La Inquisición española, institución que durante más de trescientos años examinó y rigió las conciencias de los habitantes de la Monarquía Hispánica, En ella, uno de los oficios fue el de “Secretario del Secreto”, y uno de éstos, en Córdoba, fue Santiago Fernández de Huidobro, enterrado en la Catedral-Mezquita de Córdoba en el año de 1697.
Córdoba. Catedral. Lápida sepulcral de Santiago Fernández de Huidobro. |
En 1498, el Inquisidor General Tomás de Torquemada estableció que en cada tribunal del Santo Oficio, además de los inquisidores, debía haber “dos notarios del secreto, un fiscal, un alguacil, un receptor, un nuncio, un portero, un juez de los bienes confiscados, un fisco”. Sin embargo, aunque nominalmente estos oficios se mantuvieron en el tiempo hasta el fin de la institución, lo cierto es que la estructura de los tribunales de distrito se fue complejizando y dando lugar a la aparición de nuevas tipologías de oficiales, o a una variación en su número, a medida que la circunstancias lo iban requiriendo.
Ambas fotos cortesia de José Mª. Martín-Abad |
lápida del Sepulcro de D. Santiago Fernández de Huidobro Secretario del Secreto del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba y de sus herederos. Año de 1697
Así, por ejemplo, a pesar de las indicaciones de Torquemada, los notarios del secreto no fueron los únicos “notarios” que trabajaron al servicio de la Inquisición, pues solo a nivel de tribunal existieron también los notarios del juzgado, ante quienes pasaban las causas civiles y criminales; y los notarios de secuestros, encargados de las confiscaciones y de la redacción de documentación de tipo económico, además de los diferentes notarios que, sin salario, desarrollaban su labor por el distrito, colaborando con comisarios y familiares. Estas figuras empezaron su andadura ya en el siglo XVI y a ellas, con el paso del tiempo, se añadió la del “notario de actos positivos”, dedicado a la gestión administrativa de las informaciones de limpieza. Y además de estos oficios, creados para descargar de trabajo a los secretarios del secreto ante la imposibilidad de que estos abarcasen documentalmente toda la actividad de un tribunal, existió todo un plantel de “ayudantes” sin salario, profesionales contratados y, ya en los siglos XVIII y XIX, de “supernumerarios”, que auxiliaban a los secretarios en su función.
Nota: Es cierto que las locuciones “notario” y “secretario” se utilizaban de manera indistinta dentro de la institución, pero solo en relación con los oficiales numera-rios (del secreto, del juzgado, de secuestros y de actos positivos) o su-pernumerarios, y nunca en el caso de los ministros del distrito, a los que solo se denominaba “notarios”.
En lo que respecta de forma concreta a los secretarios del secreto, sus amplias funciones les obligaban a levantar testimonio de las audiencias de los inquisidores o de cualquier actuación de estos, tanto dentro, como fuera de la sede del tribunal; gestionar la correspondencia con la Suprema; responsabilizarse de la correcta administración documental del tribunal (expedición y recepción) y de la organización archivística del mismo, lo que incluía la redacción de diferentes instrumentos de descripción (registros) que agilizaban la continua localización de los documentos; y a expedir fes y certificados a las personas que los solicitasen.A ello habría que añadir, entre otras cosas, acompañar a los inquisidores a realizar visitas de distrito e inspecciones a otros tribunales si les era requerido por la Suprema; ejercer como fiscales en ausencia de estos; actuar como correos para envíos específicos de documentación o dinero entre tribunales, o entre estos y el Consejo; efectuar notificaciones y convertirse en enlaces del Santo Oficio con otras instituciones; publicar edictos de fe y de anatema; y participar en las actividades públicas y protocolarias de los tribunales.
Fuente: INQUISICIÓN. XV JORNADAS DE HISTORIA EN LLERENA
Llerena, Sociedad Extremeña del autor Bárbara Santiago Medina
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