Maestro Huidobro contiene múltiples apuntes acerca de la educación ideal, de la libertad y de la búsqueda incansable de un paraíso personal. Cuenta sus andanzas, sus verdades y sus ficciones.
En Maestro Huidobro, (Anthropos, 1999) tres antiguos discípulos evocaban la figura de su viejo maestro rural. Jalonando diversas escenas de la vida de Isidro Huidobro -llamado Idro- desde su niñez, contemplábamos antes nosotros su aprendizaje en la escuela con don Austreberto; las enfermedades y travesuras de su infancia; sus inicios como estudiante, la huida del colegio, al que seguiría el paso por otros y, finalmente , sus estudios de Farmacia.
La novela de Jiménez Lozano está impregnada de recuerdos librescos bien asimilados que el lector atento notará. Pero nada de esto debe oscurecer el hecho irrefutable y mucho más decisivo de que, a pesar de su brevedad, Maestro Huidobro encierra sugerentemente la historia de una colectividad -no en vano las noticias de los primeros Huidobro se remontan a la Edad Media-, esboza unos comportamientos y unas formas de vida pacíficas y tolerantes -atropelladas alguna vez por la vesania de unos cuantos- y contiene múltiples apuntes acerca de la educación ideal, de la libertad y de la búsqueda incansable de un paraíso personal que sólo parece existir plenamente en la imaginación pero que, en cualquier caso, no es posible lejos de las raíces íntimas del ser humano.126 pp | ISBN: 9788476585756
Además de otras virtudes, Maestro Huidobro posee una que sí conviene subrayar: se trata de una obra escrita en un jugoso castellano, lleno de voces rotundas y sonoras. Sorprende un solo y reiterado desfallecimiento, relativo a una moción genérica: “Llegó el hambre, y con él aquellas filas interminables de pobres [...] Había hambres y hambres, y no había ningún hambre igual a otro” (pág. 78). Vale la pena sumergirse en el hechizo de esta historia melancólica y teñida de noble poesía.
José Jiménez Lozano Fue colaborador en El Norte de Castilla de Valladolid desde 1958, redactor de 1962 a 1978, subdirector de 1978 a 1979 y director desde 1992 hasta su jubilación en 1995. Allí, conocería a Miguel Delibes, quien probablemente le hablaría de la familia Huidobro natural de Sedano (Burgos), razón de haber elegido a un personaje de este apellido para protagonista de su novela.
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