martes, 29 de noviembre de 2016

Cena anual de asociados de la Real Asociación de Hidalgos de España (2016)


Como viene siendo tradicional, el lunes 28 de noviembre, se celebró la cena anual de asociados a la Real Asociación de Hidalgos de España (RAHE), a la que acuden tanto sus propios miembros como invitados, y algunos de otras corporaciones nobiliarias, o personalidades distinguidas, que nos acompañan en este encuentro. 

Durante el mismo, al comienzo, se realizó la entrega del VI Premio Hidalgos de España sobre Heráldica, Genealogía y Nobiliaria, que ha recaido en Balbina Caviró.


Este año, como el anterior, el lugar del encuentro ha sido el Hotel Ritz (Madrid), un hotel centenario desde 2010 (el edificio fue inaugurado por el rey Alfonso XIII), con mucho encanto, en donde hemos podido disfrutar de una entrañable velada y cena. En años anteriores, la celebración tuvo lugar en los salones del Club Financiero Génova, desde donde se tenían unas magníficas vistas de Madrid y, anteriormente, hasta el año 2011, en el Casino de Madrid, con gran éxito de participación en todas las ocasiones.


 VI Premio Hidalgos de España sobre Nobiliaria, Genealogía y Heráldica

Durante el transcurso del evento, con numerosa asistencia, antes del inicio de la misma, tuvo lugar el acto de entrega formal del VI Premio Hidalgos de España sobre Nobiliaria, Genealogía y Heráldica, que en esta ocasión ha recaído en doña Balbina Caviró Martínez, Licenciada en Historia y Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y Doctora por la misma Universidad, por su obra “Las magníficas señoras y los linajes toledanos” donde muestra un viaje por la ciudad castellana y sus gentes desde el siglo IV hasta el XVII, a través de más de cincuenta biografías de mujeres que destacaron de forma significativa en su época. El premio está dotado con 6.000, así como con la publicación de la obra por Ediciones Hidalguía. Es Académica de Número de la RAMHG, desde junio de 2005.



Vídeo. Recoge el premio y agracece, su hija María Pilar Caviró Pérez

José María de Francisco Olmos, Doctor por la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, y miembro del Jurado, glosó la obra de la escritora.

 

D. Manuel Pardo de Vera, VP de la RAHE, durante la entrevista

Noticia en Europapress


El acto estuvo muy concurrido, con unos 150 asistentes y presencia de representantes de varias corporaciones nobiliarias (entre ellas el Santo Sepulcro, Cuerpo de la Nobleza de Asturias, Solar de Tejada, etc.), que compartieron mesas en un espléndido salón del Hotel Ritz; además de una nutrida representación de jóvenes hidalgos, el futuro de la Asociación.

Noticia en La Vanguardia

Asistentes durante el cocktail previo a la cena



Invitados y representantes de alguna corporaciones nobiliarias
El autor de este blog, junto a su esposa

Al finalizar la magnífica cena, el Secretario de la RAHE, don Fernando González de Canales, tuvo un emotivo recuerdo para nuestro ex-presidente fallecido recientemente, José Antonio Martínez de Villarreal, Conde de Villarreal, hizo un resumen de las numerosas y destacadas actividades llevadas a cabo durante el presente año, mencionando expresamente a la Comisión de Jóvenes, así como un balance de la situación económica de la RAHE y se realizó la entrega de diplomas e insignias a los nobles asociados de nuevo ingreso a lo largo del presente año.

Ceremonia de ingreso de nuevos asociados (Caballeros y Damas)

Para finalizar, nuestro vicepresidente, D. Francisco de Cadenas Allende, Conde de Gaviria , pronunció unas palabras y se realizó un brindis para cerrar el acto.


Una nutrida representación de jóvenes, asistentes a la cena

viernes, 25 de noviembre de 2016

Historia y evolución del escudo de Madrid


El escudo de la ciudad de Madrid (no de la Comunidad, que es muy diferente) se remonta, supuestamente, hasta la Edad Media, y adquirió su actual disposición hace unos 50 años, en 1967

El más antiguo que se conserva se encuentra en un paredón de la Casa del Pastor, bajo el viaducto de la calle Segovia, que en su tiempo fue casa de la moneda (ceca de Madrid). Sin embargo, hasta llegar a este escudo (muy parecido al que hoy representa a Madrid), sufrió una profunda evolución.

Escudo actual de Madrid (dibujo de Xavier García)


* Esta entrada es un resumen del artículo publicado en el Nº 547 de la revista HIDALGOS

La villa de Madrid se halla en posesión de los títulos de Muy noble, Muy leal, Imperial y Muy heroica.

Recreación de las murallas y el alcázar de la Villa de Madrid

El “presunto” escudo primitivo

Se ha dicho que el primer “presunto” escudo de Madrid, ya que no hay prueba laguna de ello, es anterior al año 1200 y representaba un pedernal semisumergido en agua, con dos eslabones a los lados entrelazados que frotan una piedra y que hacen que de ésta salgan chispas y rodeando el conjunto llevaba una cinta azul, en la que había una inscripción, y se completa con una leyenda en castellano que dice:
 
Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón. 

Esta leyenda hace referencia a la gran cantidad de agua existente en el primigenio asentamiento de la ciudad (cerca del Viaducto, al lado de la actual Catedral de la Almudena y el Palacio Real), y la parte de "mis muros de fuego son" es debido a las piedras de pedernal con las que estaban levantadas las murallas de Madrid, que producían chispas al golpearse con metal (por ejemplo, las flechas del enemigo)


Aparece el oso…y el madroño

El oso u osa es el elemento del que se origina el escudo de Madrid. Parece ser que en la Edad Media, en los campos de Madrid abundaban los osos y que tal vez por eso lo tomarían como enseña. Aunque no hay pruebas de su veracidad, se dice que a partir de 1212 en su escudo figuraba, sobre un campo de plata, un oso o una osa, en forma pasante, con siete estrellas en su lomo que representan la Osa Menor. Este habría sido el estandarte o enseña que las Milicias Madrileñas portarían en la expedición mandada por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1211 contra la taifa de Murcia y, un año más tarde, en la batalla de las Navas de Tolosa contra los almohades, que tuvo lugar el 16 de julio de 1212.

El rey Alfonso VIII había concedido, en 1202, los fueros a Madrid, por los cuales le permitía disfrutar de las tierras y montes desde la Villa a la sierra, lo que originó el inicio de un pleito entre la Iglesia y el Concejo por el disfrute del monte y tierras de pasto de ciertos montes en los alrededores de Madrid. El pleito duró veinte años hasta que se llegó a un acuerdo, que se estableció en los siguientes términos, aunque no hay documentación probatoria de tal hecho:
  • Se daría a la Villa de Madrid todos los pies de árbol (madera) y la caza.
  • Se daría al Cabildo eclesiástico todos los pastos.
Así, la solución final adoptada fue que los árboles con sus frutos y los animales pasarían a ser propiedad del Concejo y la Iglesia se quedaría con los pastos. De ahí, que el tradicional oso que andaba y pacía sobre el prado se irguiese sobre el árbol, demostrando así el reparto que se había llevado a cabo.

 

Para que el acuerdo quedara bien sellado y para memoria de todos, se acordó que a partir de entonces el escudo de la Villa llevaría el oso (algunos dicen que puede ser una osa) con el añadido de un árbol (supuestamente un madroño), y el escudo del cabildo llevaría el mismo animal paciendo en unos pastos. Se modeló de nuevo el escudo al que se le añadió, además del árbol, una orla azul y sobre ella las siete estrellas de ocho puntas que antes estaban sobre el lomo del animal. El oso, empinado al tronco, serviría para indicar la posesión del árbol.


Incorporación del dragón

El Consejo madrileño, en 1822, definió un nuevo escudo que incorporaría una corona cívica en la punta, concedida por las Cortes de 27 de diciembre de 1822, durante el trienio liberal, formada de trenzado de guirnalda de hojas de roble y banda carmesí. En el año 1848 el Consejo acordó incorporar al blasón un dragón (de oro) aparecido en la muralla al realizar el ensanche de la Puerta Cerrada, pero, según Ramón Mesonero Romanos (1803-1882), tal dragón no era sino una culebrilla que la gente, al hablar sobre ella, transformó en un dragón, y como tal quedó en el escudo. 


 El emblema actual

En el pleno del 28 de abril de1967, el Ayuntamiento dispuso un nuevo escudo, eliminando el dragón (o grifo) y la corona cívica, tal y como se puede ver representado, en su colores propios.

Casi cuatro décadas más tarde, en 2004, la corporación municipal dirigida por Alberto Ruiz-Gallardón, adoptó un nuevo diseño (más bien logo, marca o emblema, que no escudo heráldico), con los mismos componentes pero sólo de color azul, incluyendo la leyenda madrid, como imagen corporativa del ayuntamiento, un logotipo que es el que desde 2007 con variante en la leyenda ¡MADRID!, se ha venido usando hasta que, en junio de 2016, el Ayuntamiento presidido por Manuela Carmena decidió cambios en la marca institucional del consistorio y ha eliminado los signos de admiración, introducidos por Gallardón en 2007; además de otros, como el tipo de letra en el logotipo y los colores de fondo, que se irán introduciendo progresivamente, conforme se vayan reemplazando unos emblemas por otros.


Evolución del logo/emblema de Madrid, desde 2004 a 2016.

La evolución del escudo y emblemas de la ciudad de Madrid puede observarse en algunas de las placas que se encuentran en los edificios y que, además de llevar el nombre de la calle, llevan el escudo de la época de la misma.

martes, 22 de noviembre de 2016

Isabel de Bobadilla. Esposa de Hernando de Soto y Gobernadora de Cuba


Dama de la nobleza española, esposa de Hernando de Soto, a quién sustituyó como gobernadora de Cuba cuando éste partió a la conquista de la Florida. Tal matrimonio influyó de manera poderosa en la rápida y feliz organización de la empresa conquistadora acometida por de Soto en tierras de La Florida.

Isabel, o Inés, de Bobadilla, nacida probablemente hacia 1505, fue hija de Pedro Arias de Ávila (o Dávila) e Isabel de Bobadilla y Peñalosa. Su padre, conocido también como Pedrarias fue un noble, político y militar castellano destacado por su participación en América, donde alcanzó los cargos de gobernador y capitán general de Castilla del Oro (actuales Panamá y Colombia), y gobernador de Nicaragua. Su madre, Isabel de Bobadilla y Peñalosa era hija de María de Peñalosa y de Francisco de Bobadilla, conquistador de Granada y comendador de Calatrava. La familia Bobadilla tenía una gran ascendencia en la corte española.      

La Giraldilla ( Isabel de Bobadilla)
El padre de Isabel lo era Pedrarias Dávilas, apellidado El Galán y El Justador, por su gracia y destreza en los torneos; natural de Segovia, que se había distinguido en las guerras de Granada y África; gobernador de Castilla del Oro, como en 1514 se llamaba al Darién, del Darién en 1520, de Nicaragua hasta 1530; fundador de las ciudades de Panamá, Granada y León, estas dos últimas en Nicaragua.

Isabel tuvo, al menos, cuatro hermanos: Arias Gonzalo Dávilas, Elvira de Bobadilla, fray Francisco de Bobadilla (que vivió en el monasterio de Santo Domingo y viajó junto a su hermana y Hernando de Soto a Cuba, residiendo en La Habana) y María Arias de Peñalosa.

Hernando de Soto
Isabel de Bobadilla se casó en 1537 con Hernando de Soto y Arias de Tinoco, que era ya un reputado y rico conquistador español, protegido de su padre, que había participado en la conquista del Perú con Pizarro. Gracias a su fama, de Soto logró entrevistarse en 1538 con el emperador Carlos V, a quien solicitó autorización para realizar una nueva expedición a La Florida, que costearía con sus propios medios y ofreciendo a la Corona la mitad de las ganancias de la empresa. La dote de Isabel, firmada en Valladolid el 14 de noviembre de 1536, consistía en todo el ganado que poseía su padre en Panamá, sus esclavos y caballos. No tuvieron hijos en común, pero de Soto fue padre de dos hijas de madres indias en América.

El emperador Carlos V le nombró adelantado, capitán general de todas las tierras descubiertas y gobernador de Cuba. De Soto vendió gran parte de sus bienes y se equipó para realizar la expedición en aquellas tierras inexploradas. Su misión sería conquistar, situarse, y «pacificar» los territorios desconocidos. Comprometía toda su fortuna, pero en caso de éxito, sería dueño de un inmenso territorio, prácticamente todo lo que había al norte del entonces virreinato de la Nueva España.

La nobleza de Isabel, su fortuna, la protección que desde muy niño le había prestado su padre a de Soto, la riqueza de su familia y las amplias y valiosas relaciones que poseía con personajes de la época, así como la belleza, inteligencia y discreción que adornaban su persona, han hecho de esta mujer una figura que se destaca con caracteres propios y relevantes junto a su marido, siendo imposible hablar de éste ni de su gobierno en Cuba ni de su expedición a La Florida, sin mencionar, también, de manera muy singular, a doña Isabel de Bobadilla.

Tras ese nombramiento Isabel y Hernando, con la expedición que este había organizado, se trasladaron a Cuba, llegando a Santiago de Cuba el 7 de junio de 1538, y en el mes de agosto partió Isabel con su familia y la infantería, en los cinco barcos que constituían la flota, rumbo a la villa de La Habana, mientras Soto, sus oficiales y caballerías, hacían el viaje por tierra. En las Navidades de aquel año ya se encontraba reunida en La Habana toda la familia.

La Habana en esa época era solo una aldea: en 1540 su población se contaba en 40 vecinos blancos, 120 indios naborías (de servicio doméstico), 200 esclavos negros e indios, un clérigo y un sacristán.

Fue Hernando de Soto el iniciador de las obras de la primitiva fortaleza habanera. Más tarde, y al mismo tiempo que se construía la fortaleza, edificó Inés una casa (en la que aún residía en marzo de 1544, un año y nueve meses después de fallecido su marido, y cuando se preparaba ella para regresar a España.)

Cuando Soto viajó a Florida en mayo de 1539, el 17 de mayo del mismo año dejó su cargo de administrador del archipiélago a su esposa, quien ejerció como Gobernadora y Capitán General entre 1539 y 1544. Isabel de Bobadilla se convirtió, así, en la primera y única mujer que ostentó la máxima autoridad de la Isla, durante el largo período colonial de cuatro siglos. En esa función estuvo asesorada por civiles y militares, fundamentalmente por Juan de Rojas, quien se ocupó de los problemas de la defensa.

De Soto, antes de partir para La Florida, otorgó en 17 de mayo de 1539 un poder general a favor de su esposa, ante el escribano Francisco de Alcócer. ..."y de esos 300.000 maravedís de renta anual, se hagan dos partes, la una para que su mujer la goce por todo el tiempo de su vida, y la otra para dotar cada año a tres doncellas huérfanas y pobres, hijasdalgos, lo que dará cumplimiento su esposa a quien ella nombrase." En enero de 1544 tenía Isabel a su servicio particular y el de sus fincas, once esclavos.


La leyenda

En La Habana, en lo alto del Castillo de la Real Fuerza, fue construida una estatua de Isabel de Bobadilla, basándose en la leyenda que señala que, tras la ida de De Soto a Florida, Isabel lo estuvo esperando en ese castillo durante años hasta que supo de su muerte, tras lo cual habría fallecido ella también al no ser capaz de sobreponerse al dolor que esta desgracia le produjo. Esta estatua es actualmente conocida como La Giraldilla (a similitud de El Giraldillo que es el nombre popular que recibe la escultura que corona la Giralda de Sevilla), y es considerado el símbolo más importante de La Habana. En la mano izquierda, la cruz de Calatrava, de las armas de su linaje.
 
El almirante Juan de Bitrián y Viamonte, quien gobernó Cuba entre 1630 y 1634, ordenó su fundición en bronce. La estatua original está en el Museo de La Habana para protegerla del deterioro por su exposición al medio ambiente, siendo la del castillo una réplica.

Pero la realidad es que, aunque mucho sufrió por lo sucedido, doña Isabel no murió de amor, como cuenta la leyenda, sino que retornó a España, (probablemente en 1544) junto a algunos de sus familiares, con los cuantiosos bienes heredados de su consorte. Murió dos años después, en 1546.

La doliente esposa no pudo esperar a su amado desde lo alto de la torre del castillo de la Real Fuerza pues este se erigió después de 1555, al ser destruida por el corsario francés Jacques de Sores la antigua Fortaleza, aposento de doña Isabel durante su estancia en Cuba.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Hernando de Soto. Explorador de la Florida y descubridor del gran río Misisipi


Hernando de Soto pasa por ser uno de los conquistadores de origen realmente noble de los que participaron en la conquista de América. Sus antepasados, al menos los de su línea materna, eran hidalgos reconocidos desde tiempo inmemorial y además gozaban de una buena situación económica. Obtuvo el hábito de Caballero de Santiago en 1538 (Exp. 7855). 

Emprendió, en 1539, una expedición de más de 6.000 kilómetros por lo que hoy son diez estados norteamericanos sin hallar los tesoros soñados y con sangrientos conflictos con los nativos.

Se discute si nació en Barcarrota o Jerez de los Caballeros (provincia de Badajoz), pero hay documentos que indican a este último lugar como su cuna en 1500, hijo de Francisco Méndez de Soto, natural de allí, y de la badajocense Leonor Arias Tinoco.

 Al contrario que un gran número de conquistadores, gentes de familias humildes y analfabetos (casos de Francisco Pizarro y Diego de Almagro), Hernando de Soto y Gutierrez Cardeñosa podía presumir de la nobleza de sus ancestros, hidalgos de  fortuna y cultos. Escribía con total soltura, lo que no podían decir los más de sus compañeros. Fue liberal con sus amigos y tenientes, lo que no quiere decir que no persiguiese el oro como el que más, pero sabía como tratar a los hombres y siempre pensaba con suma discreción.

De la juventud de Hernando de Soto poco se sabe. Las primeras noticias fidedignas llegan cuando embarca para las Indias en la nave del que sería gobernador de Panamá,  Pedrarias Dávila, en el año 1514. Participó, en 1522,en la expedición de Gil González de Ávila que descubrió la costa de Nicaragua, y luego, en 1524, en la conquista de este territorio, a las órdenes de Francisco Hernández de Córdoba, fundador de las ciudades de Bruselas, León y Granada en Nicaragua.
Más tarde, y ya por sí solo, exploró la península del Yucatán buscando un estrecho que permitiese el paso del Atlántico al Pacífico En 1532. Fue Gobernador de la isla de Cuba entre 1538 y 1539, año en que parte a la conquista de la Florida.

Escudo de armas de Soto
Todos ellos obraron por orden de Pedrarias Dávila y, en realidad, no se trataba de una misión de exploración, sino de conquista, ya que en Nicaragua se había instalado Gil González Dávila y lo que se pretendía era contrarrestar su influencia.

De Soto estuvo presente en la fundación de la villa de Bruselas, en el golfo de Nicoyá, en la provincia de Nequecheri: en la de León, a la que se designó como capital. Cuando Fernández de Córdoba pasó a Honduras a la busca de un estrecho que les llevara al Mar del Sur, Hernando de Soto recibió la llamada de Francisco Pizarro, en 1534, y marchó al Perú acompañándole en la entrevista con Atahualpa que finalizó con la captura. del Inca, haciéndole prisionero y obteniendo un cuantioso botín. Hernando de Soto, le agradase o no la forma en que se resolvió aquel asunto, era hombre disciplinado y su jefe era Francisco Pizarro; por lo que lo más que pudo hacer, y lo hizo, era pasar largos ratos en compañía del Emperador cautivo, distrayéndole con su conversación, enseñándole a hablar castellano y a jugar al ajedrez, hasta que fue ejecutado.

Más tarde, siempre formando parte del ejército de Pizarro tomó parte en la marcha contra Cuzco y en el saqueo de dicha población, en la que se apoderó de abundantes riquezas. Ya hemos dejado expuesto que no era ajeno, por generoso y noble que fuera, al ansia de oro, común en todos los conquistadores. Una vez terminada la campaña del Perú, decidió regresar a España y durante su breve estancia en la patria, contrajo matrimonio, en noviembre de 1536, con una hija de Pedrarias Dávila, Isabel de Bobadilla. Aprovechó su estancia para obtener una capitulación de la Corona para la conquista de la Florida, a la que se creía un inmenso y rico país.

Morrión. Casco típico de los conquistador
Los conquistadores, guiados por su sed de oro lo creían todo: de ahí las leyendas fantásticas, de ahí la fábula de "El Dorado", de ahí el buscar en medio de las selvas ciudades que no existían, ciudades quiméricas con paredes y cúpulas de oro, de ahí que, en los Andes, se buscara con frenesí la Casa del Sol donde se decía que los suelos de las casas estaban empedrados con piedras preciosas, de ahí la historia de un fabuloso imperio, el de los Omagas, más rico todavía que el de los incas.

Pero la contemplación del cuarto lleno de oro que ofreció Atahualpa por su libertad, los ídolos de metales preciosos, las minas de oro y plata, las perlas de la isla Margarita, tantas y tantas maravillas vieron los conquistadores, que ya nada los maravillaba y llegaban a creer en las suposiciones más absurdas. Nadie había estado en la Florida, nadie exploró a fondo su territorio y, sin embargo, ya se comentaba que era un país riquísimo. Y todos buscaban el oro, con la excepción del viejo Ponce de León, que no buscó allí el oro, sino una quimera: la Fuente de la Eterna Juventud.

Hernando de Soto, zarpó en abril de 1538, con el título, por Carlos I, de Adelantado de la Florida y Gobernador de Cuba, llevando una flota de diez navíos y seiscientos hombres y dos mujeres, aparte de una docena de religiosos y buen numero de sirvientes, más de 200 caballos, una manada de cerdos y una jauría de perros de presa, costeada por él mismo. Desde La Habana salió la expedición en mayo de 1539. Desembarcaron en la bahía de Espíritu Santo, la actual Tampa, y se internaron por el territorio de la Florida en dirección Oeste y luego hacia el Sur, buscando la costa.

Recorrido de más de 6.000 kilómetros de la expedición de Hernando de Soto
Pero los indios se les enfrentaron en una serie de continuos ataques que fue diezmando a los expedicionarios, hasta que llegó un momento en que durante un combate perdieron todo el bagaje y los víveres que llevaban; ello obligó a los supervivientes a tomar la dirección Noroeste y así llegaron hasta el río Misisipi ("El padre de todas las aguas"), a la altura aproximada de la actual ciudad de Menphis. Fue allí, a la orilla de aquel gran río donde murió Hernando de Soto, el 21 de mayo de 1542, a causa de unas fiebres. Sus compañeros, temerosos de que el cuerpo fuera profanado por los nativos prefirieron arrojarlo al río, atado a una gran piedra o tronco a fin de que se fuera al fondo.

De Soto contemplando por primera vez el Misisipi (William H. Powell )
De los escasos supervivientes que quedaban de la trágica expedición, tomó el mando de ellos Luís Moscoso de Alvarado y tras un calamitoso intento de alcanzar la costa por tierra, construyeron una embarcación para salir al mar por el río.

martes, 15 de noviembre de 2016

Antonio de Herrera y Morón. Criado de los pobres


Ocupó el cargo de hermano mayor de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla en 1763, a la que dedicó gran parte de su vida e hizo grandes donativos para los más necesitados acogidos en ella.

Hijo de don José Cipriano de Herrera, presidente de la Real Audiencia de Charcos, Bolivia, y de doña Ana de Morón; contrajo matrimonio con doña Rosa Quijano Loizaga. Se le devolvió el impuesto de la Blanca de la Carne* como hijosdalgo notorio e ingresó en la Ilustre Hermandad de las Doncellas** (fundada en 1521) el año 1769.

*La devolución de la Blanca de la Carne en Sevilla es una de las pruebas nobiliarias andaluzas más características. En Sevilla todos pagaban la blanca de la carne, aunque después los hidalgos que querían hacer valer su derecho, reclamaban esa blanca, y su concesión era una especie de reconocimiento público de sus privilegios. Lo que ocurría era que la nobleza de alto rango despreciaba esa devolución, mientras que los más interesados en que se les reconociese el privilegio eran aquellos cuya condición nobiliaria era menos clara, lo cual dió lugar a innumerables pleitos. Por contra, en Castilla existían carnicerías especiales para hidalgos y ello respondía a la necesidad de satisfacer el privilegio de los nobles de no pagar el impuesto de la sisa (una blanca por cada libra de carne).

**La Hermandad de las Doncellas, fundada por Micer García de Gibraleón en 1521, situada inicialmente en la Capilla de la Asunción (ahora Capilla de las Doncellas, también llamada de las Vírgenes.). Su fin no era otro que proporcionar dote a las doncellas “pobres y honestas” que carecieran de medios económicos a la hora de casarse. Recordemos que en esos tiempos las mujeres eran “una carga”, por lo que debían compensar económicamente a sus futuros maridos para poder casarse debidamente.

Miguel de Mañara lee la regla de la "Hermandad de la Caridad” (1681)
Fue el desdichado protagonista de un grave suceso acaecido la noche del 7 de mayo de 1800, cuando asaltaron su casa, el número siete de la calle ancha de San Martín. Los ladrones robaron cuanto pudieron y no contento con ello dieron muerte a tan piadoso hombre. Los asesinos fueron detenidos y ejecutados en la horca, salvo uno de ellos que, por gozar el fuero de noble, se le dio garrote honroso. Sería enterrado en la entrada del Hospital de la Santa Caridad, en el mismo lugar que fuera sepultado el venerable don Miguel Mañara, junto el sepulcro de su sobrino, don Eusebio Antonio de Herrera, general de los Reales Ejércitos y gobernador de Sevilla.

Hospital de la Caridad (Sevilla)
El orador designado para predicar el sermón fúnebre en las exequias de tan importante personaje fue nada menos que fray Diego José de Cádiz, quien por desgracia no pudo cumplir el encargo pues fallecería poco después de la terrible epidemia de fiebre amarilla que asolaba toda Andalucía por esos días.

Nota: Información extraida en parte de: xyzediciones  por Fernando de Artacho

En su lápida sepulcral se lee la siguiente inscripción:

AQUÍ ESPERAN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

LAS CENIZAS DEL MÁS TIBIO CRIADO DE LOS POBRES

E INDIGNO HERMANO DE ESTA HERMANDAD: RUEGUEN

A DIOS POR ÉL

ES PROPIO DEL BUENO EL OCULTAR SUS OBRAS CON LA CENIZAS DEL SEPULCRO EL SEÑOR DON ANTONIO DE HERRERA Y MORÓN QUIEN POR SÍ MISMO DICTÓ EL SIGUIENTE EPITAFIO.

EN EL TIEMPO DE 34 AÑOS QUE FUE HERMANO MAYOR

DE ESTA SANTA CASA ACREDITÓ, EL MAS ACTIVO CELO

SIRVIENDO A LOS POBRES CON LA MÁS FERVIENTE CHARIDAD.

LA QUE RATIFICÓ DEXANDO PARA SU ALIMENTO UNA COPIOSA DONACIÓN, Y CON SU EJEMPLO UNA PERPETUA EDIFICACIÓN: MURIÓ EL 9 DE MAYO DE 1800 A LOS 83 AÑOS DE SU EDAD.

R.Y.P.A.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Ruy Gómez de Silva. Príncipe de Éboli y I Duque de Pastrana. Privado de Felipe II


Aristócrata portugués, al servicio de España. Viajó a Países Bajos y a Inglaterra con Felipe II, sobre el que ejerció una gran influencia. Consejero de Estado, intendente de Hacienda, primer mayordomo del príncipe Carlos, duque de Pastrana y grande de España, se opuso a la política represiva del duque de Alba, a la que contraponía una solución basada en la negociación.

Ruy Gómez de Silva nació en Chamasca (Portugal), en 1516, hijo segundo del hidalgo Francisco de Silva y de María de Noreña, señores de Ulme y de Chamusca. Llegó a España en 1526 con su abuelo materno, Ruy Téllez de Meneses, quien acompañaba como mayordomo mayor a la princesa Isabel de Portugal, futura esposa de Carlos I. En la Corte actuó como menino de la reina y como paje del príncipe Felipe, a quien acompañó a Salamanca con motivo de su matrimonio con la infanta María de Portugal (1545).

Su infancia transcurrió en el palacio real, junto al futuro Felipe II, y entre ambos se forjó una gran amistad que conservarían hasta la muerte de Ruy Gómez, pese a la diferencia de edad entre ellos, y al carácter reservado de este último, al que acompañó en su primer viaje por Europa, y al regresar a Castilla, el entonces príncipe Felipe pensó en casar a su fiel servidor con Teresa de Toledo, hermana de Gómez Dávila, marqués de Velada. Al tomar ésta los hábitos, Felipe pensó en la hija de los condes de Mélito, Ana Mendoza de la Cerda, rica heredera perteneciente a uno de los linajes más poderosos de España, los Mendoza. En 1553 se firmaron en Madrid las capitulaciones entre el príncipe de Éboli y los condes de Mélito (Diego Hurtado de Mendoza, segundo conde de Melito y Presidente del Consejo de Ordenes Militares nombrado por Carlos V y doña Catalina de Silva, hija de los condes de Cifuentes) aunque el matrimonio no se consumó hasta 1557, pues Ana contaba entonces trece años (había nacido el 29 de junio de 1540 en Cifuentes / Guadalajara). Ruy Gómez permaneció ausente de España los siguientes cinco años. Felipe lo reclamó imperiosamente para que lo acompañara a Inglaterra, donde se llevó a cabo el segundo matrimonio del todavía príncipe con la reina María Tudor, en 1555. En 1556 acompañó al príncipe a Bruselas, con motivo de la abdicación de su padre Carlos I.

Retratado como Príncipe de Éboli
Felipe, ya rey de Nápoles, haciendo uso de su facultad soberana, le otorgó el título napolitano de Príncipe de Éboli, que le permitiría estar a su lado con la máxima dignidad nobiliaria. Con este título han pasado a la historia tanto él como su esposa, pese a que reunieron otros tan ilustres como el de Príncipes de Mélito, Duques de Estremera, que en 1572 cambió por el de Duques de Pastrana, título con el que se hicieron nombrar en primer lugar durante su vida, una vez concedido por el rey.

Al subir al trono Felipe II, en 1556, hizo de Ruy Gómez su secretario de máxima confianza, nombrándolo sucesivamente: sumiller de corps, lo que le permitía una presencia continua al lado del monarca, consejero de Estado y de Guerra, con la consiguiente influencia sobre las decisiones de política internacional; intendente de Hacienda, primer mayordomo del príncipe Carlos y grande de España. A pesar de ello, nunca llegó a ser un ministro con plenas competencias, al estilo de sus dos más influyentes sucesores. Lerma y Olivares.

La sublevación, en 1567, de los Países Bajos, frente a las medidas de anexión a España y de imposición del catolicismo, desencadenó el enfrentamiento y radical oposición de Ruy a la rancia postura preconizada por el Duque de Alba, en cuanto a la política que debía seguir la monarquía en la crisis de los Países Bajos; mientras que el de Alba era partidario de la represión y la guerra, el de Éboli abogaba por una solución negociada, proponiendo un sistema federalista, como el existente en Aragón, basado en el respeto a las leyes y costumbres de cada uno de los reinos que componían la monarquía hispánica; con ello se garantizaba el mantenimiento del comercio de Castilla con los países del norte y la convivencia en todos los territorios de la monarquía. La cuestión era que ambos nobles encabezaban dos partidos nobiliarios, sustentados por los poderosos linajes Alba y Mendoza, que se disputaban el favor real. Frente a las posturas pacifistas defendidas en la cuestión de los Países Bajos, el príncipe de Éboli preconizó la guerra contra Inglaterra, por el dominio en el océano, mientras que Alba abogó por el no enfrentamiento.

Dentro de este funcionamiento general de la Corte y de las cesiones de Felipe II a un grupo y a otro, no se puede reducir la influencia ejercida por Ruy Gómez sobre el rey. Fue su amigo personal y, desde la vuelta a España de ambos, su consejero más allegado, con una influencia creciente sobre las decisiones del monarca.

Ruy Gómez murió súbitamente en Madrid el 29 de julio de 1573, momento en que la política defendida y aplicada por Alba en los Países Bajos fracasaba, y en el que era posible haber puesto en marcha las soluciones preconizadas por él y, tal vez, la visión que tenía de la composición de la monarquía hispánica. El partido ebolista fue liderado por el secretario de estado Antonio Pérez que no tuvo fuerza para mantener el equilibrio del inteligente Ruy Gómez y finalmente se manifestó como un corrupto funcionario, traidor a su monarca.
Retrato atribuido a Alonso Sánchez-Coello, pintor de cámara de Felipe II
De su matrimonio con doña Ana de Mendoza y de la Cerda (la famosa e intrigante princesa de Éboli, muerta en 1592), nacieron diez hijos, de los que llegaron a edad adulta cinco. Tres varones, el primogénito Rodrigo de Silva y Mendoza (que heredó el mayorazago), el poeta Diego de Silva y Mendoza, el eclesiástico Pedro González de Mendoza, y dos hembras Ana de Silva y Mendoza, casada con el duque de Medina-Sidonia, y la pequeña Ana que permaneció con su madre hasta su muerte, y luego ingresó en el convento de monjas concepcionistas de Pastrana.

Príncipes de Éboli
Como Duque de Pastrana, llevó a cabo una importante obra, cuya filosofía está en plena concordancia con las ideas políticas que preconizaba en la Corte. En 1569 compró el rico señorío de Pastrana (en Guadalajara). Ese mismo año obtuvo el título de Duque, la más alta dignidad nobiliaria, de manos de Felipe II. A partir de este momento desplegó una dinámica labor dirigida a convertir sus estados en una auténtica Villa Ducal, a imitación de los prósperos e influyentes estados italianos.


Con los primeros Duques, llega para Pastrana su época de gran esplendor, ya que éstos realizan grandes obras en la Villa. En 1569, mandan llamar a Santa Teresa de Jesús con el fin de fundar un convento de Carmelitas Descalzas, creando el de San José para mujeres y el de San Pedro (hoy del Carmen) para hombres.


Escudo de Pastrana
A principios de este siglo se compuso un nuevo escudo municipal, que venía a fundir las armas ya utilizadas anteriormente, añadiéndole nuevas figuras representativas de romántica leyenda que decía: “Pastrana defenderá la Cruz con la espada hasta la muerte”. Sumó además la letra P, inicial del nombre de la villa, y desde enton­ces se ha venido utilizando, de forma tradicional, y ampliamente difundida, viéndose tallado este escudo en piedra sobre la facha­da principal de la Casa Ayuntamiento. Los colores y metales de sus muebles cambiaron, y quedó del siguiente modo:

Escudo partido. En el cuartel derecho, de azur, banda de plata y dos flores de lis de oro. Carga sobre ellas una letra pe, mayúscula, de sable, file­teada de gules. En el cuartel izquierdo, de plata, al punto de honor una cruz flordelisada de gules, y en el resto espada de oro, y una calavera en su color. Al timbre, la corona real cerrada, propia del régimen monárquico establecido.

Para saber más: The Courtier and the King: Ruy Gómez de Silva, Philip II, and the Court of Spain