jueves, 2 de agosto de 2018

María de Zayas y Sotomayor. La primera novelista española


Escritora del Siglo de Oro. Poetisa, autora dramática y, sobre todo, novelista de extraordinario éxito, llamada la “Sibila de Madrid”. Sus novelas cortas tuvieron gran éxito y se siguieron reimprimiendo hasta que en el siglo XVIII la Inquisición decidió prohibirlas.

Muy poco se sabe de su vida, salvo que era madrileña, que vivió en la primera mitad del siglo XVII y que escribió en el entorno de Lope de Vega, quien alabó su obra y su talento, en “El laurel de Apolo”.


Hija de doña María de Barasa, esposa legítima de don Fernando de Zayas y Sotomayor, María nació el 12 de septiembre de 1590, pero se desconoce la fecha de su fallecimiento; que sería posterior a 1647 y, según algunas fuentes, ocurriría en 1661; tampoco se sabe si estuvo casada o ingresó en un convento.

Se cree que vivió una temporada en Nápoles por el trabajo de su padre hidalgo, capitán de Infantería y caballero de la Orden de Santiago, quien sirvió al rey Felipe III y fue mayordomo del VII Conde de Lemos en Nápoles. Hay noticias de ella en Valladolid y en Zaragoza donde publicó, en 1637, la primera parte de sus Novelas amorosas y ejemplares.

Fue celebrada como poetisa en las academias literarias madrileñas de la época. Compuso al menos una obra dramática, La traición en la amistad, editada por vez primera a principios del siglo XX. Pero su renombre se debe esencialmente a sus dos colecciones de diez novelas cortas enmarcadas, publicadas en Zaragoza, en 1637 y 1647 respectivamente: las Novelas amorosas y ejemplares y la Parte segunda del Sarao y entretenimiento honesto. Contaron con gran éxito y numerosas traducciones a otras lenguas, éxito internacional solo superado, entre los novelistas del siglo XVII, por Cervantes, Mateo Alemán y Quevedo. Tuvieron gran influencia especialmente sobre la literatura francesa.


En sus narraciones denunciaba las dificultades y limitaciones que sufrían las mujeres. Censuraba la educación «castradora» que recibían. Defendía el derecho a su buen nombre, a la cultura y al renombre literario. Y criticaba explícitamente las ideas sobre el honor y la honra, que, en su opinión, perjudicaban a la mujer.


"Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas".
Sus protagonistas son, en general, mujeres de la alta o baja aristocracia, que siguen sus impulsos amorosos no solo por atracción sexual, sino sobre todo como un acto de libertad individual. Sorprende la desenvoltura con que algunas se comportan en el aspecto amatorio, algo insólito en su tiempo: desde la que persigue a un hombre que ve por el balcón, hasta la que esconde un amante negro en el establo para devorarlo sexualmente o la que vive infinitos adulterios.

Ningún censor del siglo XVII encontró nada que objetar a sus novelas, pero el puritanismo y la misoginia del siglo XVIII y de principios del XIX censuraron su obra, tildando algunas de sus novelas de «libertinas», «obscenas» o «crudas».

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