Muy
poco se sabe de su vida, salvo que era madrileña, que vivió en la primera mitad
del siglo XVII y que escribió en el entorno de Lope de Vega, quien alabó su obra y su talento,
en “El laurel de Apolo”.
Hija
de doña María de Barasa, esposa legítima de don Fernando de Zayas y Sotomayor, María
nació el 12 de septiembre de 1590, pero se desconoce la fecha de su
fallecimiento; que sería posterior a 1647 y, según algunas fuentes, ocurriría en 1661; tampoco se sabe si estuvo casada o
ingresó en un convento.
Se
cree que vivió una temporada en Nápoles por el trabajo de su padre hidalgo, capitán de Infantería y caballero de la Orden de
Santiago, quien sirvió al rey Felipe III y fue mayordomo del VII Conde de Lemos en
Nápoles. Hay noticias de ella en Valladolid y en Zaragoza donde publicó, en
1637, la primera parte de sus Novelas amorosas y ejemplares.
Fue
celebrada como poetisa en las academias literarias madrileñas de la época.
Compuso al menos una obra dramática, La traición en la amistad, editada por vez
primera a principios del siglo XX. Pero su renombre se debe esencialmente a sus
dos colecciones de diez novelas cortas
enmarcadas, publicadas en Zaragoza, en 1637 y 1647 respectivamente: las Novelas amorosas y ejemplares y la Parte
segunda del Sarao y entretenimiento
honesto. Contaron con gran éxito y
numerosas traducciones a otras lenguas, éxito internacional solo superado,
entre los novelistas del siglo XVII, por Cervantes, Mateo Alemán y Quevedo.
Tuvieron gran influencia especialmente sobre la literatura francesa.
En
sus narraciones denunciaba las dificultades y limitaciones que sufrían las
mujeres. Censuraba la educación «castradora» que recibían. Defendía el derecho
a su buen nombre, a la cultura y al renombre literario. Y criticaba explícitamente
las ideas sobre el honor y la honra, que, en su opinión, perjudicaban a la
mujer.
"Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas".
Sus
protagonistas son, en general, mujeres de la alta o baja aristocracia, que
siguen sus impulsos amorosos no solo por atracción sexual, sino sobre todo como
un acto de libertad individual. Sorprende la desenvoltura con que algunas se
comportan en el aspecto amatorio, algo insólito en su tiempo: desde la que
persigue a un hombre que ve por el balcón, hasta la que esconde un amante negro
en el establo para devorarlo sexualmente o la que vive infinitos adulterios.
Ningún
censor del siglo XVII encontró nada que objetar a sus novelas, pero el
puritanismo y la misoginia del siglo XVIII y de principios del XIX censuraron
su obra, tildando algunas de sus novelas de «libertinas», «obscenas» o
«crudas».
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