viernes, 29 de marzo de 2019

Francisco García de Espinosa. Intendente General de Marina


El 4 de marzo de 1744, en el seno de una familia de hidalgos de Letur, vino al mundo Francisco García de Espinosa y López de Luna García Almagro, quien estaba llamado a desempeñar importantes funciones dentro de la marina española, en una época de extremas dificultades para el país. Caballero de Carlos III.


Hijo de Ignacio García de Espinosa (Regidor de Letur por el Estado Noble) y de Antonia López de Luna Honrrubia. La villa de Letur (Albacete), contaba entonces con una población de algo más de 1.300 habitantes, de donde fueron naturales todos los ascendientes paternos de Francisco. El hecho de gozar éstos de la condición de hidalgos de ejecutoria les permitía poder participar en la elección de oficios honoríficos que, generalmente, se repartían por mitad entre el Estado General y el Estado Noble, en los lugares donde había distinción de estados.

Este es el motivo por el que su bisabuelo Francisco García Escobar se encuentre incluido en el libro de elección de oficios por el Estado Noble correspondiente al año 1705 como “Hijodalgo de Ejecutoria” en el que se hacía distinción entre los contribuyentes pertenecientes al Estado General, es decir, los pecheros que eran los que pagaban y los del Estado Noble que estaban exentos. En 1714 ejercería de Alcalde de la Santa Hermandad.

Lo mismo ocurrió con su abuelo y su padre como atestiguan los referidos libros de elección de oficios por el Estado Noble que nos muestran cómo ocuparon en diversas ocasiones el oficio de regidor de la villa.

Generalmente, los hidalgos eran considerados como la clase baja de la nobleza, es decir, eran nobles sin título, aún así, esta condición que se transmitía por línea directa de padres (agnada) a hijos legítimos les reportaba, en el marco del Antiguo Régimen, una serie de privilegios como la exención de quintas, el alojamiento de soldados y el pago de repartimientos ordinarios y extraordinarios por citar algunos, privilegios cuyo goce  les estaba vedado a los componentes del Estado General, también conocidos como “pecheros”. Francisco no tuvo oportunidad de ejercer estos oficios honoríficos en Letur, pues en el año 1764, cuando contaba con 20 años de edad, ya se encontraba ausente de la villa, ocupando puestos al servicio de su Majestad en varios destinos.

Trayectoria en la Armada.

Hay noticias puntuales sobre los destinos en los que desplegó su actividad dentro de la marina. Es muy posible que, sin alejarse del reino de Murcia, la actividad marinera de la cercana Cartagena hubiera influido en su futura formación, lo cierto es que ésta debió realizarla precozmente lejos de su villa natal, facilitando su partida el hecho de pertenecer a una familia destacada económicamente, lo que posibilitó, como hemos visto, que en 1764 un jovencísimo Francisco ya se hubiera marchado de Letur. En 1792 consta, por algunas declaraciones de vecinos, entre los que se incluye el procurador síndico general y personero del común y el alcalde ordinario de la villa, a raíz de la obtención  de unas “informaciones” de testigos sobre su vida y costumbres, cómo ya desempeñaba el cargo de Comisario de Guerra de los Reales Ejércitos, residiendo en la ciudad y puerto de Mahón, en Menorca.


El 3 de Mayo de 1801, cuando contaba con 57 años de edad, toma posesión como Intendente General del Departamento de Marina de Cádiz, en la Isla de León (Cádiz), cargo que desempeñaría durante los siguientes 11 años. Durante los años transcurridos en el ejercicio de su nuevo destino se vio en la necesidad de solicitar licencias prolongadas por motivos de salud, dejando constancia escrita de ello. En este cargo cesaría en agosto de 1812 para incorporarse como Ministro del Supremo Consejo del Almirantazgo, en la práctica, el segundo poder fáctico de dicho ramo, lo que le obliga a desplazarse a la villa y corte de Madrid.

Este Consejo Supremo del Almirantazgo (compuesto por tres Oficiales Generales de la Real Armada, un Intendente General de la Armada, un Auditor General, un Secretario, un Contador y un Tesorero. Fernando VII en 1815 modificó por Real Decreto su composición y atribuciones) fue creado por Carlos IV en 1807 para asistir al príncipe almirante D. Manuel Godoy a quien el rey había concedido todos los derechos y prerrogativas de Almirante General de España e Indias. El Consejo  entendería en las causas de Marina que anteriormente eran competencia del Supremo Consejo de Guerra. Sus miembros pasarían a denominarse Ministros.

Cesaría de este cargo en 1820, continuando como miembro del Tribunal Especial de Guerra y Marina hasta 1821, prolongando su carrera como consejero honorario de Estado durante el año 1822-23 en que se jubilaría, no constando la fecha de su fallecimiento, que sería algo posterior.

Caballero de la Real y Distinguida Orden de CARLOS III

El reconocimiento a su labor le llegaría a Francisco García de Espinosa cuando vivía en la Isla de León (Cádiz) desempeñando el cargo de Intendente General del Departamento de Marina de Cádiz, concediéndosele: “…por Decreto de 24 de diciembre de 1805 se sirvió el Rey Ntro. Sr. de hacer merced de la Cruz y Pensión de la Real Orden Española de Carlos III a D. Francisco García de Espinosa, Intendente de Marina del Departamento de Cádiz. En su consecuencia ha presentado este agraciado el proceso de sus pruebas de legitimidad, nobleza y limpieza de sangre con el árbol genealógico…”



Árbol genealógico. Archivo Histórico Nacional. Estado. Carlos III. Exp. 1.329. 
Aprobado en 8 de diciembre de 1806

La concesión y nombramiento de caballero de esta orden se consideraba desde su creación como la más distinguida condecoración civil  que se podía otorgar en el reino de España, aunque desde su creación tuvo categoría de orden militar, más tarde, se transformaría en civil.

lunes, 25 de marzo de 2019

Sebastián de ESLAVA. Virrey del Nuevo Reino de Granada, Mariscal de Campo



Conferencia sobre Don Sebastián de Eslava y Lassaga, en cuya gloriosa memoria instituyó el Rey Carlos III el marquesado de la Real Defensa

Martes 2 de abril, 2019 (19:00 horas)
Centro Cultural de los Ejércitos, Gran Vía, 13, 28013 Madrid



Sebastián nació en Enériz (Navarra) el 19 de enero de 1685. Fue hijo de Gaspar de Eslava, sargento mayor de Infantería, que fue gobernador militar de Amalfi y Casales, en Italia, y de María Rafaela de Lassaga.

Noble por sus ocho apellidos, caballero del hábito de Santiago, ministro plenipotenciario en Florencia (1732-1736), teniente general de los reales ejércitos y por real cédula de 20 de agosto de 1739, virrey, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada y presidente de su real audiencia, preferido por Felipe V sobre otros candidatos, como el futuro ministro y secretario de Estado, José Carvajal y Lancáster.

Por méritos de guerra, en las de Sucesión de España, marroquí y de las Dos Sicilias, ascendió desde alférez del regimiento de Navarra (1702) a coronel y brigadier de los reales ejércitos. El 21 de abril de 1740 desembarcó en Cartagena de Indias y el 24 tomó posesión de su cargo. El primer ensayo de virreinato neogranadino había fracasado con Jorge de Villalonga, y para el nuevo intento el Real Supremo Consejo de Indias propuso la candidatura de Eslava.

Por voluntad del soberano español, hubo de permanecer Eslava en la ciudad de Cartagena, contra su propio designio político de convivir en la capital, Santa Fe de Bogotá, con los otros organismos administrativos: real audiencia de justicia y real audiencia y tribunal de cuentas.

Se destacó, junto a Blas de Lezo, por la defensa de la ciudad de Cartagena de Indias, en 1741, frente a la armada inglesa del almirante Vernon. Más tare paós al virreinato del Perú, ascendiendo a Capitán General del Ejército. De regreso a España, fue Capitán General de Andalucía (1749), Director General de la Infantería y Secretario del Despacho de Guerra de Fernando VI. Falleció en Madrid el 21 de junio de 1759.


En virtud de sus múltiples servicios, el rey Carlos III le otorgó el título de marqués de la Real Defensa (24-abril-1760) a su sobrino y heredero Gaspar Eslava y Monzón, casado con Ana Francisca de Eslava Iñiguez de Abarca, condesa del Fresno de la Fuente.

viernes, 22 de marzo de 2019

Pedro Méndez de Vigo. Coronel liberal en la Guerra de la Independencia


Siguió la carrera de las armas, llegando a ser Mariscal de Campo del Ejército Español, pera la exaltación de su carácter le llevó a profesar ideas políticas muy extremas, poco acordes con su posición social y familiar.

Tomó parte activa en la guerra de la Independencias y en las contiendas civiles posteriores. Combatiente durante la Guerra de la Independencia, se distinguió especialmente en la primera y última batallas habidas en aquel conflicto: Medina de Rioseco (14 de julio de 1808) y Toulouse (10 de abril de 1814).

Pedro Celestino Méndez de Vigo y García Sampedro nació en el seno de una vieja familia hidalga ovetense, siendo bautizado en San Tirso de Oviedo el 20 de mayo de 1783. Su padre Manuel Gregorio Méndez de Vigo y Fernández Cueto fue Catedrático de Prima de Cánones en la Universidad de Oviedo. Casado con Vicenta García Sampedro y Menéndez del Busto, tuvieron diez hijos, siendo él el primogénito.

Fue hermano suyo Santiago Méndez Vigo, que nació en Oviedo en 1790. Era estudiante de la Universidad de Oviedo cuando estalló la Guerra de la Independencia en 1808. Desempeñó cargos de importancia durante el Trienio Liberal siendo Capitán general de Puerto Rico y fue Ministro de Guerra en 1836. Se le considera responsable, junto a su hermano Froilán, de las represalias contra los realistas en los periodos constitucionales. Murió en 1860.


Tras los sucesos del 2 de Mayo de 1808 en Madrid, el día 25 del mismo mes el Principado de Asturias fue el primero que se alzó en armas contra el “Usurpador, reinstaurándose en Oviedo una antigua institución asturiana que se remonta al origen del “Principado” (1388): la Junta General del Principado, que en estas fechas se proclamó soberana, y cuyo propósito no era otro que decidir no sólo el futuro de Asturias, sino también el futuro de toda la Nación Española.

Al igual que él, sus tres hermanos (Santiago, Froilán y Juan) serían distinguidos militares. El primero alcanzaría el grado de Capitán General, el segundo el de Mariscal de Campo, y el tercero el de Coronel del Cuerpo de Artillería, dando lugar a un ilustre linaje de militares asturianos que llegaría hasta las postrimerías del siglo XIX.

Pedro Méndez de Vigo se casó en el verano de 1821, a la edad de 38 años, con María de la O Salas Omaña y Suárez. Con ella tendría a su único hijo, Antonio. Condenado a muerte en 1823 por Fernando VII, Pedro Méndez de Vigo se exilia en Londres, donde fallecería su esposa; casándose en segundas nupcias con Paula Canga Argüelles y Ventadas, hija del famoso hacendista y diputado en Cádiz José Canga Argüelles y Cifuentes (1770 – 1843 / Caballero de la Orden de Montesa), y de Eulalia Ventadas. De este segundo enlace no tuvo sucesión.

Ingresa en el Ejército Real el 15 de octubre de 1799 a la edad de 16 años, como cadete del Real Cuerpo de Artillería del elitista Real Colegio de Artillería de Segovia, pero  a los cinco meses de su ingreso, Pedro causó baja en el Colegio. A pesar de ello, demostrando su acendrada vocación militar, sienta plaza en el regimiento de infantería de Asturias, el 7 de marzo de 1800. En abril de 1802 recibe su ascenso a 2º Subteniente, y en su regimiento permanecerá hasta julio de 1806, en servicio de guarnición. Ese verano de 1806, como primogénito, asume el cargo, propiedad de su familia, de Regidor Perpetuo del Ayuntamiento de Oviedo. Ello le lleva a solicitar de la Corte ser destinado al regimiento de “Milicias Provinciales de Oviedo “. Aprobada la solicitud por la Secretaría de Guerra, es ascendido a capitán de granaderos. En esta unidad permanecerá desde el 20 de octubre de 1806 hasta el 28 de mayo de 1808, guarneciendo las costas de Asturias ante cualquier posible ataque británico.

Con la elevación al trono del Príncipe de Asturias, tras el motín de Aranjuez, Méndez de Vigo fue elegido por el Ayuntamiento de Oviedo como parte de la comitiva que acudió a Madrid para cumplimentar a Fernando VII. En la Villa y Corte permanecían aún los asturianos cuando se produjeron los sucesos del Dos de Mayo, tras lo cual, vuelve a Oviedo junto con otros militares asturianos de la guarnición de Madrid.

Reasumida la soberanía por la Junta del Principado, una de su primeras disposiciones es la de levantar un ejército de campaña de 20.000 hombres, agrupados en 22 regimientos de nueva creación. El capitán Pedro Méndez de Vigo es rápidamente ascendido a coronel y puesto al mando de un improvisado cuerpo de infantería de tres batallones y unos 1.500 hombres recién alistados: la llamada “1ª División Asturiana de Voluntarios“. Al mando de ella y acompañando a un delegado de la Junta del Principado, Ramón Llano Ponte, serán el primer contingente armado asturiano que cruce la cordillera para iniciar la guerra:

Tras la victoria de Bailén, que dio ánimos a la causa patriota y provocó la retirada francesa hasta la línea del río Ebro y Vizcaya, se formó una Junta Suprema Central en Aranjuez, que decreta un plan de operaciones para expulsar a las fuerzas imperiales. En ese plan, diez de los 22 regimientos asturianos habrían de integrarse en el Ejército de la Izquierda del Teniente General Joaquín Blake en la llamada “División Asturiana“ al mando del general Vicente Mª de Acevedo. Tras una valerosa campaña contra fuerzas muy superiores (en la que Blake consigue ocupar Bilbao) su ejército es batido en la épica batalla de Espinosa de Los Monteros el 11 de noviembre de 1808, en la que resulta vencido. Méndez de Vigo y su regimiento no participaron en esta segunda campaña al estar la unidad recuperándose del descalabro de Medina de Rioseco.

A partir de entonces, Méndez de Vigo participará en diversas campañas bélicas, unas más exitosas que otras, hasta que, en 1813, tras cinco duros años de guerra, las fuerzas españolas, británicas y portuguesas, eficazmente dirigidas por el duque de Wellington, se encontraban en situación de poner en marcha la ofensiva final que expulsaría a los franceses (muy debilitados tras la debacle napoleónica en Rusia del año anterior) de la Península.

En los ataques sobre San Juan de Luz del 10 de noviembre de 1813, Méndez Vigo realiza una nueva hazaña al tomar los campamentos fortificados de Ascaín, desalojando y poniendo en fuga a tres regimientos franceses. Por dicha acción fue condecorado con la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª Clase. En la batalla de Toulouse, del 10 de abril de 1814, la última, de la Guerra de la Independencia para las tropas españolas, Méndez de Vigo tiene que ser retirado del campo de batalla. Tras caer bajo su caballo muerto, al volver a ponerse al frente de sus hombres, a pie, un balazo le rompe el húmero.

Recibió su ascenso a brigadier, con antigüedad de 30 de mayo de 1815. La reposición del absolutismo por Fernando VII y la escasa recompensa a sus dilatados méritos durante la guerra produjeron en él cierto desafecto por Fernando VII. Una vez repuesto, Méndez de Vigo se reincorporó al mando de su regimiento al que se le devuelve su vieja orgánica de Milicia Provincial, pasando de guarnición a Asturias.


Tras participar en sangrientos sucesos en La Coruña, contra el Régimen absolutista de Fernando VII, es detenido y llevado prisionero a Francia. Esta circunstancia le salvó la vida. Condenado a muerte en rebeldía, Méndez de Vigo tuvo que exiliarse a Londres en 1823, pasando posteriormente a asentarse en París y no conseguiría regresar a España hasta septiembre de 1835. Será rehabilitado, no sin polémica, por la Regente. A los 3 años de iniciada la 1ª Guerra Carlista volvería a las filas del Ejército con el grado de Mariscal de Campo, destinándosele al Ejército del Norte el 16 de junio de 1836. Se licencia en 1838 y fija su residencia en Sevilla. Vuelve a la escena política como Diputado a Cortes en 1839; tiempo después, se trasladó con su familia a Almería, donde vería el final de sus días, en 1854, a la edad de 79 años.

lunes, 18 de marzo de 2019

Félix Nieto de Silva y Saá. Militar, I Marqués de Tenebrón


Gobernador sucesivamente de Alcántara, Cádiz, Canarias, Sevilla y Orán, autor de una famosa Autobiografía, en la que trasluce una semblanza de la historia de la Monarquía Hispánica durante la segunda mitad del siglo XVII.

El Marquesado de Tenebrón es un título nobiliario creado el 17 de mayo de 1690 por el rey Carlos II, que hace referencia a la localidad salmantina de Tenebrón.




Félix de los Reyes Nieto de Silva y Saa nació en Ciudad Rodrigo (Salamanca) en 1635 y fue el tercer hijo de Félix Nieto de Silva y Carvajal, señor de Alba de Yeltes y Caballero de l Orden de Santiago, en la que ingresó en 1617, casado en segundas nupcias con Isabel Herrera de Saá y Coloma, procede de una familia hidalga asentada en la comarca de Ciudad Rodrigo (Salamanca), que fue encumbrándose a la nobleza media medrando a costa de la jurisdicción real –proceso, por otra parte general, que alcanzó su gran intensidad en el siglo XVII aprovechando la mayor debilidad de la Monarquía–. Por tanto, un hidalgo “segundón” que optó por la carrera de las armas, iniciando un cursus honorum a través de empleos militares, hábitos, rentables matrimonios y desempeño de cargos y oficios –de los denominados de capa y espada– que le reportarían con el tiempo un progresivo ascenso social no exento de fracasos y decepciones, como de un sentimiento de agravio que le acompañaría hasta el final de sus aventuras.

En época temprana tomó las armas al servicio del rey, entre los 16 y 18 años, seguramente primero como soldado en Zamora, luego rápidamente promocionado a capitán de caballería, empleo en el que sirvió durante casi 17 años. Estuvo en casi todos los frentes de la guerra con Portugal –Verín, Ciudad Rodrigo y Badajoz, nunca en la frontera onubense–; aun, si bien, con la excepción del sitio portugués a Badajoz (junio 1658-octubre 1658), en ninguna decisiva batalla se vio involucrado, pues en la importante derrota de las Líneas de Elvas, aunque participó en el sitio español (noviembre 1658-14 de enero de 1659), se encontraba en Ciudad Rodrigo cumpliendo órdenes el fatídico día. Lo mismo le ocurrió con otra sonada derrota española, Castelo Rodrigo (7 de julio de 1664), quiso la casualidad que entonces se encontrara en Salamanca de permiso. Las definitivas de Ameixal (Estremoz, 1663) o Montes Claros (Villaviciosa, 1665) no son siquiera nombradas. No quiere decir ello que su valor y comportamiento frente al enemigo quede en entredicho, más al contrario se preocupa de que resuene sin tacha en todo su discurso. Ni de la crueldad de la guerra, ni antes de las “trastadas” de su infancia y juventud, guarda malos recuerdos. De todo lo sucedido sale con bien y lo refiere a la especial protección que le dedica la Virgen de la Peña de Francia, a quien evoca hasta la extenuación en cada episodio, en cada capítulo.

En 1671, casado de su primera mujer Jerónima de Cisneros y Moctezuma –de linaje imperial azteca–, con hábito de Alcántara y maestre de campo, obtiene su primer cargo en la administración del rey, la gobernación de un territorio de órdenes, el partido de Alcántara. Tras cuatro años, en el cargo, sería nombrado gobernador de Cádiz –despachado en enero de 1676– plaza militar acorde a un maestre de campo y un buen tanto para el ascenso en el estatus social cortesano. Hay que advertir que este empleo pudo muy bien venirse al traste por el nombramiento previo de gobernador de Canarias –de muy poco gusto para él, parece ser por lo alejado y pobre del lugar– aunque en el último momento el gobierno del puerto de Indias vino a compensarle, y aún más de la muerte de su segunda mujer –lo era desde el enero anterior– Beatriz Carvajal y Pizarro, condesa de Torrejón.

Cádiz fue el refrendo a su ingenio en el buen gobierno –ya apuntado en la gobernación de Alcántara– y a la inmensa capacidad de gestión que nos regala orgullosamente. Tanto en su lucha frente al contrabando en el comercio trasatlántico como ante el hambre y la escasez –endogámica en Andalucía en esta época de crisis– ejemplifica en su persona las virtudes que deben caracterizar al administrador público al servicio de su rey. Si tuvo tiempo para saborear las mieles de un nuevo matrimonio –el tercero, con Elvira de Loaisa y Chumacedo, condesa de Guaro e hija de Juan Chumacero, presidente de Castilla y conde de Arco–, también lo tuvo para sufrir la persecución política ejercida desde el poder durante el corto “reinado” de D. Juan José de Austria, el eterno pretendiente a las más altas instancias sembró de intriga cortesana su ascenso como de sospecha permanente su gobierno.

Ciudad Rodrigo

Habiendo sido nombrado Gentilhombre de Cámara y Consejero de Guerra, en el verano de 1680 recibió el destino de la gobernación de Canarias.

Un año antes de llegar a la gobernación de las islas, en Villanueva de Mesía (Granada), la peste había provocado un aborto a su mujer y la pérdida de su hija mayor María. Otra, Juana, fallecería en Granada el mismo día que llegaba su padre a Tenerife –con tormenta de por medio–, y al año siguiente (1681) moría una más, Isabel. Situaciones por lo demás corrientes en la época, pero una vez más apela con fervor providencialista a su Virgen de la Peña de Francia; aunque quizá más tuviera que ver en el quebranto económico que le supuso el puesto, los efectos económicos de la política monetaria y deflacionista decretada por la Monarquía.

En fin, poco lustre le proporcionó a D. Félix aquel empleo tan “fuera de mi genio” –aunque los paisanos le merecieron mejor opinión– por lo que la incorporación a intendencia de Sevilla –cinco años después de haber ido a Canarias con la promesa de sólo uno y medio– fue un regalo al que su afán de servicio al rey le “obligaba”. Poco tiempo le duró “la buena fortuna con que allí goberné”, en julio de 1687 fue a terminar sus días como gobernador y capitán general de las plazas de Orán y Mazalquivir, reinos de Tremecén y Túnez en el norte de África. Título precedido de los cotidianos enfrentamientos cortesanos que caracterizaron la crisis de una monarquía deprimida y dominada por la intensa intriga política. La fatalidad de su antecesor Diego de Bracamonte.muerto en batalla o, como dice él, “quiso nuestra Señora librarme de ese conflicto, y que […] se me diese á mí el puesto”, le llevó al presidio africano, donde tuvo la oportunidad de sentir en propias carnes el abandono de una monarquía que tocaba a su fin.

Un año antes de su muerte, acaecida en Orán, el 11 de febrero de 1691, en mayo de 1690 Carlos II premió sus servicios con el marquesado de Tenebrón.

martes, 12 de marzo de 2019

Juan Idiaquez Eguia. Militar. Capitán General de los Reales Ejércitos



Militar, MdC. Alcanzó el título de Duque de Granada de Ega con la GdeE

Nació en Azcoitia en el año 1665 en el seno de uno de los linajes más ilustres de la Provincia de Guipúzcoa. Su padre fue Francisco de Idiáquez, natural de la villa de Motrico, de la orden de Santiago y señor de las casas de Idiáquez, en Azcoitia y de las de Yarza y Alcega, y su madre fue Luisa María de Eguía, señora de las casas de Iraeta y Eguía, natural del lugar de Ayzarna, también en Guipúzcoa.

Desde joven fue orientado a la carrera militar, entrando en servicio en 1681, a la edad de 16 años. Su destino fue los tercios de Flandes, con los que participó en importantes batallas. En 1691, cuando ya había alcanzado el grado de capitán de infantería, estuvo sitiado en Mons por el ejército francés que dirigió el mismo Luis XIV.

En 1693, ya como capitán de caballos, participó en la batalla de Landen, en la que cayó prisionero. Unos años después, ya ascendido al puesto de maestre de campo de un tercio viejo y brigadier de los ejércitos de Felipe V, fue nombrado para ofrecer con su brigada servicio al duque de Borgoña, hermano del rey, que dirigía las tropas francesas entre la Mosa y la Mosella. Fue reconocido por su acción en la batalla. Años después, el gobernador de Flandes, su pariente el marqués de Gastañaga, le destinó a la Corte de Madrid para diversas cuestiones, comenzando una notable carrera al servicio de Felipe V y convirtiéndose en uno de los hombres más poderosos en el primer tercio del siglo XVIII.

En 1704 fue elegido sargento mayor de las guardias de Corps, el más prestigioso cuerpo del ejército y que fue creado de nueva planta por el nuevo monarca. Este cargo fue de especial importancia y de gran influencia porque, entre otras cuestiones, fue el oficial en cargo de las tres compañías que componían estas guardias, nombraba o consultaba al rey los empleos administrativos y técnicos del Estado Mayor de la guardia y porque disfrutó de gran cercanía y confianza con el rey.

En su ascenso dentro del escalafón militar del nuevo ejército borbónico llegó al grado de teniente general (1706) y, posteriormente, al de capitán general de los reales ejércitos. Su poder e influencia creció sobremanera cuando se introdujo en el servicio de las casas reales y fue elegido para el gobierno y la educación de la casa y persona del infante Don Fernando. En 1721, fue nombrado como gobernador del nuevo cuarto separado en palacio del infante don Fernando, con retención de su empleo de sargento mayor de Guardias de Corps. En 1724, tras el fallecimiento de su hermano Luis I, fue designado ayo del nuevo Príncipe de Asturias, y un año después, en 1725, alcanzó el grado de sumiller de Corps del futuro Fernando VI.

Asimismo, su elevación en la escala de honores de la Monarquía vino paralela a su influencia en la Corte. En 1708 vistió el hábito de la orden de Santiago, que vino acompañado con la encomienda de Yeste y Taibilla. A través de su matrimonio con su sobrina Maríana Velasco e Ibáñez de Segovia, disfrutó de los títulos de conde de Salazar y de conde de Castilnovo y, debido a los servicios a la Corona, se le otorgó (29-marzo-1729), el título de Duque de Granada de Ega con la GdeE de primera clase.

Falleció sin descendencia el 9 de septiembre de 1736. En su testamento, eligió como su principal heredero a su sobrino Antonio Francisco Idiáquez y Garnica, quien le sucedió en el ducado, y también fue conde de Javier, y marqués de Cortes.

Texto extraido de: www.basques.linhd.es

viernes, 8 de marzo de 2019

Concepción Arenal. Abogada y escritora. La madre del feminismo español


Escritora y activista social. Sorteando las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad, estudió en Madrid derecho, sociología, historia, filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre).



Concepción Arenal Ponte nacíó el 31 de enero de 1820 en El Ferrol, en el seno de una familia hidalga acomodada con ideales liberales. Su padre fue Ángel Arenal Cuesta, un sargento mayor, que ingresó varias veces en prisión por posicionarse en contra del absolutismo de Fernando VII y fue en una de esas ocasiones en las que cayó enfermo y falleció; su madre, Concepción  Ponte, era gallega. La prematura muerte de su padre cuando contaba tan solo nueve años la marcaría para siempre

D. Ángel del Arenal comenzaría los estudios de leyes en la Universidad de Valencia, pero por el estallido de la guerra de la Independencia los abandona para integrarse en la carrera militar y en 1812 era ya sargento mayor. No dudó en alistarse contra los ejércitos napoleónicos, participando en el bloqueo de Bayona de 1814.

En 1847 Concepción casó con Fernando García Carrasco, abogado y escritor, y ambos esposos colaboraron en La Iberia. Su primer libro fue la novela Historia de un corazón, y en 1851 publicó Fábulas en verso. Enviudó en 1855 y se retiró a Potes (Santander) con sus hijos, y más tarde a Galicia. Próxima al ideario de Karl Krause y de sus seguidores en España, como el influyente Francisco Giner de los Ríos, pronto fueron conocidas sus críticas a la injusticia social de su tiempo (particularmente contra la marginación de la mujer, la condición obrera y el sistema penitenciario), fundamento de un reformismo social de raíz católica.

En 1862 publicó su Manual del visitador del preso y, en 1864, fue nombrada visitadora general de prisiones de mujeres. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Desarrolló una intensa actividad filantrópica: fue fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña en la 3ª Guerra Carlista.

Al mismo tiempo elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos (Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad). Como penalista propuso una función educativa del sistema penitenciario que reformase al delincuente en lugar de castigarlo.

De sus obras sobre la condición femenina sobresalen La mujer de su casa y La mujer del porvenir. En La mujer de su casa (1895), estudió los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad humana la necesita. En La mujer del porvenir (1868), señaló la contradicciones en la consideración de la mujer, combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.

martes, 5 de marzo de 2019

La concesión de títulos nobiliarios


Una de las prerrogativas reales es la facultad de conceder títulos nobiliarios para premiar actos y servicios extraordinarios. La concesión es un acto graciable del soberano, y por tanto la vida del titulo dependerá de las condiciones impuestas por éste en su creación.

 
Hasta los Trastámara los títulos nobiliarios no eran hereditarios. Existían los Ricos-hombres, que solían ser denominados para determinados cargos de administración de gobierno y justicia, y manejo del ejército en determinados territorios (marcas, condados, adelantamientos...). Así durante la alta Edad Media un conde era el tenente de un territorio que lo gobernaba con ese título, de forma temporal y como mucho de manera vitalicia. En el siglo XIII prácticamente habían dejado de existir.

Con el advenimiento de la dinastía Trastámara se comienza a conceder títulos nobiliarios con carácter hereditario: el primer conde fue el de Niebla en 1371 y el primer duque, Bertrán Dugesclin, también en 1371 ambos concedidos por Enrique II.

En cuanto a la forma, en un principio se otorgaron a hidalgos mediante privilegio real; posteriormente se irá regulando la concesión de títulos. Por ejemplo, Felipe IV dispone en 1664 que no se pueda obtener el título de Conde ni el de Marqués sin haber sido antes Vizconde. Carlos III, en 1775, dispone que no se concedan títulos a quienes no hubieran servido con sus personas al Rey o al público, aunque durante mucho tiempo también se practicó su venta (venalidad de títulos) para conseguir fondos para la Hacienda pública.

Cómo se conceden los títulos nobiliarios en España

A principios del siglo XX se estableció cómo se han de conceder, y su regulación y control es competencia del Ministerio de Justicia.

·      Real Decreto sobre concesión y rehabilitación de Títulos y Grandezas de España (27 de Mayo de 1912).



·     Real Decreto de 8 de julio de 1922 relativo a la rehabilitación de Grandezas de España y Títulos del Reino.



·        Ley de 4 de mayo de 1948 por la que se restablece la legalidad vigente al 14 de abril de 1931 en las Grandezas y Títulos del Reino. Respecto a dicha regulación, cabe considerar el Decreto de 4 de junio de 1948, por el que se desarrolla la Ley de 4 de mayo de 1948 sobre Grandezas y Títulos nobiliarios.

 ·     Real Decreto 222/1988, de 11 de marzo, por el que se modifican los Reales Decretos de 27 de mayo de 1912 y 8 de julio de 1922 en materia de Rehabilitación de Títulos Nobiliarios.



·        Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre la igualdad del hombre y la mujer en el orden sucesorio de los títulos nobiliarios.

En la actualidad, los títulos nobiliarios son otorgados por el Rey, que también sanciona cada una de las sucesiones en los mismos. Entre las funciones del titular de la Corona que enumera el artículo 62 de la Constitución Española está "conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes". La forma de tramitarlo consiste en un Real Decreto, firmado por el ministro de Justicia, que se publica en el BOE.


Las principales dignidades nobiliarias se gradúan de la siguiente manera: grandezas, ducados, marquesados, condados, vizcondados, baronías, señoríos y dignidades nobiliarias (por ejemplo almirante y adelantado mayor de las Indias, almirante de Aragón o mariscal de Alcalá del Valle).

sábado, 2 de marzo de 2019

Juan Valera y Alcalá Galiano. Novelista, político y diplomático


Su obra literaria toca prácticamente todos los géneros, aunque con predominio de la novela a la que siguen los restantes géneros prosísticos: el ensayo, en especial de tema literario, y la epístola.

Valera fue, sin duda, la figura más europea de nuestro siglo XIX, el autor que mejor conoció, tanto política como artísticamente, al resto de los países de nuestro entorno, gracias a sus viajes por Europa y América como diplomático.

Juan Valera nació en la ciudad de Cabra (Córdoba) el 18 de octubre de 1824, de familia noble y acomodada; pertenecía ala hidalga* casa de Valera de Doña Mencía, en Córdoba, familia de marinos. Hijo de José Valera y Viaña, oficial de la Marina ya retirado, y de Dolores Alcalá-Galiano y Pareja, marquesa de la Paniega, ambos naturales de Doña Mencia. Tuvo dos hermanas, Sofía y Ramona, además de un hermanastro, José, habido en un primer matrimonio de la marquesa con Santiago Freuller, general suizo al servicio de España.

*Real Declaratoria de Nobleza y restitución de hidalguía de don Juan Valera Roldán, dada en Barcelona por el Rey Felipe V el 18 de noviembre de 1701, y que fue testimoniada en autos promovidos por don Juan Miguel Valera Alcalá-Galiano en 1768, para hacer valer las prerrogativas y derechos que aparejaban tal declaración.


Realizó sus primeros estudios (Filosofía) en el Seminario Conciliar de Málaga, ciudad en la que publicó sus primeros versos en el periódico El Guadalhorce, entre los años de 1837 y 1840, es decir, durante la efervescencia del primer romanticismo tras la muerte de Fernando VII. Marcha después a Granada, al colegio del Sacro Monte, donde pasa de la influencia de los románticos franceses, especialmente Lamartine, a imitación del cual compuso sonetos, a la de los clásicos grecolatinos.

En 1842 se traslada a Madrid, donde tuvieron lugar sus primeros amores: al presentar a Gertrudis Gómez de Avellaneda ante el Ateneo, quedó enamorado de ella. Pese a la fama de conquistador de Valera, será el corazón de "la divina Tula" uno de los que no logre rendir. Regresa a Granada por no haber aprobado en Madrid, donde obtiene la licenciatura en Derecho en 1844. Con motivo de licenciarse, su padre le regaló la edición de unos Ensayos poéticos.

En 1846 vuelve a Madrid y al año siguiente, en 1847, inicia su carrera como diplomático en la Legación española en Nápoles como agregado sin sueldo a la embajada que dirige el duque de Rivas, que lo ha recomendado. Con su carrera diplomática comienza la amorosa con un par de aventuras en Nápoles. La fama de don Juan, que lo acompañaba desde sus tiempos de Granada, no lo abandonará ya nunca: todavía a los sesenta y dos años, en 1886, siendo embajador en Washington, sufrirá el suicidio de una joven despechada (la hija del secretario de estado estadounidense, Katherine C. Bayard) en la antesala de la embajada.

En 1849 regresa a Madrid, donde no se encontrará a gusto. Al año siguiente parte como legado a Lisboa y de aquí, en 1851, pasa a Río de Janeiro, donde permanecerá hasta 1853, fecha en la que regresa a Madrid. Colabora en la prensa tanto con artículos de carácter político como con otros de tipo literario. En 1855 es destinado a Dresde y, en 1857, viaja a San Petersburgo (Rusia) como secretario del duque de Osuna, embajador de Isabel II ante el zar. Las cartas de Valera, sus Cartas desde Rusia, describen la vida de lujo desmedido del duque, que lo conduciría no mucho después a una de las ruinas más escandalosas de la historia española.

Al año siguiente, ya en España, es elegido diputado por Archidona (Málaga) y funda el periódico El Contemporáneo y la revista satírica El Cócora. En 1861 ingresa en la Real Academia. Son años de labor literaria en los que traduce del alemán los tres volúmenes de von Schack Poesía y arte de los árabes de España y Sicilia, publicados entre 1867 y 1871.



En el año 1867 se casa en París con Dolores Delavat, hija de otro diplomático español, que era veinte años más joven que él, lo que causaría problemas a la pareja. La difícil situación se reflejará en la reincidencia de Valera en el tema del matrimonio desigual en edad a lo largo de su novelística. En 1872, es nombrado director general de Instrucción Pública, pero los sucesos políticos de ese año le hacen perder el cargo y lo apartan de nuevo de la vida política. Ello lo conducirá hacia la narrativa. Son los años de Pepita Jiménez (1874), quizá su obra más famosa; Las ilusiones del Doctor Faustino (1875); El Comendador Mendoza (1877); Pasarse de listo (1878) y Doña Luz (1879) Entre 1881 y 1883 vuelve a la diplomacia. En estos años pasa por Francfort, Lisboa, Washington, Bruselas y Viena.

Su obra novelística renace en 1895 con Juanita, la larga a la que seguirán Genio y figura (1897) y Morsamor (1989). En 1896, se retiró del servicio diplomático. Sus últimos años, enfermo y casi ciego, los pasa en su casa de Madrid, donde reunirá una tertulia nocturna, a la que acudían entre otros Menéndez Pelayo y Pérez de Ayala, que cobrará fama. Muere en Madrid en abril de 1905



Entre los títulos y órdenes que obtuvo a lo largo de su vida, destacan los siguientes:


Reino de España

Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III.

Comendador de la Orden Española y Americana de Isabel la Católica.

Grefier de la Orden del Toisón de Oro.



Extranjeras

Caballero de la Orden de San Jenaro. (Reino de las Dos Sicilias)

Caballero de la Orden de San Fernando y el Mérito. (Reino de las Dos Sicilias)

Caballero Gran Cruz de la Orden de Pio IX con brillantes (Estados Pontificios)

Caballero Gran Cruz de la Orden de Nuestra Señora de la Concepción de Villaviciosa. (Reino de Portugal)

Caballero de la Suprema Orden de Cristo. (Reino de Portugal)

Caballero Gran Cruz de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro. (Reino de Italia)

Caballero Gran Cruz de la Orden de la Corona de Italia. (Reino de Italia)

Caballero Gran Cruz de la Orden de San Esteban de Hungría. (Imperio Austriaco)

Comendador de la Orden de Leopoldo (Reino de Bélgica).

Caballero de segunda clase de la Orden de Santa Ana. (Imperio Ruso)

Comendador de la Orden de la Rosa. (Imperio del Brasil)

Oficial de la Orden de la Legión de Honor. (Francia)