Durante la invasión napoleónica fue
comandante general del Campo de Gibraltar; puesto a las órdenes de la Junta de
Sevilla, ejerció la Capitanía General de Andalucía y logró la victoria sobre el
general Dupont en la batalla de Bailén (1808).
Francisco
Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide nació en Madrid, el 22 de abril de
1758, hijo de vizcaino (su padre de Portugalete, y su madre de Ainhoa, localidad vascofrancesa; su abuelo paterno de Galdames) Juan Felipe Castaños Urioste y de María
Concepción Aragorri Olavide, que había contraído segundas nupcias con él.
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General Castaños (Museo del Prado) |
De
noble familia, reinando Carlos III, ingresa
en el ejército como capitán de Infantería, en 1768 ––con tan solo 10 años– en atención a los servicios prestados
por sus antepasados hidalgos. Estudia en el
Seminario de Nobles de Madrid, y tras diversos hechos de armas asciende a
brigadier, en 1793, y a mariscal de campo, en 1795. En 1799 su asiduidad en las
tertulias de la condesa de Benavente, de clara oposición al favorito Godoy,
provoca su destierro a Badajoz.
A los 16 años es destinado al
Regimiento de Saboya, en Cádiz, comenzando así su larga vida militar. A los 24
años asciende a sargento mayor (comandante), a los 26 a teniente coronel y a
los 31 a coronel graduado.
Ascendió
a teniente general, en 1802, por la defensa del puerto del Ferrol contra los
ingleses. Era comandante general del Campo de Gibraltar cuando se produjo la
invasión francesa en 1808; aunque al principio acepta la autoridad napoleónica,
enseguida se adhiere al bando patriota, llega a un acuerdo de ayuda mutua con
el general inglés Darrimple, y se pone
al servicio de la Junta de Sevilla, presidida por Francisco Saavedra, que le
nombró capitán general de Andalucía. Como tal, aunque no llegó a participar personalemtne en la batalla, derrotó a las tropas del general Pierre Dupont en la batalla de
Bailén (primera batalla española ganada
por las tropas a su mando* contra los franceses el 19 de julio de 1808),
que expulsó temporalmente a los franceses de la Península y que tuvo una gran
resonancia en Europa, por constituir la primera derrota en campo abierto del
hasta entonces invencible Napoleón Bonaparte.
*Tras
la victoria de la Batalla de Bailén, conseguida gracias a sus generales Reding
y Coupingny, con sus poderosos efectivos, e instaurada la Junta Central Suprema
y Gubernativa del Reino, es designado para el mando del ejército del Centro. Dupont
fue derrotado y hecho prisionero junto con 23.000 soldados y oficiales. Tras esta batalla no consiguió ningún otro
éxito militar.
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Rendición de Dupont en la batalla de Bailén |
Contribuyó a la formación de la Junta
Central y del Consejo Superior de Guerra, escribiendo notables palabras al general Gregorio de la Cuesta sobre
la "anarquía militar", "despotismo" y
"esclavitud" que resultaría de la interrupción del proceso civil
español por parte de los militares (septiembre de 1808). Perdió la batalla de Tudela (23 de noviembre de 1808), a causa de
falta de medios y no ser capitán general (otros generales le discutían las
órdenes, como por ejemplo Palafox) por lo que sufrió consejo de guerra, que le
absolvió.
Tesorero
del ejército, en 1809. Presidente de la Regencia hasta la reunión de las Cortes
en 1810. Firma como tal una Real Cédula, del 22 de junio de 1810, por la que se
manda guarda el decreto de extinción de los juzgados de Policía y seguridad
pública, y se restituye a las salas del crimen y juzgados ordinarios el
conocimiento de las causas de infidencia. Una vez cesado, lo mismo que a los
demás ex-Regentes, las Cortes le ordenaron, el 17 de diciembre de 1810 salir de
Cádiz.
Por
la batalla de la Albuera recibió de la Regencia la gran cruz de Carlos III, el 27 de mayo de 1811, distinción que agradece
el interesado, en Olivenza el 1 de junio de 1811, atribuyendo sus triunfos a la
Providencia, al valor de las tropas y a la capacidad y entusiasmo de los jefes.
En 1814 fue miembro del Consejo de Estado y jefe del cuerpo expedicionario al
Rosellón durante el imperio de los Cien Días.
En 1815 recibió la Real Orden Americana
de Isabel la Católica, y más tarde la Legión de Honor y el Toisón de Oro. Consejero de Estado y capitán general de Cataluña
(1815-1820), condecorado con la gran
cruz de San Hermenegildo y de San Fernando, en 1815.
En
el reinado de Fernando VII, se mantuvo fiel a la causa absolutista, lo que le
valió la confianza del monarca y la designación para algunos cargos. Camarista
nato de la Cámara de Guerra, en 1817 su nombre se hace odioso a los liberales
por ordenar la ejecución del teniente general Luís Lacy y Gautier en Mallorca y
firmar la muerte de otros constitucionalistas.
Dio
un bando para prevenir la extensión a España de la peste argelina, y a la vez
la contención del contrabando, en Barcelona el 21 de noviembre de 1817, y otro
sobre la obligatoriedad de la vacuna, también en Barcelona el 23 de mayo de
1818.
El
13 de marzo de 1820, triunfante la Revolución en Barcelona, es expulsado de la
ciudad. No obstante, siguió en el Consejo de Estado hasta 1822. Su posible
nombramiento para la Comandancia del Regimiento de Guardias Reales Españolas
produce indignación, y en la Fontana se pedirá incluso su cabeza.
Durante
la última enfermedad de Fernando VII presidió el Consejo de Estado, recibió del
monarca en 1833 el título de duque de Bailén, y a su muerte reconoció a Isabel
como princesa de Asturias; aunque no tomó parte activa en la guerra civil,
llegó a suceder a Agustín Argüelles como su tutor, hasta alcanzar la mayoría de edad .
Murió
en Madrid el 24 de septiembre de 1852, en la más absoluta penuria económica. Al no haber contraído matrimonio, el título
de duque de Bailén recayó en el hijo de su hermana María Concepción, Luis
Carondelet Castaños, y posteriormente en el hijo de éste, Eduardo de Carondelet
y Donado, quien a su vez era desde 1851 primer marqués de Portugalete.
Enterrado en el Panteón de Hombres
Ilustres de Madrid hasta 1963, año en el que sus restos mortales son
trasladados solemnemente a Bailén y depositados en la Iglesia Parroquial de la
Encarnación con su mausoleo original. El general Castaños descansa en esta
ciudad junto a la Virgen de Zocueca, patrona de Bailén, de la que era muy devoto
y a la que donó sus condecoraciones militares en 1823.