Reconocido por ser uno de los diputados del Perú ante las Cortes de Cádiz durante la redacción de la Constitución de 1812, siendo el único representante de un pueblo originario americano durante esa instancia. Logró el reconocimiento de los derechos de indígenas y mestizos en las Cortes de Cádiz.
Dionisio Uchu Inca Yupanqui y Bernal, también conocido como Dionisio Ampuero Bernal, nació en Lima (Perú), el 9 de octubre de 1760, siendo hijo de Domingo Uchu Inca Ampuero (nombrado alférez de una compañía de infantería del presidio del Callao por el virrey Conde de Superunda) y de Isabel Bernal de Espinoza. Era un descendiente del sapa inca (emperador) Huayna Cápac (duodécimo inca) por la línea de Gonzalo Uchu Hualipa. Su familia había pretendido sin éxito el Marquesado de Santiago de Oropesa al morir la última descendiente del monarca Diego Sayre Túpac Inca en Europa, Doña María de la Almudena Enríquez de Cabrera y Almansa.
Se trasladó a España (por una orden de Su Majestad sin permitirle su regreso a América bajo sospecha de rebelión) junto a su padre y su hermano Manuel en 1767 a la edad de siete años, a los fines de hacer valer los efectos económicos de su nobleza, y donde tuvo una mejor calidad de vida, económica y social. Su padre había intentado la convalidación de su título de nobleza como descendiente de la dinastía Inca, pero no logra obtener el marquesado de Oropesa (la primera marquesa fue Ana Mª Lorenza de Loyola Coya) que pretendía, aunque sí se le concede una pensión y privilegios para sus hijos.
Su hermano Manuel, casado con una aragonesa, trabajó como juez del Real Cuerpo de Maestranza y de Reos, fue Presidente de la Real Junta de Comercio e Intendente General del ejército. Al ser un descendiente legitimado de los incas recibía una renta de 12 000 reales, de las que tras su muerte gozó su hijo Andrés.
Genealogía de Ana Mª Lorenza de Loyola Coya |
Dionisio, como su hermano Manuel, se educa (1767-1773) en el Real Seminario de Nobles de Madrid, entonces y tras la expulsión de los Jesuitas, dirigido por Jorge Juan, con una beca del rey Carlos III, y como alumno del Real Seminario estaba siendo moldeado para pensar y actuar a favor del rey, su benefactor, en cuyo ejército quería prestar servicios. Por su notoria nobleza, por ser descendiente de los Incas, sin efectuar las inexcusables pruebas de hidalguía, por privilegio especial ingresa en la Real Compañía de Guardiamarinas en 1776 (con 100 doblones de oro para equipamiento, así como 18 pesos mensuales hasta que alcanzara el grado de teniente de navío), siendo enviado durante su instrucción para oficial al Mar Mediterráneo. Actúa en acciones en el norte de África y luego contra los británicos en el bloqueo de Gibraltar. Tras graduarse como Alférez de la Real Armada Española es enviado en 1777 al Mar del Caribe en el Atlántico, allí tuvo sus primeros encuentros con los británicos. En 1782 fue ascendido a Teniente de Fragata.
En 1786, en base a su estirpe Real, pide una pensión al igual que su padre, que le es denegada, pero para que pueda sostenerse se lo designa Teniente Coronel de un regimiento de Dragones; así, en 1787 había ascendido a teniente coronel agregado al Regimiento de Villaviciosa en Asturias. Tras la muerte de su padre, en 1784, había heredado 6.000 reales de vellón. En 1790 se convierte en Teniente Coronel de un Regimiento de Caballería de Dragones del Rey en Madrid, pasando a combatir desde 1808 hasta 1810 en la Guerra de la Independencia contra las tropas francesas.
En 1810 fue uno de los militares indianos que fueron electos como Diputados Suplentes para representar al Virreinato del Perú en las Cortes de Cádiz.
Los diputados americanos formaron su propia fracción parlamentaria, con intereses en común, se inclinaron en precisos momento por la tendencia liberal, que abogaba por la igualdad entre americanos y españoles, y que era vista como inevitable, incluso por los conservadores; no obstante, la igualdad entre los criollos e indígenas, originalmente, no estuvo en ninguna agenda constitucional, criterio que el tiempo se encargaría de incluir dada la gran influencia que las Cortes y la Constitución ejercieron en la emancipación de la América española.
Fue electo diputado suplente de las Cortes de Cádiz reunidas durante la prisión de Fernando VII en diciembre de 1810, en representación del Virreinato del Perú, cargo que juró en la Isla de León el 24 de septiembre de 1810. En ese espacio pronuncia un encendido discurso ante ellas en su condición de “Inca, indio y americano”, reclamando que se haga cesar el mal trato, la discriminación y la desigualdad que sufren los indios americanos de las posesiones españolas, afirmando que “un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”, que en 1864, Karl Marx hace suya la frase para plantearla como postulado ante la I Internacional celebrada en Londres. Pide se proclame la igualdad con los indios, de acuerdo a los principios evangélicos, planteando que las desventuras que sufre España por la ocupación francesa, son una suerte de castigo divino por las injusticias que está cometiendo en América.
Tras un fundamentado discurso*, propuso un decreto, para que se instruya a los Virreyes y Audiencias para: "Que con suma escrupulosidad defiendan a los indios, y cuiden que no sean molestados ni afligidos, en sus personas y propiedades, ni se perjudique en forma alguna a sus personas y privilegios".
El 1 de febrero de 1811, en un discurso más extenso, aboga para que se incluya en el texto constitucional la igualdad entre blancos e indígenas. Sus discursos influyen en los decretos de las Cortes del 13 de marzo de 1811 y el 9 de noviembre de 1812, que eliminan el tributo de los indios y la mita respectivamente (el argumento central fue demostrar que los indios provenían de un imperio, el de los Incas, y que eran los habitantes nativos de esos dominios), consecuencias del sistema de vasallaje, y como consecuencia de ello los caciques, como líderes étnicos, perdían su razón de ser. A partir de este trabajo, se convierte en uno de los firmantes de la Constitución española de 1812.
El príncipe Dionisio Túpac Yupanqui suscribió en 1814 el Manifiesto de los Persas que lamentaba los excesos de liberalismo de la Carta de 1812 y exigía la recuperación del régimen de la Constitución española no escrita. Figuró como diputado suplente en las Cortes Ordinarias de 1813.
Dionisio falleció en España en la primera
mitad del siglo XIX.
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