martes, 28 de noviembre de 2017

Alonso de Cárdenas. Último Maestre de la Orden de Santiago


Último maestre de la Orden de Santiago, que hacia 1483 construyó el castillo de Puebla del Maestre. Fue el padre de García López de Cárdenas, descubridor del Gran Cañón del Colorado. Fue maestre de la Orden de Santiago durante dos etapas: la primera, de 1474 a 1476 y, la segunda, de 1477 a 1493. 

Alonso de Cárdenas, prototipo del caballero de la nobleza media que asciende políticamente después de una dura vida de trabajos y combates, era hijo de Garci López de Cárdenas, Comendador Mayor de León de la Orden de Santiago. Fue padre de  García López de Cárdenas, descubridor del Gran Cañón del Colorado.


El joven Alonso se educó en la corte de Juan II de Castilla como paje del príncipe Enrique, el futuro Enrique IV. Su brillante carrera militar le llevará a ser designado Comendador Mayor de León y aspirará al maestrazgo de la Orden a la muerte de don Juan Pacheco, marqués de Villena, en los revueltos tiempos de la guerra civil entre los partidarios de Isabel y de Juana la Beltraneja, apoyada por Portugal.

El Maestre Juan Pacheco, marqués de Villena y privado de Enrique IV, murió en 1474. A su muerte se produjo un gran cisma dentro de la Orden: el primero en tomar el título de maestre fue el hijo del difunto don Diego López de Pacheco, marqués de Villena, porque su padre había renunciado en él el maestrazgo con el consentimiento de la mayor parte de los Trece y de los comendadores; el rey Enrique IV, por su parte, le dio de hecho posesión del maestrazgo.

Pero antes de que llegase la confirmación del Sumo Pontífice murió el rey Enrique IV; ahora era Fernando e Isabel los que tenían la palabra. Los nuevos reyes  que, siendo todavía príncipes, habían solicitado la administración del maestrazgo para cuando vacase, ahora al morir don Juan Pacheco volvieron a pedir esa administración, teniendo por nula la renuncia del difunto a favor de su hijo.


Otro maestre fue elegido en el Capítulo General de la Orden  convocado por el prior de San Marcos de León, alegando que a él le correspondía el derecho de convocar a los electores por haber muerto el último maestre en su provincia de León; reunido este Capítulo, eligieron como Maestre al Comendador Mayor de León don Alonso de Cárdenas.

Un tercer maestre surgió del Capítulo General convocado  por el prior de Uclés, alegando que a él correspondía  la convocatoria del Capítulo, como prior de la casa mayor de la Orden, para elegir nuevo maestre; el Capítulo de Uclés eligió como Maestre al comendador de Segura de la Sierra y conde de Paredes, Rodrigo de Manrique, el padre del poeta Jorge Manrique.

Ante esta compleja situación Fernando e Isabel, comprometidos con la guerra contra doña Juana, no quisieron desagradar a ninguno de los dos maestres, Don Alonso de Cárdenas y don Rodrigo Manrique, cuya ayuda en la guerra les era de gran valor. Por lo que se refiere al marqués de Villena, que había tomado partido por doña Juana, los reyes podían ignorar su maestrazgo por el momento.

Otros pretendientes se postularon también al maestrazgo, no reconocieron el autonombramiento de Cárdenas e invadieron los dominios santiaguistas. Alonso de Cárdenas firma entonces un pacto de no agresión con Rodrigo Manrique (negociado por Jorge Manrique, el poeta, que era hijo de Rodrigo), para poder defenderse primero de los pretendientes y discutir más adelante quién debería ser el único Maestre. Comienza entonces una guerra en tierras de Badajoz por las posesiones de la Orden. El primer pretendiente es el Conde de Feria, que tiene su base en Zafra. Su acción más importante es el asalto al castillo de Jerez de los Caballeros, pero fracasa y es rechazado con firmeza por Cárdenas.

Sucede entonces la invasión del Duque de Medina Sidonia, Enrique de Guzmán, pretendiente también al Maestrazgo, Se dirigió a Jerez de los Caballeros, recién ganada por el Maestre Cárdenas, pero viendo que la fortaleza se defendía con firmeza, se volvió con su gente hacia el centro de los dominios santiaguistas que recorrió exigiendo rentas y tributos. Se estableció en Fuente de Cantos, después las tropas del Duque pasaron de largo junto a las murallas de Llerena, defendida por el Maestre en persona, y se fueron a pernoctar a Guadalcanal. Cárdenas salió en su persecución aquella misma noche con sólo 350 jinetes y otros tantos peones. Entró de madrugada en Guadalcanal, huyendo el Duque y sus tropas en todas direcciones, llegando unos a Alanís, otros a Cazalla, y los que intentaron defenderse fueron arrollados sin contemplaciones.

Estas luchas se confunden con los coetáneos episodios de la guerra con Portugal y los partidarios de la Beltraneja. El Maestre don Alonso se distingue respondiendo a la invasión portuguesa con una victoriosa incursión en tierras de Portugal y la conquista de algunos castillos fronteros.

Cruz de Santiago, de un solo trazo, dibujada por el
Dr. Antonio Salmerón

En 1476 muere don Rodrigo Manrique, el maestre rival. Los Reyes Católicos quieren asumir la administración del Maestrazgo para evitar pueda servir a nuevas complicaciones nobiliarias. No obstante, reconocen las brillantes cualidades demostradas por Alonso de Cárdenas frente a pretendientes y portugueses, y empiezan a pensar en él como un magnifico jefe militar, y después de importantes negociaciones, reconocerán a Cárdenas como Maestre. Y este hecho es el que se formaliza escenificándolo en la reunión del Capítulo General de la Orden que tiene lugar en la ermita de San sebastián de la localidad pacense de Azuaga el 28 noviembre de 1477, que proclama unánimemente a Alonso de Cárdenas como último Maestre de la Orden de Santiago, donde se le concedió el titulo de Encomendero de Azuaga formada por las villas de Azuaga, Berlanga y Granja de Torrehermosa, sus aldeas (Malcocinado, Cardenchosa) y rentas de Valverde. y dehesas de pastos (Carderuela, junto al río Sotillo) y tierras de labor (Vegas de la Matachel y de la Granja ).. Construyó el castillo de Puebla del Maestre.

Poco después tuvo que enfrentarse con el Duque de Medina Sidonia que le disputaba el maestrazgo, pero consiguió vencerle en 1478. Ya siendo maestre de la Orden acompañó a los Reyes Católicos durante la conquista de Granada y por ello fue nombrado Sr. de la Puebla del Maestre, título creado el 25-6-1492 tras la conquista del reino de Granada.

En lo referido a la salvaguardia de los contenidos del linaje Cárdenas la cláusula final del mayorazgo instituido por Alonso de Cárdenas, el Maestre , estipulaba como condición indispensable , la utilización del Apellido y Armas de Cárdenas por todos los titulares y obligaba si heredaban las mujeres a unirse matrimonialmente con personas salidas del linaje Cárdenas.

Tras su muerte, la Orden de Santiago pasó, por dispensa papal, al dominio real, ya que una vez finalizada la Reconquista no había mucho que repartir entre los caballeros ni nada por lo que ellos debieran luchar. Alonso de Cárdenas murió en 1493 y su sepulcro se encuentra en la iglesia de Santiago de Llerena.

En la iglesia de Santiago se custodian además de una interesante serie de retablos, pinturas e imágenes de estética barroca, el sepulcro del Maestre de la Orden de Santiago don Alonso de Cárdenas y de su esposa doña Leonor de Luna, obra de gran calidad de estilo gótico internacional, del tipo exento, labrado todo él en alabastro. El sepulcro que fue tristemente adosado a uno de los muros de la cabecera del templo cuenta además de con las efigies de don Alonso y su esposa con el yelmo y el caballo a los pies y un ángel que porta el libro de oraciones respectivamente, con una serie de tableros en los que se labran los escudos de las dos familias sostenidos por sonrientes ángeles, así como las efigies de santos y apóstoles como Santiago el Menor, Santa Práxedes, Santa María Salome, etc.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Cena anual de asociados y VII Premio Real Asociación de Hidalgos de España (2017)



Como viene siendo tradicional, el viernes 24 de noviembre, se celebró la cena anual de asociados a la Real Asociación de Hidalgos de España (RAHE), a la que acuden tanto sus propios miembros como invitados, y otros de otras corporaciones nobiliarias, o personalidades distinguidas, que nos acompañan en este encuentro.

Durante el mismo, al comienzo, se realizó la entrega del VII Premio Hidalgos de España sobre Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, que ha recaído en arqueólogo e historiador Juan Carlos Elorza.

Juan Carlo Elorza, VII Premio Hidalgos de España

Juan Carlos Elorza recibe el VII premio Hidalgos de España
El premiado, con el premio recibido


Este año, como los dos anteriores, el lugar del encuentro ha sido el Hotel Ritz (Madrid), un hotel centenario desde 2010, con mucho encanto, en donde hemos podido disfrutar de una entrañable velada y cena. En años anteriores, la celebración tuvo lugar en los salones del Club Financiero Génova, desde donde se tenían unas magníficas vistas de Madrid y, anteriormente, hasta el año 2011, en el Casino de Madrid, con gran éxito de participación en todas las ocasiones.


D. Manuel Pardo de Vera y Díaz, Presidente de la RAHE
Durante el transcurso del evento, con numerosa asistencia, antes del inicio de la cena, tuvo lugar el acto de entrega formal del VII Premio Hidalgos de España sobre Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, que en esta ocasión ha recaído en el arqueólogo e historiador Juan Carlos Elorza, por su obra “Armas Reales en la provincia de Burgos (de  Isabel I de Castilla a Isabel II de España)”, donde muestra un profundo conocimiento de la heráldica real entre los siglos XV y XIX. El premio está dotado con 6.000, así como con la publicación de la obra por Ediciones Hidalguía.

Juan Carlos Elorza Guinea, doctor en filosofía y letras por la Universidad Autónoma de Madrid, y doctor en antropología por el Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana de Roma, presenta en su obra un cuidadoso estudio de las armas de los monarcas reinantes limitado al ámbito geográfico de Burgos. El trabajo sobre heráldica contextualiza cada una de las armas reales intentando conocer el porqué de ellas y el porqué del lugar donde han sido halladas. Se destaca el orden cronológico que ha seguido el autor de la obra y las novedades históricas que presenta en el trabajo. 


José M. Huidobro con el premiado, Juan C. Elorza
El acto estuvo muy concurrido, con unos 150 asistentes y presencia de representantes de varias corporaciones nobiliarias (entre ellas el Santo Sepulcro, Malta, Maestranza de Sevilla, Montesa, Constantiniana, Cuerpo de la Nobleza de Asturias, etc.*), que compartieron mesas en un espléndido salón del Hotel Ritz; además de una nutrida representación de jóvenes hidalgos, el futuro de la Asociación.


Tertulia y dos de las mesas, en el Hotel Ritz
Garcia-Mercadal, González de Canales y Fernández-Xesta
Noble Asociado de nuevo ingreso (entrega de diploma)
D. Fernando González de Canales, Secretario de la RAHE
D. Manuel Pardo de Vera, Presidente de la RAHE

Al finalizar la magnífica cena, el Secretario de la RAHE, D. Fernando González de Canales, hizo un resumen de las numerosas y destacadas actividades llevadas a cabo durante el presente año, así como un balance de la situación económica de la RAHE y se realizó la entrega de diplomas e insignias a los nobles asociados de nuevo ingreso a lo largo del presente año. Para finalizar, nuestro Presidente, D. Manuel Pardo de Vera y Díaz, pronunció unas palabras y se realizó un brindis para cerrar el acto.


*Al acto de entrega del VII Premio, además de los propios asociados han asistido representantes de muchas de las Corporaciones Nobiliarias españolas así como de otras instituciones que colaboran habitualmente con la Real Asociación de Hidalgos de España:

Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo; Subpriorato de San Jorge y Santiago de la Soberana O.M.de Malta; Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén; Orden Militar de Montesa; Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge; Real Maestranza de Caballería de Sevilla; Real Maestranza de Caballería de Granada; Real Maestranza de Caballería de Zaragoza; Real Cuerpo de la Nobleza de Cataluña; Real Estamento Militar del Principado de Gerona; Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo de la Nobleza Valenciana; Real, Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y de San Atilano de Zamora; Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias; Maestranza de Caballería de San Fernando; Cuerpo de la Nobleza del Antiguo Reino de Galicia; Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; Archivo Real Chancillería de Valladolid y Asociación Realidades.

martes, 21 de noviembre de 2017

Pedro de Zubiaurre Ibarguren. Capitán de la Escuadra del Mar Océano. Inventor


Militar español y marino vasco del siglo XVI. Inició su actividad como marinero en 1568. Luchó en la Guerra Anglo-Española (1585-1604) bajo las órdenes del rey Felipe II, donde consiguió sonadas victorias contra los ingleses. Llegó, además, a ganarse un gran prestigio como espía, que se extendió incluso hasta los servicios secretos filipinos. Es menos conocido, sin embargo, el hecho de que protagonizó uno de los primeros episodios de espionaje industrial.

Pedro de Zubiaurre
Natural de Zenarruzabeitia, Vizcaya, donde nació hacia 1541; hijo de Martín de Zenarruzabeitia, señor de la casa solar de Zubiaur, y de Teresa de Ibarguren. Segundón de una familia hidalga muy vinculada al mar, no es extraño que Pedro se sintiese atraído por la marina, ofreciendo, una vez formado, sus servicios a la Corona, al igual que lo hicieron otros muchos, con deseos de gloria y fortuna.  Casó con María Ruiz de Zurco (hija de León de Zurco y de María de Aramburu, naturales de Rentería), a la edad de cincuenta y cuatro años, según la dote matrimonial fechada en 5 de junio de 1595. Falleció en Dover, Inglaterra, en agosto de 1605.

Zubiaurre. Sus armas: En campo de oro, un puente de piedra, de dos ojos, sobre ondas de agua de azur y plata y superado de un castillo de piedra; en jefe, tres panelas de sinople, puestas en faja.

Entró en la Armada en 1568, interviniendo en misiones arriesgadas en Flandes y luchando contra franceses e ingleses. En la década de los setenta trabajó de comerciante en Londres, pero eso parecía ser una tapadera, puesto que pronto se convirtió en uno de los espías más preciados de Felipe II. Su labor consistió en determinar la posición y el valor estratégico de las defensas inglesas, con el fin de allanar el camino para flota de invasión, la Grande y Feliz Armada.

Torre de Londres
La siguiente misión que le encomendó el embajador en Londres, Bernardino de Mendoza, fue planear la toma de Flessinga, puerto estratégico en el tráfico naval hacia Amberes. Como no tenía flota, adquirió, por su cuenta, dos navíos y en 1584 pidió 300 soldados al duque de Lerma. Mas enterados los ingleses, fue encarcelado durante dos años en la Torre de Londres. Allí vivió en condiciones severas, sufriendo tormentos y torturas, pero también pudo "espiar" las técnicas hidráulicas inglesas: observó, a orillas del Támesis, el ingenio del alemán Peter Morice, que era capaz de bombear agua a la ciudad. Una vez memorizada, pieza a pieza, la máquina, Zubiaur preparó unas maquetas que envió, de forma clandestina, a Felipe II, para que las examinase y probase, en alguna ciudad española.

Durante las dos décadas siguientes a la acción del "espionaje industrial", Zubiaur participó en secreto en misiones marinas, primero en Flandes, en donde ayudó a rescatar a prisioneros españoles, y a partir de entonces (1588) en las costas de Baiona, Bretaña, Lisboa y Gibraltar, combatiendo contra franceses, ingleses, holandeses y corsarios, siendo herido en varias ocasiones.

En 1603, en la nueva sede de la Corte real en Valladolid, pudo materializar la que terminaría siendo su única incursión en el campo de la ingeniería: la construcción de una máquina para elevar las aguas del Pisuerga, el llamado "ingenio de Zubiaurre" (aunque durante siglos fue atribuido a Juanelo Turriano). En versión simplificada, consistía en unas bombas de émbolo que eran movidas mediante cadenas, ruedas y baquetones que, a su vez, eran impulsadas por dos ruedas hidráulicas que eran empujadas por la corriente del río. Tanto el mecanismo de aspiración, como el dispositivo de los émbolos, se basan en experiencias marinas; y es que Zubiaur conoció, en sus numerosas singladuras, las bombas de achique de los barcos, que no eran otra cosa que bombas movidas a brazo (tal como las había adaptado Diego de Ribeiro a los navíos españoles).

Artificio de Juanelo, basado en el ingenio de Pedro de Zubiaurre
A pesar del éxito en su funcionamiento, el ingenio de Zubiaur no fue explotado ni comercializado como un servicio social. Tan solo el codicioso duque de Lerma sacó partido de ello regando las huertas y jardines de su palacio, mientras que los vallisoletanos (los auténticos propietarios de la máquina) no llegaron a obtener ni una sola gota de agua y vieron como aquél les arrancaba, en 1604, una concesión del agua a perpetuidad. Detrás de todo esto se encuentra la incapacidad de las autoridades y monarcas españoles en advertir que el ingenio de elevación de agua era un dispositivo ideal para impulsar el desarrollo social e industrial del país. Y es que Zubiaur no contó con ninguna protección oficial para su invención, ni pudo desarrollar más bombas, ni recibió compensación alguna (sólo tras su muerte, el rey resarciría a su viuda con 2.000 ducados). 

Nota: Texto extraido de: Patriotas Vascongados

viernes, 17 de noviembre de 2017

Felipe Ruiz Puente y García de la Yedra. Primer gobernador de las Islas Malvinas



Intendente General de la Real Armada; Jefe de escuadra de la Real Armada Española; Caballero de la Orden de Santiago; Comendador de Portezuelo en la Orden de Alcántara. Brigadier designado como primer administrador militar español en las Islas Malvinas, entidad territorial española dependiente de la Gobernación de Buenos Aires.

Las inhóspitas islas Malvinas o Falkland, situadas en el Atlántico sur a unos 800 km de la costa de la Patagonia, saltaron a primer plano de la actualidad en 1982 a raíz de la ocupación argentina, a la que casi de inmediato seguiría el comienzo de una guerra que finalizó con la recuperación británica del archipiélago.

Felipe Ruiz Puente y García de la Yedra vino al mundo el (8 de mayo de 1724, en El Almiñé (Burgos), y falleció, en 1779, en Chiclana de la Frontera, (Cádiz). Nacido en la provincia de Burgos, era un hidalgo hijo de Diego Ruiz Puente y Velazco, que tenía formado mayorazgo en la misma población de Almiñé y en Quintanilla del Río, y María Josefa García de la Yedra. En julio de 1738, ingresó en el Cuerpo General de la Armada Española, sentando plaza de Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, con el Expediente Nº 234, y en 1741 es nombrado alférez de fragata, ascendiendo de grado rápidamente hasta terminar nombrado capitán de navío en 1766.

Louis Antoine de Bougainville
España y Francia habían llegado en 1765 a un acuerdo para el reconocimiento de las Islas Malvinas como posesión española que incluía una indemnización por gastos realizados a Louis Antoine de Bougainville, el coronel francés que fundó, el 31 de enero de 1764, la colonia pesquera  y las bases de un fuerte que llamó Port Saint Louis en la isla Soledad. Louis Antoine de Bougainville, había nacido en Saint Maló, de donde proviene el nombre de Malvinas(Malouines), por su ciudad natal.
  
Al enterarse el gobierno español (Carlos III), elevó una formal protesta de reclamo, y Choiseul, ministro de Luís XV, propuso la compra de las islas, que los españoles rechazaron. Entonces envió al mismo Bougainville a Madrid para concertar el traspaso de la colonia a España, pero Luis XV “el bien amado” exigió a su pariente, Carlos III, por la desocupación medio millón de francos, que le fueron pagados.


El 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una real cédula por la cual creaba la Gobernación de las Islas Malvinas como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires, en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y Uruzúa, nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio.

Ruiz Puente viajó a las Islas con las fragatas Liebre y Esmeralda, siendo además acompañado desde Montevideo por la fragata La Boudeuse, con Louis Antoine de Bougainville a bordo, con el objeto de hacer el traspaso formal.

Mapa de las Malvinas (1768)
El 2 de abril de 1767, Ruiz Puente tomó posesión de la colonia francesa. La ceremonia tuvo lugar frente a la casa del gobernador, y desde aquí Bougainville zarpó para hacer la primera circunnavegación francesa del mundo. Procedió a construir varios edificios comunes como cocinas y cuarteles, y una capilla consagrada a Nuestra Señora de la Soledad, nombre que reemplazó al topónimo francés del puerto (Puerto de Nuestra Señora de la Soledad) y derivó finalmente en el de toda la isla. Ruiz Puente también mantuvo una estricta vigilancia en las costas insulares y patagónicas hasta el Cabo de Hornos, y se preocupó de la atención religiosa de los habitantes. Todos los veranos se realizaba el aprovisionamiento de la colonia con barcos que partían desde el puerto de Montevideo.

En 1770, el capitán Byron dijo tomar posesión de las islas en nombre de Inglaterra y contra todo derecho fundó Puerto Egmont. Bucarelli proveyó de refuerzos al gobernador español de Soledad que logró desalojar a los ingleses. Así pues, la colonia inglesa fue desalojada por los españoles el 14 de julio de 1770 pero restituida al Reino Unido, que la reclamaron, el 22 de enero de 1771, para luego ser abandonada en 1774 y destruida por España en 1780. Los británicos dejaron una placa de plomo escrita en inglés, que luego fue llevada a Buenos Aires y recuperada por William Beresford en 1806 y luego perdida. La placa decía:

Sepan todas las naciones, que las Islas Malvinas, con su puerto, los almacenes, desembarcaderos, puertos naturales, habías y caletas a ellas pertenecientes, son de exclusivo derecho y propiedad de su más sagrada majestad Jorge III, rey de Gran Bretaña. En testimonio de lo cual, es colocada esta placa y los colores de Su Majestad británica dejados flameando como signo de posesión por S. W. Clayton oficial comandante de las Islas Malvinas. A.D. 1774.

Ruíz Puente fue gobernador de las Malvinas hasta el 23 de enero de 1773, fecha en que fue relevado por el capitán de infantería Domingo Chauri del Regimiento Fijo de Buenos Aires. Por su especial comportamiento en todo el problema de las Malvinas el Rey le ascendía al nuevo grado de brigadier en el mismo año de su creación de 1773 y se le ordena regresar a la Península, donde se le nombra Intendente de Marina del Departamento de Cádiz. Todo porque el Rey se sentía mal por su comportamiento con él con su decisión de devolver Puerto Egmont y por no existir ninguna lamentación por su parte.

De hecho en la misma Real Orden de su ascenso a jefe de escuadra, que lo fue unos meses después de su llegada a la bahía de Cádiz, reza: «en atención a sus méritos y servicios y por la satisfacción que tenía S. M. de su capacidad y celo por el Real servicio acreditado en el desempeño de cuantas comisiones se le han confiado».

Ya establecido en la Península, Felipe no se olvida de la familia. A sus 51 años inicia los trámites para casarse con su sobrina María Anselma Ruiz Puente Ontañón, vecina de El Almiñé donde había nacido en 1755. La boda se celebra en 1777. Pero casi sólo para quedar como heredera: Felipe muere en Chiclana en 1779, sin cumplir dos años de matrimonio y al parecer sin descendencia. Contaba con cincuenta y cinco años de edad, de ellos cuarenta y uno de servicios a su Rey y a España. En la cartela del cuadro debajo de su escudo de armas dice: « Dn. Phelipe Ruiz Puente, Del Orden de Santiago Comendador de Portezuelo en la de Alcántara, Gefe de Esquª de la Real Armada, Intendente General del Departamento de Cádiz»

Escudo de Blas Díaz García de la Yedra (en Almiñé)
Las armas de García de la Yedra -un castillo almenado y donjonado flanqueado por dos hiedras- se encuentran siempre como cuartel de mujer entre otros muy nobles en la Merindad de Valdivielso (y en alguna otra localidad próxima), en las casas que en El Almiñé y en Quintana éstos habitaron.

martes, 14 de noviembre de 2017

Alonso Pérez de Trigueros. Bachiller y conquistador de la Nueva España


Uno de los primeros conquistadores de la Nueva España. Participó en la conquista de Tenochtitlán y fue uno de los primeros pobladores de la Ciudad de México. 

En 1537, Carlos V le concedió privilegio de armas por sus valerosas acciones en la conquista de Tenochtitlán.



Persona docta, a quien tenía Cortés gran consideración, el bachiller don Alonso Pérez nació en Trigeros (Valladolid), hacia 1495 y murió en la Ciudad de México en 1562; fue hijo de don Hernando de Trigueros y de doña Inés Sánchez. Llegó a la Nueva España con Pánfilo de Narváez (era el único licenciado o universitario en la expedición pues tenía la titulación de “Bachiller”, o sea que era de los pocos que sabía leer y escribir, aparte de .los frailes), incorporándose al ejército de Cortés en Tepeaca acompañándolo a Texcoco y en el recorrido que hizo por el actual Estado de Morelos, mientras se construían los bergantines para el ataque definitivo a Tenochtitlán. En una de estas incursiones, los indios mataron dos mozos de espuelas de Cortés, lo cual se produjo una profunda tristeza. Entonces, el bachiller don Alonso Pérez dijo al conquistador: "Señor capitán, no esté vuesa merced tan triste, que en las guerras estas cosas suelen suceder'", Cortés le contestó que nada se había ganado con las tantas veces que había enviado a pedir la paz a Tenochtitlán, "y sólo estaba triste en pensar en los grandes trabajos que tendrían para volverla a tomar.

En el asedio de la ciudad de Tenochtitlán, Pérez capturó a un indio que dio mucha y muy útil información a los españoles. El bachiller fue uno de los que escalaron los 104 escalones del cu de Tenochtitlán, ganando ese punto tan estratégico por su altura y su localización en el centro de la Ciudad, hazaña en la que murieron más de 600 hombres de guerra que lo defendían. Estuvo también en las acciones de Pandotaba y Guatuna y en la campaña de Pánuco, por todo lo cual se le recompensó con un privilegio de armas.

Asistió al recibimiento de Catalina Suárez, la esposa de Cortés a su llegada en el  pequeño embarcadero de La Rambla, cerca de Ahualco.
     
El bachiller don Alonso Pérez estuvo mucho tiempo con Cortés y como fruto de su efectividad en combate, le fueron concedidas varias encomiendas, entre ellas la de Acamistlahuaca, cerca de Taxco y la mitad de Tezontepec, en el Estado de Hidalgo, aunque tiempo después se convirtió en enemigo del Capitán General y hasta declaró en su contra, como testigo en el juicio de residencia que se siguió al Marques del Valle de Oaxaca acusándolo de la muerte de su primera esposa.

El 24 de mayo de 1524 le fue concedido un solar en la novísima Ciudad, y fue anotado como vecino el 27 de octubre de 1525. Después de ser alcalde ordinario en 1551, con don Alonso de Aguilar en el otro oficio de justicia, siguió en el cargo de la mesta en 1552, también con Aguilar.

Desde mediados de 1525, el bachiller Pérez era letrado de la Ciudad, con un sueldo de 160 pesos de oro anuales, oficio que ocupó con ciertas intermitencias hasta 1529. En tal calidad fue uno de los letrados que "más se afirmaron" por la legitimidad del gobierno del licenciado don Marcos de Aguilar. También defendió al conquistador Juan Cansino, cuando Cortés, ante las quejas de que había hecho su amante a una joven indígena, lo sentenció a ser degollado, pero logró que se conmutara en destierro. Durante el gobierno de la primera Audiencia, Pérez actuó como fiscal del tribunal. El 28 de enero de 1529, y en nombre de Nuño de Guzmán, don Alonso presentó una petición ante el alcalde de la ciudad don Francisco Verdugo, para hacer una información sobre la exportación de esclavos de la provincia de Pánuco.

De su matrimonio con Elvira Pérez, tuvo ocho hijos y cinco hijas. Además, Alonso Pérez trajo de Castilla a un hermano suyo, con cinco hijas y dos hijos, gastando 800 pesos en su pasaje. Una de las hijas, doña Leonor Pérez, casó con el conquistador don Francisco Montaño, alférez de Pedro de Alvarado en la toma de Tenochtitlán.

Trascripción de la Real Cédula tal como la recoge Ignacio Villar Villamil en su Cedulario heráldico de conquistadores de Nueva España (Publicaciones del Museo Nacional, México 1933, Cédula nº 49). 

«Don Carlos y Doña Juana su madre, etc… Por cuanto por parte de vos el Bachiller Alonso Perez natural de la villa de Trigueros e barrio de la cibdad de Tenustitlan Mexico de la Nueva España que es en nuestras Yndias del mar Oceano nos fue fecha relacion que vos pasaste a la dicha Nueva España con Panfilo Narvaez a la conquistar e pacificar podra haber quince años poco mas o menos por su asesor en el armada de Diego Velazquez, lugarteniente de nuestro gobernador de la isla de Cuba ynvio a ella con el qual dicho Panfilo Narvaez desembarcaste en la dicha tierra y desde alli fuiste con D. Hernando Cortes que agora es Marques del Valle y le ayudastes a conquistar la dicha cibdad de Mexico con vuestras armas e caballo a tomar Un Cu grande que tenia ciento quatro escalones a manera de torre que estaba en el huchilovos peleando con los indios que en el estaban y que estando en dicho D. Hernando Cortes e ciertos españoles en la dicha cibdad cercados de los yndios en una noche saliendo por la calzada de Atacuba huyendo de los dichos indios por la mucha rpiesa que daban os echastes a nado por el agua de la dicha calzada y dexastes alli vuestro caballo e si no fuera por ciertos españoles que os acorrieron os mataran los dichos yndios e os hallastes ansi mismo en la guerra que los españoles tuvieron en el Pandotaba y en la conquista de la provincia de Tepeaca e Tescucuo y Guatina y que estando en esta provincia en unos campos salieron dos yndios armados con sus espadas e rodelas e fuistes con licencia de dicho D. Hernando Cortes vos y un francisco Bosnas y peleastes con uno de los yndios e le prendistes e truxistes asy preso al dicho Don Hernando Cortes. Y despues volvistes con el a poner cerco con vuestras armas e caballos e le ayudaste a ganar y que tambien os hallastes en la conquista de la provincia de Panuco e de otras provincias de la dicha Nueva España y reencuentros que con los yndios se tuvo donde gastastes mucha parte de vuestra hacienda e pusistes muchas veces vuestra persona a peligro de muerte e que despues que la primera audiencia real fue a la dicha tierra nos servistes en ella de nuestro fiscal y teneis en la dicha ciudad de Mexico vuestra mujer e casa poblada e nos suplicastes e pedistes por merced que en remuneracion de los dichos vuestros servicios vos mandasemos por armas un escudo hecho dos partes en la primera de la mano derecha un cu de plata sobre aguas azules e blancas en campo colorado e encima del una calzada sobre aguas y en la otra parte un tigre en salto en campo de oro e por orla cuatro cabezas de muerte con dos huesos en cada una en campo negro y en las cuatro esquinas de la dicha orla cinco hojas verdes en campo de oro. Por timble un yelmo cerrado con su rollo y dependencias e follajes de azul y oro y por devisa el dicho medio tigre o como la nuestra merced fuese, e nos acatando los dichos vuestros servicios e porque de vos e de ellos quede memoria, e vos e vuestros descendientes seays mas honrrados por la presente vos facemos merced e queremos y mandamos que podais traer y tener por vuestras armas conocidas las dichas armas de que de suso se hace mencion en vuestro escudo a tal como este según que aquí va figurado e pintado las quales vos damos por vuestras armas conocidas y queremos y es nuestra merced e voluntad que vos e vuestros hijos e descendientes dellos las ayais e tengais y podais traer poner en vuestros reposteros e casas e en los de cada uno de los dichos vuestros hijos e descendientes y en las otras partes y lugares que vos y ellos quisieredes e por bien tovieredes e por esta nuestra carta e por su traslado signado de escribano publico encargamos a Ylustrisimo Principe Don Felipe nuestro muy Caro e muy amado nieto e hijo e a los infantes, etc. Dada en la villa de Valladolid a 17 de Hebrero de 1537. -Yo el Rey.-Yo Juan de Samano Secretario de su Cesarea e Catolicas Majestades la fice escribir por mandado.-Beltrán y Carvajal-Bernal-Velazquez».

viernes, 10 de noviembre de 2017

José Moñino y Redondo. Supresión de la Compañía de Jesús. Conde Floridablanca


Uno de los personajes más influyentes y, a la vez, más desconocidos, de la historia de España. Distinguido por sus méritos con el título de conde de Floridablanca. Dedicó su vida al Derecho y a la Política, desde los más elevados cargos del Gobierno de la Monarquía hispana durante el reinado de Carlos III.

José Moñino forma parte de “la generación de los políticos de Carlos III”, que ayudaron a modernizar la Monarquía borbónica en diversos ámbitos (social, económico, político), introduciendo un reformismo inspirado en las corrientes generales ilustradas que en esos momentos comenzaban a recorrer Europa.

Su lealtad al rey y su capacidad como jurista fue ampliamente demostrada y admirada, al tiempo que legó auténticos hitos como el famoso censo promovido por él, que fue uno de los primeros realizados en Europa, y el primero español elaborado utilizando técnicas estadísticas modernas.

Retratado por Goya
José (Antonio Nolasco) Moñino y Redondo, nació en Murcia, en octubre de 1727, en el seno de una familia hidalga. Hijo de José Moñino y Gómez (nacido en 1702 y fallecido en 1786, un funcionario de la curia eclesiástica, que en 1735 fue nombrado Notario Mayor de Número y Archivista de la Audiencia) y Francisca Redondo y Bermejo, fue educado por los dominicos en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, para después continuar su formación en Orihuela, y ya desde joven, cobró notoriedad por su cultura ilustrada. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca donde, en 1748, obtiene el título de abogado y la licencia para ejercer en los Consejos y Tribunales de la Corte, comenzando a trabajar muy pronto en la tierra que le vio nacer.

Sus contactos como abogado con personajes influyentes, como el duque de Alba o Diego de Rojas, le facilitaron la entrada en el Consejo de Castilla como fiscal de lo criminal en 1766; allí establecería una estrecha relación con Campomanes -también fiscal-, consagrándose ambos en la defensa de las prerrogativas de la Corona frente a otros poderes y, en particular contra la Iglesia (regalismo). En aquel mismo año actuó contundentemente contra los instigadores del motín de Esquilache en Cuenca y apoyó la consiguiente expulsión de los jesuitas de España en 1767.

Nombrado embajador en Roma en 1772, le correspondió canalizar las tensas relaciones de Carlos III con el Papado, consiguiendo la supresión de la Compañía de Jesús (1773). El agradecimiento del rey por aquella gestión le valió el título de conde. Fue entonces cuando accedió a la Secretaría de Estado (especie de Ministerio de Asuntos Exteriores), que ocuparía por 15 años (1777-92); posteriormente se ocuparía también de la cartera de Gracia y Justicia (1782-90). También, fue caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos III.

Su actuación política estuvo en la línea marcada por otros políticos ilustrados del siglo XVIII (Giulio Alberoni, José Patiño y el marqués de la Ensenada, entre otros), orientada fundamentalmente a potenciar la Marina, fomentar las obras públicas mediante la construcción de nuevos caminos y la mejora de los ya existentes, y modernizar la agricultura. Su pretensión era transformar la sociedad en un conjunto útil y funcional, para lo cual era imprescindible “reconvertir” al grupo dirigente nobiliario en un sector “productivo”, reducir en lo posible las desigualdades fiscales y eliminar los prejuicios que afectaban al honor social y que se referían a su incompatibilidad con el trabajo. Sin embargo, no llegó a aplicar medidas destinadas a lograr una transformación de la sociedad; la modesta reforma fiscal fracasó, y no se alteró el régimen de propiedad ni se limitaron los privilegios de la alta nobleza.

Pronto se vio enfrentado, por otra parte, al «partido aragonés» que encabezaba el conde de Aranda, pues Floridablanca pretendía reequilibrar las instituciones de la Monarquía dando más peso al estilo de gobierno ejecutivo de las Secretarías de Estado y del Despacho, mientras que Aranda defendía el estilo judicialista tradicional que representaban los Consejos. En esa línea creó en 1787 la Junta Suprema de Estado (presidida por él mismo), que respondía a la idea de coordinar las distintas secretarías en una especie de Consejo de Ministros.

Floridablanca orientó la política exterior de Carlos III hacia un fortalecimiento de la posición española frente a Inglaterra, motivo por el que decidió la intervención en apoyo de los revolucionarios norteamericanos en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos (1779-83); consiguió éxitos como la recuperación de Menorca (1782) y de Florida (1783), pero también un sonado fracaso en los intentos de recuperar Gibraltar. Potenció la amistad con los príncipes italianos de la Casa de Borbón y con Portugal (esta última alianza proporcionó a España las islas africanas de Annobón y Fernando Poo en 1778).


El Censo de Floridablanca, un documento censal elaborado en España bajo la dirección del conde del mismo nombre, ministro de Carlos III, entre 1785 y 1787; es considerado como el primer censo español de población elaborado siguiendo técnicas estadísticas modernas, aunque existió uno anterior, el Censo de Aranda.

La muerte del rey Carlos III y el acceso al trono de Carlos IV no afectaron a la posición de Floridablanca, quien presidió la reacción conservadora del gobierno español frente a los temores despertados por la Revolución Francesa (1789). El temor a que la influencia de la Revolución alcanzara a España le impulsó a endurecer las medidas represivas: reforzó la frontera pirenaica para evitar la entrada de propaganda revolucionaria, ordenó la censura de libros y de todas las publicaciones periódicas, a excepción de la Gaceta, y mandó perseguir a los principales liberales reformistas (destierro de Jovellanos, caída en desgracia de Campomanes y encarcelamiento de Francisco Cabarrús). Su reacción conservadora le impidió aprovechar una ocasión inmejorable para desarrollar el programa reformista del despotismo ilustrado español.

Retrato del conde de Floridablanca, por Goya
Tras años de intrigas, en 1792, sus adversarios consiguieron que fuera destituido y encerrado en la ciudadela de Pamplona, bajo acusaciones de corrupción y abuso de autoridad. Juzgado y absuelto poco después, se retiró de la vida pública en el convento de San Francisco de Murcia, hasta que, con motivo de la invasión francesa de la Península (1808), fue llamado a presidir la Junta Suprema Central que había de organizar la resistencia, revestido con el título de Alteza Serenísima y honores de infante de España, pero falleció el 30 de diciembre del mismo año. 


A su muerte, al título de Floridablanca, en premio de las virtudes del hombre que le acababa de poseer, concedió la Junta Central grandeza de España perpetua y de primera clase, y en la catedral de Sevilla se erigió á expensas del Estado un sepulcro, en que, al lado de las cenizas del santo Rey, descansan hoy las de D. José Moñino y Redondo.

Floridablanca escribió varias obras de carácter jurídico y político. Entre ellas sobresale la Instrucción reservada para la Junta de Estado, que recoge el conjunto del pensamiento político del conde, verdadero ministro-tipo del despotismo ilustrado español. 

Se trata de uno de los más valiosos documentos para fijar el sentido del movimiento político ilustrado en España; todas las iniciativas de las corrientes dominantes en la época aparecen en este texto, que se ocupa de la defensa de las regalías y de la amortización, de la protección de las sociedades económicas y de las entidades benéficas, e incluso del régimen de pensiones en el extranjero.

martes, 7 de noviembre de 2017

Alimentos de Viejo y Nuevo Mundo. Historia de la Gastronomía



Tras el descubrimiento de América hubo un trasiego de alimentos entre el Viejo y el Nuevo Mundo, que ampliaron la cultura gastronómica de los países a uno y otro lado del océano Atlántico y España jugó un papel muy importante en todo esto, pues fue la puerta de entrada y salida de la mayoría de ellos.

Las costumbres culinarias han ido cambiando a lo largo de las épocas, en función de los alimentos disponibles en cada momento, de su abundancia, precio y de la cultura o las modas de cada país, lo que se muestra en este libro.


 
El gran pilar sobre el que se asienta la gastronomía —base de su existencia—, son los alimentos. Sin ellos nada hubiera sido posible, ni siquiera nuestra propia supervivencia. Este libro hace un minucioso recorrido por la ciencia y la historia de los alimentos más relevantes del Viejo y el Nuevo Mundo; y rescata del olvido los valores culturales que nos llevaron hacia uno de los grandes anhelos de la humanidad: la salud.


El Viejo Mundo nos aportó desde el majestuoso trigo, capaz de movilizar ejércitos y hacer caer naciones, hasta el humilde perejil, que aderezaba la sopa de los más pobres. Con ellos también viajaron dioses, pasiones, intrigas palaciegas y plagas y enfermedades. El Nuevo Mundo nos legó mitos y exóticas ambrosías, desde el omnipresente tomate, cuya salsa invade desde meriendas infantiles a despachos de Wall Street, a las increíbles y bellas giganteas. Se crearon nuevas razas, se multiplicó la producción, se descubrió el placer en las combinaciones de sus sabores y texturas y, sobre todo, de sus infinitos aromas. Se creó la cocina.

La gastronomía reúne por sí misma los avatares del ser humano: siglos de historia, leyendas sobre invencibles imperios, pueblos conquistados... logros y fracasos se encadenaban en su sólida urdimbre. La agricultura, la tecnología, la química, grandes periplos exploratorios y viajes insólitos han estado, sin planearlo, al servicio de una ciencia, la gastronómica, que sigue siendo hoy una gran desconocida.

Editorial: Almuzara
Publicación: Octubre/2017
Páginas: 272
Tamaño: 15,00 x 24,00 cm
ISBN: 978-84-17044-96-1

viernes, 3 de noviembre de 2017

Gaspar de Portolá y Rovira. Primer gobernador de California


Militar, administrador colonial y explorador. Noble de nacimiento, fue soldado, gobernador de California (tanto de la Baja como de la Alta) desde 1767 hasta 1770, explorador y fundador de San Diego y Monterrey, en California. En su vida militar estuvo destinado en Italia y en Portugal.


Gaspar de Portolá y Rovira, “segundón de la familia”, nació en Balaguer (Lérida) alrededor de 1717, pues no existe absoluta certeza de la fecha al no encontrarse la partida de nacimiento. Perteneciente a una familia noble catalana con importantes servicios a la Corona, Gaspar de Portolá era el tercer hijo (hermano de Antón y Francesca) de Francisco de Portolá y Subirá barón y señor de Castellnou de Montsec. El linaje de los Portolá tenía posesiones en Angers, Balaguer y Artiés (Valle de Arán) y de su segunda esposa, Teresa de Rovira y Sanispleda (la primera fue Maria de Bardaxi y Lussan), descendiente de una noble familia de la ciudad de Solsona y sobrina del prior del convento de San Cugat del Vallés, en donde ambos contrajeron matrimonio. En este convento se había refugiado don Francisco tras apoyar la causa del archiduque Carlos de Austria, bando que fue derrotado por las tropas del primer borbón de España, Felipe V. 

Armas de los Barones de Castellnou de Montsec
Torre de los Portolá, en el Valle de Arán
El joven Gaspar, a los 17 años de edad, ingresó de alférez en los Regimientos de Dragones de Villaviciosa, compañía levantada por el coronel Manuel de Sentmenat y Oms. El 23 de abril de 1742 fue incorporado con el mismo grado de alférez al Regimiento de Numancia, en la compañía de Francisco Farrús, ascendiendo el 26 de abril de 1743 a teniente de Dragones y Granaderos de Numancia y el 31 de julio de 1764 a capitán de esta misma compañía, que, con el nombre de Regimiento de Dragones de España, fue destinada a servir en el virreinato de la Nueva España. Al llegar a México (1764), Portolá era un experimentado militar que había participado en diversas acciones en Italia, siendo herido en la batalla de la Madonna del Olmo, y en la campaña de Portugal durante la Guerra de los Siete Años.

El marqués Carlos Francisco de Croix, virrey de Nueva España, envió al regimiento capitaneado por Gaspar de Portolá y bajo el mando del coronel Domingo Elizondo a pacificar la región de Sonora en 1767. Hacia esta provincia del noroeste de México se dirigió el regimiento, deteniéndose en la ciudad de Tepic (Nayarit) por la demora en la conclusión de los barcos que se estaban construyendo en el cercano puerto de San Blas para transportarlos. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas, ordenada por Carlos III en 1767, obligó a los integrantes de la expedición de Sonora a desviar hombres y caudales para reunir y deportar a los padres de las misiones del noroeste del virreinato. Gaspar de Portolá fue encargado de expulsar a los jesuitas de la península de Baja California, trasladándose hasta allí en 1768 para realizar esta importante misión. Al mismo tiempo, y cumpliendo la orden real de nombrar gobernadores donde no hubiesen, Portolá fue elegido gobernador de California por el virrey de Nueva España, dando las primeras órdenes para impedir el colapso de las misiones desde su llegada a Loreto, capital y misión pionera de la península. La falta de instrucciones y la interrupción de los suministros de granos y otros bastimentos desde las misiones jesuitas de Sonora y Sinaloa llenó de incertidumbres al nuevo jefe de California, quien tuvo que esperar la llegada del visitador general José de Gálvez para innovar en el gobierno.


José de Gálvez -más tarde ministro de Indias (1775-1787- lo eligió para comandar la expedición militar que ocupó San Diego y Monterrey en 1769 y 1770, primer capítulo de la colonización española de la Alta California. Dicha expedición estaba dividida en dos secciones: una marítima (con dos barcos, el San Antonio y el San Carlos, que partieron del puerto de La Paz y navegaron de forma separada) y otra terrestre. Esta última también se dividió en dos partes: la primera mandada por el capitán de la Compañía de cuera de Loreto Fernando de Rivera y Moncada, que llevaba al franciscano Juan Crespi, al pilotín José Cañizares, 25 soldados y numerosos indios de las misiones jesuitas. La segunda fue mandada por el gobernador Portolá, llevando en su compañía a fray Junípero Serra y al sargento José Francisco de Ortega, junto a varios soldados de cuera, criados e indios de las misiones. El grupo, que había salido de Loreto (Baja California Sur) el 9 de marzo de 1769, siguió los pasos de la primera partida, alcanzando el puerto de San Diego el 1 de julio. Portolá decidió que un grupo prosiguiera las exploraciones para buscar el puerto de Monterrey, viaje que realizaron entre el 14 de junio y el 24 de enero de 1770 y, aunque no lo localizaron, sí descubrieron el de San Francisco a principios de noviembre*. 

*El 2 de noviembre un grupo de avanzada llegó a la cima de una colina y vio ante sí una gran extensión de agua. La expedición de Gaspar de Portalá acababa de descubrir la bahía de San Francisco. En un primer momento los exploradores lo identificaron con la bahía de Cermeño pero el puerto que al que acababan de llegar iba a ser mucho más trascendente para los intereses de la Corona que lo que la bahía de Monterrey jamás podría llegado a ser. La abundancia de agua potable, leña y lastre, el clima frío y saludable, la escasez de molestas nieblas, y la afabilidad de los indios que encontraron,  hacían de él un lugar perfecto para un asentamiento.

El “Gran Puerto de San Francisco” como pasaría a conocerse la escondida bahía, fue definitivamente asentado sobre el mapa para orgullo de la Corona. El ansiado puerto se convirtió en la escala necesaria entre el Norte y las Filipinas, a través del océano Pacífico. 

La llegada de bastimentos a San Diego en el paquebote San Antonio el 23 de marzo, capitaneado por Juan Pérez, animó a Portolá a emprender nuevamente la búsqueda. El 17 de abril de 1770 partió Portolá, acompañado por el oficial Pedro Fages, doce Voluntarios Catalanes, siete soldados y cinco indios nativos de Baja California Sur y después de 36 días de viaje, la expedición terrestre llegó a Monterrey el 24 de mayo de 1770. El resultado fue afortunado, tomándose posesión del puerto de Monterrey el 3 de junio de 1770. Siguiendo con las órdenes reales, se fundó un presidio y una misión bajo la advocación de San Carlos Borromeo.


Concluidos los trabajos, Gaspar de Portolá dejó el puerto de Monterrey el 9 de julio en compañía del ingeniero Miguel Constanzó y llegó a San Blas el 10 de agosto de 1770 a bordo del paquebote El Príncipe, comandado por Juan Pérez. En su lugar dejó al teniente Pedro Fages al frente del presidio de Monterrey. El rey Carlos III le otorgó el grado de teniente coronel el 5 de enero de 1771 en atención a sus servicios. El 26 de mayo de 1771 pidió a Carlos III una licencia de dos años para encargarse de un pleito familiar. Se desconoce la fecha de su llegada a España, pero el 30 de septiembre de 1774 el rey le concedió la “agregación en el estado mayor de la plaza de Barcelona” con sueldo de 540 reales de vellón. Realizó numerosos viajes a su ciudad natal, donde aparece en varios pleitos y asuntos judiciales, incluso otorgando poderes ante el notario Sociats de Balaguer antes de marchar de nuevo a México.
 
Carlos III lo nombró gobernador de Puebla de los Ángeles el 9 de junio de 1776 con 4.000 pesos de sueldo. El 23 de febrero de 1777 se produjo la jura del cargo. Además, el monarca lo ascendió a coronel de dragones por real cédula del 28 marzo de 1777, la que Portolá recibió el 5 noviembre del mismo año. La hoja de servicio señala que: “desempeña lo que se le manda y tiene valor y conducta”.

Por Real Decreto del 20 de agosto de 1785, Gaspar de Portolá fue nombrado coronel del Regimiento de Numancia, y el 9 de febrero de 1786 fue elevado a teniente del rey de la plaza y castillos de Lérida, estando bajo las órdenes del gobernador, el mariscal Blonde, quien inició una serie de reformas sanitarias y urbanísticas en la ciudad de gran importancia. A causa de una enfermedad, Portolá dejó de acudir al ayuntamiento a principios de agosto, despachando desde su casa, donde falleció el 10 de octubre de 1786 a consecuencia de una apoplejía, siendo enterrado en la parroquia de San Francisco de Asís.


Nota: La actual ciudad de Portolá, en la bahía de San Francisco, le debe su nombre.