Con una dilatada carrera en el Ejército, en el que llegó a ser Mariscal de Campo en 1882, se consagra como el primer tratadista militar español.
José fue educado con gran austeridad y severidad por su padre, “religioso hasta las disciplinas en común en la madrileña bóveda de San Ginés”. Pero en casa de amigos paternos, “leyó apasionadamente libros avanzados de los que se imbuyó y fueron base del volterianismo de sus escritos” en contraste con su religiosa educación familiar y escolar. Aunque nacido en Valladolid, vivió hasta 1829 en Logroño, ciudad donde su padre fue teniente coronel del regimiento de Almansa n.º 17. Al cumplir los ocho años era en el mismo cuerpo “cadete de menor edad, sin derecho a antigüedad”.
Sentó plaza de cadete de cuerpo en el regimiento de infantería de Almansa y en 1835 ingresó en el Real Colegio General Militar de Segovia, donde, con catorce años, actuó en su defensa contra las tropas del carlista general Zariátegui. Terminó los cursos en 1837 sin la edad mínima para ser oficial y aprovechó el tiempo ingresando, para cinco años más, en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Teniendo diecinueve años salió con el grado de teniente y destinado al Depósito Topográfico, que entonces empezaba a ejecutar en España los trabajos geográficos y catastrales iniciadores de lo que sería luego un instituto civil.
Así, durante el año 1859 llevó a cabo por propia iniciativa un viaje por Prusia, Austria y Baviera para estudiar la cultura, el idioma y diversos asuntos militares de estos países. Al regreso quedó destinado en la Comisión General de Estadística, donde trabajó junto al geógrafo Francisco Coello de Portugal en la creación de un catastro topográfico y parcelario como apoyo de la Hacienda pública, que constituyó el inicio del Catastro actual.
Ascendió a coronel en 1867 y, destinado en las subinspecciones de su cuerpo en ambas castillas, en 1879 se le concedió permiso para concluir la redacción de su Diccionario Militar, y desde 1871 fue secretario del Cuarto Militar del rey Amadeo I hasta su abdicación en 1873, siendo uno de los pocos que le sirvieron lealmente y le acompañaron hasta la frontera.
Brigadier en 1874, proyectó las defensas de Santander, ciudad que se consideraba amenazada por el Ejército del Norte; ya en 1879, se le encargó la revisión de los documentos históricos de Pirala y, concluida, redactar un Reglamento de Régimen y Disciplina, sustituyese a los tres primeros tomos de las Ordenanzas de Carlos III, siendo miembro de comisiones de reformas militares.
Con el ascenso en 1882 a mariscal de campo, empleo cuya denominación cambió unos años más tarde a la de general de división, Almirante fue nombrado comandante general subinspector de la isla de Cuba. Tras dos años en el cargo, regresó a la península con el nombramiento de general subinspector del Cuerpo de Ingenieros y presidente de la Junta Especial de Ingenieros y, posteriormente, general consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina.
En 1891, habiéndose producido una vacante de teniente general en el escalafón correspondiente, Almirante solicitó del ministro teniente general Azcárraga el empleo. La ausencia de acciones de guerra en la hoja de servicios del general Almirante, y probablemente su relación con el rey Amadeo y con el general Prim, impidieron el nombramiento pretendido. Fuente; https://dbe.rah.es/biografias/6613/jose-almirante-y-torroellaObra principal
- Guía del oficial en campaña (1868).
- Diccionario militar, etimológico, histórico, tecnológico (1869).
- Bibliografía militar de España (1870).
- Estudio sobre la guerra franco-germana de 1870 (1891).
- Bosquejo de la historia militar de España hasta fin del siglo XVIII (1923).
- Reglamento para el servicio de campaña (1882). Publicado con fuerza de ley tras haber sido aprobado en las Cortes, presentado por el general Martínez Campos.
Como obras póstuma tiene una Historia Militar de España. Escribió también poesía de corte romántico en los años de juventud y algunas obras teatrales que no llegaron a publicarse, cuyos originales se perdieron al ser incendiada la casa que poseía en Guadalajara por milicias del Frente Popular en 1936.
Cuando falleció en Madrid, el 28
de agosto de 1894, su gran erudición le había consagrado como el primer
tratadista militar español. Poseedor de la Encomienda de la Orden de Carlos III,
Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, Gran cruz de la Orden de San
Hermenegildo y Gran cruz del Mérito Militar.
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