en la diócesis de Albarracín (Teruel), donde el obispo Juan de la Figuera lo envío, estando dos años.

El obispo de Urgel, Andrés Capilla, lo nombró su teólogo, confesor y vicario general. Aconsejado por el obispo, Calasanz se va a Roma en 1592. En principio estuvo de preceptor de nobles, pero en sus visitas al Transtévere puso ver grupos de niños abandonados, sin instrucción de ninguna clase, lo que conmovió su espíritu y vio que su vocación debía dedicarse a la enseñanza de los desamparados, y a ello consagró su larga vida.

José entró en Roma en la cofradía de la Doctrina Cristiana que se dedicaba a enseñar religión a los niños, que recogían de las calles para llevarlos a las clases. En él surge la idea de crear una escuela gratuita abierta a todos los niños; sin embargo, casi todos la rechazan excepto unos sacerdotes que le ofrecieron una vieja sacristía en un barrio pobre de Roma, y así, en la iglesia de Santa Dorotea se creó, en 1597, la primera escuela estable (y gratuita) de Calasanz, con la ayuda de otros profesores, a los cuales contagió su entusiasmo. El Papa Clemente VIII dio una contribución anual y muchos otros aportaron fondos para esta gran obra. En corto tiempo, José tenía mil niños bajo su cuidado y, desde ese momento, dedicará toda su vida a una misma idea: abrir las puertas de las escuelas a todos y, muy especialmente, a los más necesitados.

Antes de cumplir los 6 años de su estancia en Roma, el río Tíber se desborda, provocando una gran inundación catastrófica. Como resultado de ésta, hubo más de dos mil muertos y centenares de familias pobres quedaron sin techo y sin alimentos. Calasanz, con gran integridad, trabajó en la operación de ayuda a los afectados.



José de Calasanz fue uno de los precursores de la pedagogía moderna, aunque no compuso una obra estrictamente monográfica sobre ese tema, sino que esparció su teoría sobre la educación en diversas cartas, reglamentos y escritos de carácter práctico. Creó, organizó y sistematizó la enseñanza escolar graduada por niveles y ciclos en la enseñanza primaria y una cierta formación profesional. Los alumnos hacían lecturas individuales con el maestro y se corregían entre ellos. Las clases duraban dos horas y media por la mañana y otro tanto por la tarde. Los alumnos aprendían a leer indistintamente en latín y en lengua vernácula y cada cuatro meses se hacía un examen general en todas las escuelas. Terminadas las clases, los maestros acompañaban a sus alumnos hasta sus casas.

Calasanz mantuvo el latín, pero fue un gran defensor de la lengua vernácula, y en ella estaban escritos los libros escolares, incluso los destinados a la enseñanza del latín.

En 1602 alquiló una casa en Sant´Andrea della Valle y comenzó la vida comunitaria con sus asistentes. A sus institutos educativos los llamó "Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios. Después de unos años ya había escuelas en muchos lugares de Italia y en algunos otros países europeos.

La obra calasancia, que tituló Escuelas Pías de la Madre de Dios, pronto se extendió por todo el mundo difundiendo la divisa calasancia de: Piedad y Letras. Puso su obra bajo la advocación de María a la que tuvo una entrañable devoción, y su anagrama figura en el escudo de la orden.


José de Calasanz fue llevado a los tribunales por una denuncia falsa de un compañero de la Congregación y le quitaran el cargo de Superior General, y la Santa Sede determinó acabar con la congregación que había fundado. Después, cuando se descubrió la falsedad de la denuncia le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada


Murió el 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años. Fue beatificado un siglo más tarde, el 7 de agosto de 1748, y canonizado por Clemente XIII, el 16 de julio del 1767. Al tercer centenario de su muerte y segundo de su Beatificación en 1948, Pío XII declaró a Calasanz Celestial Patrono ante Dios de todas las escuelas populares cristianas del mundo. En homenaje nacional el relicario conteniendo su lengua y corazón fue trasladado a España desde Roma. Su fiesta se celebra el 25 de agosto.

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