A mediados del siglo XVIII, dirigió la
política española con criterios mercantilistas, reflejada en notables mejoras
en la gestión de la Hacienda y en una cierta liberalización respecto al comercio
con América.
Nació
en Alles, (Peñamellera Alta / Asturias*) en febrero de 1693. Hijo de Toribio del
Campillo y Mier y Magdalena de Cossío y Mier. De origen hidalgo, pero de poca fortuna, recibió una esmerada educación y a los 10 años
ya hablaba latín, y en 1708, tras la muerte de su padre se traslada a Córdoba
como paje del prebendo de la catedral Antonio Maldonado, que le hizo estudiar
filosofía y teología en el colegio de San Pelayo. Tras abandonar el Seminario, en
1713 entró, tras una breve estancia en Cádiz, en el servicio de Francisco de Ocio, intendente general de aduana, quien
en 1717, al ser trasladado a Madrid, le insta a seguir la carrera
administrativa en la Marina de Guerra del rey Felipe V, bajo la protección del
todopoderoso ministro José Patiño.
En
1726, uno de sus subordinados, el capellán Francisco de Ugarte, le acusa de
“leer libros prohibidos, de tener contactos con herejes, opiniones disonantes y
profesar el ateismo”. Fue acusado y
procesado por herejía por el Tribunal del Santo Oficio de Logroño, resultando
absuelto.
A comienzos de 1719 fue destinado a Veracruz y La Habana (Cuba), donde realiza estudios para la construcción de un astillero, y contrae matrimonio con Leonor Ambudioli y Arriola. A su regreso a España, en 1726 trabajó en los astilleros de Santoña y Guarnizo (fábrica de Bajeles de Cantabria) para llevar la contabilidad en reemplazo de Antonio Gaztañeta Iturribalzaga, y en 1728 alcanzó el grado de Comisario Ordenador de Marina. Hacia 1728, en recompensa por sus servicios, el rey le nombra caballero de la orden de Santiago.
Astillero de Guarnizo (Santander) |
En 1741 es nombrado secretario de
Estado y del Despacho Universal de Marina, Guerra e Indias en sustitución de don José de la Quintana Chavarría, convirtiéndose en el auténtico sucesor de Patiño. Murió en
Madrid, en abril de 1743, habiendo alcanzado también el cargo de Consejero de Estado.
*Con
José del Campillo y Cossío se inaugura la ilustre galería de los ilustrados
asturianos, entre los que destacan como cumbres el marqués de Santa Cruz de
Marcenado, Campomanes y Jovellanos. Antes que todos ellos fue Campillo, quien,
al igual que Campomanes, ocupó altísimos cargos en el Gobierno de la nación:
llegó a ser ministro universal de Felipe V. A diferencia de Jovellanos, cuyo
breve paso por el Gobierno sólo le permitió ser un ilustrado teórico, Campillo
fue teórico y gobernante, y el más teórico junto con Jovellanos. La profesora
Mateos Dorado, editora de algunas de sus obras, observa que Campillo, cuando
nació, no era asturiano, ya que Alles era un lugar de realengo del valle de
Cueto de Arriba, perteneciente al partido de Laredo, en la provincia de Burgos,
del Reino de Castilla la Vieja. En lo eclesiástico dependía del Obispado de
Oviedo, y en 1833, con motivo de la reforma administrativa de Javier de Burgos,
Peñamellera pasa a ser Asturias. «Así, encontramos que Campillo se convierte en
asturiano más de un siglo después de un nacimiento», comenta Mateos Dorado.
José del Campillo
realizó, a lo largo de su honesta y exitosa carrera política, un importante
trabajo de reflexión intelectual. Sus obras, dedicadas a la reconstrucción
política y económica de la monarquía española, más importantes fueron: Lo que
hay de más y de menos en España, para que sea lo que debe ser y no lo que es
(1741), España despierta (1741) y Nuevo sistema de gobierno económico para
América, publicado en 1782, obra en que muestra gran sensibilidad hacia el
sufrimiento de los indígenas del Nuevo Mundo y adelanta soluciones a los
problemas del comercio americano, aplicadas a partir de 1765, durante el ciclo
de reformas borbónicas.
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