lunes, 26 de diciembre de 2022

Laureano de Torres y Ayala. Militar y gobernador de La Florida y Cuba. Fundó la Maestranza de Caballería de La Habana

 

Durante su gestión en Florida, completó la construcción de la fortaleza Castillo de San Marcos en San Agustín, la capital provincial. La industria tabacalera se expandió enormemente durante su mandato como gobernador y la planta del tabaco comenzó a cultivarse ampliamente en el distrito de Vuelta Abajo.

La Maestranza de Caballería de La Habana, junto con la de Ciudad de México, fue una de las dos de Ultramar, ambas fracasadas debido a las distintas características de la sociedad indiana respecto a la peninsular. Fundada en 1709, por inspiración del sevillano don Laureano de Torres Ayala, caballero de la Orden de Santiago y marqués de Casa Torres, estuvo en funcionamiento hasta 1714. En su constitución participaron ilustres regidores habaneros y españoles, adoptando las ordenanzas de la de Sevilla. El cabildo municipal de La Habana aprobó por unanimidad la nueva corporación ecuestre en su sesión de 25 de noviembre de 1709, y más tarde, una vez fue enviado el expediente a la corte, el Rey Felipe V lo hizo igualmente mediante real decreto de 26 de agosto de 1713, cuya noticia llegó a La Habana en 27 de octubre de 1714, y se festejó solemne y públicamente con una cabalgata de maestrantes muy lucida que atravesó el centro de la ciudad.


 
Laureano de Torres y Ayala y Cuadros Castellanos nació en 1645, en Sevilla, y creció en Madrid, donde sus padres se establecieron cuando aún era un niño pequeño. Procedía de una familia noble, siendo hijo de Tomás de Torres y Ayala y de Elvira de Cuadros Castellanos y Soto de Velasco. Su padre fue juez en Sevilla en 1649 y alcalde, gobernador y capitán general de Mérida y La Grita (en Venezuela). Tuvo tres hermanos: Pedro Ignacio, Cristóbal y Diego Torres Ayala y Quadros.

En su juventud se unió al ejército español. En junio de 1693 participó en una expedición española en La Florida. El 21 de septiembre de 1693, Torres y Ayala fue nombrado gobernador de la Florida española, en sustitución de Diego de Quiroga y Losada.

Al igual que los gobernadores anteriores desde 1672, supervisó la construcción del Castillo de San Marcos, terminado en 1695. Durante su administración, la misión San Carlos de los Chacatos fue atacada por guerreros indios Alibamu en 1696. En 1698, se fundó el primer asentamiento europeo (Presidio Santa Maria de Galve) y el primer fuerte (Fuerte San Carlos de Austria) en el sitio de la actual Pensacola. Ocupó el cargo de gobernador de Florida hasta 1699, cuando regresó a España, siendo reemplazado por José de Zúñiga y la Cerda.

Entre 1704 y 1707, Ayala luchó en la Guerra de Sucesión Española. El 18 de enero de 1708, fue nombrado gobernador general de Cuba, y trabajó principalmente en La Habana, donde se ocupó principalmente de los problemas económicos y las defensas de la isla. Un funcionario y terrateniente español, Orri, había propuesto un proyecto para vender tabaco para el gobierno cubano. Ayala pensó que la idea sería ventajosa para España y prestó todo su apoyo al plan, pero tuvo que enfrentarse a la oposición de los especuladores que eludían legalmente los aranceles aduaneros cuando enviaban tabaco a otros puertos de América y España. El monopolio del tabaco por el gobierno tuvo mucho éxito, y Ayala fue recompensado con el título de Marqués de Casa Torres (concedido por el Rey don Felipe V, R.D. de 12/12/1708 y R. Desp. de 27/02/1709, con el Vizcondado previo de Laureal), a pesar de sus disputas con el teniente - auditor José Fernández de Córdoba.

El 18 de febrero de 1711, el oidor Pablo Cavera suspendió temporalmente a Ayala mientras se investigaba el asunto. Después de venir a España para explicar su caso, fue restituido como gobernador de Cuba el 14 de febrero de 1713. La administración del gobernador Ayala fue un período de relativa paz. El 9 de junio de 1714 ordenó la construcción de un hospital para leprosos en La Habana. Por esta época se fundó la ciudad de Santiago del Bejucal

Casa del Marqués de Casa Torres (La Habana)

Ayala murió el 1 de septiembre de 1725 en La Habana (Cuba). Había casado con la cubana Catalina Gertrudis de Bayona y Chacón, miembro de una ilustre familia habanera de tradición militar, el 5 de agosto de 1687 en La Habana. Tuvo tres hijos: Tomasa María, Laureano Antonio José y Sor Manuela de San Laureano. En la descendencia de la pareja recayó el título de Conde de Casa Bayona, concedido al hermano de la marquesa. Nieto de los marqueses de Casa Torres sería Laureano Chacón y Torres, quien se distinguiera por su valor durante el ataque inglés a La Habana en 1762 y en cuya memoria se le daría nombre a una calle de la ciudad.

domingo, 18 de diciembre de 2022

Ciriaco González Carvajal. Jurista y político. Impulsor de la Lotería Nacional

 

Es (debería ser, más bien) conocido principalmente por su idea de crear la Lotería Nacional de España, “un medio para aumentar los ingresos del erario público sin quebranto para los contribuyentes”. Esta "Lotería Moderna", por contra de la "Primitiva", fue aprobada por las Cortes de Cádiz el 23 de noviembre de 1811.

Ciriaco nació en Sevilla el 17 de abril de 1745, en el seno de una familia acomodada de la baja nobleza (hidalga). Sus padres fueron Pedro Antonio González Mateo, natural de Manzanares (Santo Domingo de la Calzada/La Rioja), y María Catalina Carvajal, natural de Sevilla. Fue hermano de Tomás González Carvajal (1753-1834), traductor, poeta, hebraísta, estadista y político.

 

Estudió en el colegio de San Dionisio de Teólogos y Juristas de Granada, donde se matriculó en 1760 y permaneció allí cuatro años. Pasó luego a la Universidad de Granada y se graduó de bachiller en Derecho Canónico y luego de licenciado.

 

Terminada su carrera jurídica, fijó su residencia en Sevilla y durante siete años fue vicepresidente de la Academia de Práctica Legal de Nuestra Señora del Rosario y San Francisco de Paula. Concurrió a la Academia de Derecho Canónico de Sevilla y otros siete años estudió con el marqués de San Juan de Tassó y con José García Rodríguez, ambos del Consejo de Castilla. Con Santiago Cruz hizo un doctorado en Ciencias Naturales, a las que siempre fue muy aficionado, y durante su estancia en México logró reunir una valiosa colección, elogiada por Humboldt en su Ensayo Político sobre el Reino de Nueva España. Empezó a trabajar como abogado en la Chancillería de Granada en 1767, y al año siguiente, en el Consejo Real. Después marchó a Sevilla e ingresó en su Colegio de Abogados; pronto empezó a sonar su nombre como posible candidato a una audiencia indiana y el 9 de octubre de 1777 fue nombrado Oidor de la Real Audiencia de Manila, adonde llegó en compañía de José Vasco y Vargas, nombrado gobernador; ambos viajaron en la fragata Astrea, que hizo el viaje Cádiz-Manila por la vía del océano Índico, y llegó a su destino el 25 de julio de 1778.

Fue director de la Sociedad Económica de esta ciudad, creada en 1781. En 1786 fue nombrado intendente de Filipinas. Desde 1790 fue Oidor Decano de la Real Audiencia de México.

En 1786, mientras era Oidor en la Real Audiencia de Manila, propuso abastecer los asentamientos de España en California desde Manila, trayendo de vuelta las pieles de nutria a Manila. Imaginó curtirlas en la Bahía de Lampon, desarrollando así económicamente a las Filipinas. Este plan fue anulado por la Real Compañía de Filipinas.

En 1796 fue nombrado caballero de la Orden de Carlos III (Exp. 950, de 30 de marzo). Tras su regreso a Sevilla en 1810, fue nombrado secretario del Despacho del Consejo y Cámara de Indias. En 1812 desempeñó para la Regencia el cargo de secretario interino de Estado y del Despacho de la Gobernación de Ultramar, durante la ausencia del titular, de junio a octubre.

Se desconoce su fecha exacta de fallecimiento, pero todavía vivía en 1828, ya que en dicha fecha firma un “Expediente de clasificación de jubilación”.

El origen de la Lotería Nacional

En Cádiz, una de las anotaciones del Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias, correspondiente al viernes 24 de octubre de 1811, dice así: “Se pasó igualmente a la expresada Comisión (de Hacienda) otro oficio del mismo encargado , con un proyecto de D. CIRIACO GONZALEZ CARVAJAL, MINISTRO DEL CONSEJO Y CÁMARA DE INDIAS, sobre el establecimiento de una nueva lotería, con el título de nacional, y el informe favorable que en razón de ella había dado la Junta de Medios y Recursos”.

La publicación gaditana El Conciso del sábado 23 de noviembre lo refleja así: “Día 22. Se autorizó à la Regencia para que lleve à efecto un plan de lotería nacional (de doce extracciones al año) formado por el camarista de Indias el Sr. Carvajal”.

Ese mismo sábado puede considerarse la fecha oficial del nacimiento de la Lotería Nacional de España mediante la publicación de la norma siguiente:

 

La Lotería Nacional, no se trataba de una creación ex novo, sino de una nueva modalidad, pues el sistema de “lotería de billetes” llevaba ya casi cinco decenios funcionando: la real lotería “primitiva” o “lotería por números” que Carlos III había importado del reino de Nápoles (Italia) e implantado en la Península el 10 de diciembre de 1763.

Así pues, la lotería moderna, tal y como la conocemos hoy en día, nació en 1811 en Cádiz. Ciriaco González Carvajal pensó entonces que hacer un sorteo a nivel nacional con el que recaudar dinero para las arcas del Estado sería una buena idea. Y así fue. La Hacienda Pública estaba baja de fondos después de la Guerra de la Independencia y los primeros sorteos de hicieron en Cádiz y San Fernando y, poco a poco, se fueron expandiendo por el país conforme avanzaba la retirada del ejército de Napoleón en España.

Según Carvajal, la Lotería Nacional estaba concebida como "un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes". Y así fue. Desde el primer sorteo realizado el 4 de marzo de 1812 en Cádiz (el primero en Madrid tardó dos años en llegar), las participaciones no han hecho otra cosa que aumentar. El primer sorteo extraordinario de Navidad se celebró en 1818, aunque no fue hasta 1839 que se hizo tan popular como para celebrarlo anualmente. En esta misma década nació el sorteo de El Niño, impulsado por la duquesa de Santoña, que se celebra el 6 de enero.

martes, 13 de diciembre de 2022

José de Bustamante y Guerra. Marino y político. Director general de la Armada



En 1789, como segundo comandante llevó a cabo la llamada Expedición Malaspina, que finalizó en 1794. En 1796 fue nombrado Gobernador de Montevideo y Comandante General de los bajeles del Rio de la Plata.
 
Durante la guerra de la Independencia mantuvo una postura de oposición al rey Bonaparte y con Fernando VII ocupó importantes cargos militares en la dirección General de la Armada y en destinos relevantes como la Capitanía General de Guatemala. Fue Director General de la Armada.

Josef Joaquín Antonio de Bustamante y Guerra nació en Ontaneda (Santander) el 1 de abril de 1759. Descendía de los Bustamante de Toranzo y de los Guerra de Ibio, familias hidalgas; su padre fue Joaquín Antonio de Bustamante y Estrada, natural de Alceda, y su madre Clara Ignacia Guerra de la Vega y Cobo, natural de Santander


Ingresó como guardiamarina en Cádiz el 7 noviembre de 1770 (Exp. Nº 1.135), alcanzando el grado de Alférez de fragata en 1774, con ¡tan solo 15 años!

Participó en algunos combates con los berberiscos e hizo un viaje a Filipinas en la urca Santa Inés. A su vuelta fue hecho prisionero por los ingleses, que le llevaron a Cork. Volvió a Cádiz en 1780, embarcado en el navío Triunfante. Tomó parte en el combate de 20 de octubre de 1782 con la escuadra de Howe, en el estrecho de Gibraltar. Viaja a Veracruz en 1783 con el navío Septentrión. Y en 1784, al mando de la Atrevida, formó parte de la Expedición Malaspina. En septiembre de 1788, Alejandro Malaspina, junto con su colega José Bustamante y Guerra, proponen al gobierno español la organización de una expedición político-científica, con el fin de visitar casi todas las posesiones españolas en América y Asia. Este viaje se conocería como expedición Malaspina.

Fragata "La Mercedes"
Capitán de navío en 1791 y brigadier en 1795, se le confió en 1796 el gobierno militar y político del Uruguay y la jefatura de las fuerzas navales del Plata. En agosto de 1804, al mando de una división formada por 4 fragatas –Nuestra Señora de las Mercedes, la Clara, La Medea y La Fama, condujo 4,7 millones de pesos a la Península, pero, atacado, el 5 de octubre de 1804, por los ingleses –no obstante hallarse España en paz con Inglaterra– tuvo que rendirse a la escuadra británica al mando del Comodoro Graham Moore.

Se entabló un combate naval conocido como la batalla del Cabo de Santa María, en la costa portuguesa del Algarve. Dos fragatas, entre ellas La Mercedes, alcanzada de lleno en su santabárbara,  fueron voladas con un cargamento de casi cinco millones de pesos de caudales de comerciantes de Lima y Buenos Aires. Perecieron 249 tripulantes y comerciantes con sus familias. Vista la inferioridad de su flotilla y herido, el Brigadier Bustamante rindió las fragatas que resistían, que fueron apresadas y transportadas al puerto de Gosport en Inglaterra.


En total llevaban 1.089 personas, muchos de ellos familias de civiles y sus posesiones que, tras haber acumulado riquezas en el Nuevo Reino, se retiraban a España a vivir el resto de sus vidas. Como cargamento, 34.292.064 reales en monedas de oro y plata, 150.000 lingotes de oro, 1.666 barras de estaño y otras materias primas preciadas como cobre y pieles.

Este ataque fue un acto de piratería por parte de los ingleses en tiempos de paz. Algo, por otro lado, que llevaban siglos haciéndolo, o al menos intentándolo. Tan clara fue la ilegalidad del ataque que la propia prensa inglesa arremetió contra su armada por ello, considerándolo un delito vergonzoso en tiempos de paz. No fueron estas las únicas consecuencias. Dos meses más tarde, España declaró la guerra a Inglaterra, con lo que el recién coronado José Napoleón ganó un aliado en su guerra contra los británicos. Al año siguiente, y como consecuencia, sucedió Trafalgar.

Al llegar a España, fue sometido al dictamen de una Junta de Generales, cuyo veredicto favorable fue aprobado por S.M. por Real Orden de 10 de enero de 1806. En 1807 se le nombró vocal de la Junta de fortificaciones y defensa de las Indias.

En 1808, no obstante las seductoras propuestas que le hacía el teniente general de la Real Armada José de Mazarredo, se negó a jurar al rey intruso José Bonaparte. Salió de Madrid el 25 de julio de 1808, y se presentó en Sevilla a la Junta Central, que le nombró Presidente de la Audiencia de Charcas y luego de la de Cuzco, cargos que no llegó a desempeñar, pues recibió el nombramiento de Capitán General de Guatemala en 1810 (tomó posesión el 24 de marzo de 1811). Allí se ganó fama de ilustrado, con sus reformas en la ciudad y en la administración, con el establecimiento de un Colegio de Cirugía, y su lucha contra el alcoholismo, a medias, ya que los dueños del aguardiente eran en su mayoría españoles.

Preparó la defensa de Guatemala contra la revolución de Hidalgo y Morelos en México, y creó unidades de Voluntarios llamados de Fernando VII. Aunque hizo proclamar la Constitución, resistió ponerla en práctica, y se vio enfrentado rápidamente con los constitucionalistas locales.

A partir de 1812 se habla en América Central del "terror bustamantino". Denunciado ante las Cortes, éstas en enero de 1813 decepcionaron a los guatemaltecos, pero el Consejo de Estado decidió su remoción en 1814. Para Bustamante esta política implicaba la Independencia, no dándose cuenta de que el negar todo derecho a los americanos forzosamente tenía que llevarlos a la separación. El cambio de régimen en 1814 le permitió seguir en su puesto, convertido en un buen puntal del absolutismo monárquico. Pero sus excesos no gustaron en Madrid. En agosto de 1817 fue sustituido por Carlos Urrutia, regresando después a España.

En 1819 ingresó de nuevo en la Junta de Indias. De 1820, y recibiendo el mismo año la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica, a 1822 se encargó de la Dirección General de la Armada. En 1823, vocal de la Junta de expediciones a América, y en 1824, de nuevo en la Dirección General de la Armada.


Fue Caballero de la Orden de Santiago desde 1784, y el rey Carlos IV le nombró caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo y caballero de Isabel la Católica. Murió siendo Teniente General, en Madrid, el 10 de marzo de 1825.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

Agustín Gabriel de Montiano y Luyando. Académico, poeta y dramaturgo. Primer director de la Real Academia de la Historia



Fue historiador, crítico y dramaturgo perteneciente al Neoclasicismo. Fundo la Academia de la Historia, de la que fue su primer presidente en 1738.


Nació en Valladolid, el 28 de febrero de 1697, en el seno de una familia de origen noble, arraigada en los antiguos solares de la casa paterna de Montiano y de la materna del valle de Orozco del señorío de Vizcaya y en el de Mena. Su padre, Francisco Antonio de Moniano, contaba apenas veinte años cuando comenzó a desempeñar cargos tan importantes como el de secretario del almirante de Castilla; su madre Manuela Luyando. Durante su infancia, estudió Gramática, Retórica y Poesía Latina en el insigne Colegio de San Ambrosio de su ciudad natal, ero tempranamente asistió a la muerte de sus progenitores, en 1701 a la de su padre y en 1704 a la de su madre. Huérfano en plena niñez, fue educado por sus abuelos, pero al fallecimiento de éstos, en 1708, se trasladó a vivir a Zaragoza, donde su tío Agustín Francisco era ministro de la Real Audiencia.

Con motivo de la batalla de Zaragoza (1710), se vio obligado junto a su tío a salir de esta ciudad, rebelde a los Borbones, y regresar a Valladolid, donde continuó el estudio de las Leyes. Esta estancia fue breve; recobrada por el Rey la isla de Mallorca, creó en la capital balear una Audiencia, cuya regencia le fue conferida a su tío. En el archipiélago se familiarizó con la historia, la política y las bellas letras.

El año 1727 se trasladó a Madrid buscando nuevos horizontes. Allí continuó dedicándose al cultivo y estudio de la literatura. A la Corte le siguió su tío por haberle concedido el Soberano una de las fiscalías del Consejo de Hacienda, muriendo poco después.

Montiano sufrió un duro golpe, ya que este fallecimiento supuso el fin de su refugio afectivo y económico, pues estaba establecido en Madrid sin empleo y con la obligación de mantener a su tía y familia, para lo cual no le sufragaba la renta de los vínculos que poseía en Valladolid. En esta precaria situación, resolvió dirigirse a Sevilla, a donde se había trasladado la Corte. En la capital andaluza, el ministro Joseph Patiño le propuso al Rey como secretario de la Junta de comisarios españoles e ingleses. Cuando la Corte regresó a Madrid, Montiano continuó desempeñando su cargo hasta que la Junta concluyó su trabajo en 1735. El Monarca premió su trabajo y lealtad proporcionándole plaza en la Primera Secretaría Universal del Estado. Un año antes, en 1734, había contraído matrimonio con María Josefa Manrique, camarista de la Reina, hija del mariscal de campo, Diego Antonio Manrique.

A partir de 1735 se ve a Montiano y Luyando en Madrid, estable por empleo y por matrimonio. Este mismo año se concibió la idea de formar una Academia —ya se había fundado años antes la Española— bajo la protección de Su Majestad, y fue precisamente Montiano quien imprimió, desde los primeros momentos, gran impulso a la novel Academia. Redactó sus primeros estatutos e inició el plan de un Diccionario Histórico Crítico. Fue a fines de 1735 cuando, dejando el nombre de Academia Universal, la naciente institución se denominó Academia Española de la Historia. Sin embargo, no tenía protección real; para conseguirla se encargó a Montiano solicitar ese privilegio al Monarca Felipe V, que fue concedido en abril de 1738, siendo Montiano elegido director ese mismo mes.

Por encargo de la Academia escribió El Cotejo de la conducta de S. Majestad con la del Rey Británico, publicado en 1739. Es un opúsculo en el que se unen sus primitivos saberes de jurisprudencia, la experiencia en su primer empleo y los asuntos de la Secretaría de Estado, a lo que se añade, un buen estilo y lenguaje, exactitud y prudencia naturales.

En el año 1740 fue ascendido a oficial mayor de la Secretaría de Estado. Entre tanto, no descuidó sus tareas literarias, ni su celo a favor de la Academia, para lo que promovió y solicitó a Su Majestad una renta anual. Por fin, en 1744 Felipe V expidió sus Reales Decretos a la Cámara, al Consejo Real y al de Indias dotando a la Academia de la Historia de 4.000 ducados anuales y concediéndole el oficio de cronista de la Corona. En agradecimiento por estas fructíferas gestiones, sus miembros solicitaron al Rey, en julio de 1745, que Montiano fuera nombrado su director perpetuo, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento.

En 1746, coincidiendo con el cambio de Monarca, se le confirió la Secretaría de la Cámara de Gracia y Justicia de la Corona de Castilla. Fue la etapa más productiva en el campo literario.

En 1751 los integrantes de la Academia de los Desconfiados de Barcelona solicitaron la protección real. El Monarca remitió esta petición al informe y dictamen de la Real Academia de la Historia, cuya cabeza era Agustín de Montiano, quien accedió a la súplica de los eruditos catalanes, y Su Majestad les concedió la Real Cédula en enero de 1752. Los interesados, conociendo la decisiva intervención de Montiano, le nombraron académico de la recién creada Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. En octubre de ese mismo año, accedió como académico de honor a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, donde posteriormente alcanzó la máxima distinción: consiliario en 1754. En esta aristocrática Institución trabajó activamente en la redacción de los Estatutos de 1757 e intervino como escritor con motivo de los premios anuales de las tres Nobles Artes. Asimismo, en 1752 ayudó a la fundación de una Academia de Buenas Letras en Sevilla, siendo el primero de sus académicos.

Una de sus obras más famosas
La fama de hombre insigne y literato traspasó las fronteras. En Rusia se le concedió el título de académico de la Academia Imperial de las Ciencias de San Petersburgo en 1759; y en 1760 se le nombró miembro de la Academia de los Renacidos, en la ciudad brasileña de Bahía de Todos los Santos.

Agustín de Montiano tenía pensamiento de editar sus obras en un volumen conjunto titulado Memorias de la Real Academia de la Historia, como lo atestigua el permiso que solicitó al Rey en 1760; sin embargo, nunca se cumplieron sus deseos, dejando sus escritos diseminados por las diferentes Academias de España, algunos de los cuales han desaparecido. Durante los últimos meses de su vida se vio imposibilitado de todo movimiento corporal, muriendo en Madrid el 1 de noviembre de 1764.

Texto extraido de la web de la Real Academia de la Historia

jueves, 1 de diciembre de 2022

Manuel Juan Salcedo. Último gobernador español de la Luisiana, cedida a Francia y vendida a EE.UU. a comienzos del XIX



Durante dos décadas destacado militar en las islas Canarias, jugaría un papel importante durante los emblemáticos años de la Louisiana Purchase, (tratado secreto de San Ildefonso ), primer acuerdo, de una serie a lo largo de tres años entre España y Francia, que terminó con la venta de la Luisiana a los Estados Unidos de América. 

Durante los años que Salcedo sirvió en las islas Canarias, como segundo en mando, Nelson fue derrotado durante el ataque a Santa Cruz de Tenerife el 25 de julio de 1797.


Manuel Juan Salcedo nació en Bilbao en 1743, fruto del matrimonio entre el Capitán de Infantería sevillano Manuel de Salcedo y la pucelana Agustina Gertrudis de Salcedo. Ya con 18 años, sigue los pasos de su padre, su tío y su abuelo paterno comenzando su muy fructífera carrera militar. Así, en de enero de 1761, ingresa en las Milicias del Señorío de Vizcaya, como subteniente, para, dos años más tarde (febrero de 1763), ascender a teniente. Durante esos primeros años en el Ejército llega a participar en la Guerra de los Siete Años contra los ingleses.

 Armas de Manuel Juan Salcedo
Tras este periodo en las milicias vizcaínas pasa a formar parte del Regimiento de Infantería de la Princesa, primero como Teniente de Infantería (nombrado el 30 de diciembre de 1765) y más tarde como Teniente de Granaderos (designado el 4 de marzo de 1769). Buena parte de finales de la década de los sesenta y comienzos de la siguiente es destinado a las plazas de Ceuta (en donde permaneció 33 meses) y de Melilla (sirviendo unos meses en el Fuerte de San Miguel).

El 12 de septiembre de 1775 asciende a capitán y a finales de ese año se casa en Málaga con Francisca de Quiroga y Manso, natural del Puerto de Santa María (Cádiz), nacida el 15 de enero de 1756, hija del Capitán José Quiroga Lopez Espejo, natural de Betanzos (La Coruña), y de la burgalesa Rosa Manso de León.

Al año siguiente Salcedo llega a Tenerife y años más tarde, en noviembre de 1789 es nombrado Teniente de Rey con grado de Teniente Coronel, ascendiendo en junio de 1792 al de Coronel. Entre tanto, y gracias a la integración de Salcedo en la vida social de la villa, en 1786 fue designado Alcalde Electo de Santa Cruz de Tenerife, cargo que rechazó por ser militar en activo.

Debido a su cargo de Teniente de Rey, Salcedo era hombre cercano al General Gutiérrez, quien fuera Comandante General de las Islas Canarias, participando, por lo tanto, tanto él como sus dos hijos, activamente en la Gesta del 25 de Julio de 1797, heroico y notable episodio, gracias al cual se pudo repeler de manera victoriosa el ataque inglés sobre Santa Cruz de Tenerife, que ese verano realizó el entonces Contralmirante Horatio Nelson.

El General Gutiérrez de Otero, una vez pasado el enfrentamiento con los ingleses, envió informes de su victoria al entonces valido del Rey y Príncipe de la Paz, Manuel Godoy, y al Ministro de la Guerra, Juan Manuel Álvarez. Ambos cargos respondieron a este parte en un escrito fechado el 22 de agosto alabando la Gesta y a sus protagonistas. Gutiérrez quiso compartir estos elogios con toda la guarnición de la Plaza y fue precisamente Salcedo quien lo transmitió al resto del destacamento.

Dos años después de la Gesta y, sin duda, fruto de sus acciones en la misma, la vida de Salcedo cambia por completo, al verse designado, el 18 de septiembre de 1799. nuevo Gobernador de Luisiana. Su hermano Nemesio solicitó que los dos hijos de Juan Manuel (Manuel María y Francisco) le acompañaran y así lo hace en documento fechado en Madrid el 31 octubre de 1799. Pocos días más tarde ambos son destinados al Regimiento Fijo de la Luisiana: “El Rey se ha servido conceder al Capitán Don Manuel de Salcedo primer teniente de Granaderos del Batallón de Infantería de esas Yslas agregación de teniente al Regimiento Fijo de la Luisiana y el pase al mismo cuerpo en su clase y antigüedad a Don Francisco de Salcedo Cadete del expresado Batallón para que puedan acompañar a su padre Don Manuel Juan Salcedo, nombrado Governador Militar y Político de la Plaza Nueva Orleans. 3 de noviembre de 1799. Al Comandante General de Canarias.”

Nuevos colonos en Lusiana

Así, en agosto de 1800, el rey Carlos IV de España le envía a Luisiana. Su esposa murió poco después, durante su escala en Cuba. Debido a su delicada salud no toma posesión del cargo hasta el 14 de julio 1801, en el cabildo de Nueva Orleans.

Mientras tanto, el 1 de Octubre de 1800, el segundo tratado de San Ildefonso da Luisiana a Francia*. El anterior gobernador, Sebastián Calvo de la Puerta O'Farrill, marqués de Casa Calvo (1799-1801), recibirá el orden del reino de España, para devolver el territorio de la antigua Luisiana francesa a la República Francesa. Fue asistido en este cargo por el coronel Francisco Bouligny, el gobernador en funciones militares y Nicolas Marie Vidal gobernador actuación civil pendiente de su nombramiento como gobernador de Louisiana. Casa Calvo trabajó con su sucesor, Manuel Juan Salcedo, la retrocesión de la Luisiana a Francia.

Escudo de armas de la provincia de Luisiana (EE. UU.)

Salcedo asumió su cargo hasta el 30 de noviembre de 1803. Ese día, el Cabildo en Nueva Orleans, el gobernador Manuel Juan Salcedo y el Marqués de Casa Calvo, transfirieron oficialmente el Territorio de Luisiana al representante francés, el prefecto Pierre Clément de Laussat.


 *La presencia de España en Luisiana duró cuarenta años (1763-1803) hasta que, en virtud del Tratado de San Ildefonso pasa de nuevo la colonia a Francia. España devolvió la Luisiana Occidental a Francia, para evitar el continuo déficit que la colonia causaba a la economía de los Borbones, y también para eludir la posibilidad de que España tuviera que defender con las armas el control del territorio frente a las pretensiones de los americanos. Las dos Floridas continuarían siendo españolas unos pocos años más. Como el tratado no fue notificado oficialmente a los habitantes de la colonia hasta tres años más tarde, no se haría efectiva su devolución a Francia sino hasta el 30 de noviembre de 1803. Veinte días más tarde, el 20 de diciembre de 1803, se celebró la ceremonia de su transferencia a los Estados Unidos, que la había adquirido a Napoleón Bonaparte, con el desconocimiento español, comprándola por 80 millones de francos (15M de dólares). En 1812 Luisiana formó parte de la Unión Americana, como el Estado número 18º.

Después de la entrega realizada, Salcedo volvió a España, donde terminó su carrera como oficial antes de morir de vejez, en 1810. Su hijo, Manuel María de Salcedo y Quiroga (Málaga. 1776Texas, 1813), quien le asistió en Nueva Orleans, fue nombrado gobernador de Texas español en 1808 y derrocado por una revuelta de los colonos españoles en 1813

Para saber más: La Luisiana española

sábado, 26 de noviembre de 2022

José Fernando de Abascal. Marqués de la Concordia y Virrey del Perú



XXXVIII Virrey del Perú (1806-1816), al comenzar los estallidos independentistas, hizo de Lima el centro de la resistencia realista. Ocupó el Alto Perú, sofocó los levantamientos en Chile y Ecuador y reorganizó la flota del Pacífico. Le sucedió Joaquín de la Pezuela en 1816.

José Fernando de Abascal y Sousa nació en Oviedo (Asturias) el 3 de junio de 1743. Era hijo de una familia noble; sus padres fueron José de Abascal y Sainz de Trueba y Gertrudis de Sousa y Sánchez. Se casó con J. Ascendió, con la que tuvo por hija aMaría Ramona, casada en 1815 con el brigadier Juan Manuel Pereira. Estuvo unido en matrimonio con doña María de la Merced de Asencio O’Ryan.


En Oviedo estudió matemáticas. En 1762, con 19 años, ingresó como cadete en el regimiento de Mallorca. Pasó después a la Academia militar de Barcelona, ascendió a subteniente en el regimiento de Toledo, con el que se embarcó en 1767 con destino a Puerto Rico. De regreso a la Península, participó en la expedición de Argel, en 1775. Pasó al Río de la Plata con Pedro Cevallos, y se halló en la toma de Santa Catalina y de la Colonia del Sacramento, regresando a España en 1777.

Viajó de nuevo a América y, en 1796, tomó parte en la defensa de La Habana frente a los ingleses. Tres años más tarde fue nombrado comandante general e intendente de Nueva Galicia ( México), y en 1804, virrey del Río de la Plata, pero no llegó a tomar posesión del cargo, ya que fue nombrado virrey del Perú en ese mismo año, cargo que no desempeñó hasta 1806, debido a que en su viaje a Lima fue apresado por los ingleses. Tras ser cesado como virrey de Perú, en 1816, ascendió a capitán general y fue nombrado consejero del Consejo y Cámara de Guerra.

El virreinato de Abascal supuso el reflejo del espíritu ilustrado que tenía y que se plasmaron en acciones encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los súbditos españoles del Perú. Abascal se centró en mejorar la salubridad pública, la cultura y la defensa, que le sirvieron de apoyo en los momentos difíciles por los que atravesó el virreinato. Creó numerosas escuelas-taller y con la colaboración del pintor José del Pozo creó la Real Escuela de Pintura de Lima y apoyó la vacunación antivariólica. Creó, fuera de los muros de la ciudad, un cementerio para evitar enfermedades contagiosas; impulsó la creación del Colegio de Medicina llamado de San Fernando, ayudado por el protomédico Hipólito Unanue, y del Jardín Botánico (contando con claustro de profesores, biblioteca, salas de prácticas, etc.) para la formación de médicos y especialistas. También impulsó los colegios de San Pablo y del Cercado para la instrucción de los hijos de la élite peruana y fundó el Colegio de Abogados.

Ante los sucesos de 1808 reconoció a Fernando VII frente a Carlos IV, y no aceptó la cesión de la corona en favor de Napoleón y de José I. Tras la abdicación de Fernando VII y la usurpación napoleónica, desatendió las sugerencias que se le hicieron para que se proclamase rey del Perú. lo que no hizo. Su Proclama, al pueblo peruano y a todos los españoles americanos, en la que dijo confiar en la lealtad entre españoles y americanos, en la gloria de la madre patria y de sus hijos de América, se publicó en Diario Mercantil de Cádiz, del 1 de marzo de 1810.en 1810, dio un Manifiesto contra las instrucciones dadas por el Napoleón a sus emisarios, destinados a intentar la sublevación de los territorios de Ultramar. Durante la Guerra de la Independencia consiguió enviar grandes cantidades de dinero a la Península, para lo que recurrió a donativos, contribuciones forzosas y empréstitos, siendo el gran defensor de poder español en la América del Sur.

En relación con las actividades militares externas destacaron las llevadas a cabo en armas y dinero a favor de Santiago de Liniers y Francisco Javier de Elío en la defensa de Buenos Aires y Montevideo, respectivamente, frente a los ataques de las invasiones Inglesas al Río de la Plata entre 1806 y 1807, como claro ejemplo de la nueva guerra entre España e Inglaterra por la hegemonía del mundo marítimo y que fueron repelidos eficazmente por los criollos. Abascal puso en marcha todo un ambicioso y acertado plan de defensa de la ciudad de Lima, el puerto del Callao, la reparación de la antigua fábrica de pólvora y la reorganización del Ejército Real del Perú. Otro elemento de suma importancia en la defensa de los intereses de la corona fue la reorganización de una flotilla que custodió los mares del sur contra extranjeros e insurgentes. Todo en él fue previsión, buen juicio y eficacia, unidos al apoyo y halago de la elite social peruana de su época.

La tradicional alianza anglo-lusa desarrolló estrategias para apoderarse de las ricas posesiones americanas pero, gracias a los avatares bélicos peninsulares favorables a los españoles (Bailén), dicho pacto pudo ser conjurado. Las contraofensivas virreinales fueron siempre defensivas, frente a los ataques y revoluciones protagonizadas constantemente por los insurgentes, que se aprovecharon de la situación de descabezamiento que se dio en la península y a la dejación en sus funciones de algunos de sus representantes en América.

Por real despacho de 1812 obtuvo el título de marqués de la Concordia Española del Perú. También influyó la Constitución de 1812. Los representantes peruanos a Cortes se integraron en las tertulias e intrigas gaditanas a favor y en contra de la figura del virrey. Junto con ello llegó la libertad de imprenta, con periódicos conservadores o pro constitucionales, que fueron frentes de batalla de la elite política virreinal empleada por absolutistas y reformistas hasta 1814. Pero el debate también se dio en los claustros de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco, sitos en las dos principales ciudades peruanas, en los que tan pronto debatían escolásticos y novatores como se leían clandestinamente obras de La Enciclopedia. Finalmente, se volvió a la paz y tranquilidad anterior a la invasión napoleónica de España, con la restitución del rey Fernando VII en 1814, la derogación de la Carta Magna, el restablecimiento de la Inquisición, la prohibición de la libertad de prensa y el aplastamiento de los levantamientos revolucionarios en toda la América española.


En sus últimos años como virrey del Perú, Abascal se limitó a confirmar todas las reales órdenes llegadas desde Madrid, dar consejos del tipo de gobernante que necesitaban las provincias ultramarinas, rehabilitar a los jesuitas, dar carta blanca a la explotación de minas por medio de bombas de vapor y a los bancos de pesca balleneros. Tras su renuncia, el 7 de julio de 1816 cesó en el virreinato, y fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, ordenándose su retorno a la metrópoli, lo que hizo en la corbeta "Cinco Hermanos". Ascendido a capitán general, fue nombrado consejero del Consejo y Cámara de Guerra. Murió en Madrid cinco años más tarde, el 31 de julio de1821. Abascal, como única heredera de sus bienes y su título nobiliario dejó a su hija María Ramona de Abascal; el título se extinguió en 1913.

Reconocimientos honoríficos

Fue nombrado Marqués de la Concordia

Caballero de la Orden de Santiago, en 1795

Gran cruz de Carlos III, en 1811

Gran cruz de Isabel la Católica, en 1815