lunes, 25 de febrero de 2019

La Sala de Hijosdalgo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid


La Sala de Hijosdalgo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid era el tribunal de justicia para todos los asuntos, civiles o criminales, en los que al menos un litigante era de condición hidalga, y para todas las causas de hidalguía, siendo éstas últimas las mayoritarias. También juzgaba los asuntos de alcabalas. 

Con Carlos III, en 1771* se determina que las salas de Hijosdalgo de las chancillerías de Valladolid y Granada se erigieran en segundas de lo criminal, aunque manteniendo sus propias funciones, ya que los asuntos de hidalguía habían disminuido en gran cantidad.


En un principio, la Sala de Hijosdalgo estaba formada por dos alcaldes y por los notarios de los reinos de Castilla, Toledo y León, que tenían la competencia sobre los asuntos de alcabalas. Los alcaldes, junto con los notarios correspondientes, juzgaban todos los pleitos y asuntos de hidalguía o referentes a hidalgos. Cuando en 1572 desaparecen los notarios, los asuntos de alcabalas pasan a resolverse en la Sala de Hijosdalgo, que aumenta en un alcalde y, en 1619, se crea la cuarta alcaldía de la Sala de Hijosdalgo. Aunque normalmente solía haber más alcaldes, éstas eran plazas supernumerarias que se creaban para cubrir ausencias, bajas por enfermedad o vacantes.

Además de los alcaldes y del presidente de la Chancillería, la sala de Hijosdalgo contaba con distintos cargos judiciales y oficiales dedicados a su funcionamiento, algunos de los cuales eran comunes al resto de salas de la Chancillería. Así, en el momento de existencia de mayor número de personal, ésta se componía de uno de los dos fiscales de la Chancillería, con su agente fiscal, que ejercía sus funciones también en la salas de lo Civil, dos escribanías de las diecinueve existentes; uno de los diecisiete relatores de la Chancillería; diez diligencieros; y uno de los once porteros de la Chancillería, que compartía con la sala de Vizcaya.

 Comunes al resto de salas de la Chancillería eran el repartidor y tasador de pleitos; el receptor de penas de cámara; treinta procuradores; veinte agentes; seis contadores; un alguacil mayor; seis alguaciles; y un pagador. La sala de Hijosdalgo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid tenía competencia sobre todos los asuntos relacionados con los hidalgos dentro del ámbito de actuación de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Procesaba tres asuntos de diferente índole:

1.- El pleito propiamente dicho de hidalguía, que podía concluir con la carta ejecutoria.

2.- El expediente provisional, por el que la sala expedía una real provisión de dar estado conocido.

3.- Las probanzas ad perpetuam rei memoriam.

Las sentencias de los pleitos de hidalguía o relativos a hidalgos, pronunciadas por los alcaldes de hijosdalgo, se podían apelar ante una de las cuatro salas de lo civil, dictando los oidores sentencia de vista. De ésta se podía apelar a la misma sala, dictando entonces el presidente y oidores sentencia de revista, con la que el pleito quedaba fenecido. El escribano seguía siendo el correspondiente a la Sala de Hijosdalgo. Los notarios entendían en primera instancia y en apelación en los pleitos de alcabalas. En primera instancia atendían los pleitos de los vecinos del lugar de residencia de la chancillería y cinco leguas a la redonda, y se podía apelar a las salas de lo Civil y ante los contadores mayores. En apelación, los pleitos que se hubieran juzgado en primera instancia por las justicias locales del reino. Si la sentencia era confirmatoria de la anterior, no se podía suplicar más. Si era contradictoria, se podía suplicar ante los oidores.



*En 1767 la Corona inició un expediente sobre la conveniencia de transformar en criminales las salas de Hijosdalgo de ambas Chancillerías, la de Valladolid y la de Grandad. Como resultado del mismo, el 13 de enero de 1771 Carlos III ordenó que las salas de hijosdalgo de las dos Chancillerías se erigieran en criminales, por lo que a partir de este momento los alcaldes de hijosdalgos de la Chancillería de Valladolid resolverán, además de las causas de hidalguía, los pleitos criminales del tribunal.


Para poder optar a ser escribano de Hijosdalgo, la edad mínima que se debía tener era de 25 años y ser de condición hidalga. De forma rotatoria se constituían en escribanos semaneros de la sala de la que dependían, desempeñando funciones administrativas de la sala y de canalización de documentos a las escribanías correspondientes. Los notarios de los reinos contaban cada uno con su correspondiente escribanía, y eran nombrados por el notario correspondiente. Cuando en 1572 desaparecen las escribanías, sus escribanos quedaron adscritos a los alcaldes de Hijosdalgo en lo relativo a los asuntos de alcabalas, que desde entonces pasaron a ser juzgados por los alcaldes. Finalmente los escribanos de alcabalas desaparecerían, pasando sus negocios a ser llevados por las dos escribanías de Hijosdalgo.

Para saber más:

- VARONA GARCÍA, María Antonia. La Chancillería de Valladolid en el reinado de los Reyes Católicos. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1981.

- MARTÍN POSTIGO, María de la Soterraña, y DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ, Cilia. La sala de Hijoadalgo de la Real Chancillería de Valladolid. Valladolid: Ámbito, 1990.

viernes, 22 de febrero de 2019

Pedro de Mendoza. Primer Adelantado del Río de La Plata. Fundador de Buenos Aires


A pesar de que las expediciones enviadas al Río de la Plata habían tenido resultados poco felices, estas tierras seguían tentando el interés de los conquistadores por su condición de entrada hacia la Sierra de la Plata. En 1534, el rey de España, preocupado por las incursiones de los portugueses, nombró primer adelantado del Río de la Plata a don Pedro de Mendoza, a quien ordenó que, además de conquistar y tomar posesión de las tierras que hallase, fundara tres fortalezas. 

Pedro de Mendoza y Luján era un hidalgo nacido en Guadix (Granada) hacia 1499. Su padre, Fernando de Mendoza Luna y Sandoval de la Vega pertenecía a la aristocracia castellana dedicada al comercio, y su madre llamada Constanza de Luján, una hija del comendador de la Orden de Santiago y regidor de Madrid, Diego Luján de Villanuño y de su esposa, Catalina de Lodeña y Solís. Por tanto, Pedro pertenecía al linaje de los Mendoza, titulares del Ducado del Infantado. Como paje de cámara de Carlos I llevó una vida cortesana y también guerrera (combatió contra los franceses en Italia). Fue nombrado Caballero de Alcántara en 1524 y, años más tarde, de Santiago. 
 
Monumento a Pedro de Mendoza en Buenos Aires

Por capitulaciones de 1534, el rey Carlos I le puso al frente de una expedición destinada a penetrar en el interior de Sudamérica desde sus costas orientales, adelantándose a los portugueses en la carrera por alcanzar las fabulosas riquezas de las que hablaban las leyendas indígenas (referentes, sin duda, al imperio incaico). El mismo Mendoza financió la expedición, obteniendo a cambio amplios poderes de conquista y colonización como adelantado, gobernador y capitán general de un extenso territorio. Realizados los preparativos del viaje, partió el adelantado en agosto de 1535, con trece navíos y unas mil ochocientas almas, incluyendo a varios mayorazgos y a Rodrigo de Cepeda, hermano de Santa Teresa de Ávila. Llegado al Río de la Plata a comienzos del año siguiente, levantó en su margen derecha un fuerte al que llamó* Puerto de Nuestra Señora de Santa María del Buen Aire (3 de febrero de 1536).

 *Pedro de Mendoza  llamó al sitio así para cumplir una promesa a la Patrona de los Navegantes de la que era miembro. En efecto, “Buen Ayre” era la castellanización del nombre de la Virgen de Bonaria, es decir, de la Virgen de la Candelaria a quien los padres mercedarios habían levantado un santuario para los navegantes en Cagliari, Cerdeña, y que era venerada también por los navegantes de Cádiz, España. Este asentamiento, aún sin dejar signos visibles, marcó el camino para la posterior fundación de Juan de Garay en el año 1580.

Buenos Aires (hacia 1536)
Al poco tiempo, los habitantes de aquella modestísima población empezaron a padecer el azote del hambre y los ataques de los indígenas, quienes, tras un comienzo amistoso, se habían vuelto hostiles y se negaban a proporcionarles ayuda y alimentos. Mendoza envió entonces a su hermano Diego hacia la región del Delta al frente de un grupo de trescientos soldados y veinte jinetes en busca de víveres, pero los aborígenes los atacaron. En el combate, que se denomina de Corpus Christi por la celebración religiosa de ese día, 15 de junio de 1536, los indios vencieron y exterminaron a dos tercios de las tropas españolas, incluido el capitán Diego.

En diciembre de 1536 miles de indios querandíes consiguieron por primera vez vulnerar las defensas de la ciudad de Buenos Aires, penetrar en ella e incendiarla, provocando casi su destrucción total. 

El cronista Ulrico Schmidl, testigo de aquellos momentos, nos brinda un relato del incendio: "Mientras parte de los indios marchaban al asalto, otros tiraban sobre las casas con flechas encendidas, para que no tuviéramos el tiempo de atender a ambos y salvar nuestras casas, las, flechas que disparaban estaban hechas de cañas y ellos las encendían en la punta. También hacían flechas de otro palo que, si se los enciende, arde y no se apaga y donde cae, allí comienza a arder: (...) En este ataque quemaron también cuatro buques grandes, que se hallaban a una media legua de nuestra ciudad de Buenos Aires."
Pedro de Mendoza, junto con algunos españoles, consiguió escapar a la matanza, y más tarde se encaminaron al norte para refugiarse en el fuerte de Sancti Spíritus, que había sido establecido sobre el río Carcarañá diez años antes por Sebastián Gaboto. Desde allí, y cumpliendo órdenes del adelantado, su segundo, el capitán Juan de Ayolas había partido con trescientos expedicionarios remontando el río Paraná, pero su misión resultó un fracaso y tuvo que regresar al fuerte.

El capitán Juan de Ayolas
Rio arriba -por el Paraná primero y luego por el Paraguay-, Ayolas había llegado entretanto a un lugar que llamó La Candelaria. Dejó allí parte de sus hombres, al mando de Domingo Martínez de Irala, y partió hacia la ambicionada Sierra de la Plata, en busca de riquezas, pero cuando ya regresaba con un espléndido botín, cayó en una emboscada de los indios y fue muerto con todos sus compañeros. Irala emprendió entonces el retorno aguas abajo y se detuvo al llegar al fuerte de la Asunción que Juan de Salazar -otro de los acompañantes de Mendoza- había levantado el 15 de agosto de 1537 en la margen izquierda del río Paraguay. Instalado en Asunción, Irala tomó el mando en reemplazo del infortunado Ayolas.


Mientras Ayolas remontaba el Paraná y el Paraguay, el adelantado Mendoza, que se sentía muy enfermo (parece ser que tenía sífilis) y, en vista de que sus dolencias empeoraban, resolvió volver a España, tras designar a Ayolas su sucesor en la conquista. Mendoza murió durante la travesía del Atlántico, en junio de 1537 y su cuerpo fue arrojado al mar.


Buenos Aires volvió a ser reconstruida con posterioridad, tras de zarpar Mendoza hacia España pero, finalmente, ante el asedio constante de los nativos, fue despoblada e incendiada por sus 350 habitantes a finales de junio de 1541*, decidiendo marcharse hacia el norte, a la ciudad de Asunción (en Paraguay) capital del Río de la Plata durante los primeros ochenta años, pues Martínez de Irala había decidido concentrar en dicha población a todos los españoles. El primer intento de conquista y colonización en la región del Río de la Plata había fracasado.

En 1538 llegó a Buenos Aires Alonso Cabrera, portando una real cédula del Emperador, cuyo contenido rezaba que "si al tiempo que allá llegareis fuese muerta la persona que dejó por su Teniente Don Pedro de Mendoza ... y éste al tiempo de su fallecimiento o antes no hubiese nombrado Gobernador, y los conquistadores y pobladores no lo hubiesen elegido: vos mandamos que en tal caso hagáis juntar los dichos pobladores... para que... elijan en nuestro nombre por Gobernador y Capitán General... a la persona que según Dios y sus creencias parezca más suficiente para el dicho cargo; y la persona que así eligiesen todos en conformidad o la mayor parte de ellos, use y tenga el dicho cargo... Lo cual vos mandamos así se haga con toda paz y sin bullicio ni escándalo.” 

*Pedro de Mendoza había dejado como teniente de gobernador a Juan de Ayolas; y éste –que para entonces ya había sido muerto por los indios- lo hizo en Domingo Martínez de Irala que, de esta manera, acabó por ejercer el gobierno del Río de la Plata y trasladándose a la Asunción ordenó la despoblación de Buenos Aires en 1541. Para entonces, de las 1800 almas llegadas en la armada de Mendoza, “en toda la conquista no había más que trescientos cincuenta hombres…”

Cuarenta y cuatro años después de la primera fundación, en 1580, volvería a alzarse otra Buenos Aires a orillas del estuario. La empresa estuvo a cargo de Juan de Garay, Garay residía en Asunción y había fundado en 1573 la ciudad de Santa Fe.

La Leyenda del Rey Blanco

La leyenda del Rey Blanco motivó a los conquistadores españoles para asentarse en la cuenca del Rio de la Plata, alentando la colonización y conquista de los territorios de la actual Argentina y Perú por parte de la Corona de España.

lunes, 18 de febrero de 2019

XV Seminario de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía. Organiza UNED y RAHE



Bajo el título “Rito, Ceremonia y Protocolo, espacios de sociabilidad, legitimación y trascendencia”, la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Real Asociación de Hidalgos de España celebrarán, los próximos día 6 y 7 de marzo de 2019, el XV Seminario anual de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía.

El seminario se organiza bajo la dirección de los doctores don Feliciano Barrios, y don Javier Alvarado, de la UNED, y se celebrará en la sede de la Real Asociación de Hidalgos (c./ Jenner, 6  28010 Madrid).



MIÉRCOLES 6 DE MARZO:

09.30 horas: “A modo de presentación del Curso: Poder, Derecho y Ceremonial”, por Feliciano Barrios, Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones, secretario de la Real Academia de la Historia y director del Master de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía de la UNED.

10.30 horas: “Los retratos jerarquizados en los sellos”, por Faustino Menéndez Pidal, académico de número de la Real Academia de la Historia y profesor del Master de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía de la UNED.

11.30 horas: pausa-café.

12.00 horas: “Ceremonias de presentación e identificación de recién nacidos en la corte española”, por Antonio Manuel Moral Roncal, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares.

13.00 horas: “El Derecho ante la fe: la ¿neutralidad? religiosa en el ámbito laboral”, por Almudena Rodríguez Moya, profesora titular de Derecho Eclesiástico del Estado de la UNED.

14.00 horas: Refrigerio cortesía de la Real Asociación de Hidalgos de España.

15.30 horas: “La recepción de embajadores de la Orden de Malta ante la Corte de España”, por Carlos Pérez Fernández-Turegano, profesor titular acreditado de Historia del Derecho Español en la Universidad CEU San Pablo de Madrid.

16.30 horas: “Ceremonial y protocolo en la Universidad del siglo XXI”, por Jorge Montes Salguero, profesor titular de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

17.30 horas: pausa-café.

18.00 horas: “Preseas y uniformes: usos y costumbres en las corporaciones nobiliarias españolas”, por Carlos Nieto Sánchez, profesor asociado de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid.

19.00 horas: “Rituales de degradación y expulsión en el ámbito de la milicia”, por Juan Carlos Domínguez Nafría, catedrático de Historia del Derecho de la Universidad San Pablo CEU y académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.


JUEVES 7 DE MARZO:

10.00 horas: “El ceremonial masónico; ¿cómo era una Tenida en el siglo XVIII?”, por Javier Alvarado Planas, Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones y director del Master de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía UNED.

11.00 horas: "Las Cofradías y Hermandades de Nobles en Castilla en la Edad Moderna", por Manuel Ladrón de Guevara e Isasa, tesorero de la Real Asociación de Hidalgos de España y profesor de la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria de la Real Asociación de Hidalgos de España.

12.00 horas. pausa-café.

12.30 horas: “El corazón de palacio: el ceremonial de la capilla real del portugués Manuel Ribeiro”, por don Félix Labrador Arroyo, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad Rey Juan Carlos.

13.30 horas: “Nápoles y la Santa Sede: imágenes de una infeudación (siglos XIII-XVIII)”, por José Mª de Francisco Olmos, profesor titular de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad Complutense y director académico de la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria de la Fundación Cultural Hidalgos de España.

14.30 horas: Refrigerio cortesía de la Real Asociación de Hidalgos de España.

16.00 horas: “Ritos, actos y ceremonias de ingreso en las primeras Maestranzas de caballería”, por Beatriz Badorrey, profesora titular de Historia del Derecho y de las Instituciones UNED.

17.00 horas: “Feudalidad en los condados catalanes: realidad y protocolos de fidelidad y de desnaturalización, a través de ejemplos del linaje de los Vizcondes de Gerona-Cabrera”, por Ernesto Fernández-Xesta, director de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía.

18.00 horas: pausa-café.

18.30 horas: “Paradojas de la modernidad: decadencia de los ritos y formalidades sociales e hiperregula-ción burocrática y normativa”, por Fernando García-Mercadal, académico de número de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía y general auditor del Cuerpo Jurídico Militar.

19.30 horas: “Los tratamientos honoríficos en el ámbito de la nobleza española (siglos XIII- XX)”, por Jaime de Salazar y Acha, académico de número de la Real Academia de la Historia y profesor del Master de Nobiliaria, Heráldica y Genealogía de la UNED.

jueves, 14 de febrero de 2019

V Jornadas de formación de la Orden Constantiniana de San Jorge



La Real Comisión para España de la Orden Constantiniana organiza, con la colaboración de la Delegación de Aragón-Navarra-La Rioja, las V Jornadas nacionales de formación dirigidas a Caballeros, Damas y Eclesiásticos de esta Orden; así como también a amigos, postulantes o aquellos que ingresarán en un futuro próximo.


El objetivo de las jornadas es doble: dar a conocer mejor la Orden, su Historia y retos de futuro a que se enfrenta; y crear un marco de fraternal convivencia en el que todos los que forman parte de la Real Comisión para España, cuyo presidente es el Excmo. Sr. Duque de Linares (G. de E.), y su VP el Excmo. Sr. D. Francesc-Xavier Montesa i Manzano, puedan conocerse mejor, realizar sugerencias y cambiar impresiones.

Esta quinta edición de las Jornadas Nacionales se celebrará los próximos días 23 y 24 de marzo en Zaragoza, y contará con la asistencia del Gran Maestre de la Sacra Milicia, S.A.R. Don Pedro de Borbón-Dos Sicilias y Orléans, Duque de Calabria.


Durante las mismas se realizará una ofrenda a Nuestra Señora del Pilar, seguida de un homenaje al I Duque de Montemar en su sepulcro de la basílica.

Las Jornadas continuarán con una eucaristía en la Iglesia de San Fernando, seguida de un vino español en la residencia de oficiales del CRM (Centro Regional de Mando). Asimismo se pronunciarán varias conferencias y una visita comentada a la Seo de San Salvador y al Museo de Tapices.

Seo de San Salvador_Zaragoza
El precio de la Matrícula de las Jornadas se ha establecido en 100 euros.

 
Contacto: Alberto García Mir

viernes, 8 de febrero de 2019

San José de Calasanz. Sacerdote, pedagogo y santo



Fundó la primera escuela cristiana popular de Europa. Fundador de los Padres Escolapios. Patrono universal de las escuelas populares católicas.

Persona abierta a la realidad circundante, recibió el impacto de las ideas y problemas que le rodeaban, y con su compromiso personal contribuyó al progreso de las ideas y a la solución de los problemas.

San José de Calasanz, llamado también de la Madre de Dios, nació en Peralta de la Sal (Huesca) en 1557. Era el menor de cinco hermanos, hijo de Pedro de Calasanz y de Mur, infanzón, herrero y alcalde del pueblo, y de María Gastón y de Sala.

 
Con 12 años dejó su pueblo y se fue a estudiar a Estadilla, situado a unos 20 km, como internado en el colegio de los padres Trinitarios, pasando a estudiar más tarde filosofía y leyes en Lérida, recibiendo el doctorado en leyes. Posteriormente, completó con honores cursos de teología en Valencia y Alcalá de Henares (Madrid).

A los 14 años, surgió en él la vocación sacerdotal. En un primer momento no contaba con la aprobación paterna, pues su padre pensaba que José debía encargarse de la administración de las propiedades de la familia, pero acabó ordenado sacerdote en 1583, iniciando su ministerio sacerdotal en la diócesis de Albarracín (Teruel), donde el obispo Juan de la Figuera lo envío, estando dos años.

El obispo de Urgel, Andrés Capilla, lo nombró su teólogo, confesor y vicario general. Aconsejado por el obispo, Calasanz se va a Roma en 1592. En principio estuvo de preceptor de nobles, pero en sus visitas al Transtévere puso ver grupos de niños abandonados, sin instrucción de ninguna clase, lo que conmovió su espíritu y vio que su vocación debía dedicarse a la enseñanza de los desamparados, y a ello consagró su larga vida.

José entró en Roma en la cofradía de la Doctrina Cristiana que se dedicaba a enseñar religión a los niños, que recogían de las calles para llevarlos a las clases. En él surge la idea de crear una escuela gratuita abierta a todos los niños; sin embargo, casi todos la rechazan excepto unos sacerdotes que le ofrecieron una vieja sacristía en un barrio pobre de Roma, y así, en la iglesia de Santa Dorotea se creó, en 1597, la primera escuela estable (y gratuita) de Calasanz, con la ayuda de otros profesores, a los cuales contagió su entusiasmo. El Papa Clemente VIII dio una contribución anual y muchos otros aportaron fondos para esta gran obra. En corto tiempo, José tenía mil niños bajo su cuidado y, desde ese momento, dedicará toda su vida a una misma idea: abrir las puertas de las escuelas a todos y, muy especialmente, a los más necesitados.

Antes de cumplir los 6 años de su estancia en Roma, el río Tíber se desborda, provocando una gran inundación catastrófica. Como resultado de ésta, hubo más de dos mil muertos y centenares de familias pobres quedaron sin techo y sin alimentos. Calasanz, con gran integridad, trabajó en la operación de ayuda a los afectados.



José de Calasanz fue uno de los precursores de la pedagogía moderna, aunque no compuso una obra estrictamente monográfica sobre ese tema, sino que esparció su teoría sobre la educación en diversas cartas, reglamentos y escritos de carácter práctico. Creó, organizó y sistematizó la enseñanza escolar graduada por niveles y ciclos en la enseñanza primaria y una cierta formación profesional. Los alumnos hacían lecturas individuales con el maestro y se corregían entre ellos. Las clases duraban dos horas y media por la mañana y otro tanto por la tarde. Los alumnos aprendían a leer indistintamente en latín y en lengua vernácula y cada cuatro meses se hacía un examen general en todas las escuelas. Terminadas las clases, los maestros acompañaban a sus alumnos hasta sus casas.

Calasanz mantuvo el latín, pero fue un gran defensor de la lengua vernácula, y en ella estaban escritos los libros escolares, incluso los destinados a la enseñanza del latín.

En 1602 alquiló una casa en Sant´Andrea della Valle y comenzó la vida comunitaria con sus asistentes. A sus institutos educativos los llamó "Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios. Después de unos años ya había escuelas en muchos lugares de Italia y en algunos otros países europeos.

La obra calasancia, que tituló Escuelas Pías de la Madre de Dios, pronto se extendió por todo el mundo difundiendo la divisa calasancia de: Piedad y Letras. Puso su obra bajo la advocación de María a la que tuvo una entrañable devoción, y su anagrama figura en el escudo de la orden.


José de Calasanz fue llevado a los tribunales por una denuncia falsa de un compañero de la Congregación y le quitaran el cargo de Superior General, y la Santa Sede determinó acabar con la congregación que había fundado. Después, cuando se descubrió la falsedad de la denuncia le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada


Murió el 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años. Fue beatificado un siglo más tarde, el 7 de agosto de 1748, y canonizado por Clemente XIII, el 16 de julio del 1767. Al tercer centenario de su muerte y segundo de su Beatificación en 1948, Pío XII declaró a Calasanz Celestial Patrono ante Dios de todas las escuelas populares cristianas del mundo. En homenaje nacional el relicario conteniendo su lengua y corazón fue trasladado a España desde Roma. Su fiesta se celebra el 25 de agosto.

martes, 5 de febrero de 2019

Juan F. de Aguirre y Uztáriz. Precursor de la historiografía en el Río de la Plata


Se traslada a la América meridional en calidad de comisario y como teniente de fragata de la Real Armada para resolver cuestiones de la demarcación de límites entre España y Portugal como consecuencia del tratado preliminar de San Ildefonso de 1777, En las tierras del virreinato del Río de la Plata estuvo 16 años, realizando constantes viajes y exploraciones.

Una misión de reconocimiento que le permitió reunir una voluminosa fuente de información con numerosas anotaciones, que el navarro, con disciplina científica, registró y organizó en varios libros a los cuales los acompañó con diferentes y extensas notas y documentos.

Juan Francisco de Aguirre y Uztáriz, hijo legítimo de D. Joaquín de Aguirre Gaztelú y de Dña. Josefa Uztáriz Gaztelú, dueños que fueron del Palacio de Cabo de Armería denominado Aguirre, sito en el mismo lugar, nació en Donamaría (situado en en el valle de Lerín y perteneciente a la Merindad de Pamplona / Navarra) el 18 de agosto de 1758, siendo el menor de siete hermanos. Poco antes de cumplir los 14 años, ingresó en la Real Compañía de Nobles Guardias Marinas como “caballero aspirante”, en abril de 1772, (exp. nº 1673), una vez que hubo demostrado su condición de linaje noble (hidalgo), algo necesario entonces en la carrera de oficiales de la marina de guerra.

Palacio Aguirre
Hizo su estreno como oficial de la armada, en un viaje a Filipinas a bordo de la fragata “Rosalía”, que mandaba el célebre Juan de Lángara y Huarte, entonces Capitán de Fragata. Al año siguiente realizó cruceros científicos y de observación por el Mediterráneo y las costas africanas, siendo ascendido a Alférez de Fragata.

Tomó parte en la malograda campaña contra Argel, subordinado al Jefe de Escuadra González Castejón, y bajo el mando militar supremo del Teniente General Alejandro O'Reilly. En 1776 le llegan los despachos de Alférez de navío y zarpa hacia el Perú. De vuelta recibe en Cádiz su ascenso a Teniente de Fragata, y, a mediados de 1779, en la guerra de España aliada de Francia contra Inglaterra, participa en ella, navegando por el Canal de la Mancha y el sitio de Gibraltar.

En 1781, siendo ya Teniente de Navío, se le confiere el nombramiento de “Comisario”, con encargo de emprender la tarea de marcar la frontera entre España y Portugal en sus posesiones de América del Sur, conforme al tratado preliminar de San Ildefonso (1 de octubre de1777). El Rey acababa de concederle la merced de un hábito en la Orden de Alcántara, y estaba preparando las pruebas correspondientes para su ingreso, cuando tuvo que partir al lejano virreinato de Rio de la Plata, llegando en febrero de 1783 a Buenos Aires, en donde hace un exhaustivo relato de todo lo que va observando, por las calles y ciudades.

Virrey Vértiz
A la sazón, el Virrey Vértiz, debido a la poca diligencia que ponían los portugueses en concretar el envío de comisiones a la zona fronteriza con Paraguay, despachó a Félix de Azara hacia Rio Grande do Sul, a fin de combinar con las autoridades allá, la forma de dar principio a los demorados trabajos demarcatorios. Y como Azara volviera a Buenos Aires con la noticia de que en São Paulo estaban a punto de salir las esperadas comisiones lusitanas, nombró el Virrey las cuatro partidas expedicionarias españolas, formando parte de una de ellas Juan Francisco.

El 30 de diciembre de 1783, el Comisario Aguirre al frente de su 4ª partida Azara, al mando de la 3ª se adelantaba por tierra hacia la Asunción, salió en dos barcos, desde el fondeadero de Las Conchas, con destino al Paraguay. Y tras 116 días de navegación fluvial arribaron, Aguirre y los suyos, a dicha ciudad paraguaya en mayo de 1784. Ambas expediciones iban a recorrer sobre el terreno toda la línea — no definitivamente ajustada en el tratado de San Ildefonso — que arrancaba del primer río de gran caudal situado al oeste del Paraná, hasta el desaguadero del rio Jaurú.

Mas la demora de los portugueses en acudir a esa frontera se prolongaba deliberadamente, pues estimó su gobierno que lo convenido en 1777 desfavorecía sus intereses en América. Daban largas a la traza de límites en el norte paraguayo, a la espera de otro tratado de paz general — ahora entre España, Francia e Inglaterra — del que se podría obtener, de rebote, alguna ventaja mayor.

Cabildo de Buenos Aires, hacia 1831
Debido a dichos motivos, Juan Francisco hubo de permanecer dos años en la Asunción; y se dedicó a los estudios históricos, topándose con la crónica descubridora y de la conquista rioplatense “La Argentina manuscrita" o Historia del Descubrimiento, Conquista y Población del Río de la Plata, por Ruy Díaz de Guzmán.                Leer libro

La Argentina manuscrita, dedicada a su pariente Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, duque de Medina-Sidonia, conde de Niebla y señor de Gibraleón, narra los hechos desde el descubrimiento por parte de los españoles del Río de la Plata (que en las copias aparece erróneamente fechado en 1512) hasta la fundación de la ciudad de Santa Fe en 1573. La obra está dividida en cuatro partes, aunque se encuentra perdida la última en la cual se relatan acontecimientos que vivió el propio autor.



Pese a las dificultades opuestas por los poderes lusitanos, realizó dos grandes incursiones exploratorias terrestres, en las que verificó numerosos cálculos, medidas y reconocimientos, que dejó consignados en su Diario. Tras finalizar esas laboriosas campañas, quedó convencido de ser ya prácticamente inútil su permanencia en aquellas. Sus planos y comprobaciones topográficas estaban terminados, por lo que pidió el relevo, con el deseo de volver a España.

Así, Aguirre pisó tierra gallega en la Coruña, en marzo de 1798. Promovido a Capitán de Fragata (en 1805), le nombraron Director de las Reales fábricas de artillería y municiones, existentes en la villa santanderina de Liérganes y en el valle de la Cavada. Al producirse la invasión napoleónica a España, Aguirre pidió su reemplazo al Gobernador de Santander, Coronel Francisco Amorós y Ondeano, pero éste, funcionario afrancesado, le instó a colaborar con los invasores, negándose Aguirre que se refugió en Peña de Cabarga (Cantabria), donde falleció en febrero de 1811, soltero, sin haber llegado todavía a cumplir cincuenta y tres años.

Aquellos hispánicos Comisarios, que durante casi dos décadas viajaron por el Virreinato del Rio de la Plata, a efectos de demarcar sus fronteras con el Brasil, debían, a expreso mandado de la Corona, asentar en un Diario todos los sucesos producidos y observaciones y datos que pudieran ser de utilidad para mejor conocimiento de la vasta región en que iban a desarrollar sus trabajos. Así Juan Francisco de Aguirre, puntualmente, fue escribiendo, página tras página, lo que a la postre resultó una amplia compilación de apuntes referidos a incidentes de camino, a descripciones de territorios y ciudades, a notas sobre historia desconocida, a usos y costumbres de sus habitantes, a formas de gobierno anacrónicas o contemporáneas de diverso carácter, recogidas en los lugares recorridos.

A lo largo del memorial, abunda un profuso acopio de cálculos astronómicos, de coordenadas, rumbos, cómputos de distancias y triangulaciones; empero, entre tantas exactitudes matemáticas, nuestro incoercible geódeta incluyó su Diario Histórico: suerte de rapsodia de la añeja crónica de Ruy Díaz de Guzmán, seguida por comentarios inherentes a ocurrencias más modernas. 

En 1815, tres años después de muerto el autor, los originales de su obra fueron a parar a la Real Academia de la Historia madrileña, legados por el difunto Capitán de Fragata que había sido nombrado miembro correspondiente de dicha corporación.

viernes, 1 de febrero de 2019

Trajes de las Órdenes Religiosas Militares

Trajes de algunas de las ordenes religiosas militares

Al igual que en el Reino Latino de Jerusalén, a lo largo del siglo XII nacieron en los diferentes reinos españoles las Ordenes de Calatrava, Santiago y Alcántara, seguidas por otras como la de la Merced, San Jorge de Alfama o Montesa, con el mismo carácter religioso y militar y con la determinante influencia en sus Reglas y Definiciones de las propias monásticas de San Agustín, San Basilio o San Benito.

Sobre este tema, es una referencia la obra:
TIRON, René, Historia y trages [sic] de las ordenes religiosas militares, Barcelona, 1848

Orden de Malta 




 Orden de Alcántara



Orden de Montesa


Orden de Calatrava



Orden de Santiago 

  
Orden del Temple



 Orden Teutónica

 Orden de San Miguel del Ala