La figura de Cabrera fue relevante tanto como autora y mujer, como por
su papel en el orden social y cultural del momento, arropada en lo personal y
en lo literario, por los reyes de España (Isabel II y Francisco de Asís) y por
todas las primeras espadas de las letras, tanto masculinas como femeninas.
Autora de “Las Violetas” en 1850.
María de los Dolores (Vicenta
Gregoria Ignacia) Cabrera y Heredia nació un 15 de septiembre de 1828 en Tamarite
de Litera, cercano a Estadilla (Huesca). Era hija de Lorenzo Cabrera Purroy, destacado militar liberal que
fue gobernador militar de Teruel, y de Gregoria Heredia Godino. Fue educada en el convento
de las Salesas de Calatayud (Zaragoza) y, siguiendo los destinos de su padre
como militar, residió también en Pamplona, Madrid y Jaca.
Su tío paterno, José Matías Cabrera, fue un
importante jurista. Estudió en Zaragoza y Huesca, doctorándose en Derecho Civil
(1797) y más tarde en Canónico (1799). Ejerció la abogacía en Zaragoza y fue relator
de la Sala del Crimen de la Real Audiencia de Aragón. Obtuvo la canongía
doctoral de la S.I. de Zaragoza y fue presidente de la Real Academia de
Jurisprudencia aragonesa (1805-1806). Con su hermano Lorenzo mantuvo una
relación muy estrecha, hasta el punto de renunciar en él su condición de
heredero de Casa infanzona de Cabrera. El notario Antón Cabrera, probó y demostró su infanzonía
en 1644.
Desde Calatayud, salió Dolores hacia
el nuevo hogar familiar, itinerante por la condición militar de su padre, que
en 1844 fue destinado a Pamplona y en 1846, a Madrid.
Mostró desde muy joven
inclinación por el estudio, la lectura y la poesía y, en 1847, su madre envió
algunas de sus composiciones poéticas a su amigo Pedro de la Hoz y Calvo, director
del diario tradicional y monárquico “La Esperanza”, que publicó sus primeros
versos. Dolores se convirtió a partir de entonces en asidua colaboradora de
numerosos medios, entre ellos La Velada, La Reforma, El Trono y la Nobleza, Los
hijos de Eva (semanario de literatura, ciencias y arte, fundado y dirigido por el escritor salmantino Ventura Ruíz Aguilera), Libro de la caridad, Álbum la Avellaneda, Brisas de Cuba, Ellas,
Educación pintoresca, etc.
Dolores recurre constantemente a
la naturaleza en su poesía como reflejo de su estado de ánimo. Aparecen también
las ruinas como símbolo de la caducidad de la vida y utiliza imágenes
típicamente románticas como la tormenta, el vendaval y los espectros. Sin
embargo, cuando hace referencia al amor no correspondido escribe poemas íntimos
y más personales. Ese amor lo identifica con las violetas, flores que darán
título a su libro: Las Violetas.
En 1850 publica en Madrid su poemario Las Violetas, prologado por el
abogado y poeta Gregorio Romero Larrañaga, compuesto por 76 poemas escritos entre mayo de
1847 y mayo de 1850, que tuvo difusión
importante y aceptación universal. El título hace referencia al poder
evocador de esas flores, cuyo aroma le transportaba a su infancia. En él
aparecen composiciones como "Las golondrinas", "Ausencia",
"A una bella", etc., que influyeron
notoriamente en la obra del excelso poeta Gustavo Adolfo Bécquer, quien sin
duda leería este poemario y se inspiraría en él para escribir su poema más
emblemático: “Volverán las oscuras golondrinas”.
Las escritoras isabelinas se beneficiaron de
los avances legales vinculados a la gestión y a la defensa de los derechos de
autor. Así, en 1834, una Orden real dio a los autores la propiedad intelectual
sobre sus obras de por vida y, en 1847, se promulgó la primera Ley que
reconocía directamente los derechos de autor
El año de 1851 salió de Madrid y fue
con su familia a Jaca, de cuya plaza había sido nombrado su padre gobernador:
faltándole ya el estímulo que en Madrid la obligara a escribir, pocas
composiciones publicó, hasta que fue halagada por la idea de contribuir á la
redacción de un periódico dedicado al bello sexo: con el nombre de Album de Señoritas. Correo de la Moda.
En esta publicación, dirigida al mundo femenino, publicaron sus artículos
feministas intelectuales como Rosario de Acuña, Concepción Gimeno Gil de
Flaquer o Blanca de los Ríos, todas ellas pertenecientes a la generación de 1840. Dolores escribió para esta revista no sólo
poesías sino también artículos históricos, biografías de mujeres célebres y su
novela Una perla y una lágrima, basada en una leyenda tradicional aragonesa.
Recurre constantemente a la
naturaleza en su poesía como reflejo de su estado de ánimo. Aparecen también
las ruinas como símbolo de la caducidad de la vida y utiliza imágenes
típicamente románticas como la tormenta, el vendaval y los espectros. Sin
embargo, cuando hace referencia al amor no correspondido escribe poemas íntimos.
En 1856 contrajo matrimonio en Madrid con el también militar Joaquín
María Miranda y Martínez de Noriega (que alcanzó el grado de coronel de infantería y fue
administrador del Real Sitio de Aranjuez desde 1875 hasta su muerte, acaecida en 1884) a quien
acompañó en sus destinos: Valencia, Granada, Zaragoza, etc. Este matrimonio fue
apadrinado por SS.MM. los reyes.
Dedicó poemas a la Reina Isabel II y es
la autora de la letra del Himno de Alfonso XII con que el ejército saluda a
S.M. el Rey. Los triunfos literarios y la plena realización personal y
familiar, en los años 50-60, se verían empañados por la muerte de su padre en
1865, y la de su madre en 1866.
Al publicar dos poemas en Los
hijos de Eva. Semanario de literatura, ciencias y artes, entró en contacto con
otras poetas románticas del grupo La Hermandad Lírica, y cuya cabeza más visible
fue Carolina Coronado, también hidalga. Las escritoras del grupo reivindicaban el acceso a la
cultura, a la actividad intelectual femenina y el derecho a ser escritoras.
Dolores escribió denunciando del hostigamiento que recibían las creadoras. .
Dolores fue una autora gozó del
favor del público y de la crítica, muy reconocida, a la que se le tributaron
importantes honores literarios. En 1860 el Liceo Artístico y Literario de
Granada la recibió como Académica y Profesora; en 1865 fue declarada Socia
Facultativa del Liceo Artístico y Literario de Zaragoza, en 1869 Vocal Auxiliar
en el Ateneo de Señoras en Madrid, del cual era socia de mérito. Hay obra suya
incluida en las obras Escritoras españolas contemporáneas (Madrid, 1880) y
Poetas contemporáneos (Veracruz, 1883).
En los últimos años de su vida
quedó ciega, lo que provocó que Gerónimo Borao le dedicara un soneto escrito el
8 de diciembre de 1874 titulado: "A Doña Dolores Cabrera de Miranda.
Distinguida poetisa privada de la vista". El poeta Miguel Agustín Príncipe
le había dedicado también una fábula en su obra Fábulas en verso castellano y
en variedad de metros (1861, Madrid, Alfaro).
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Armas del linaje Cabrera
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Dolores, viuda desde hacía 15 años, falleció en Zaragoza el 1
de diciembre de 1899, trasladándose sus restos a la sacramental de San Isidro (Madrid)
en 1911.
Para saber más: Valeriano C. Labara
Ballestar “Vida y obra de Dolores Cabrera, la poetisa romántica de Tamarite”.
Biografía publicada
por Pilar de Sinués de Marco en El Correo de la Moda, el 8 de septiembre de
1861, Año XI – Núm. 417