viernes, 22 de febrero de 2019

Pedro de Mendoza. Primer Adelantado del Río de La Plata. Fundador de Buenos Aires


A pesar de que las expediciones enviadas al Río de la Plata habían tenido resultados poco felices, estas tierras seguían tentando el interés de los conquistadores por su condición de entrada hacia la Sierra de la Plata. En 1534, el rey de España, preocupado por las incursiones de los portugueses, nombró primer adelantado del Río de la Plata a don Pedro de Mendoza, a quien ordenó que, además de conquistar y tomar posesión de las tierras que hallase, fundara tres fortalezas. 

Pedro de Mendoza y Luján era un hidalgo nacido en Guadix (Granada) hacia 1499. Su padre, Fernando de Mendoza Luna y Sandoval de la Vega pertenecía a la aristocracia castellana dedicada al comercio, y su madre llamada Constanza de Luján, una hija del comendador de la Orden de Santiago y regidor de Madrid, Diego Luján de Villanuño y de su esposa, Catalina de Lodeña y Solís. Por tanto, Pedro pertenecía al linaje de los Mendoza, titulares del Ducado del Infantado. Como paje de cámara de Carlos I llevó una vida cortesana y también guerrera (combatió contra los franceses en Italia). Fue nombrado Caballero de Alcántara en 1524 y, años más tarde, de Santiago. 
 
Monumento a Pedro de Mendoza en Buenos Aires

Por capitulaciones de 1534, el rey Carlos I le puso al frente de una expedición destinada a penetrar en el interior de Sudamérica desde sus costas orientales, adelantándose a los portugueses en la carrera por alcanzar las fabulosas riquezas de las que hablaban las leyendas indígenas (referentes, sin duda, al imperio incaico). El mismo Mendoza financió la expedición, obteniendo a cambio amplios poderes de conquista y colonización como adelantado, gobernador y capitán general de un extenso territorio. Realizados los preparativos del viaje, partió el adelantado en agosto de 1535, con trece navíos y unas mil ochocientas almas, incluyendo a varios mayorazgos y a Rodrigo de Cepeda, hermano de Santa Teresa de Ávila. Llegado al Río de la Plata a comienzos del año siguiente, levantó en su margen derecha un fuerte al que llamó* Puerto de Nuestra Señora de Santa María del Buen Aire (3 de febrero de 1536).

 *Pedro de Mendoza  llamó al sitio así para cumplir una promesa a la Patrona de los Navegantes de la que era miembro. En efecto, “Buen Ayre” era la castellanización del nombre de la Virgen de Bonaria, es decir, de la Virgen de la Candelaria a quien los padres mercedarios habían levantado un santuario para los navegantes en Cagliari, Cerdeña, y que era venerada también por los navegantes de Cádiz, España. Este asentamiento, aún sin dejar signos visibles, marcó el camino para la posterior fundación de Juan de Garay en el año 1580.

Buenos Aires (hacia 1536)
Al poco tiempo, los habitantes de aquella modestísima población empezaron a padecer el azote del hambre y los ataques de los indígenas, quienes, tras un comienzo amistoso, se habían vuelto hostiles y se negaban a proporcionarles ayuda y alimentos. Mendoza envió entonces a su hermano Diego hacia la región del Delta al frente de un grupo de trescientos soldados y veinte jinetes en busca de víveres, pero los aborígenes los atacaron. En el combate, que se denomina de Corpus Christi por la celebración religiosa de ese día, 15 de junio de 1536, los indios vencieron y exterminaron a dos tercios de las tropas españolas, incluido el capitán Diego.

En diciembre de 1536 miles de indios querandíes consiguieron por primera vez vulnerar las defensas de la ciudad de Buenos Aires, penetrar en ella e incendiarla, provocando casi su destrucción total. 

El cronista Ulrico Schmidl, testigo de aquellos momentos, nos brinda un relato del incendio: "Mientras parte de los indios marchaban al asalto, otros tiraban sobre las casas con flechas encendidas, para que no tuviéramos el tiempo de atender a ambos y salvar nuestras casas, las, flechas que disparaban estaban hechas de cañas y ellos las encendían en la punta. También hacían flechas de otro palo que, si se los enciende, arde y no se apaga y donde cae, allí comienza a arder: (...) En este ataque quemaron también cuatro buques grandes, que se hallaban a una media legua de nuestra ciudad de Buenos Aires."
Pedro de Mendoza, junto con algunos españoles, consiguió escapar a la matanza, y más tarde se encaminaron al norte para refugiarse en el fuerte de Sancti Spíritus, que había sido establecido sobre el río Carcarañá diez años antes por Sebastián Gaboto. Desde allí, y cumpliendo órdenes del adelantado, su segundo, el capitán Juan de Ayolas había partido con trescientos expedicionarios remontando el río Paraná, pero su misión resultó un fracaso y tuvo que regresar al fuerte.

El capitán Juan de Ayolas
Rio arriba -por el Paraná primero y luego por el Paraguay-, Ayolas había llegado entretanto a un lugar que llamó La Candelaria. Dejó allí parte de sus hombres, al mando de Domingo Martínez de Irala, y partió hacia la ambicionada Sierra de la Plata, en busca de riquezas, pero cuando ya regresaba con un espléndido botín, cayó en una emboscada de los indios y fue muerto con todos sus compañeros. Irala emprendió entonces el retorno aguas abajo y se detuvo al llegar al fuerte de la Asunción que Juan de Salazar -otro de los acompañantes de Mendoza- había levantado el 15 de agosto de 1537 en la margen izquierda del río Paraguay. Instalado en Asunción, Irala tomó el mando en reemplazo del infortunado Ayolas.


Mientras Ayolas remontaba el Paraná y el Paraguay, el adelantado Mendoza, que se sentía muy enfermo (parece ser que tenía sífilis) y, en vista de que sus dolencias empeoraban, resolvió volver a España, tras designar a Ayolas su sucesor en la conquista. Mendoza murió durante la travesía del Atlántico, en junio de 1537 y su cuerpo fue arrojado al mar.


Buenos Aires volvió a ser reconstruida con posterioridad, tras de zarpar Mendoza hacia España pero, finalmente, ante el asedio constante de los nativos, fue despoblada e incendiada por sus 350 habitantes a finales de junio de 1541*, decidiendo marcharse hacia el norte, a la ciudad de Asunción (en Paraguay) capital del Río de la Plata durante los primeros ochenta años, pues Martínez de Irala había decidido concentrar en dicha población a todos los españoles. El primer intento de conquista y colonización en la región del Río de la Plata había fracasado.

En 1538 llegó a Buenos Aires Alonso Cabrera, portando una real cédula del Emperador, cuyo contenido rezaba que "si al tiempo que allá llegareis fuese muerta la persona que dejó por su Teniente Don Pedro de Mendoza ... y éste al tiempo de su fallecimiento o antes no hubiese nombrado Gobernador, y los conquistadores y pobladores no lo hubiesen elegido: vos mandamos que en tal caso hagáis juntar los dichos pobladores... para que... elijan en nuestro nombre por Gobernador y Capitán General... a la persona que según Dios y sus creencias parezca más suficiente para el dicho cargo; y la persona que así eligiesen todos en conformidad o la mayor parte de ellos, use y tenga el dicho cargo... Lo cual vos mandamos así se haga con toda paz y sin bullicio ni escándalo.” 

*Pedro de Mendoza había dejado como teniente de gobernador a Juan de Ayolas; y éste –que para entonces ya había sido muerto por los indios- lo hizo en Domingo Martínez de Irala que, de esta manera, acabó por ejercer el gobierno del Río de la Plata y trasladándose a la Asunción ordenó la despoblación de Buenos Aires en 1541. Para entonces, de las 1800 almas llegadas en la armada de Mendoza, “en toda la conquista no había más que trescientos cincuenta hombres…”

Cuarenta y cuatro años después de la primera fundación, en 1580, volvería a alzarse otra Buenos Aires a orillas del estuario. La empresa estuvo a cargo de Juan de Garay, Garay residía en Asunción y había fundado en 1573 la ciudad de Santa Fe.

La Leyenda del Rey Blanco

La leyenda del Rey Blanco motivó a los conquistadores españoles para asentarse en la cuenca del Rio de la Plata, alentando la colonización y conquista de los territorios de la actual Argentina y Perú por parte de la Corona de España.

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