viernes, 28 de julio de 2017

Historia de la Casa de Herrasti en Granada


Historia de la casa de Herrasti, Señores de Domingo Perez, primer jefe de la Casa en Granada.

Linaje hidalgo notorio, venido a la ciudad de Granada con motivo de la conquista que realizan los Reyes Católicos, alcanza muy pronto una posición relevante en la vida municipal, recibiendo por sus servicios importantes mercedes de la Corona.

Obra escrita por D. Juan Francisco de Paula Perez de Herrasti Vera Gadèa ... actual señor de dicha Casa, y de el Palacio Casa Fuerte con Tiros de Artilleria, Tercias, y Alcavalas de la Villa del Padùl. Regidor Perpetuo de las Ciudades de Guadíx y Alcalá la Real.

Su solar originario radica en la Villa de Azcoitia, en la provincia de Guipuzcoa.

 
Publicada en Granada: en la imprenta de la SS. Trinidad, año de 1750
 
Descarga de la obra, en formato PDF

Uno de los personajes más conocidos de este linaje es el general Andrés Pérez de Herrasti (Granada, 1750-Barcelona, 1818), héroe de la defensa de Ciudad Rodrigo (Salamaca) frente las tropas napoleónicas en 1810, durante la guerra de la Independencia, al que se le dedica una entrada en este blog.

martes, 25 de julio de 2017

Felipe de Neve Padilla. Fundó la ciudad de Los Ángeles (California / EE. UU.)


Toda su vida la dedicó a servir al ejército en diferentes frentes en la Península y Europa, hasta que se trasladó a América a entrenar a las milicias de la zona.

Tras demostrar su buenas dotes para la administración de bienes y su experiencia militar en la Nueva España, en 1774 alcanzó el cargo de teniente coronel de caballería y, el 18 de octubre de 1775, se convirtió en el cuarto  Gobernador de Las Californias. En el año 1781 y con 44 personas fundó Los Ángeles, la mayor ciudad de la actual California.

Su estatua en Los Ángeles
Felipe de Neve Padilla nació en Bailén (Jaén) en 1724, en el seno de una familia acomodada, supuestamente hidalga. Hijo de Doña. María Padilla y Costilla y D. Felipe de Neve Noguera Castro y Figueroa; capitán de caballería, que despertó pronto en él la vocación, y con tan sólo 20 años comenzará su carrera como cadete en el Regimiento de Infantería de Cantabria.

Padres de Felipe de Neve y su árbol genealógico
Posteriormente se convertiría en Guardia de Corps en Madrid y dos años después desde su inicio, alcanzaría el grado de Teniente en el Regimiento de Flandes, para más tarde sentar plaza en los de Milán y el Rey, llegando a alcanzar el grado de sargento mayor. También, combatió en La Guerra de los Siete Años contra Portugal Tras un largo periodo en el se curte en batallas y demuestra su destacable ímpetu y valentía, el 1 de noviembre de 1764, con 40 años, por orden de Carlos III y para la defensa de la Nueva España, desembarcará en el Puerto de Veracruz; México, con un selecto grupo de tropas veteranas y oficiales destacados, iniciando así una nueva etapa que le llevará el resto de su vida.

Así, tras y servir al ejército durante un largo periodo, Felipe de Neve, partió hacia Nueva España, dejando en Sevilla a su esposa, María Nicolasa Pereira y Soria, a la que nunca más volvería a verla, y jamás dejó descendencia reconocida.

Sus dotes de mando y administrativas le hicieron ascender rápidamente una vez instalado en América y ganarse la confianza del rey Carlos III. Cuando Felipe llegó a Monterrey (México) se encontró con una armada indisciplinada, mal vestida y con recursos inadecuados e insuficientes. Por entonces existían siete misiones en la Alta California, con una escolta militar asignada a cada una de ellas.

El 18 de octubre de 1774, el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa lo nombraría Gobernador de Las Californias (el territorio que comprendía las actuales California (EE.UU.), Baja California y Baja California Sur (México), por su gran valía que quedó reflejada en los informes que lo tachaban “como hombre correcto y oficial completo”, hasta el punto de que el propio virrey rechazara su petición de ser relevado del cargo, al tratarse de un puesto arduo e ingrato al estar permanentemente vigilado por las órdenes eclesiásticas. Las tareas encomendadas a los españoles que se encontraban en Nueva España eran dos: velar por la evangelización de los indígenas, junto a las órdenes religiosas y el control y defensa del territorio frente a los intereses de otras potencias coloniales.

Como gobernador se dedicó a gestionar de manera eficaz los recursos disponibles, formar a los pobladores y crear nuevos pueblos; así, en 1777, firmó dos solicitudes para la fundación de dos pueblos: San José (en el río Guadalupe) y Nuestra Señora de Los Ángeles (en el río Porciúncula). Una vez establecida la primera población (29 de noviembre de 1777), con el objetivo de abastecer a los presidios de San Francisco y Monterrey, el virrey y el Comandante General, en diciembre de 1779, aprobaron su propuesta y ejecutaron la orden de crear el pueblo de Los Ángeles. También, y durante su administración, el teniente José Joaquín Moraga había construido el presidio de San Francisco, después de que Juan Bautista de Anza hubiese elegido el lugar en 1776.

Centrado en esta labor, en 1781, con la aprobación del rey Carlos III, fundó en la costa El Pueblo de Nuestra Señora de la Reina de Los Ángeles de Porciúncula, con 44 personas españolas, indígenas y mestizas. Un total de catorce familias que formarían los inicios de Los Ángeles, la que hoy en día es la segunda ciudad más poblada del país, después de Nueva York, con 4 millones de habitantes.

El plan de Neve para abastecer a la población era la plantación de nuevos cereales y establecimiento de ganados. Fernando Rivera fue el general encomendado de la difícil tarea de reclutar a los colonos y soldados. Los primeros pobladores de la ciudad fueron 14 familias, un total de 44 miembros españoles -once hombres, once mujeres y 22 niños-. El 4 de septiembre de 1781 tuvieron lugar las ceremonias de fundación, y finalmente Felipe de Neve, utilizó oficialmente el nombre de «El Pueblo de Nuestra Señora de la Reina de Los Ángeles de Porciúncula» que, con el paso de los años, se acortaría a Los Ángeles, o LA abreviadamente. El nombre de “pueblo” estaba reservado para las poblaciones blancas, a diferencia de los “presidios”, donde radicaba el poder militar, y de las “misiones”, asentamientos con población indígena en proceso de catequización. Durante su permanencia en la ciudad, tuvo varios desacuerdos con fray Junípero Serra en relación a la secularización de las misiones y la redistribución de tierra a neófitos y soldados.

En 1769 Gaspar de Portolà llegó a la zona acompañado por dos franciscanos, Junípero Serra y Juan Crespí. Al río que encontraron le dieron el nombre de El Río de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula. Este nombre tan extraño provenía de Santa Maria degli Angeli, la pequeña ciudad italiana donde está la Porciúncula, una iglesia donde San Francisco de Asís estuvo de religioso.

 
Su carrera política alcanzaría su máximo nivel cuando fuese puesto al frente de la Comandancia General de las Provincias Internas, ascendiendo al grado de brigadier de los Reales Ejércitos en 1783.

Felipe Neve murió el 17 de junio de 1784, a los sesenta años de edad, en Coahuila de Zaragoza, Nueva España y su desaparición sería uno de los factores que causará la crisis que rápidamente afectaría a las Provincias Internas y a los proyectos de expansión de España por el oeste americano. Sus restos mortales descansaron hasta los años ochenta del siglo XX en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Flores pero tras un acuerdo entre el alcalde de Los Ángeles y el gobernador de Chiuahua (México) se exhumaron y se trasladaron hasta LA; sin embargo, se desconoce donde se encuentran actualmente.

Los Ángeles fue una ciudad española hasta 1821, cuando México se independizó de la Corona española y California quedó bajo control de la nación mexicana recién creada. No fue hasta 1848 cuando se adhirió a Estados Unidos tras la guerra que enfrentó a ambos países. Su legado se aprecia aún hoy en el escudo de la ciudad ya que, abajo a la derecha, podemos ver en él los escudos de Castilla y León.

Para saber más

martes, 18 de julio de 2017

Nuevo director de Hidalguía: "España tiene una deuda histórica con la nobleza"


Hidalguía. La revista más antigua y de mayor prestigio en Genealogía, Nobleza y Armas renueva dirección y contenidos

 

Mario Jaramillo y Contreras ha sido nombrado nuevo director de Hidalguía, perteneciente a la Real Asociación de Hidalgos de España. Toma el relevo de Faustino Menéndez Pidal de Navascués, auténtica personalidad de referencia en estas disciplinas, que cede el testigo tras diez años dirigiendo la misma y que ocupará ahora el cargo de director emérito.

Licenciado en derecho y doctor por la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, el doctor Jaramillo realizó estudios posdoctorales en la Universidad de Harvard. Ha sido profesor de varias universidades en Colombia, España y Estados Unidos y autor de una decena de libros en Ciencias Sociales e Historia.

Jaramillo es un auténtico valedor de lo que significa la hidalguía y, por extensión, de la nobleza. Desde su cargo de Fiscal de la Real Asociación de Hidalgos de España vive por y para la defensa de los valores que ha venido encarnando la nobleza a lo largo de los siglos. Y así lo reivindica también hoy. Jaramillo sostiene que “la nobleza ha jugado un papel fundamental en el nacimiento y progreso de España”, mientras reconoce “un cierto maltrato en la actualidad hacia ella desde plataformas o personas que desconocen o no quieren reconocer sus méritos, ayer y hoy”.

El historiador mantiene que España tiene una deuda histórica con la nobleza. “Nuestro país no sería hoy lo que es –afirma- sin el papel que ha jugado la nobleza desde el mismo momento del nacimiento como nación. Nobles de título y de sangre protagonizaron la gran hazaña de la Reconquista, permitiendo que España se consolidara después como primera potencia europea”. Y, precisamente, a recordar e investigar sobre lo que ha supuesto el papel de la nobleza a lo largo de los siglos, “dedicamos todos los esfuerzos en la revista Hidalguía”.

Nueva etapa 

Consejo de Redacción: Carlos José Galbán Malagón; Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez; Fernando García-Mercadal y García-Loygorri; José Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acebedos, y Manuel Pardo de Vera y Díaz, todos ellos reconocidos en disciplinas relacionadas con la historia y el derecho.

Consejo Asesor: Javier Alvarado Planas; Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera; Francisco de Cadenas y Allende, Conde de Gaviria; Luis de la Guardia y López; Eduardo Pardo de Guevara y Valdés; María Joao Rodrigues de Araújo, y Eugenio Ull i Pont.

Nuevas caras y nuevos planteamientos. El doctor Jaramillo afirma que ha llegado el momento de investigar en torno a la heráldica, la genealogía o la nobiliaria “también desde otros enfoques, respetando los tradicionales, por supuesto. Me refiero a que, además de historiadores o profesionales del derecho aporten sus puntos de vista expertos en arqueología, medicina o artes liberales, por poner un ejemplo. De la misma manera –puntualiza- si expertos en música o diseñadores de moda vuelven hoy su vista a siglos pasados, donde actuaba la nobleza como aristocracia, queremos estudiar a qué se debe este fenómeno”.

La nueva revista también recogerá a partir de ahora artículos que tengan plena actualidad. En el último número publicado, por ejemplo, el joven historiador David Huidobro analiza, con ocasión  del "Brexit", la figura del último gobernador español de Gibraltar, y en el próximo se mostrará, en un artículo de José Manuel Huidobro (administradorr de este blog), como una gran parte de los fabricantes de vehículos diseñaron los emblemas de sus “marcas” inspirándose en la heráldica tradicional.

La revista es cuatrimestral y sus casi 300 páginas vienen recordando el papel y la importancia de la nobleza a lo largo de los siglos, un legado histórico que el equipo de la revista Hidalguía preserva con orgullo y pasión. Fuente: EFE (6/07/2017)

viernes, 14 de julio de 2017

Pablo de Olavide, Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y reformador de la Universidad de Sevilla



Su actuación más sobresaliente la realizó al frente de la colonización de Sierra Morena, proyecto del que fue su máximo impulsor y valedor, pese a las grandes dificultades, de todo tipo, que tuvo que sortear. En el año 1771, había logrado fundar más de cuarenta nuevos núcleos de población y colonizar una gran extensión de tierras baldías. 

Víctima del absolutismo, fue procesado y condenado por la Inquisición en 1778 (el autillo, un auto de fe a puerta cerrada), pero logró evadirse exiliándose en Francia.

Pablo de Olavide y Jáuregui nació el 25 de enero de 1725 en Lima, la capital del Perú, siendo el primogénito de la familia del hidalgo navarro Martín de Olavide y Albizu -contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima- y María Ana de Jáuregui, criolla, hija del capitán sevillano Antonio de Jáuregui, avencidado en Lima, que había casado con una joven limeña, María Josefa. Pablo tuvo dos hermanas: Micaela y Josefa y fue bautizado en la iglesia del Sagrario el 7 de mayo con el nombre de Pablo Antonio José, siendo apadrinado por su tío materno Domingo, que habría de jugar un papel importante en su vida.

Antes de cumplir los diez años estaba estudiando en el Real Colegio de San Martin, de Lima, dirigido por los jesuitas, y a los quince años se graduó como Licenciado y Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos, en la que dos años más tarde  era catedrático, por oposición, en la Facultad de Teología.

A este meteórico ascenso en la carrera universitaria hay que añadir su participación en la vida jurídica del país, pues fue recibido como abogado en la Real Audiencia de Lima en 1741, de la que llegó a ser nombrado Oidor en 1745, tras unas oposiciones y después de haber jurado el cargo de asesor del Tribunal del Consulado.

Pero su rápida ascensión se vio de repente truncada por su actuación algo más que dudosa tras el terremoto que asoló Lima, en octubre de 1746, en el que falleció su padre. Olavide fue acusado de ocultación de la herencia paterna y de malversación, lo que provocó su caída en desgracia dentro de la administración colonial. Pablo de Olavide marchó hacia España, en 1750, para justificar su conducta ante las autoridades del Consejo de Indias. En el año 1754 fue encarcelado y se confiscaron todos sus bienes, pero poco después pudo conseguir la libertad bajo fianza.

Una vez libre de todo cargo, se casó con Isabel de los Ríos, rica viuda que le donó toda su fortuna. Gracias a este matrimonio, al parecer de conveniencia, empezó a recuperar su deteriorada posición social y saldar sus cuentas con la justicia, mediante el pago de una multa y una breve inhabilitación para desempeñar cargos públicos. En el año 1756 fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago, mediante el pago de altas tasas.

Entre los años 1757 y 1765 realizó tres largos viajes por Francia e Italia, que le dieron la oportunidad de conocer a las figuras más importantes de la Ilustración europea. En Madrid, su casa fue uno de los centros de reunión de la elite ilustrada y supo aprovecharse de los influyentes personajes que iba conociendo en la Corte, gracias a los cuales pudo reanudar su truncada carrera en la administración. En 1776 fue nombrado director de los Reales Hospicios de San Fernando y de Madrid, y en el año 1767 fue designado síndico personero del Ayuntamiento de Madrid.

Olavide siempre apoyó y defendió la política reformista llevada a cabo por Campomanes y el conde de Aranda, el cual lo tomaría bajo su protección directa, ofreciéndole, en 1767, el cargo de superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, para dirigir la realización del mayor proyecto de colonización agraria llevado a cabo en el reinado de Carlos III. Para reforzar sus atribuciones y mejorar el control sobre el proyecto, también fue nombrado asistente corregidor de Sevilla e intendente del ejército de Andalucía.



Fundación de La Carolina. Reparto de tierras por Carlos III


Nuevas poblaciones de Andalucía y de Sierra Morena
Durante este periodo y hasta el año 1775, Olavide elaboró dos de los proyectos más representativos e importantes del reformismo ilustrado: el Plan de Estudios para la Universidad de Sevilla, del año 1767, y el Informe sobre la Ley Agraria, del año 1768. La actuación de Pablo de Olavide en Sevilla se extendió hacia ámbitos y esferas muy diversas: el saneamiento de la hacienda municipal y la mejora del abastecimiento de la población; la reforma y secularización de la asistencia social; las obras públicas y el urbanismo; la animación cultural, etc.

La actividad reformista y modernizadora que desplegó Pablo de Olavide suscitó pronto la oposición de los poderosos sectores reaccionarios y conservadores de la Corte, los cuales trataron de provocar su caída en desgracia mediante campañas difamatorias de todo tipo y denuncias ante el Santo Oficio. El inquisidor general, doctor don Juan Antonio de Bonilla, solicitó y obtuvo de Carlos III el procesamiento de Olavide, a finales del año 1775, que intentó defenderse de las falsas acusaciones que se vertieron contra él, pero no logró salvar su persona, y en 1776 se decretó su encarcelamiento y la confiscación cautelar de todos sus bienes. Olavide pasó dos largos años preso por la Inquisición, hasta el año 1778, cuando fue procesado y se hizo pública su sentencia por la que fue condenado a ocho años de reclusión en un monasterio. Durante su reclusión, en uno de los traslados, Olavide aprovechó su proximidad con la frontera francesa para huir al país vecino.

En París, Olavide llevó una vida cómoda, recuperando sus antiguas relaciones sociales, pero ya alejado de la política activa. El estallido de la Revolución Francesa fue bien recibido por el ilustrado español, pero debido a la creciente radicalización del proceso, Olavide optó por marcharse de la capital francesa e instalarse en el campo, en el castillo de Menug-sur-Loire. En abril del año 1794 fue detenido acusado de extranjero sospechoso de colaborar con la aristocracia (en Francia vivió bajo el seudónimo de conde de Pilos), motivo por el que pasó nueve meses en prisión hasta que, con la caída del régimen de terror impuesto por los jacobinos, fue liberado.

Las angustias y privaciones que pasó en el presidio le causaron una profunda impresión en el ánimo, que le supuso una vuelta a las prácticas religiosas con un fervor renovado. Fruto de su nuevo estado religioso, publicó en 1797, en la ciudad de Valencia y de forma anónima, el libro El Evangelio en triunfo. La obra alcanzó un éxito fulgurante, lo que sirvió para facilitar su regreso a España, a la vez que se le rehabilitaba públicamente y se le concedía una pensión vitalicia de 90.000 reales.

Así, en el año 1798 volvió a España, consiguiendo que se le anulase la sentencia inquisitorial, marchando a vivir a Baeza (Jaén), completamente al margen de la política y de la vida social, donde murió en febrero de 1803.

Para saber más

martes, 11 de julio de 2017

Diego de Monsalve, Capitán al servicio del emperador Carlos V


Uno de los personajes más famosos del linaje Monsalve fue el capitán don Diego de Monsalve (natural de Zamora). Caballero de la Orden de Calatrava, conquistador de la ciudad de Coron, en Grecia, llamado por su esfuerzo bélico el Capitán Monsalve, muy estimado del emperador Carlos V.

Este linaje es muy noble y antiguo en España, y estuvo en el apogeo de su gloria desde fines del siglo XIV hasta fines del siglo XVI. Entonces florecieron Pedro Díaz de Monsalve, comendador de Carrizos en la Orden de Santiago; Luis de Monsalve, veinticuatro de Sevilla; Rodrigo de Monsalve veinticuatro de Ubeda; Don Enrique de Castilla, una vez alcanzado el trono como Enrique IV, por una cédula despachada en Fuensalida (1449) designó Regidor de la ciudad de Ubeda, a don Luis de Monsalve, que emparentó posteriormente con la casa de los Duques de Alburquerque.

También destacaron Juan de Monsalve, comendador de las casas de Salamanca en la Orden de San Juan; Pedro Ortega de Monsalve, maestrescuela de Granada; Juan de Monsalve, maestresala y gran privado del rey Don Enrique IV; Francisco de Monsalve, dean de Sevilla, que solicitó y promovió la canonización del santo rey Don Fernando III; Francisco de Monsalve, uno de los primeros conquistadores y pobladores de las Indias Occidentales; Diego de Monsalve, caballero de la Orden de Calatrava, conquistador de la ciudad de Coron, en Grecia, llamado por su esfuerzo bélico el Capitán Monsalve, muy estimado del emperador Carlos V.

Más tarde, el rey Carlos II otorgó el título de Conde de Benagiar a don Alonso Antonio Tous de Monsalve, Alcaide Mayor perpetuo de la ciudad de Sevilla, Gentilhombre y Caballero de la Orden de Santiago. El hijo de éste, don Alonso Tous de Monsalve y Jalón, fue designado por el rey Felipe V con el Marquesado de Tous, en el año 1.711. En Andalucía, los de este linaje siempre tuvieron gran prominencia, ostentando altos cargos de gobierno como reconocimiento a su nobleza.

ARMAS: Los descendientes de este linaje, cuya casa solariega estaba en Zamora, llevaban comunmente: Escudo de sinople, una águila explayada de sable con dos cabezas, coronadas de oro, los pies también de oro, y en ellos una corona del mismo metal; bordura de azur con ocho flores de lis, de oro.

Así pues, uno de los personajes más famosos del linaje Monsalve fue el capitán don Diego de Monsalve. A su regreso de la ciudad de Corón (Grecia), en donde estaba destinado al servicio del Emperador Carlos V,  se trasladó a Zamora, retando a don Diego de Mazariegos, a causa de un resentimiento por la muerte de su padre, pero el caso fue que este desafío dividió en dos bandos a la ciudad hasta que al fin el ofensor, Mazariegos, rindió su espada al ofendido, con lo cual éste se dio por satisfecho y el duelo no llegó a celebrarse. Posteriormente este caballero ingresó en la Orden de Calatrava en 1559y fue Maestre de Campo y Gobernador de Pisa, gozando de la confianza del emperador Carlos V.

Su padre, don Francisco Monsalve, siendo afrentado en la Junta del Estado Noble de Caballeros Hijosdalgos de Zamora, en la iglesia de Santa María la Nueva, el día de Reyes de 1531, fue tanta la vergüenza que sintió que murió tres días después. Digo estuvo casado con María de Ulloa (natural de Toro), y dos de sus hijos, Álvaro y Francisco siguieron la carrera religiosa, ocupando cargos en la Catedral de Toledo, ambos sobrino-nieto del cardenal Quiroga.


domingo, 9 de julio de 2017

Los títulos nobiliarios y su sucesión


Los títulos nobiliarios son una dignidad otorgada por los Reyes a una persona, ya sea ciudadano del país o extranjero, como reconocimiento por un trayectoria meritoria en cualquiera de los ámbitos de la vida. 

La concesión de títulos nobiliarios esta basada en la soberanía del otorgante (los Reyes, Papas, etc.) y esta soberanía tiene su origen en cuatro derechos nobiliarios: el ius imperii, el ius gladii, el ius majestatis y el ius honorum. Este último es el derecho a premiar virtudes y méritos, con títulos nobiliarios o caballerescos, pertenecientes al patrimonio de su dinastía. Estos derechos son inherentes a la persona del soberano y son inseparables, imprescriptibles e inalienables*. 

Los modos en que se puede adquirir el título son: concesión (se otorga el título a la persona que se considera merecedora del mismo por diversos motivos o méritos), herencia (el título es heredado por vía sucesoria) y matrimonio (el título se ostenta como consorte de una persona con título). A su vez, los títulos pueden ser: vitalicios (se utilizan hasta la muerte de su poseedor) y perpetuos (se ostentan durante toda la vida del titular y luego pasan a sus herederos). Por su naturaleza, los títulos pueden ser: concedidos (dados por una Letra Patente de concesión, son títulos ex novo), renovados (reivindicados por las personas que se consideran merecedoras del mismo por falta de heredero, por estar en posesión de una persona a la que no debe pertenecer, etc.) y reconocidos (concedidos en el extranjero que son reconocidos en el país en que se desean utilizar. El reconocimiento es igual a la confirmación y autentificación del título (cuando se da esta autentificación pasan a ser títulos confirmados).

ELENCO DE GRANDEZAS Y TÍTULOS NOBILIARIOS ESPAÑOLES, 2017

En las más de 1.000 páginas de esta obra se reflejan los Títulos legalmente autorizados en España (más de 2.800), aumentados con datos genealógicos, históricos y heráldicos que despiertan la curiosidad por conocer facetas del presente y del pasado de las Dignidades Nobiliarias.

Quincuagésima edición. Tamaño: 27 x 19,20 cm. Tapa blanda con solapas. Incluye 336 dibujos de escudos en color, autoría de Don Manuel Pardo de Vera. PVP 52 €. 
 .
Disponible en: www.edicioneshidalguia.es e-mail: edicioneshidalguia@hidalgosdeespana.es 
o en el teléfono de la RAHE 91 5428146


Tras la constitución de un título nobiliario por el Rey, la sucesión en el mismo se rige por lo dispuesto en la carta de creación de cada uno de ellos y, en caso de no establecerse en la carta de creación o mayorazgo previo una forma específica de sucederse, por la legislación que constituye nuestro Derecho nobiliario, esto es:

·         1º La Ley X, Título 1 de la Partida II, que trata de "Quales son los otros grandes e honrados Señores que non son Emperadores nin Reyes, los quales han honra de señoría por heredamiento". Estos son los "Principes et Duques, et Condes, et Marqueses et Vizcondes".

·         2º La Ley II, Título XV de la Partida II, que contiene las reglas de sucesión a la Corona y a los mayorazgos regulares "Qual debe ser el pueblo en guardar al Rey en sus hijos".

·         3º Leyes XL y XLV de Toro, especialmente esta última, que incluida como Ley 1.ª, Título 29, libro 11 de la Novísima Recopilación, establece: "mandamos que las cosas que son de mayorazgos agora sean villas o fortalezas o de cualquer calidad que sean, muerto el tenedor del mayorazgo, luego sin otro acto de aprehensión de posesión, se traspase la posesión civil y natural en el siguiente en grado que según la disposición del mayorazgo debiese suceder en él, aunque haya otro tomado la posesión de ellas en vida del tenedor del mayorazgo, o posesión de ellas".

·         4º La Real Cédula de Carlos IV de 29 de abril de 1804, que es Ley 25, Título 1º del libro VI de la Novísima Recopilación, según la cual: "He tenido a bien mandar que se tengan por vinculadas todas las gracias y mercedes de títulos de Castilla que se concedan en lo sucesivo..."

·         5º La Ley Desvinculadora de 11 de octubre de 1820, que en su artículo 13 establece que el orden de sucesión de las mercedes nobiliarias seguirán la norma de su mayorazgo o carta de creación o, en su caso, el orden regular de sucesión de los mayorazgos.

·         6º El Real Decreto de 27 de mayo de 1912, cuyos artículos 12 y 13 prevén, respectivamente, la posibilidad de "cesión del derecho a una o varias dignidades nobiliarias" (artículo 12) y "la distribución entre sus hijos y descendientes directos con la aprobación de Su Majestad el Rey" (artículo 13).

·         7º La Ley de 4 mayo de 1948, de concesión y rehabilitación de Títulos Nobiliarios, complementada por Decreto de 4 de junio del mismo año, por la que "se restablecen las disposiciones vigentes hasta el 14 de abril de 1936 sobre concesión, rehabilitación y transmisión de Grandezas y Títulos del Reino, ejercitándose por el Jefe del Estado la gracia y prerrogativas a que aquéllas se refieren" (artículo 1 de la Ley).

·         8º La última regulación se contiene en la Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios.


*Información extraida de Wolters Kluwer (guías jurídicas)

viernes, 7 de julio de 2017

Antonio Alcalá-Galiano. Político y escritor


Desempeñó un papel de relieve en el levantamiento de Riego. Fue Ministro de Marina en 1836, y nombrado Ministro de Fomento en abril de 1865. Elegido diputado en 1822 por Cádiz, repitiendo en diez legislaturas por Cádiz, Pontevedra, Barcelona y Madrid hasta causar baja por fallecimiento.

Antonio Alcalá Galiano y Fernández de Villavicencio nació en Cádiz, en julio de 1789, y falleció en  Madrid, en abril de 1865. Hijo de Dionisio Alcalá-Galiano, de famillia hidalga, importante científico, cartógrafo y marino muerto en la batalla de Trafalgar, y de Consolación Villavicencio, de ilustre alcurnia, hermana de Juan Álvarez de Villavicencio, capitán general de la Armada y miembro del Consejo de la Regencia (enero de 1812 y marzo de 1813).


Antonio Alcalá-Galiano, Gran Cruz de Carlos III, Diputado, Senador y Ministro
Comenzó la carrera militar pero muy joven se interesó en la política y abandonó dicha carrera, vinculándose al naciente y pujante liberalismo español. Estuvo en los preparativos del pronunciamiento de Riego que terminaría llevando al Trienio Liberal (1820 y 1823)*. En este intenso período Antonio perteneció al grupo de los exaltados y se destacó como orador en la Sociedad Patriótica de “La Fontana de Oro”, así como en las Cortes. Fue quien tuvo que proponer la incapacidad del rey Fernando VII cuando las Cortes se trasladaron a Sevilla en el convulso final del Trienio. Al restaurarse el absolutismo con el triunfo de los realistas y de los Cien Mil Hijos de San Luis tuvo que marcharse al exilio. Decidió recalar en Inglaterra y allí comenzó a evolucionar su pensamiento político. El conocimiento del sistema político inglés de alternancia entre dos partidos le convenció de la necesidad de moderarse.

Desembarco deFernando VII y su familia en Puerto de Santa María (1-10-1823)
El duque de Angulema, Luis Antonio de Borbón, fue el espadón que dirigió a los llamados Cien mil hijos de San Luis, contingente militar con el que el Congreso de Verona sofocaría el trienio liberal-progresista en España (1820-1823), para inaugurar el periodo absolutista del monarca Fernando VII, conocido como La década ominosa (1823-1833).

Antonio Alcalá Galiano, condenado a muerte bajo la restauración fernandina, se exilió en Inglaterra hasta 1834 y fue el primer catedrático de castellano del King's College de Londres. Regresó a España tras la muerte de Fernando VII, ocurrida el 29 septiembre 1833.

Establecido el régimen político del Estatuto Real de 1834 se volvió a implicar en política. En 1836 se significó por su firme oposición a las políticas del progresista Mendizábal. Esa férrea crítica le valió ser nombrado ministro de Marina en el gobierno de Istúriz en mayo de 1836. Al caer este gobierno se marchó a Francia, regresando en 1837.

Alcalá-Galiano pasó a ser uno de los máximos líderes del Partido Moderado, junto con Martínez de la Rosa y Toreno. Su pensamiento liberal conservador se reflejó en las Lecciones de Derecho Político Constitucional, que dictó en el Ateneo de Madrid y que luego publicó.

Ministro de Fomento (Museo del Prado)
Muy posteriormente tuvo un efímero protagonismo político cuando Narváez le nombró en 1865 ministro de Fomento. Pero en plena reunión del gabinete que discutía sobre los sucesos acontecidos en la noche de San Daniel, en la larga crisis final del reinado de Isabel II, enfermó, muriendo al poco tiempo.
 
Alcalá-Galiano fue, además, un destacado periodista. Ha dejado escritos políticos, literarios y autobiográficos, entre los que destacan Recuerdos de un anciano (1878) interesantes memorias políticas que ayudan a comprender su figura y Memorias (1886), obras fundamentales para el conocimiento político y social de la primera mitad del siglo XIX, que se publicaron póstumamente. No menos importante es su prólogo a El moro expósito (1834), del duque de Rivas, considerado el primer manifiesto del romanticismo español.


Los militares imponen la constitución a Fernando VII


Fernando VII. Capitán general del ejército
Durante el siglo XIX y parte del XX los pronunciamientos militares serán frecuentes en España y en muchos casos variarán la vida política del país. Uno de esos pronunciamientos militares contra el rey, que sí que triunfó, fue el de Rafael de Riego. Este militar asturiano se hallaba con sus tropas en las Cabezas de San Juan (Sevilla) esperando embarcar rumbo a América para sofocar la rebelión de las colonias y aprovechando la coyuntura, el 1 de enero de 1820 Riego se sublevó contra la monarquía absoluta de Fernando VII, y a favor de la Constitución de 1812.

Tras algunos enfrentamientos entre las tropas de Riego y el sector del ejército que se mantenía del lado de Fernando VII, el monarca comprobó la escasez de aliados, y se comprometió a jurar la Constitución el 7 de marzo de 1820. Fernando VII seguía siendo el rey de España, pero ya no como un monarca absolutista; sino sometido a una Constitución que le dejaba un escaso margen de maniobra.

martes, 4 de julio de 2017

Julián Romero de Ibarrola. Maestre de Campo en los Tercios de Flandes


Militar del siglo XVI famoso por ser uno de los pocos de origen humilde y que empezando como soldado alcanzó el grado de Maestre General de Campo.

Julián Romero, también llamado “el Medio Hombre”, al igual que Blas de Lezo, llegó a ser uno de los soldados mas populares de su época En cualquier otro país hubiera sido un héroe recordado, se le habrían erigido monumentos, dedicado obras literarias y habría sido objeto de películas. En España no lo conoce casi nadie. De origen humilde, consiguió llegar a Maestre de Campo en los Tercios; fue inmortalizado por el Greco y nombrado comendador de la Orden de Santiago.


Julián Romero nació en Torrejoncillo del Rey (Cuenca) en 1518 y fue hijo de Pedro de Ibarrola, hidalgo maestro de obras natural de Puebla de Aulestia en Vizcaya y de Juana Romero, natural de Torrejoncillo del Rey (antes "de Huete" y antes "del Campo"), de los hidalgos de su apellido de la provincia de Cuenca. Procedía de la casa mayor de Ibarrola de Murelaga, en Vizcaya, fundada en 1404, por Juan Ochoa de Olaeta. Adoptó el apellido materno en el pueblo de Huelamo (Cuenca).

Contrajo matrimonio con María Gaytán, hija de un capitán del ejército –de los Gaytan de Ayala, vecino de Toledo, con la que tuvo una única hija, Francisca Romero, bautizada en mayo de 1571. En Flandes había tenido tres hijos ilegítimos, un joven, que murió siendo soldado en 1574, una hija llamada Juliana Romero, y un hijo llamado Pedro de Ibarrola.

Retrato de Julián Romero
En 1534, a la edad de 16 años, partió de Torrejoncillo con unos soldados que habían de embarcarse un año más tarde, tras recibir instrucción en los Tercios de Italia, para la Jornada de Túnez organizada por el emperador Carlos V, haciéndose popular años más tarde que había servido allí como mozo de atambor y mochilero.

En 1545, el Enrique VIII se enfrentaba a los rebeldes escoceses. Carlos V, aliado del rey de Inglaterra, acudió en su ayuda con sus Tercios. Con Pedro de Gamboa como maestro de campo (MdC), los soldados españoles y Julián Romero entre ellos, acudieron a la frontera de Escocia en 1545; allí brillaron en la batalla de Pinkie que tuvo lugar el 10 de septiembre de 1547 (Romero de Ibarrola destacó como capitán de un regimiento), catastrófica para los escoceses, quienes la llamaron "Sábado negro" al dejarse casi 15.000 muertos y 2.000 prisioneros.

Su nombre va destacando hasta que llega a su máxima gloria en 1546 tras su participación en un duelo en nombre de su MdC. El combate contra otro español, el capitán Antonio Mora, al servicio del rey francés, se celebra con gran expectación en Fontainebleau en presencia de Francisco I y su delfín, saliendo victorioso después de una lucha prolongada. El rey inglés le recompensa armándole caballero con derecho a blasón y feudo (Sir) y le nombra Capitán. En 1551 decide abandonar todo lo conseguido por la situación de enconamiento surgida entre Inglaterra y España a causa de la religión, pues Julián desea estar al servicio del emperador.

Reconocido duelista, amasó una pequeña fortuna, pero en cuanto pudo volvió a España donde se le reconoció el grado otorgado por el rey inglés. Fue enviado a Flandes donde cayó prisionero en Dinant pero consigue salir al cabo de dos años, canjeado por otros prisioneros. Por su conocimiento de Inglaterra recibe una misión especial, proteger al Príncipe de Asturias, futuro Felipe II, en su visita para casarse con Maria Tudor, frustrando un atentado contra el príncipe, matando en el lance a cinco atacantes.
En 1551, junto al también famoso militar Sancho de Londoño, dirigió las fuerzas españolas que vencieron a las francesas en la batalla de Gemmingen. Pese a que los españoles se encontraban en inferioridad numérica frente a los franceses, vencieron con 500 arcabuceros y 300 mosqueteros. Fué el que ideó las "encamisadas", auténticas operaciones especiales nocturnas.

Arcabuceros  de los Tercios
Romero se hallaba en Gante en 1552 y pasó a defender las tierras del Principado de Lieja. En 1554 participó en la campaña de Picardía, hallándose en la defensa de Dinant; fue hecho prisionero por los franceses después de que capturaran la plaza, pero consigue salir al cabo de dos años, canjeado por otros prisioneros.

En la batalla de San Quitín (1557), tuvo una actuación destacada su compañía captura al Conde de Coligny, líder de los hugonotes, donde sufrirá la cojera de una pierna tras ser herido por bala de mosquete. Por tal acción fue nombrado caballero de la Orden de Santiago  en 1558 (Expediente de prueba para la merced del hábito de Santiago al Capitán Julián Romero - AHN, 7213) y maestre de Infantería por Felipe II. Y poco más tarde al mando de una compañía de arcabuceros combatió en la batalla de Gravelinas y entabla amistad con Manuel Filiberto, primo de Felipe II y el Conde de Egmont al que tiempo más tarde escoltaría hasta el cadalso..

Asedio a San Quintín (El Escorial)
Al ser asediada Malta por los turcos en 1565, Felipe II envió los Tercios de Italia en su socorro y allí se encontraba Julián Romero, cuya compañía se hallaba guardando Siracusa, con rango de capitán. A causa del fallecimiento de Melchor de Robles en septiembre, Romero le sustituyó en el cargo de MdC del Tercio de Sicilia.

 

En 1567 estalla el motín de Flandes y el Duque de Alba, al frente de cuatro tercios recorre el Camino Español en socorro de la guarnición de Flandes. El duque de Alba le ordenó que lo acompañase por el llamado Camino español para contener una rebelión en los Países Bajos encabezada por Guillermo de Orange, y creó para él el cargo de Sargento Mayor General del Ejército. Así, Romero marchó a Flandes encabezando el Tercio de Sicilia y participó en diversas acciones en los primeros años de guerra, en los que mostró su pericia bélica en diversas acciones destacadas: fue herido en un brazo en el asedio a Mons por un tiro de arcabuz; perdió un ojo en la toma de Haarlem, un importante núcleo protestante; apaciguó un motín de las tropas españolas en Utrech; y socorrió a Sancho Dávila en el cerco de Amberes y, más tarde, sus tropas protagonizan el terrible saco de Amberes.

En agosto de 1572, Romero es designado por Felipe II miembro del Consejo de Guerra en Flandes, destacando en esta labor en el periodo comprendido entre la muerte de Luis de Requesens, y la llegada de Juan de Austria como nuevo gobernador de los Países Bajos. Tras 43 años de servicio, de ellos nueve años de guerra en Flandes, Julián Romero solicitó al rey que le nombrase "castellano", título que servía para volver con su familia, título que no le fue concedido. En octubre de 1577, durante el camino de Lombardía a Flandes y siendo MdC general de 6.000 hombres de infantería y caballería, cayó súbitamente muerto, por una apoplejía, del caballo en la ciudad de Cremona. Deja a su viuda una deuda de 8.000 ducados, pues venía pagando los sueldos de sus hombres desde hacía tiempo.

Así termina la vida de este excepcional soldado que mereció mejor trato en vida y más atención por la historia. Alonso de Ercilla le dedica versos, Lope de Vega una comedia. Incluso aparece en una obra de Tirso de Molina.

Blasón. Respecto del escudo de armas, en el sello que utilizaba en su correspondencia, una banda con un creciente en el campo de arriba y una estrella de seis puntas en el de abajo, que corresponde al de su casa de Ibarrola y no a un posible de los Romero, que no parece que tuvieran.


Julián Romero fue pintado por El Greco (Julián Romero y su santo patrono) hacia 1609, por encargo de la hija del militar, Francisca Romero, para colgarse en sala del capítulo del Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, del cual doña Francisca fue fundadora. Dicho cuadro se conserva en el Museo del Prado.

Para saber más: Bioografía del Capitán Julián Romero e Ibarrola, escrita por Don Antonio de Marichalar, Marqués de Montesa, publicada en 1952 del Archivo Histórico Nacional, legajo nº 7.213.

Se le atribuye la autoría de la Crónica del rey Enrique VIII de Inglaterra escrita por autor coetáneo. Se llegó a imprimir en 1884. En París, la casa editorial Franco-Ibero-Americana publicó el libro titulado Capitán Julián Romero. El Barba Azul de los reyes. Según el marqués de Molins, en ese manuscrito están referidos, los hechos, los dichos y hasta los pensamientos del capitán Romero, que asistió a la batalla de Pavía y a la toma de Boulogne, donde tuvo varios duelos. El protector de Escocia, después de la victoria de Pinkie hizo caballero a Romero. Tanta era su fama que Ercilla se refirió a su persona en La Araucana al hablar de la batalla de San Quintín:


El pronto Navarrete a la siniestra

Con el conde Mega; y de la parte

Del burgo Julián, con mes naciones

Españoles, tudescos y walones.