viernes, 26 de febrero de 2016

Mencia Calderón. La Adelantada. La odisea de unas damas extremeñas


De Doña Mencía Calderón (de Sanabria) Ocampo cabe destacar su coraje y valentía, al realizar la obra que le fue encomendada a su marido, partiendo como “Adelantada del Río de la Plata”, aunque legalmente no pudiera. 

El itinerario de su viaje, desde que partieron de la Península, da la dimensión de aquella aventura singular. Un viaje que, normalmente, duraba cuatro meses de España a Santa Catalina (en Brasil), y otros cinco desde ahí hasta Asunción (Paraguay), se había trasformado en una interminable odisea de seis años.

La historia del descubrimiento de América y su posterior colonización estuvo protagonizada, principalmente, por hombres y fueron muy pocas las mujeres que en aquellos primeros años de asentamientos en el Nuevo Mundo tuvieron un papel determinante. Fue Mencía Calderón una de aquellas mujeres, quien ayudó a llevar a término la tarea encomendada por el emperador Carlos V de enviar a las tierras conquistadas mujeres cristianas para repoblarlas y evitar en mestizaje con los indígenas que, a mediados del siglo XVI, empezaba a ser preocupante. Se venían produciendo conflictos en la zona por la ausencia de mujeres y el abuso que ejercían los españoles sobre las indígenas. Se llegó a decir que la provincia del Río de la Plata era el “paraíso de Mahoma” donde cada español disponía de un número elevado de mujeres (hasta setenta según algunas crónicas); de ahí la rápida difusión del mestizaje en la zona.

Dicha tarea estaba destinada al esposo de Mencía quien falleció poco antes de levar anclas. Su viuda no se amedrentó y asumió el papel de su marido, que había sido nombrado por el emperador Carlos V adelantado del Río de la Plata, título que tendría una vigencia de dos generaciones*.

Retrato de Mencia de Mendoza
Mencia nació en el seno de una familia hidalga en Medellín (Badajoz) hacia 1514 y descendía del metellinense Alonso García; su madre fue la noble trujillana Ana de Ocampo. Contrajo matrimonio en 1535 con el viudo Juan de Sanabria, rico hidalgo, pariente de Hernán Cortés, que ya tenía un hijo llamado Diego. Juan, Adelantado del Río de la Plata, después de su nombramiento, se comprometió a llevar además unos cientos de hombres a unas 100 mujeres a América, pero después de la despedida de las familias de Medellín y con la flota preparada en Sevilla, surgió el imprevisto de su trágica muerte, en 1549.




Juan de Sanabria, tercer adelantado del Río de la Plata, murió mientras avituallaba los navíos a fin de socorrer a los asunceños. Aunque Diego Sanabria, de tan solo 18 años, fue nombrado nuevo adelantado, la familia no tenía recursos para llevar en seis barcos a 100 familias, 250 solteros (hombres y mujeres), y otros 150 solteros, además de fundar dos pueblos: uno, fronterizo con los portugueses y otro en la entrada del Río de la Plata.

Así pues, después de un año sin poder zarpar debido a las dificultades que suponía reunir a la tripulación, el joven adelantado se quedó en busca de financiación, mientras Doña Mencía y sus hijas (María y Mencía y, quizá, una tercera), junto a muchas familias extremeñas, partieron rumbo al Río de la Plata. Al mando de Juan de Salazar, capitán mayor, tesorero de la expedición y fundador de Nuestra Señora de la Asunción, en Paraguay, (15 de agosto de 1537), unas 300 personas –de ellas, 50 o 60 mujeres, hidalgas de sangre limpia, solteras la mayoría y naturales de las distintas poblaciones cercanas a Medellín, que iban con la esperanza de contraer matrimonio allí–,  zarparon de Sanlúcar de Barrameda  (Cádiz) el 10 de abril de 1550 en tres barcos: el patache San Miguel, la carabela Asunción y la nao San Juan.

Llegan el 15 de junio a Las Palmas, donde cargan provisiones. Pasadas las islas de Cabo Verde, un temporal dispersó las naves y uno de los barcos –la nao Asunción– desaparece. Cerca del Golfo de Guinea, un pirata abordó al patache el 25 de julio de 1550. Lo sabemos por un documento que ordenó redactar doña Mencía –adelantada en funciones- a fin de preservar el honor de las doncellas ante sus futuros esposos.

Fueron muchas las calamidades que pasaron en la mar, debido a la falta de alimentos, productos frescos y agua; y al asalto de los corsarios, que aunque respetaron a las mujeres, las desposeyeron de sus objetos de valor. A esto hay que añadirle las bajas que se produjeron, entre ellas la de su hija menor, por la peste.

Tras diez meses de viaje llega a Santa Catalina (Brasil), el 16 de diciembre de 1550, donde debía reunirse con su hijastro, Diego de Sanabria. Perdieron los dos barcos cuando se trasladaban a una bahía más resguardada. En 1551 se celebraron varias bodas como la de María Sanabria con el capitán Hernando de Trejo y, para finales de 1552, según el historiador Enrique de Gandía, nació el primer hijo de la pareja. Ésta, en segundas nupcias casó con Martín Suarez de Toledo..

Por remediar la hambruna, en junio de 1553 arribaron en un bergantín hasta la isla portuguesa de San Vicente (capitanía portuguesa de Santos, situada muy cerca de Sao Paulo), pero el gobernador Souza los retuvo durante casi dos años, pues se oponía a los asentamientos fronterizos con su capitanía. Doña Mencía quedó desposeída de sus derechos de adelantada al conocerse el desventurado final de Diego Sanabria: había salido de Sevilla diez meses más tarde, en 1552, naufragó  cerca de la isla Margarita, en el norte de Venezuela, por lo que se dispusieron recorrer a pie la distancia que les separaba de Asunción de Paraguay, y su rastro se perdió tras adentrarse en la Amazonía. La Corona, dando por perdida la expedición, nombra nuevo adelantado a Domingo Martínez de Irala.

Cuando el gobernador Souza autorizó la salida de los españoles, estos se dividieron en dos grupos. En abril de 1555 partieron camino de Asunción Juan de Salazar, su esposa Isabel Contreras e hijas, gentes de oficios y algunos portugueses liderados por los Goes, que llevaban reses bovinas a Asunción. Llegaron en octubre de 1555.

Doña Mencía, sus hijas, Trejo y el resto de los expedicionarios navegaron al sur para fundar San Francisco. Abandonaron el fuerte después del ataque de los indios, y, en el otoño de 1555, iniciaron la larga marcha a pie hacia Paraguay, atravesando selvas, montañas y ríos. En mayo de 1556, tras un recorrido de unos 1.600  kilómetros, unas 50 personas entraron en Asunción; de ellas, la mitad, mujeres.

Expedición "Sanabria"
Martínez de Irala, gobernador de Asunción, repartió encomiendas y privilegios a doña Mencía y a su familia. Los últimos informes sobre ella datan del año 1564, y no es posible concretar la fecha de su muerte que, probablemente, ocurrió, ya anciana, en el último cuarto del XVI.

Esta aventura la ha relatado Elvira Menéndez en su novela "El corazón del Océano", Temas de Hoy, 2010
y Eloisa Gómez-Lucnena en la "Expedición al Paraiso", de Ediciones Espuela de Plata, 2004.


 *Estos sucesos tuvieron lugar en la conquista del Río de la Plata, donde el primer Gobernador Pedro de Mendoza, remontoó los ríos y se asentó en las inmediaciones del río Paniagua, fundando la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción. Durante más de veinte años este fue el único baluarte que poseyeron los españoles,  que vivían en total aislamiento, luchando por subsistir. El segundo Gobernador, Don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, no mejoró la situación; ya que por su incomprensión, los cambios que quiso implantar, con su desprecio por los indios y los mestizos, profundizaron la anarquía en la Asunción y motivaron su derrocamiento. Los Oficiales reales lo tomaron preso y fue enviado a España para dar cuenta de su Gobierno en el Río de la Plata.

Esta Provincia del Río de la Plata, con sus mil disturbios y sinsabores, preocupaba al Supremo Consejo de las Indias; fue entonces, mientras Alvar era enjuiciado, que Juan de Sanabria solicitó y obtuvo el titulo Gobernador.

martes, 23 de febrero de 2016

Paleografía. Tipos de escritura y su identificación


La Paleografía es la ciencia que estudia las escrituras antiguas y cuyo conocimiento permite la lectura de documentos de distintas épocas y escrituras diversas. 

Para todos los interesados en la genealogía, heráldica y nobiliaria, la dificultad para la lectura de textos antiguos se debe a las características de la escritura y a la presencia habitual de abreviaturas. No obstante, buena parte de los investigadores particulares no se enfrentan con frecuencia con documentos muy antiguos, sino con escritos de los siglos XVI y siguientes, y a esos documentos (parroquiales, municipales, notariales, etc.) son a los que se debe dedicar la atención.



En el siglo XV, eran empleadas en España las letras bastardilla o itálica, la redonda, la alemana, la cortesana y la procesal. La primera, se generalizó entre la gente culta; la segunda, se empleó en documentos importantes y en algunos libros; la tercera (procedente de la Francesa), es utilizada en lápidas y en el comienzo de la imprenta, es más estrecha y aguda en sus extremidades; la cuarta, es redondeada, apretada, menuda y ligadísima; y la última deriva de la cortesana, fue utilizada por los notarios hasta el siglo XVII, empeorando con el ligado continuo, costumbre que originó la letra procesal encadenada. 

Entre las ramas de la Paleografía podemos diferenciar, la Paleografía Diplomática, que examina los signos lingüísticos contenidos en los documentos; la Paleografía Numismática, que los analiza en las monedas y medallas; la Paleografía Bibliográfica, que lo hace en los libros, y la Paleografía Epigráfica que se dedica a estudiar la escritura plasmada en lápidas y otras manifestaciones arquitectónicas.


Reproducimos a continuación, por su interés y curiosidad, el artículo publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, en su página web, titulado: Tipos de escritura

Escritura carolina


La escritura carolina, denominada de esta forma por surgir en Francia en la época de Carlomagno, se utilizó principalmente en los monasterios y en la corte por su facilidad de lectura y simplicidad. Se caracteriza por sus letras minúsculas redondeadas que permanecen siempre aisladas, aunque las palabras dan la impresión de no estar separadas entre sí. Algunos enlaces y nexos presentes en esta escritura son los derivados de las formas cursivas ct, et, nt, rt y st. Mientras que la abreviación se realiza a través de líneas o pequeñas rayas que designan la contracción.

Escritura gótica


Este tipo de escritura, también denominada angular, escolástica o monacal, se utilizó desde siglo xii hasta el xv, surgió a partir de la modificación que se le realizó a la pluma de oca, que consistió en añadir un corte oblicuo hacia la izquierda. Por ello, la letra presenta perfiles angulosos, tendencia a la verticalidad, la regularidad, uniformidad y ritmo, que la convierten en una de las escrituras más caligráficas. Sin embargo, también presenta numerosas abreviaturas que frecuentemente son de difícil lectura.

Escritura cortesana


Instaurada por los reyes católicos en todos sus reinos durante el siglo xv, traída a América en el xvi, la escritura cortesana se convirtió en la más utilizada en los documentos reales, de ahí que se le llame cortesana, o sea la que efectuaba la corte. Las letras presentan líneas prolongadas que forman espirales y curvas que en ocasiones envuelven a las palabras y suplen algunas letras. Las abreviaturas son abundantes en este tipo de escritura, se encuentran envueltas en trazos redondeados y horizontales.

Escritura procesal


Esta escritura resultó de la degeneración de la letra cortesana, fue utilizada en el siglo xvi y con mayor abundancia en el xvii. Recibe su nombre debido a que se empleaba en los procesos de la corte. Sus tipos son variados e irregulares, lo que la convierte en una de las escrituras más difíciles de leer, ya que es exageradamente cursiva. La mayor parte de las veces la pluma no se despega del papel para redactar todo el texto y su marcada continuidad dificulta la identificación de la puntuación y termino de la oración, a ésta se le ha llamado procesal encadenada.

Escritura humanística o redonda


Este estilo gráfico surgió en Florencia hacia el Renacimiento, de ahí que reciba el nombre de humanística, pues ahí nace ese movimiento. Fue utilizada por los círculos intelectuales minoritarios y posteriormente difundida a otros niveles, sin embargo, no es un tipo de letra nuevo, más bien se trata de una reproducción general de la carolina en su estadio de madurez. Se caracteriza por utilizar letras que tienden a la verticalidad y presentan pequeños trazos complementarios que perfeccionan el acabado del diseño y le otorgan individualidad. Por tanto, los enlaces son casi inexistentes, sólo se reproducen st, ct y et. La abreviación es reducida y unificada.

Escritura itálica


El periodo de formación de este tipo de escritura se sitúa hacia el siglo xv. Su principal característica es la marcada inclinación a la derecha respecto a la línea rectriz y las letras unidas entre sí, por lo que también se le conoce como escritura cursiva, bastardilla o cancilleresca. Su caligrafía es clara y regular, lo que permite leerla fácilmente aunado a que su sistema de abreviación es sencillo y no presenta particularidades especiales.

Códices mesoamericanos y coloniales


Los códices mesoamericanos son manuscritos pictóricos elaborados por grupos indígenas que habitaban esa región, tales como los mayas, mexicas, mixtecas, zapotecas, otomíes y purépechas, antes del contacto con los españoles. Los manuscritos, fabricados en diversos soportes, como piel de venado, telas de algodón, papel de maguey o papel de amate, retratan parte de sus creencias religiosas, alianzas políticas, rituales, ceremonias, historias, genealogías, entre otros temas. Tras la llegada de los españoles, la elaboración de códices indígenas continuó con la finalidad de plasmar pruebas que les permitieran legalizar sus derechos sobre sus tierras, durante el régimen colonial. Sin embargo, a pesar de encontrarse temas de tradición indígena, surgieron otros nuevos relacionados con la vida colonial, las nuevas costumbres traídas por los europeos y la religión cristiana, en los que se combinaban las imágenes con los escritos en caracteres latinos, llamados códices mixtos. Asimismo, los materiales de manufactura, como pieles, lienzos, papel europeo y pergaminos, se integraron a los antiguos materiales. La tradición de elaboración de códices continuó hasta el siglo xviii.

Códice Osuna, resguardado en la Biblioteca Nacional de Madrid

viernes, 19 de febrero de 2016

Hernán Pérez del Pulgar. Llamado el de las Hazañas


Los hombres de Carlos V hallaron a Hernán Pérez del Pulgar, viejo hidalgo que dejó su cortijo para acudir a la corte en Granada. Allí redactaría, para el emperador, “Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán”. Debido al título de su obra más destacada, es conocido como "el de las hazañas".

Hernán (o Hernando) Pérez del Pulgar y García Osorio fue un hidalgo y militar al servicio de los Reyes Católicos, además de historiador y escritor, nacido, casi con toda probabilidad, en Ciudad Real el 27de julio de 1451 y fallecido el 11 de agosto de 1531 en Granada. Casó tres veces (con Doña Francisca Monte de Isla, con Doña Elvira de Sandoval y con lvira Pérez del Arca) y de sus matrimonios tuvo varios hijos, varones y hembras, siendo en su hijo Hernando, tras la muerte temprana de su hermano Rodrigo, en quién recayó los sendos mayorazgos fundados por su padre, tras refundirlos en uno.

Hernán Pérez del Pulgar

Dedicado desde muy joven a la carrera de las armas (en su juventud, en 1475, junto a su padre, destacó por defender Ciudad Real cuando la invasión del Maestre de Calatrava), combatió contra las fuerzas portuguesas de Alfonso V durante la guerra de Sucesión de Castilla (1474-1479). En 1481 fue nombrado gentilhombre por los Reyes Católicos, tras lo cual se trasladó a Andalucía para luchar contra los nazaríes granadinos. Destacó en las campañas de Granada(1481-1492), logrando importantes éxitos militares en Alhama, el castillo de Salar, el sitio de Baza y Salobreña.

Su primera gran hazaña tuvo lugar en 1486, durante el cerco de Loja (Granada), cuando conquistó el castillo del Salar con sólo ochenta hombres. En recompensa, los reyes lo nombraron alcalde de la fortaleza y, más tarde, a sus herederos, se les nombré marqueses del Salar. En 1487 participó en el asedio de Vélez-Málaga, y dos años después en el sitio de Baza (Granada), durante el cual dio muerte a Ibn Za’id, caudillo del ejército musulmán.

En 1490, durante el asedio de Salobreña por parte de Boabdil el Chico, último emir nazarí, Hernán Pérez del Pulgar precipitó el ataque de los musulmanes (que esperaban que la ciudad se rindiese por falta de agua y alimento) arrojando un cántaro de agua por la muralla como muestra del abastecimiento de la plaza. Sin embargo, su acción más recordada fue la entrada en Granada en diciembre de 1490 junto a quince caballeros: logró llegar a la mezquita mayor y clavó en su puerta un cartel donde se leía “Ave María”.

Escudo de Armas de Hernán Pérez del Pulgar
Curiosamente, tras haber contribuido tanto a la victoria final, no formó parte de las tropas que tomaron definitivamente la ciudad de Granada en 1492. En 1494 ayudó a sofocar la sublevación de los moriscos en Las Alpujarras.

Más tarde en Italia junto con Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”, y siendo su lugarteniente reformaron las tácticas de la infantería española en Ceriñola, las cuales darían lugar a los celebres Tercios Españoles invictos, gracias a sus enseñanzas, durante más de 150 años.

Cuadro en Casa del Marqués del Salar
En sus últimos años, cuando contaba 74, recibió el encargo, por parte del emperador Carlos I, de poner por escrito los principales episodios bélicos protagonizados por Gonzalo Fernández de Córdoba ("El Gran Capitán"), tanto en la Guerra de Granada como en el transcurso de sus célebres campañas en Nápoles. Fruto de este encargo fue la magnífica crónica de Pérez del Pulgar titulada Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán, (publicado en 1527 por un editor alemán, Jacobo Cromberg, que vivía en Sevilla) obra que recoge no sólo los méritos militares del protagonista, sino también la relación de sus títulos y privilegios. La redacción de esta obra por parte de Pérez del Pulgar ha dado lugar a que se le confunda con el cronista de los Reyes Católicos, Hernando del Pulgar.

Por sus hazañas y en especial por la de Granada, los Reyes Católicos le concedieron el privilegio de estar enterrado junto a ellos en la Capilla Real de la Catedral de Granada, privilegio muy de destacar, pues no se ha repetido en la Historia de España y no era un miembro de la Casa Real.

En la Guerra de Granada sería la hazaña del Ave María la que le daría inmortalidad; partiendo de Alhama, en un asalto nocturno a Granada acompañado de otros 15 caballeros, y guiado por un moro renegado, llegó hasta la puerta de la Mezquita Mayor y clavó con su daga la oración del Ave María en la misma puerta de la mezquita.

Para perpetuar la memoria de aquellos hidalgos, mandaron los Reyes Católicos extender una real cédula en que se les menciona uno por uno, prometiéndoles grandes mercedes para cuando se tomase Granada. El documento está firmado a "treinta días del mes de diciembre de mil e quatrocientos e noventa años", y se dirige a Pulgar, y a sus quince compañeros, cuyos nombres son: Gerónymo de Aguilera, Francisco de Bedmar, Diego de Jaén, Álvaro de Peñalver, Diego Ximénez, Pedro de Pulgar, Montesino de Ávila, Ramiro de Guzmán, Cristóbal de Castro, Tristán de Montemayor, Diego de Baena, Alfonso de Almería, Luis de Quero, Rodrigo de Velázquez, y Torre.

martes, 16 de febrero de 2016

Alonso de Ribera Zambrana. Gobernador y Capitán General de Chile


Los historiadores le destacan sobre los demás gobernantes del siglo, por lo general corruptos y venales (Acuña, Meneses, Ustáriz), celebrando «sus dotes militares y el plan con que orientó la guerra de Arauco, aunque no puede ser alabado por sus escándalos, vida licenciosa y costumbres». Otros autores ponderan su política social hacia los indios, de los que se declararía su protector ante los encomenderos.

Alonso de Ribera
Hijo bastardo (más tarde legitimado, en 1600) del hidalgo y capitán Jorge de Ribera Zambrana y Dávalos (casado con doña Gracia de los Riós, de la que no tuvo sucesión) y de Ana Gómez de Montesinos y Pareja, fue hermano de Jorge y de Juan, también militares distinguidos en Flandes. Alonso nació en Úbeda (Jaén) en 1560 y falleció en Concepción (Chile) en 1617. Casó con la criolla Inés de Córdoba y Aguilera, sin el preceptivo permiso real. Obtuvo el hábito de Santiago, por Felipe III en 1609, al igual que también lo consiguieron sus dos hermanos.

Después de estudiar Matemática, Ribera se unió como soldado al ejército español de Flandes, donde inició una larga y exitosa carrera militar.

Desde 1583 participó en importantes contiendas en Francia junto a Alejandro Farnesio, duque de Parma. Además, integró la invencible Armada española de 1588 y las huestes del cardenal archiduque Alberto, gobernador de los Países Bajos.

En 1590 era alférez del MdC (Maestre de Campo) Alonso Idiáquez, pasando el siguiente a mandar una compañía del tercio de Alonso de Mendoza, reformada en 1596. A finales de 1597 recibió la compañía que fue de Luis de Velasco, ausente en España, que mandó hasta que, dos años después, y debido a su extensa trayectoria militar, le valió el reconocimiento del Rey Felipe III, y se le encomendó el gobierno y capitanía general de Chile, que llegaría a desempeñar en dos ocasiones: 1601 a 1605 y 1612 a 1617. 

El nuevo Gobernador salió de Sevilla, en abril de 1600, con sólo 300 hombres. Llegando a América se entrevistó con el ex Gobernador Alonso de Sotomayor, quien le informó sobre las características de la Guerra de Arauco. Luego, se dirigió al Perú y finalmente llegó a Concepción (Chile) en febrero de 1601.

Ribera evaluó la situación del ejército, que él mismo describió: "Estaba esta gente tan mal disciplinada y simple en las cosas de la milicia que nunca tal pudiera imaginar ni me sería posible dallo a entender". Las medidas que tomó para remediar esta situación fueron varias: reorganizó a las tropas de infantería; impuso la disciplina militar; puso orden en los campamentos; se preocupó tanto del vestuario, de la alimentación y del pago de los soldados, como también del armamento, los animales y todo lo necesario para la guerra.

Alonso García Ramón, Alonso de Ribera y Luis Merlo de la Fuente
Estos esfuerzos fueron complementados con la creación, en 1604, de un ejército permanente de 1.500 hombres y con la adopción de una serie de medidas para asegurar el abastecimiento de las tropas dentro del mismo Reino.

Con una visión de estratega, Ribera planteó la necesidad de concentrar las fuerzas españolas en una línea fronteriza conformada por varios fuertes que, a medida que se fuera consolidando el dominio hispano, avanzaría hacia el Sur. En las campañas realizadas durante su primer gobierno, logró introducirse en territorio mapuche y construyó 19 fuertes, algunos de ellos provisorios.

Alonso Ribera es el responsable de la primera organización de la propiedad colonial en Santiago y sus alrededores. En agosto de 1603, designó a Ginés de Lillo para realizar una visita general de todas las tierras, la que implicó la medición de las propiedades particulares concedidas por los gobernadores y el Cabildo, y la fijación de los límites de estas, siempre en permanente litigio.

El Gobernador también se preocupó de la situación de los indígenas sometidos a régimen de encomienda, tratando de eliminar los abusos de que eran objeto por parte de los españoles. Por ejemplo, prohibió que los naturales cargasen en sillas de mano a las mujeres que iban a misa o de visita.

En 1603 reglamentó la labor indígena en las encomiendas, que restablecía el trabajo personal de los indígenas, pero con un sistema especial llamado demora: un tercio de los naturales de las minas trabajaban 8 meses, quedándole dos años y cuatro meses para dedicarse a sus actividades, antes de que les tocara retornar a las labores mineras.

Pero la actitud desenfadada del Gobernador, acostumbrado a la rica vida cortesana de Flandes, escandalizó a una sociedad colonial retraída y austera como la chilena. Ribera introdujo algunas prácticas sociales desconocidas para la época: los grandes banquetes, las fiestas, los juegos de naipes y otros prohibidos por el Rey, los trajes suntuosos y el novedoso tenedor en la mesa, así como la actitud galante del Gobernador hacia las muchachas del Reino.

Estas costumbres, sumadas al hecho de que Ribera se había casado con una criolla sin el permiso previo del Rey -requisito indispensable para los gobernadores y jueces, debido a la prohibición que existía al respecto-, motivaron severas acusaciones en contra suya que le costaron el desprestigio y el fin de su primer mandato en 1605. Tras dejar la gobernación, se trasladó a Córdoba con su familia, donde permaneció hasta 1612, cuando nuevamente asumió la gobernación de Chile.

El segundo mandato de Alonso de Ribera se puede resumir en dos hechos fundamentales: el establecimiento del sistema de guerra defensiva, planificado por el padre Luis de Valdivia -principal impulsor de su nueva designación- y la llegada de corsarios holandeses, descubridores del Cabo de Hornos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Leonardo Torres Quevedo. Uno de los más grandes inventores de su época


Fue hidalgo y un notable ingeniero y matemático español, aunque él se consideraba más como inventor que cualquier otra cosa. Alcanzó una gran notoriedad en su época, llegando a presidir la Real Academia de las Ciencias durante varios años.

Ingeniero, inventor y pensador, trabajó desde mediados del siglo XIX en el desarrollo de autómatas y sistemas de control remoto que ahora son reconocidos como grandes hitos en la historia de la ingeniería. Dos de sus inventos más importantes fueron el "Telekino", un sistema de control remoto y "el Ajedrecista", una máquina capaz de jugar al ajedrez de manera autónoma

Leonardo Torres Quevedo, hijo de Luis Gonzaga María Torres Urquijo, y de Valentina de Quevedo y Maza, nació el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña, Molledo (Cantabria) y falleció en Madrid el 18 de diciembre de 1936. En 1885 contrajo matrimonio con Luz Polanco y Navarro, con la que tuvo ocho hijos.

Su padre era ingeniero de Caminos y natural de Bilbao, vinculado a una de las familias de mayor raigambre liberal de Bilbao, como era la de Urquijo; formado en el dinámico Madrid de los años treinta y habiendo viajado y trabajado por toda España; era un vasco ilustrado, abierto a las ideas de su tiempo. Cuando nació Leonardo, trabajaba en la línea del Ferrocarril que uniría Santander y Alar del Rey (Palencia), y que pasaba precisamente por Molledo, siendo evidente que el interés de Leonardo por la técnica procede de la figura de su padre.

Su abuelo paterno, José Luis (Gonzaga) Torres Vildósola nació el 20 de junio de 1772 en Cucquiarachi, en el Presidio/Fuerte de Fronteras (Santa Rosa de Corodehuachi), Provincia de Sonora, Reyno de Nueva España (actualmente Méjico). Era hijo póstumo del Teniente de Dragones del Regimiento de Méjico Don Joaquín Torres Luque (natural de Baeza, Jaén), y de Doña Mª Gregoria Vildósola Anza (nacida en el mismo Presidio). Se instaló en Bilbao hacia 1810. La abuela paterna de Leonardo, Cayetana Mª de Urquijo Avendaño, era natural de Bilbao. El abuelo materno de José Luís (Gonzaga), Gabriel Antonio Vildósola y Gamboa, era Capitán de Dragones del mencionado Presidio. En abril de 1776, Mª Gregoria, que había enviudado en 1771, solicitaba los permisos para hacer viaje a los Reynos de Castilla, junto con su hijo José Luis y sus padres: Gabriel, y Josefa Gregoria de Anza Bezerra-Nieto. Sus abuelos maternos fueron Don José Manuel de Quevedo y Doña Apolinaria de la Maza y Escalera.

José Luis (Gonzaga) obtiene un expediente de hidalguía el 20 de febrero de 1793, como consta en un largo expediente de más de 800 páginas que se encuentra en el Archivo Foral de Bizkaia, en el que figura como residente en Zeánuri (Vizcaya). En el mismo se certifica su condición de descendiente, por parte de padre, de familias de caballeros, escuderos e hijosdalgos (…de los Torres, «Caballeros, Escuderos Hijosdalgo» en Andalucía, y nieto de un «veinticuatro perpetuo» de Baeza, en Jaén), además de, por parte de madre, de la de Vínculo y Mayorazgo de las Casas Solares e Infanzonas de Vildósola y Gamboa, en Castillo-Elejabeitia (ahora llamado Artea, de Vizcaya). Durante nueve meses realizó gestiones para demostrar su genealogía, viajando a Baeza y a Madrid para obtener las certificaciones y declaraciones exigidas en este proceso, siendo la razón de iniciarlo que necesitaba acreditar la condición de hijosdalgo y de limpieza de sangre para ocupar el oficio de Capitán de una de las dos Compañías formadas para la Custodia de Costas y Puertos del Señorío de Vizcaya. Casado con Cayetana María Urquijo Abendaño, natural de Bilbao, tuvo diez hijos, entre ellos a Luis (en 1818), padre de Leonardo Torres Quevedo.

Leonardo, en su juventud residió en Bilbao en donde en 1868 terminó sus estudios de Bachillerato, marchándose a Paris durante dos años para continuar con sus estudios. En 1870 se trasladó, junto con su familia, a vivir a Madrid, y un año más tarde ingresó en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, pero suspende temporalmente sus estudios en 1873 para acudir como voluntario a la defensa de Bilbao, que había sido sitiada por las tropas carlistas durante la Tercera Guerra Carlista. De vuelta a Madrid finalizará sus estudios en 1876, al poco tiempo de restaurarse la monarquía, siendo el cuarto de su promoción y, al término de los mismos, tras heredar en 1868 una gran fortuna de los Barrenechea, se dedicó a ejercer la ingeniería y a viajar por toda Europa para ampliar sus conocimientos. En 1885 regresó a España, iniciando así su gran trayectoria científica e inventiva, en los campos de aeronáutica, automática, ingeniería y matemáticas.


Las invenciones de Torres Quevedo abarcaron muchos campos. Fue la segunda persona en el mundo en demostrar el control remoto inalámbrico, superado en el logro solo por Nikola Tesla. En 1903, diseñó y construyó el primer aparato de radiocontrol del mundo, el “telekino”, que consistía en un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas de radio, presentándolo en la Academia de Ciencias de Paris.

Sus diseños de aeronaves fueron utilizados por franceses y británicos durante la Primera Guerra Mundial (19141918). Fue uno de los principales diseñadores de teleféricos del mundo, así, en 1907, construyó el primer trasbordador para el transporte humano, en el Monte Ulía (San Sebastián). Construyó muchos otros, mediante la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería de Bilbao, por ejemplo en Chamoix, Bolzano o Río de Janeiro. Pero el más famoso fue el construido sobre las Cataratas del Niágara en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, llamado "Spanish Aerocar", con una longitud de 580 m, que se inauguró en pruebas en 1916, siguiendo hoy en día, un siglo más tarde, en pleno funcionamiento y siendo una gran atracción turística.

Teleférico sobre las Cataratas del Niágara
En 1902 presentó en las Academias de Ciencias de Madrid y Paris un nuevo modelo de dirigible –semirrígido–, con muchas mejoras respecto a los ya existentes –rígidos como el Zeppelin, y flexibles– que solucionaba el grave problema de suspensión de la barquilla al incluir un armazón interior de cables flexibles que dotaban de rigidez al dirigible por efecto de la presión interior. Se asoció con la compañía francesa Astra para su fabricación.

Globo dirigible Astra_Torres
En 1914 publicó una memoria titulada "Ensayos sobre Automática". Con este trabajo Torres Quevedo muestra la posibilidad de diseñar un computador digital electromecánico 20 años antes de que se empezaran a construir. 

El hijo de Torres Quevedo, en una exhibición del Ajedrecista
No obstante, su creación más notable fue “El Ajedrecista”, una máquina que funcionaba por algoritmos y que podía jugar al ajedrez contra un oponente humano de forma totalmente automatizada. Construyó dos, el primero en 1912 que fue expuesto en Paris, y el segundo en 1920 con la ayuda de su hijo, que puede considerarse como el primer juego de ordenador (analógico) del mundo.

viernes, 5 de febrero de 2016

Masones en la Nobleza de España: una hermandad de iluminados


Libro del profesor de la UNED Javier Alvarado, publicado por la Esfera de los libros, que obtuvo el premio Hidalgos de España en su V edición de 2015.

El libro aborda enigmas históricos y mitos creados o exagerados bien por los propios masones, bien por sus enemigos, como la presunta fundación del Gran Oriente de España por el conde de Aranda, la participación masónica en las Cortes y Constitución de Cádiz (1812), el trienio liberal (1820-1823), o su responsabilidad en periodos cruciales como el Sexenio Revolucionario, la independencia de las colonias americanas (1898), la Guerra Civil, etc.

Para muchos, la masonería ha sido una sociedad secreta en la que se urden conspiraciones y se medra a la sombra del poder. Para otros, la masonería española fue además una organización republicana, izquierdista y anticlerical. No obstante, la presencia de nobles en las logias, con su perfil supuestamente conservador, monárquico y católico, plantea una inquietante paradoja que se acentúa aún más si tenemos en cuenta que la masonería practicaba una fraternidad igualitaria que contribuyó a difundir los principios del liberalismo social, político y económico.

En las logias masónicas convivieron fraternalmente personajes de la talla de Agustín Argüelles, el general Rafael Riego, Isaac Peral, inventor del submarino, Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel ennoblecido póstumamente por Franco, o el hermano de éste, el comandante Ramón Franco. Durante el siglo XX, también convivieron monárquicos con republicanos, o comunistas y socialistas con conservadores, falangistas y fascistas.


Esta obra revela la existencia de más de un centenar de masones con título nobiliario, algunos de los cuales desempeñaron la máxima jefatura de la orden como el conde de Montijo, el conde Pedro Pablo O´Reilly, el marqués de Palomares del Duero, el marqués de Seoane, el vizconde de Ros, el marqués de Santa Marta, o Sagasta, ennoblecido tras su muerte.

Frente al carácter apolítico de la masonería anglosajona, en España, muchas logias tuvieron tendencias claramente políticas y sociales. Por ejemplo, ya el consejo de Ministros del primer Gobierno del Trienio Liberal (1820-1823) estuvo formado íntegramente por masones.

El libro presenta por primera vez la relación completa de los presidentes de Gobierno que fueron masones, o fichados por la policía como tales: Juan O’Donojú, Evaristo Fernández de San Miguel, Flórez Estrada, Martínez de la Rosa, el conde de Toreno, Álvarez Mendizábal, Istúriz, José María Calatrava, Vicente Sancho, el duque de Rivas, Narváez, Prim, Sagasta, Moret, Azaña, Lerroux, Samper, Martínez Barrio, Portela Valladares, y Giral Pereira.

Durante la Guerra Civil española, cerca del 27% de los militares masones se adhirieron al denominado Bando Nacional. Entre ellos generales como Miguel Cabaneñas Ferrer (primer Jefe de la Junta de Defensa Nacional, antes de ser sustituido por Franco) o Mariano Muñoz Castellanos. U oficiales como el vizconde de Castro y Orozco. Hubo un Grande de España, el marqués de Villanueva Geltrú, que, pese a haber apoyado en su momento el golpe de Estado del general Primo de Rivera y secundado y financiado el llamado Alzamiento Nacional, fue condenado a 20 años de cárcel por ser masón. 

Acerca del autor


 Javier Alvarado Planas es catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), donde además es director del Máster de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía y también del Máster de Historia de la Masonería en España y América. Es académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. 

Ha publicado más de un centenar de obras, entre libros, monografías y artículos en revistas científicas especializadas y ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Nacional de Historia (Ministerio de Cultura) por la obra colectiva El Rey. Historia de la monarquía, el Premio Hidalgos de España sobre Heráldica, Genealogía y Nobiliaria, la Cruz de San Raimundo de Peñafort (Ministerio de Justicia) o la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica (Ministerio de Asuntos Exteriores).

 Casa del Libro: ISBN 9788490605752

miércoles, 3 de febrero de 2016

Hidalguía. Revista de genealogía, nobleza y armas


En el ámbito editorial, Hidalgos de España cuenta con Ediciones Hidalguía y, en ella, publica y edita la revista Hidalguía, dedicada a abordar, de manera científica, temas relacionados con la nobleza, la historia, la heráldica y la genealogía, así como el elenco de grandezas y títulos nobiliarios españoles y otras publicaciones de interés.

En cuanto a las publicaciones periódicas, según la BNE, la revista más importante y más extensa en el campo de la Genealogía y la Heráldica, de consulta inexcusable para los investigadores, es: HIDALGUÍA, que viene publicándose desde el año 1953, contando con 370 números publicados.


La Revista HIDALGUÍA, que viene publicándose ininterrumpidamente desde 1953 en distintos formatos trimestral en sus primeros años y luego bimestral  a partir del número 368, primero del año 2015, ha cambiado la periodicidad de la publicación, que pasa a ser cuatrimestral, publicándose tres números al año: enero-abril, mayo-agosto y septiembre-diciembre; serán menos números, pero con más contenido, igualando siempre el volumen de páginas editado en años anteriores.

Director: Faustino Menéndez Pidal

Es posible la suscripción digital a la Revista Hidalguía, que la recibirá en su correo electrónico en formato PDF. El precio para un año es de 19,00€, IVA incluido, mucho más económico que la suscripción en papel, que cuesta 54,14 €. También se pueden solicitar números atrasados o sueltosl.